Biografías 1: A-B

Acosta, Jorge Eduardo. Conocido como El Tigre Acosta, nació el 27 de mayo de 1941. Marino –alcanzó el grado de Capitán de Corbeta- domiciliado en Punta Alta, ciudad vecina a la Base Naval de Puerto Belgrano, allí se le descubrió un gigantesco depósito donde se ocultaban bienes incautados en apariencia a detenidos desaparecidos. Fue jefe del Grupo de Tareas 3.3.2 basado en la ESMA, así como trabajó en dicho centro clandestino de detención. Era quien tomaba las decisiones sobre tortura y muerte en la ESMA. En particular fue quien tomó la decisión de asesinar al grupo de monjas francesas Duquet y Domon, a las madres de Plaza de Mayo Villaflor, Ballestino y Ponce, así como a la estudiante Dagmar Hagelin. Se le han descubierto al menos 82 delitos probables. Entre ellos los secuestros, desaparición y torturas de la familia Tarnopolsky, Nilda Noemí Actis Goretta, Lisandro Cubas, Carlos Alberto García y Ricardo Coquet. En 1981 viajó a Sudáfrica para asesorar al gobierno del apartheid en lucha contrainsurgente. En 1998 se descubrió que poseía una cuenta secreta en Suiza, que podría haberse usado para bienes sustraídos a los detenidos desaparecidos. Beneficiado por la Ley de Obediencia Debida, fue detenido nuevamente y permaneció en arresto preventivo por su participación en el robo de niños nacidos en cautivero. Anuladas las leyes de Punto Final y Obediencia Debida por el Congreso en 2003, se reabrieron las causas en las que estaba imputado. En agosto de 2006 la justicia argentina decidió elevar a juicio oral y público la causa de la ESMA en la que Jorge Eduardo Acosta será enjuiciado junto a Alfredo Astiz y Adolfo Miguel Donda. Fuentes: Clarín, Página 12, Wikipedia.

Acosta, José de. (1540-1600) Sacerdote jesuita y antropólogo español, que desempeñó importantes misiones en América desde que en 1571 viajase al Perú. El padre Acosta hizo importantes observaciones científicas en el campo de la antropología y de las ciencias naturales. Asimismo, mencionó que los indígenas americanos habían cruzado a América a través de Siberia. Amén de la narración de las aventuras de un lego en Indias (Peregrinación del hermano Bartolomé Lorenzo), obtuvo renombre por su Historia natural y moral de las Indias (Sevilla, 1590), obra pronto traducida al inglés en 1604. En dicha obra observó las costumbres, ritos, creencias, etc de los indios de México y Perú. Estudió en el Colegio de la Compañía de Jesús, tras ingresar como novicio a los doce años. Desarrolló su formación en diversas ciudades españolas y portuguesas, terminándola en los siete años que pasó en la Universidad de Alcalá. Ordenado en 1566, impartió docencia en Ocaña y Plasencia, hasta que a sus treinta y dos años, la Compañía le solicitó que fuera a América. Se traslado entonces a Perú a mediados de 1572, como parte de la tercera misión que los jesuitas enviaron al virreinato. Realizó una labor misional importante, llegando a ser provincial de la Compañía. En 1586 se trasladó a Nueva España, donde estuvo casi un año, regresando finalmente a España. Su cercanía con el rey Felipe II le permitió publicar su primera obra sobre América: De Natura Novi Orbis (1589). Se trasladó luego a Roma y editó algunos tratados en latín. Nombrado visitador de su orden en Andalucía y Aragón, regresó a Roma en 1592, participando de la V Congregación General de la Compañía de Jesús, donde fue acusado de cristiano nuevo y rebelde. Dedicado a la predicación y a la enseñanza en Valladolid, imprimió sus mejores sermones en tres tomos en Salamanca. Reivindicado por sus compatriotas, fue elegido rector del Colegio de Salamanca, cargo en el que falleció a los 59 años. Sus observaciones fisiológicas sobre la población andina, habituada a vivir a más de 4000 metros de altitud, le han valido que algunos científicos modernos le consideren precursor de la medicina astronáutica. El mismo José de Acosta postuló que la fauna americana podría ser una evolución de la europea, fundamentándose en diversas observaciones que Darwin redescubriría tres siglos después. Fuente: Wikipedia.

Acosta, Mariano. Nacido en Buenos Aires en 1825 y muerto en 1893. Político argentino que se formó en Europa, de donde regresó en 1853 tras la caída del gobernador Juan Manuel de Rosas. Fue uno de los redactores de la Constitución de Buenos Aires de 1853, que determinó de hecho la escisión de esta provincia de la Confederación. En 1862 fue Ministro de Gobierno de Mariano Saavedra y fundador de Saladillo; entre 1872 y 1874 ocupó la gobernación de Buenos Aires y en este último año fue electo vicepresidente de Nicolás Avellaneda. Por tratarse de un laico franciscano fue sepultado en la cripta de la iglesia de San Francisco. Fuentes: Wikipedia; Academia Nacional de la Historia.

Afonso de Sousa, Martim. (Vila Vicosa, 1500-1571). Noble y militar portugués, primer Gobernador de la India portuguesa (1542-45). Había estudiado matemática, cosmografía y navegación, siendo nombrado paje del Duque de Braganza y más tarde, del infante don Juan, príncipe heredro. Al subir al trono, como Juan III, el soberano lo nombró para posiciones de prestigio, como el mando de la expedición de 1530 al territorio brasileño. Desde una perspectiva historiográfica tradicional brasilera, se considera a esta expedición como la primera conolización de Brasil; el Regimiento que tuvo Martim de Sousa permite comprender que el principal objetivo de su misión fue colocar asentamientos portugueses en la cuenca del Río de la Plata, lo que no alcanzó al haber naufragado en la región. Como descubridor, en 1532, con la ayuda de Joao Ramalho, fundó Sao Vicente, la primera villa brasileña. Combatió a los corsarios franceses en el litoral y fue agraciado por la Corona portuguesa con dos lotes de tierra en Brasil: La Capitanía de Sao Vicente. No permaneció en Brasil para administrar su tierras. Nombrado capital del Mar de las Indias (1533) fue el encargado de proteger las posesiones portuguesas de orienta. De esta forma defendió la factoria de Diu contra moros e hindúes, derrotó al rajá de Calcuta y combatió a los corsarios que saqueaban las embarcaciones portuguesas en la región. Victorioso, fue nombrado virrey de la India portuguesa por Juan III (1542). Existe controversia en cuanto al fin de su carrera. Algunos historiadores afirman que retornó a Portugal en 1545, convirtiéndose en uno de los miembros del Consejo de Estado. Otros sustentan que fue llamado de vuelta bajo la acusación de desvío de dinero de la Corona y enriquecimiento ilícito, manteniéndose alejado de la vida pública hasta morir. Fuentes: Wikipedia.

Agromonte, Xoan de. ó Agromonte, Joan de, ó Agromonte, Juan de, fue un marino catalán que habría llegado hasta Terranova en 1511. Como Inglaterra estaba emprendiendo buena cantidad de viajes, la Corona Española comenzó a preocuparse y previó el envío de exploradores a la costa norte del Atlántico. El primero que gozó de esta merced fue Juan de Dornelos, pero no llegó a hacerse a la mar. Entonces, en 1511, el marino catalán Xoan de Agromonte, firmó capitulaciones con la hija del Rey Fernando de Aragón, con expresas directivas de no desembarcar en territorios pertenecientes a la Corona Portuguesa. La expedición constó de solamente dos naves y habría llegado hasta Terranova, aún cuando no existe documentación que pueda probarlo. Fuente: Wikipedia.

Aguirre, Juan Bautista. Sacerdote jesuita que nació en Daule (actual Ecuador) el 11 de abril de 1725 y murió en Tívoli (Italia) el 15 de junio de 1786. Notable escritor y poeta de la América colonial, considerado como uno de los precursores de la poesía hispanoamericana y ecuatoriana. Fue hijo del capitán de milicias Carlos Aguirre Ponce de Solís y de Teresa Carbo Cerezo, ambos guayaliqueños. Estudió en Quito, en donde residió treinta años, casi la mitad de su vida. En 1758 ingresó en la Compañía de Jesús. Enseñó en Quito, en la Universidad de San Gregorio Magno, hasta que los jesuitas fueron expulsados de Hispanoamérica en 1767. El 20 de agosto de ese año partió de Guayaquil con rumbo a Faenza, Italia, lugar de confinamiento para los jesuitas quiteños. Durante su destierro fue superior del convento jesuita en Ravena y rector del colegio en Ferrara. Luego de extinguida la orden por el Papa Clemente XIV en 1773, fijó su residencia en Roma bajo el pontificado de Pío VI. Fue amigo del obispo de Tívoli, monseñor Gregorio Bamaba Chiaramonti, futuro Pío VII. Como escritor religioso cultivó la oratoria sagrada, y como poeta escribió gran número de versos que responden a una amplia temática que va desde los poemas religiosos y morales a los de tipo amoroso, a menudo mitológicos. Su poesía se encuentra muy anclada en la corriente gongorina. La mayor parte de su producción fue descubierta recién en 1937, cuando se encontraron sus Versos castellanos, obras juveniles, misceláneas, entre las cuales destaca la epístola en décimas Breve diseño de las ciudades de Guayaquil y Quito.

Alais, Félix Alejandro. Magistrado judicial que fue denunciado como colaborador de la dictadura militar, y por ende encubridor de delitos de lesa humanidad, tales como torturas y enfrentamiento fraguados por el Vº Cuerpo de Ejército. Renunció en julio de 2005, a partir de una investigación periodística publicada por el diario Página 12. Tuvo destacada actuación en la intervención de la UNS, persecución y encarcelamiento de profesores universitarios. Varios de ellos relataron cómo Madueño y Sierra (su Secretario) los interrogaban en la misma comisaría donde eran torturados y les insinuaban que ratificaran sin leer las declaraciones tomadas por Alais, si no querían continuar en los calabozos. Fuente: Página 12.

Alcazaba y Sotomayor, Simón de. Navegante y explorador portugués, nacido en 1470 muerto en Argentina –actual Chubut- en 1535. Sirvió a la corona española y fundó el primer asentamiento europeo en el actual territorio argentino, un año antes de que Pedro de Mendoza fundara Buenos Aires. Por la Capitulación de Toledo, firmada por el rey español el 26 de julio de 1529, se le había concedido a Alcazaba doscientas leguas al sur de las otorgadas a Francisco Pizarro, nombrándoselo gobernador, capitán general, adelantado y alguacil mayor de la gobernación de Nueva León. Como Alcazaba no pudo realizar la expedición, Carlos V proyectó (entre 1530 y 1531) entregar los territorios desde Chincha hasta el estrecho de Magallanes a la familia Fugger de Alemania. En 1534, el monarca otorgó doscientas leguas al sur de las concedidas a Pïzarro y Almagro, a Pedro de Mendoza, volviendo a beneficiar a Alcazaba con las restantes representadas por la actual Patagonia, estrecho de Magallanes y ambos litorales oceánicos. Esta vez sí, Alcazaba partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 21 de setiembre de 1534, en una expedición de 250 hombres en dos naves; la que el mismo mandaba, Madre de Dios, y San Pedro, cuyo capitán era Rodrigo Martínez. A principios de 1535 alcanzaron el estrecho de Magallanes con la idea de cruzar al Pacífico, pero la situación climática se los impide, retornando hacia el norte por el litoral atlántico. El 9 de marzo de 1535 Alcazaba fundó en la Caleta Hornos de la Bahía Gil, que entonces llama Puerto de los Leones, 29 kilómetros al sur de la actual Camarones, en la provincia de Chubut, ¨Nueva León¨. Simplemente instaló un toldo y diseñó el trazado de su fortaleza y capital del adelantazgo. Ese mismo día partió la primera expedición al interior patagónico. Al alcanzar el río Chico, los expedicionarios tomaron contacto con los indios. Tras veinte días de dificultosa marcha, se sublevarfon Arias y Sotelo que apresaron a Rodrigo de Isla y a Juan de Mori. Otra vez en la costa, los sublevados asesinaron al adelantado que se encontraba a bordo de su nave. Ochenta vidas se cobró el motín. Isla y Mori lograron imponerse a los sublevados, ajusticiando a sus líderes –Arias y Sotelo- que fueron degollados. Rodrígo Martínez, Nuño Álvarez y Alejo García fueron abandonados en tierra, y las naves partieron de regreso. La San Pedro logró llegar a la bahía de Todos los Santos; la capitana naufragó. Fuentes: Wikipedia y otras.

Alem, Leandro Nicéforo. Nació en Buenos Aires el 11 de marzo de 1842 y fue anotado como Leandro Antonio Alen (h), combinación de nombres y apellido exactamente igual a la de su progenitor. Murió en la misma ciudad el 1 de julio de 1896. Cambió su apellido y segundo nombre para diluir su relación parental que lo condenaba a discriminación. En efecto, Leandro Antonio Alén (padre) había sido un pulpero de Balvanera, jefe de la Mazorca, fuerza parapolicial de Juan Manuel de Rosas, que fue fusilado y colgado públicamente en la Plaza de Monserrat luego de la batalla de Caseros. Por eso, desde su aparición en la vida pública, se conoció a don Leandro como el hijo del ahorcado. En realidad su familia había quedado en la más franca miseria al desaparecer el padre, sosteniéndose con la venta de dulces y pasteles que fabricaba doña Teresa, la madre. Don Leandro fue tío y mentor de Hipólito Yrigoyen, hijo de su hermana Marcelina Alén y diez años menor que él, quien en 1916 se transformó en el primer presidente argentina elegido por el voto secreto. Don Leandro peleó en Cepeda y en Pavón y alcanzó el grado de capitán durante la Guerra del Paraguay, de la que regresó herido. Recibido de abogado, atendió un estudio asociado con Aristóbulo del Valle. Fue dirigente masón. Miembro del Partido Autonomista de Adolfo Alsina y diputado provincial en 1872. En 1877 se enfrentó junto a un grupo de su partido con la conducción oficial autonomista y llevó como candidato propio a Aristóbulo del Valle, manteniendo una actitud de intransigencia y oposición a los acuerdos entre dirigentes. Cuando ese mismo año se produjo la conciliación entre Mitre y Adolfo Alsina, Alem fundó el Partido Republicano junto con Aristóbulo del Valle, Roque Sáenz Peña, Lucio Vicente López, Pedro Goyena, José Manuel Estrada, Fernando Centeno y Francisco Uriburu, entre otros. En su programa se proponía pureza y libertad de sufragio popular, proscribiendo de los comicios las violencias, el fraude y la intervención oficial. Si bien triunfaron sobre la Conciliación en la elección de senadores provinciales, fueron vencidos por Carlos Tejedor en la lucha por la gobernación; ésta –dicen algunos autores- fue una elección en la que campearon la violencia y el fraude. Poco después el Partido Republicano se disolvió y tras la muerte de Adolfo Alsina, Alem participó en la reorganización del Partido Autonomista, mientras nada menos que Julio Argentino Roca aglutinaba diversas fuerzas para sumarlas al Partido Autonomista Nacional. En 1879, don Leandro fue nuevamente electo diputado provincial junto con Roque Sáenz Peña, oponiéndose desde su banca a la federalización de Buenos Aires al enfrentarse a José Hernández en un famoso debate parlamentario. En 1880 Alem presentó su renuncia a la Legislatura Provincial y abandonó la lucha política por algún tiempo. En 1890, junto a Mitre, fundó la Unión Cívica y organizó un levantamiento armado contra el gobierno constitucional conocido como La Revolución del Parque, que forzó la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman. Cuando la Unión Cívica presentó la candidatura a Presidente de la Nación de Mitre, éste entró en negociaciones con Roca, jefe del oficialismo, y la nueva fuerza se fracturó en dos. Mitre quedó con la Unión Cívica Nacional y Alem a la cabeza de la Unión Cívica Radical. Junto a él quedaron Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, Lisandro de la Torre, Hipólito Yrigoyen y muchos más. En 1891 fue electo senador nacional junto a Del Valle y poco después el partido proclamó a Bernardo de Irigoyen como candidato a presidente. Pero pocos días antes de las elecciones, el 2 de abril de 1892, el presidente Carlos Pellegrini denunció un complot radical para tomar el poder y asesinar a los principales funcionarios. Inmediatamente decretó el estado de sitio y detuvo a los principales funcionarios de la Unión Cívica Radical. En condiciones de franca represión, ganó las elecciones presidenciales Luis Sáenz Peña, candidato del mitrismo. Con la Revolución de 1893, Alem llegó a ser proclamado por los insurrectos Presidente de la Nación en Rosario, pero volvió a fracasar por graves errores de conducción. Por entonces su sobrino, Hipólito Yrigoyen, quien se fortaleció organizando la UCR en la Provincia de Buenos Aires, cuestionaba las condiciones de don Leandro para el liderazgo del partido. Deprimido por las derrotas, se suicidó el 1 de julio de 1896, dentro del coche que lo llevaba al Club del Progreso. En su última carta, conocida como su testamento, se lee la frase que sirvió para caracterizarlo como personaje de la época: Que se rompa, pero que no se doble… Fuentes: Wikipedia y Leandro N Alem, el hombre de la multitud.

Alsina, Adolfo. Nació en Buenos Aires, el 4 de enero de 1829 y murió en Carhue el 29 de diciembre de 1977. Jurisconsulto y político unitario argentino, fue uno de los fundadores del Partido Autonomista y del PAN. Fue vicepresidente de Domingo Faustino Sarmiento entre 1868 y 1874. Finalizada la presidencia de Sarmiento, en 1874, Alsina establece alianza con Nicolás Avellaneda y crean el Partido Autonomista Nacional que lleva a este último a la presidencia, asumiendo Alsina el Ministerio de Guerra y Marina. Las elecciones son particularmente fraudulentas y llevan a una revolución dirigida por Mitre, que fracasa tras una corta pero sangrienta guerra civil. A finales de 1875, los aborígenes del desierto se organizan y reaccionan contra el avance de la frontera sur. Alsina dirige la defensa del país y al año siguiente inicia la construcción de la llamada Zanja de Alsina, una trinchera de dos metros de profundidad y tres de ancho con un parapeto de un metro de alto por cuatro y medio de ancho. Como posición defensiva es duramente criticada por la oposición, pero aún así la zanja es construida muy adentro de las tierras indígenas, suponiendo un avance importante para la contención de las tribus. Paralelamente instala telégrafo en la red de fortines, favoreciendo la comunicación entre ellos. Por causa de los enfrentamientos con los aborígenes decide estudiar la situación de la línea de fortines, pero en una de sus visitas a éstos, cerca de Carhué, contrae una intoxicación que afecta sus riñones y lo lleva a la muerte. Fuente: Wikipedia y Academia Nacional de la Historia.

Alsina, Valentín. Nació en Buenos Aires en 1802 y murió en la misma ciudad en 1862. Fue escritor, jurista y político enrolado en la ideología unitaria, gobernador de la Provincia de Buenos Aires en dos oportunidades. Fue el padre de Adolfo Alsina, destacado como Ministro de Guerra y Vicepresidente de la Nación. Valentín Alsina fue subsecretario del Ministerio de Relaciones Exteriores durante la Presidencia de Bernardino Rivadavia; Presidente de la Cámara de Justicia con la gobernación de Vicente López y Planes. En esta última función redactó el Código Rural y publicó tratados relativos a la soberanía argentina sobre Malvinas y a la libre navegación del Río de la Plata. Durante el periodo rosista fue oposición y sufrió persecuciones, emigrando con su familia a Montevideo en 1838; allí se desempeñó como editor de El Comercio del Plata y fue miembro fundador y presidente de la Comisión Argentina (de exiliados) de Montevideo. Vuelto a Buenos Aires, encabezó la revolución del 11 de setiembre y luego de ser electo gobernador de Buenos Aires dimitió como consecuencia de un levantamiento militar. Presidió la Asamblea Constituyente que derivó en la separación de Buenos Aires de la Confederación y en 1857 fue electo nuevamente como Gobernador de la Provincia. Entonces inauguró el primer ferrocarril argentino y repatrió los restos de Rivadavia. También apoyó una invasión de militares del Partido Colorado a Uruguay, que terminó en masacre de los invasores. Abandonó la gobernación tras la derrota de Bartolomé Mitre en Cepeda; ocupó entonces una banca en el Senado Nacional. Poco tiempo después de tomarle juramento a su propio hijo, Adolfo Alsina, cuando éste asumió la vicepresidencia de Sarmiento, falleció un 6 de setiembre. Fuente: Wikipedia y Academia Nacional de la Historia.

Álvarez Condarco, José Antonio. Militar, fabricante de pólvora y otros explosivos, cartógrafo y ayudante de campo que llegó a ser secretario privado del general San Martín. Nació en San Miguel de Tucumán en 1780 y falleció en Chile, el 17 de diciembre de 1855. Su padre fue el alcalde Álvarez de Condarco. Adhirió a la Revolución de Mayo, y en 1812 era oficial de artillería. Sus grandes conocimientos le valieron ser nombrado director de la fábrica de pólvora de Córdoba. En 1813 fue enviado a Chile para que dirigiera el arsenal patriota. Se hizo amigo allí de Marcos Balcarce, quien envió por su intermedio importantes mensajes a San Martín, entonces en Mendoza. El Libertador apreció su patriotismo y decidió retenerlo a su lado. Lo nombró director del polvorín y lo envió luego en misión confidencial a Buenos Aires, ante el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón. Debía establecer con éste la cantidad y tipos de artículos de guerra necesarios para la campaña de los Andes. A fines de 1816, San Martín lo envió a Chile, con el encargo aparente de llevar cartas al gobernador realista Casimiro Marcó del Pont. Lo que San Martín quería, en realidad, era que la gran memoria visual de Álvarez Condarco retuviera los accidentes de la cordillera, para marcar luego el camino del ejército. Así cruzó por Los Patos y, ni bien llegado, Marcó del Pont lo despachó de vuelta por el paso más corto, que era Uspallata. Los mapas que trazó luego de este viaje, fueron fundamentales para el cruce que el ejército libertador realizó a Chile por esos dos pasos. Después actuó como ayudante de campo de San Martín. Combatió heroicamente en la batalla de Chacabuco. Fue enviado a Londres para comprar barcos para la primera escuadra chilena. Obtuvo que Lord Cochrane aceptara la comandancia de dicha flota. Retornó a Chile y una vez lograda la independencia, prestó servicios en Bolivia, luego en Mendoza. Sufrió la persecución rosista y regresó a Chile, donde vivió como refugiado enseñando matemática. Murió allí en 1855; tal era entonces su miseria que sus amigos debieron costearle el entierro. Fuentes: Wikipedia y De nuestra tierra: Juan Manuel de Rosas.

Alvear y Balbastro, Carlos Antonio Joseph Gabino del Ángel de la Guarda. (Santo Ángel Guardián de las Misiones, Misiones Orientales, 25 de octubre de 1789 – Nueva York, 3 de noviembre de 1852). Se ha consignado el nombre contenido en la documentación de su bautismo; generalmente se lo ha conocido como Carlos María de Alvear. Fue un militar y político rioplatense, que ejerció el Directorio de la Nación en 1815. Es uno de los personajes más polémicos del siglo XIX argentino. Sus nombres de pila bautismal fueron Carlos Antonio del Santo Ángel Guardián, y era hijo del noble español Diego de Alvear y Ponce de León y de la bella joven porteña María Balbastro. El nombre de pila incluye al Santo Ángel Guardián por ser el epónimo y patrono de la ciudad en la que naciera (Santo Ángel Guardián de las Misiones, antigua reducción jesuítica de las Misiones Orientales o de El Tapé, actualmente Santo Ângelo en territorio anexado al estado brasileño de Río Grande del Sur tras la Convención Preliminar de Paz). A fines de 1804, viajaba con sus padres y sus hermanos y hermanas rumbo a España a bordo de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, cuando la escuadra española que les transportaba se encontraba casi frente a la costa de Cádiz, a pesar de ser las relaciones entre España e Inglaterra pacíficas, se aproximaron sorpresivamente cuatro fragatas inglesas. El capitán español, confiado, les permitió una aproximación a tiro de fusil; encontrándose a tal distancia, para sorpresa e indignación de los españoles, uno de los capitanes ingleses intimó a que el navío español quedara como presa — junto a sus tripulantes — de Su Majestad Británica. Sin poder creer lo que escuchaban, los españoles decidieron enviar una delegación en una chalupa a fin de parlamentar y aclarar posibles malos entendidos. Como los ingleses vieran que el navío español en lugar de aceptar la intimación parecía dilatar los tiempos del plazo, respondieron con una andanada de ángeles (balas de cañón unidas por eslabones) o balas incendiarias (calentadas al rojo vivo). Una de tales balas dio en la santabárbara (polvorín) del navío español que voló por los aires. Desde la nave capitana el joven Alvear, que tenía entonces 16 años, vio como perecían su madre y sus ocho hermanos junto a otras 240 personas. Esta provocación, que tuvo lugar el 5 de octubre de 1804, frente a la costa portuguesa del Cabo de Santa María, motivó la declaración de guerra de España al Reino Unido el 14 de diciembre de 1804 y fue antesala de la batalla de Trafalgar. Los ingleses llevaron secuestrados hasta Gran Bretaña a los sobrevivientes. Allí, Diego de Alvear conocería a Luisa Rebeca Ward, con quien contraería matrimonio en segundas nupcias tres años más tarde. A fines de 1805, padre e hijo regresaron a España. Si Alvear experimenta cierta antipatía hacia nuestro país, ello se debe a esta terrible catástrofe, diría un viajero inglés que lo conoció en Buenos Aires en 1823. Carlos María de Alvear fue uno de los pocos oficiales de carrera en participar de la Guerra de Independencia Hispanoamericana por el bando revolucionario. Siendo aún un niño había revistado como cadete en el Regimiento de Dragones de Buenos Aires, en que figuró como portaestandarte. A fines de 1807 se incorporó a la Brigada de Carabineros Reales (un cuerpo de elite) con el grado de alférez (equivalente al de teniente en los cuerpos de línea) y participó en la campaña contra la invasión napoleónica luchando en las batallas de Tudela, Tarancón, Uclés y Talavera y en los combates de Los Yébenes, Mora y Consuegra. Llegó a Cádiz a fines de 1809 y a los pocos meses fundó la Sociedad de los Caballeros Racionales, o Logia Nro.3 (filial de otra con sede en Londres), a la que luego se incorporaría José de San Martín. A fines de 1810 pidió licencia del ejército español, licencia que se prolongó hasta su traslado a América. A principios de 1811 exigió a su padre la parte de la herencia de su madre, que era considerable, y la utilizó para financiar sus proyectos revolucionarios. Regresó a Buenos Aires en marzo de 1812 en la fragata inglesa George Canning, el mismo barco en que viajaban San Martín, José Matías Zapiola, Martiniano Chilavert (niño aún, que viajaba con su padre Francisco) y otros militares notorios. A su desembarco recibió el nombramiento de capitán y sargento mayor del flamante escuadrón de Granaderos a Caballo. Fue quien presentó a San Martín en la sociedad porteña y fue su padrino de casamiento. No dedicó mucho tiempo a sus obligaciones militares, ya que se dedicó a organizar la Logia Lautaro, un grupo secreto que intentaba corregir la dirección política del gobierno. Dirigió con San Martín la revolución de octubre de ese año, que reemplazó al Primer Triunvirato por el Segundo, y que convocó a la Asamblea del año XIII. Organizó las elecciones de los representantes porteños y de las provincias y fue el primer presidente de dicha Asamblea. Ambicionando el poder político, lograría que esta fijase un sistema unitario de gobierno, el Directorio, para el cual hizo elegir a su tío Gervasio Antonio de Posadas (primo de su madre). A mediados de 1813 renunció a su banca y fue nombrado coronel del regimiento de infantería Nro 2, pero siguió participando en política a través de la Logia. La Logia se dividió entre los partidarios de San Martín y los de Alvear, por lo que éste se lo sacó de encima enviándolo a mandar el Ejército del Norte. En 1814, junto con Juan Larrea, impulsó el proyecto de creación de una escuadra naval, cuyo mando se le otorgó a Guillermo Brown. Es que, con el Alto Perú en poder de los realistas, y Chile en peligro, la guarnición de Montevideo, con 5.000 soldados españoles era una espada de Damocles que pendía peligrosamente sobre Buenos Aires, ya que podía ser utilizada como base de operaciones en el caso de una expedición punitiva contra Buenos Aires. El sitio, iniciado en 1812, no había tenido hasta entonces resultados satisfactorios, ya que mientras la armada española tuviera acceso al puerto de Montevideo, la posición de los españoles era inexpugnable. En febrero de 1814 se produjo un motín de las tripulaciones de dos de sus buques, lo cual, sumado a la oposición de San Martín al proyecto, convenció a Posadas de que era hora de desarmar los barcos. Con medidas enérgicas, Alvear consiguió sofocar el motín y disuadió al Director Supremo de esta resolución. Gracias a ello, el 8 de marzo Brown pudo finalmente hacerse a la vela para librar su primer combate naval con una flotilla realista que se encontraba en la isla Martín García. En pocas semanas también quedaron igualmente prontas y listas para marchar las tropas que debían pasar a reforzar el sitio, así como todo el material necesario para aquel ejército: armamento, municiones y vestuario. A principios de abril, una vez reparados los buques que habían combatido en Martín García, la escuadra quedó en condiciones de operar sobre Montevideo. Posadas lo nombró comandante del ejército que sitiaba a los realistas en Montevideo, reemplazando a José Rondeau, pero no asumió el mando de este ejército sino después de la victoria naval de Brown frente a Montevideo, por lo que su actuación militar fue muy breve. Negoció la entrega de la plaza, y utilizando un ardid la obligó a rendirse a discreción el 20 de junio de 1814. El Directorio estaba enemistado con José Gervasio Artigas, el líder de los revolucionarios orientales. Éste reclamó que la plaza fuera entregada a los orientales, por lo que Alvear llamó a Artigas a negociar su entrega. En su lugar, éste envió a Fernando Otorgués, que acampó a cierta distancia. Al día siguiente de la toma de la plaza, Alvear avanzó al frente de una división, iniciando tratativas con Otorgués mientras reunía otras fuerzas. Acusó a Otorgués de haber intentado sublevar a las tropas realistas en su contra y atacó en Las Piedras el campamento de Otorgués, cuyas tropas fueron completamente dispersas. Pronto regresó a Buenos Aires y fue ascendido a brigadier general. La Asamblea Constituyente, que estaba en receso casi permanente, declaró al ejército sitiador y a su jefe beneméritos de la patria con grado heroico. El gobierno envió parte de las fuerzas del sitio de Montevideo a unirse al Ejército del Norte, cuyo comandante era Rondeau, después de la renuncia de San Martín. A las pocas semanas, Alvear fue enviado nuevamente a la Banda Oriental a aplastar la oposición armada de Artigas, dirigiendo una campaña compleja. Como parte de esa campaña, Manuel Dorrego venció a Otorgués en la batalla de Marmarajá. Esta victoria, que pareció definitiva, significó su regreso a Buenos Aires. Pero Artigas y sus aliados continuaron la rebelión. A fines de ese año, Posadas lo nombró comandante del Ejército del Norte; pero una revuelta de sus oficiales lo obligó a regresar a la capital. Al ver que no era obedecido, Posadas renunció; en su lugar, la Asamblea nombró Director Supremo a Carlos de Alvear para que cumpliera el resto de su mandato. El nuevo Director tenía sólo 25 años, y su breve gobierno fue calificado por muchos como una verdadera dictadura. Entre los que le objetaban se hallaba el entonces gobernador de Cuyo, José de San Martín. Alvear gobernó rodeado de su propia facción, sostenido sólo por la logia Secreta a la que pertenecía y los oficiales adictos del ejército. Organizó una red de espionaje y arrestó sin juicio a sus opositores e implantó una severa censura de prensa. Ante una posible conspiración, sin juicio, ordenó ejecutar a un capitán de ejército y colgarlo en la Plaza de Mayo. El viajero escocés John Parish Robertson ridiculizó en sus comentarios la pompa que lo rodeaba, y que se hacía acompañar por una escolta de granaderos a caballo. Mientras tanto, la oposición crecía en el interior y en la capital. San Martín renunció a su cargo aduciendo mala salud. En respuesta, Alvear envió para reemplazarlo al coronel Perdriel, pero éste no fue aceptado por el Cabildo de Mendoza, capital de la provincia de Cuyo, que confirmó a San Martín. Alvear carecía de influencia en las provincias. Dado que el peor enemigo para la causa del centralismo porteño era Artigas, que dominaba el interior de la Banda Oriental y estaba extendiendo su influencia a las provincias del litoral, ordenó evacuar Montevideo. Envió al almirante Brown a proponerle a Artigas, a cambio de la retirada de éste de las provincias del litoral, la entrega e independencia de toda la Banda Oriental, como si fuera este pequeño designio el que llevaba el Jefe de los Orientales. Este ofrecimiento fue altivamente rechazado. Simultáneamente envió un ejército para tomar Santa Fe y, cruzando Entre Ríos, intentar atacar la Provincia Oriental, bajo el mando de Francisco Javier de Viana. Pero el coronel Ignacio Álvarez Thomas, jefe de la vanguardia del ejército, se puso en contacto con enviados de Artigas y declaró su rebelión contra Alvear, negándose a usar sus propias fuerzas en una guerra civil. Alvear propuso utilizar su ejército para una expedición a Chile, pero el Cabildo (dirigido por Francisco Antonio de Escalada, suegro de San Martín) se negó. La ciudad de Buenos Aires, hasta entonces un bastión unitario, se plegó al movimiento que encabezaba indirectamente San Martín. Tras la débil resistencia del coronel Enrique Paillardell, Alvear debió renunciar a su cargo sólo tres meses después de haberlo asumido y refugiarse en una fragata de guerra inglesa. Se dirigió a Brasil, mientras sus partidarios fueron arrestados, incluyendo a su tío Posadas. Sólo quince días después de asumir, Alvear había enviado a Río de Janeiro al secretario de la Asamblea, Manuel José García, con el objetivo de impedir que la proyectada expedición española recibiera el apoyo de la corte portuguesa. Pero, entre otras cosas, García llevaba dos cartas: una para el embajador inglés en Río de Janeiro, Lord Strangford, y otra para el ministro de relaciones exteriores Castlereagh: Cinco años de repetidas experiencias han hecho ver de un modo indudable a todos los hombres de juicio y opinión, que este país no está en edad ni estado de gobernarse por sí mismo, y que necesita una mano exterior que lo dirija y contenga en la esfera del orden antes que se precipite en los horrores de la anarquía. Pero también ha hecho conocer el tiempo la imposibilidad de que vuelva a la antigua dominación, porque el odio a los Españoles, que ha excitado su orgullo y opresión desde el tiempo de la conquista, ha subido de punto con los sucesos y desengaños de su fiereza durante la revolución. (…) La sola idea de composición con los Españoles los exalta hasta el fanatismo, y todos juran en público y en secreto morir antes que sujetarse a la Metrópoli. En estas circunstancias solamente la generosa Nación Británica puede poner un remedio eficaz a tanto males, acogiendo en sus brazos á estas Provincias que obedecerán su Gobierno, y recibirán sus leyes con el mayor placer, porque conocen que es el único medio de evitar la destrucción del país, á que están dispuestos antes que volver á la antigua servidumbre, y esperan de la sabiduría de esa nación una existencia pacífica y dichosa. Yo no dudo asegurar á V.E., sobre mi palabra de honor, que éste es el voto y objeto de las esperanzas de todos los hombres sensatos, que son los que forman la opinión real de los Pueblos; y si alguna idea puede lisonjearme en el mando que obtengo, no es otra cosa que la de poder concurrir con la autoridad y el poder a la realización de esta medida toda vez que se acepte para la Gran Bretaña. Sin entrar en los arcanos de la Política del Gabinete Inglés, yo he llegado a persuadirme que el proyecto no ofrece grandes embarazos en la ejecución. (…) Estas provincias desean pertenecer a Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés y yo estoy resuelto a sostener tan justa solicitud para librarlas de los males que las afligen. Es necesario se aprovechen los momentos; que vengan tropas que impongan a los genios díscolos y un jefe plenamente autorizado para que empiece a dar al país las formas que sean de su beneplácito, del rey y de la nación a cuyos efectos espero que V.E. me dará sus avisos con la reserva y prontitud que conviene para preparar oportunamente la ejecución… (…) Inglaterra no puede abandonar a su suerte a los habitantes del Río de la Plata en el acto mismo que se arrojan en sus brazos generosos… (…) Yo deseo que V.E. se digne escuchar mi enviado, Dn. Manuel García, acordar con él lo que V.E. juzgue conducente y manifestarme sus sentimientos, en la inteligencia que estoy dispuesto á dar todas las pruebas de sinceridad de esta comunicación, y tomar de consuno las medidas que sean necesarias para realizar el proyecto, si en el concepto de V.E., puede encontrar acogida feliz en el ánimo del Rey y la Nación. Dios Guíe á V.E. Ms As. Bs. Ays. E° 25 de 1815. Carlos de Alvear. El sentido de estas cartas es bastante claro, aunque hay algunos historiadores que han puesto en duda que Alvear haya pretendido traicionar a su país, comenzando por Vicente Fidel López y Juan Bautista Alberdi. En general, excepto los abundantes panegiristas de Alvear, se lo considera un gesto de traición a la patria. Existe, sin embargo, la posibilidad de que se tratara de una estratagema para obligar a Londres a decidirse, con semejante declaración, a presionar a España para tratar la paz con el Río de la Plata. Si así fuera, fue un gesto terriblemente imprudente, ya que un inesperado cambio de situación en Europa hubiera podido invitar a Inglaterra a invadir el Río de la Plata. Por otro lado, García se reunió en secreto con Strangford a principios de 1815. No le entregó ninguna de estas dos cartas, pero le permitió leerlas. Strangford le aconsejó cambiar el texto de las cartas por otro más acorde con la nueva situación de alianza de Inglaterra con Fernando VII. Este nuevo memorial, escrito por García, fue enviado a Londres por medio de Rivadavia, pero nunca fue entregado. Al desembarcar en Río de Janeiro, Alvear se enteró de la próxima llegada a esa ciudad del general Gaspar de Vigodet, el antiguo jefe español de Montevideo. Éste seguía resentido por la manera en que Alvear lo había obligado a rendir la plaza de Montevideo. Durante su estadía de casi un año en Río, intentó apoderarse de su antiguo subordinado. Alvear encontró un aliado inesperado en el encargado de negocios español en la corte portuguesa, Andrés Villalba, quien prometió protegerlo contra estas agresiones si pedía clemencia al monarca español. La situación de Alvear era delicada; lo sabía perfectamente y así se lo manifestó a San Martín meses después: Mucho he tenido que sufrir con Vigodet que se halla aquí. Ha hecho las más fuertes instancias para que mi persona le fuese entregada, y mandarme a España a concluir mis días en un cadalso. Por recomendación de García, Alvear entregó a Villalba un detalle de las fuerzas militares, su armamento y grado de instrucción, confirmando la información que Villalba poseía. También incitaba al gobierno español a contactar a los realistas de Córdoba y Buenos Aires. Semanas más tarde, para obtener la protección de Villalba contra Vigodet, le presentó también una larga representación en la cual explicaba su conducta desde su llegada a Buenos Aires en 1812, afirmando haber actuado siempre a favor de los intereses de la corona española, aclarando que en muchas ocasiones había tenido que obrar en sentido contrario a este objeto, y solicitaba el perdón del Rey. Le decía que se había elevado al gobierno para volver al país a la dominación española y poner término a esta maldita revolución… Porque mi decidido conato ha sido volver estos países a la dominación de un Soberano que solamente puede hacerlos felices… También sobre este documento existen distintas opiniones, aunque es habitualmente interpretado como una nueva traición a la patria. En este caso, los defensores de Alvear se han dividido entre quienes consideraron el documento apócrifo y quienes sostuvieron que se trataba de un manifiesto fingido. La representación provocó la furia de Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII, esposa del príncipe regente de Portugal y defensora acérrima de los derechos de su hermano en el Río de la Plata. En una carta que le escribió meses más tarde, se quejó nuevamente de la conducta de su representante en Río, a quien consideraba demasiado crédulo y falto de experiencia: Quiero prevenirte ahora que tu encargado Villalba ha remitido al ministerio de estado representaciones de Carlos Alvear, de Nicolás Herrera, de Manuel García y otros. Todos ellos son tus enemigos, todos conspiran contra tus dominios en estas regiones y todos son criminales… Al año siguiente, Villalba fue reemplazado por el Conde de Casa Flórez, que intentó convencer a Alvear de unirse a la causa de Fernando VII. Al no conseguir este objetivo, le hizo llegar el fingido memorial de Alvear a Juan Martín de Pueyrredón, quien lo hizo publicar en 1818 en la Gaceta de Buenos Aires. En 1817, los lusobrasileños invadieron la Provincia Oriental, y tomaron la ciudad de Montevideo. El pueblo oriental dirigido por Artigas logró mantener a los invasores limitados al control de la ciudad, mientras Alvear, apenas retornado, se instaló en mayo de 1818 en la ciudad ocupada de Montevideo luego de casi tres años de exilio en Río de Janeiro. A fines de 1819 se unió al general chileno José Miguel Carrera (enemigo jurado de San Martín y Bernardo O’Higgins) y otros opositores a las facciones que gobernaban en Buenos Aires y Santiago. Alvear y Carrera se unieron a las fuerzas federales dirigidas por Estanislao López y Francisco Ramírez, que derribaron al gobierno del Directorio en la batalla de Cepeda. La idea de Carrera y Alvear era unirse para hacer de éste el nuevo gobernante porteño y que el chileno lo fuera en Santiago; pero su aliado Manuel de Sarratea se hizo nombrar gobernador de Buenos Aires. Sin embargo, a pesar de la derrota sufrida en Cepeda, el partido directorial no estaba totalmente desarticulado. El general Juan Ramón Balcarce y, a principios de marzo, junto a Miguel Estanislao Soler, lideró una revuelta que derrocó a Sarratea, quien se refugió en el campamento federal. En medio de la confusión y el desorden, algunos partidarios de Alvear lo convencieron de desembarcar en Buenos Aires para ver si podía sacar partido de la situación. Pero el gobierno de Balcarce apenas duró una semana, y mientras Alvear lograba escaparse, Sarratea, sostenido nuevamente por Ramírez y Carrera, volvió a ocupar el sillón de gobernador. Para deshacerse de la amenaza que presentaba Soler al frente del ejército, Sarratea llamó a Alvear, quien se encontraba en la goleta Brac. Creyendo que finalmente había llegado su hora, en la noche del 25 de marzo de 1820, Alvear desembarcó subrepticiamente para liderar un complot contra Soler, quien fue puesto en prisión. Esta asonada de Alvear tampoco tuvo éxito, esta vez por la falta de apoyo del Cabildo porteño, dominado por los mismos personajes que habían contribuido a su derrocamiento en abril de 1815. Ante esta resistencia, Sarratea decidió no sólo abandonarlo a su propia suerte, sino exigirle que se marchara inmediatamente de la capital, además de liberar a Soler de prisión. Alvear desistió de sus planes y, al frente de un grupo de oficiales y soldados adictos, marchó hacia las afueras de la ciudad en donde se reunió con Carrera y sus tropas. Sarratea no pudo mantenerse en el poder por mucho tiempo. Como temía, a las pocas semanas lo derrocó Soler, quien se instaló como gobernador de Buenos Aires. Después de que Ramírez se retiró hacia Entre Ríos a fines de abril de 1820, a combatir contra Artigas, López decidió reemplazarlo por Alvear y marchó con sus fuerzas a San Antonio de Areco, en donde se le unió Carrera con su Ejército Restaurador y Alvear al mando de un grupo de cincuenta oficiales leales a su causa conocidos como los proscriptos. Soler organizó rápidamente la defensa de Buenos Aires, acantonando en las cercanías de Morón unos 1.250 hombres, al que se enfrentaban las llamadas fuerzas federales de López: unos 500 milicianos santafecinos, los 500 soldados chilenos de Carrera y la brigada de Alvear, formada por los 50 oficiales adictos. La batalla fue en Cañada de la Cruz y terminó en una amplia victoria para López y sus aliados. Excepto por el ataque contra Otorgués en La Piedras, esta fue la única batalla en que participó Alvear en territorio americano antes de la de Ituzaingó. López y Carrera hicieron que el cabildo de Luján eligiese a Alvear como gobernador el 1º de julio. Sin embargo, el Cabildo de Buenos Aires desconoció su elección y cuatro días más tarde eligió a Manuel Dorrego como gobernador. El futuro paladín del federalismo decidió vengar el revés sufrido por ejército porteño y lanzó una ofensiva contra las fuerzas federales. López se había retirado detrás del Arroyo del Medio, dejando a las fuerzas de Carrera y Alvear aisladas en la villa de San Nicolás de los Arroyos, donde, luego de un encarnizado combate, fueron completamente derrotadas. Dorrego informó al Cabildo de Buenos Aires de su victoria, destacando que ha sido igualmente fruto de nuestra empresa la prisión del cuadro de oficiales que formaban la escolta de Alvear, que han sido los más obstinados en rendirse. Luego de este fracaso, Alvear tuvo que regresar a Montevideo. En 1822 regresó a Argentina luego de 7 años de exilio, gracias a la denominada Ley del olvido, y a fines del año siguiente fue enviado como ministro plenipotenciario ante el gobierno de los Estados Unidos. Antes de presentarse ante el presidente James Monroe, Alvear viajó a Londres donde tuvo una importante entrevista con George Canning, Secretario de Relaciones Exteriores de Inglaterra. Durante esta entrevista Alvear enfatizó que las Provincias Unidas del Río de la Plata eran de facto independientes y que tenían un gobierno estable. También hizo hincapié sobre la justicia de los reclamos de Buenos Aires sobre la Banda Oriental, ocupada desde 1817 por Portugal y luego el Imperio de Brasil. Pocos días después de esta entrevista, el gabinete inglés decidió reconocer la independencia de las Provincias Unidas. En Washington D.C., a donde llegó a mediados de 1824, Alvear se reunió con el presidente Monroe y con John Quincy Adams, Secretario de Estado. A ambos les manifestó el interés del gobierno de Buenos Aires en que Estados Unidos apoyara sus reclamos sobre la Banda Oriental. En noviembre de 1824, mientras Alvear iniciaba su regreso a Buenos Aires, el ejército de Simón Bolívar asestaba un golpe decisivo a la dominación colonial española en la batalla de Ayacucho. Este triunfo hizo que el gobierno porteño abrigara esperanzas de que Bolívar interviniera en favor de los intereses de las Provincias Unidas en contra del Imperio de Brasil. Poco después de haber llegado a Buenos Aires, Alvear fue convocado para cumplir una delicada misión diplomática ante Bolívar, acompañado por José Miguel Díaz Vélez y Domingo de Oro. El objetivo oficial de Alvear era felicitar al Libertador por sus recientes triunfos y negociar la devolución de la provincia de Tarija. Gracias a las cartas que recibía del Deán Gregorio Funes, su agente en Buenos Aires, Bolívar sabía perfectamente qué buscaban los porteños. Alvear se unió al ambicioso proyecto de Bolívar de crear una gran república sudamericana que incluyera a Chile y los territorios del antiguo Virreinato del Río de la Plata. En momentos en que las ideas monárquicas todavía estaban en boga, Alvear veía en el venezolano una encarnación de George Washington, un personaje capaz de aglutinar las distintas facciones que se disputaban el poder detrás de un proyecto republicano común, similar al que habían creado los norteamericanos. Por cierto, no abandonaba sus ambiciones políticas, sino que esperaba jugar un papel importante en esa república. El 28 de enero de 1825 Juan Gregorio de Las Heras lo nombró Ministro Plenipotenciario cerca del Gobierno de la República de Colombia, siendo su secretario el teniente coronel Tomás Iriarte. Tras unas audiencias privadas del 8 y el 9 de octubre de 1825, Bolívar recibió oficialmente a Alvear y Díaz Vélez diez días después. En principio, Alvear logró que Bolívar ordenara al mariscal Antonio José de Sucre, flamante primer presidente de Bolivia, la devolución de Tarija contra su voluntad. Pero esta gestión no pasó de allí, ya que varias torpezas de los diplomáticos (entre otras causas) causaron la separación definitiva de Tarija de las Provincias Unidas, dejando en claro que la orden de Bolívar a Sucre no tenía más valor que un simple gesto. En una carta al general Santander, vicepresidente de Colombia, Bolívar explicaba que El general Alvear, que según todas las noticias es el militar de más crédito, y que realmente tiene mérito, se vuelve inmediatamente a Buenos Aires con grandes miras; él desea ponerse de acuerdo conmigo en todo y por todo; ha llegado a proponerme (como pensamiento secreto) la reunión de la República Argentina y Boliviana… Él no abandona este proyecto por nada, y menos aún de llamarme a fijar los destinos del Río de la Plata; él dice que sin mi su patria vacilará largo tiempo, y que exceptuando cuatro individuos del gobierno, todo el pueblo me desea como un ángel de protección. El Libertador confesó a Alvear que su propuesta era “muy conforme con mis deseos íntimos… la liga de esta República con la Argentina la quisiera yo extensiva a toda la América antes española, conforme al proyecto general de federación. Paralelamente, Alvear presionó a Bolívar para que interviniera en el conflicto que se avecinaba e intentó convencerlo de la necesidad de dar algunos pasos que mantengan al Brasil en la persuasión de que S.E. está decidido a asistir a la Nación Argentina en la guerra que se ve forzada a sostener contra el Imperio, para de este modo coadyuvar a determinar las intenciones que manifiesta el Emperador, las cuales no pueden dimanar sino del temor de las consecuencias de una lucha contra todos los nuevos estados. Alvear creía conveniente que a todo trance y a toda costa, se evite declarar nosotros la guerra por ahora, y sería muy conveniente a mi ver, hacer gran bulla con Bolívar, para que el Brasil se contenga y dar tiempo a que las cosas maduren. Pero el venezolano se negaba a involucrarse, a pesar de que personalmente se sentía atraído por una causa que prometía agregar más laureles a su corona. Fuentes contrarias a la versión unitaria de la entrevista refieren que no había interés en las tropas de Bolívar, por el peligro al centralismo porteño que significaban. Por su parte, Bolívar enfrentaba presiones de Inglaterra, a quien debía gran parte de su éxito y su gloria. El Libertador sabía que George Canning se oponía a que interviniera en la guerra que se avecinaba, y la inminente mediación inglesa y el interés de la corona británica por evitar un conflicto sugerían que la guerra no tendría lugar. Sin guerra, no habría gloria: estas consideraciones convencieron a Bolívar de dejar de lado la situación en el Río de la Plata. Luego de que Bolívar partiera rumbo a Lima, Alvear decidió regresar a Buenos Aires. En su ausencia, en Buenos Aires el Congreso había elegido presidente a Bernardino Rivadavia, que al regreso de Alvear lo nombró ministro de Guerra y Marina. Aunque éste tenía una buena relación con el nuevo presidente, como jefe de partido abrigaba ambiciones políticas propias, por lo que aceptó el nombramiento sólo después de algunas semanas de indecisión, probablemente con la promesa de que sería eventualmente nombrado comandante en jefe del ejército. Poco después, el Imperio declaraba la guerra a la Argentina. Desde el Ministerio de Guerra se dedicó a mejorar el estado y la organización del ejército. A fines de marzo de 1826 el ejército contaba con dos mil ochocientas plazas, en su mayoría reclutas. A estas fuerzas se sumaban cerca de 2.500 milicias irregulares al mando del caudillo oriental Juan Antonio Lavalleja. La posibilidad de una ofensiva contra el Imperio quedaba totalmente descartada, a menos que se pudiera remontar, armar y aprovisionar al ejército. Con la seguridad de mandarlo poco después, Alvear se dedicó a aprovisionarlo al máximo. Una crisis de mando en el ejército, la inminencia de una ofensiva brasileña y la necesidad de mostrar algún triunfo militar antes de iniciar negociaciones de paz, convencieron a Rivadavia de nombrar a Alvear como comandante en jefe del ejército a mediados de 1826. Alvear tenía treinta y siete años y una relativamente larga carrera militar y política. A su favor tenía cierta experiencia diplomática, que le hubiera permitido tener una visión amplia del problema político-diplomático, pero su experiencia en Río de Janeiro y Montevideo lo hacían más que sospechoso de pretender alcanzar objetivos políticos que nada tenían que ver con su misión. Sus enemigos dentro y fuera del ejército, que no eran pocos, temían el poder militar que podría crearse Alvear si lograba una victoria. Al parecer, el gobierno no tenía interés en concentrar sus fuerzas en el objetivo de recuperar la Provincia Oriental; este objetivo era deseable (dentro de ciertos límites, ya que incluía reincorporar el puerto de Montevideo, rival del de Buenos Aires) pero no indispensable. El objetivo central era, solamente, lograr la paz en condiciones favorables. El objetivo militar del gobierno era, a través de una campaña militar en el sur de Brasil y la sublevación de los esclavos en esa región, forzar al Emperador a firmar un armisticio favorable a Buenos Aires. A ese objetivo estuvo apuntada la campaña de Alvear. Antes de comenzarla, tuvo un serio encontronazo con Lavalleja, que pretendía el mando del ejército, pero logró reducirlo a la obediencia. Declarada por parte brasileña la guerra, avanzaron las tropas argentinas hacia el norte lo más rápido que pudieron, buscando alcanzar Bagé antes de que se reunieran los dos principales ejércitos brasileños. Alvear logró este objetivo pero debió permanecer en esa posición varios días por las malas condiciones de los caminos, de sus caballos y bueyes, gracias a lo cual el enemigo reunió sus fuerzas. Unas semanas más adelante reinició su avance, con varias partidas de caballería operando alrededor. La que operaba al mando de Juan Lavalle logró la victoria de Bacacay, mientras el general Mansilla se cobraba victoria en la batalla de Ombú. Como el ejército brasileño se refugió en las sierras, Alvear realizó un movimiento de flanco, atrayendo al enemigo hacia San Gabriel. Quedó inesperadamente encerrado contra el río Santa María, que no pudo cruzar por el Paso del Rosario porque estaba muy crecido; por ello tuvo que retroceder. De todos modos Alvear logró sorprender al ejército imperial en la batalla de Ituzaingó, donde su ejército logró una amplia victoria, el 20 de febrero de 1827. Alvear no pudo perseguir al enemigo por falta de buenos caballos, y la victoria no significó la destrucción del ejército brasileño, aunque éste se desbandó y sufrió importantes bajas. Meses más tarde Alvear retomó la ofensiva y logró una nueva victoria en la batalla de Camacuá, pero la ofensiva ya no podía continuar. Falto de apoyo desde Buenos Aires, cuyo gobierno prefería concentrarse en enfrentar a los caudillos federales (que, por otro lado, mostraban tan poco interés en apoyar al ejército porteño como la mayoría de los gobernadores unitarios) en lugar de proveerle los hombres y los recursos necesarios para continuar la guerra, debió retroceder y dejar su ejército en posición defensiva. A mediados de 1827 renunció y se retiró a Buenos Aires, dejando a José María Paz como comandante interino. Su actuación en esta guerra fue muy controvertida. El jefe de su artillería, Tomás de Iriarte lo acusó de haber buscado la derrota destruyendo su armamento. Por otro lado, muchos de los oficiales (Paz, Lavalleja, Iriarte y otros) declararon que la responsabilidad de la victoria de Ituzaingó fue de sus subordinados, y acusaron a Alvear de inacción por no haber intentado perseguir a los vencidos y destruir su ejército. Algunos otros testigos, en cambio, desecharon las críticas de Paz e Iriarte y declararon que la victoria de Ituzaingó se debió a Alvear. Las opiniones de los historiadores militares están divididas: muchos criticaron la actuación de Alvear durante esta guerra, aunque la mayoría coincide en ponderar sus condiciones de general. Gracias a la ofensiva lanzada por Alvear, el ejército imperial brasileño se vio obligado a abandonar las cercanías del territorio oriental y retirarse hasta la ciudad de Río Grande. Tal vez, si el ejército hubiera sido reaprovisionado, Alvear podría haber asestado un golpe decisivo al enemigo. Pero como estrategia general fue un fracaso: la victoria fue una humillación para el ejército imperial, pero no logró favorecer la posición argentina en la negociación: García terminó cediendo todo. El tratado de paz firmado por Manuel José García en Río de Janeiro, al que Alvear se opuso, asestó un golpe mortal a la presidencia de Rivadavia, quien se vio forzado a renunciar. El Congreso Nacional fue disuelto y al poco tiempo Manuel Dorrego asumió el poder como gobernador de Buenos Aires. Dorrego nombró a Lavalleja como comandante en jefe del ejército, con lo que se atraía a las fuerzas orientales. Pero Lavalleja no era un gran general ni tenía prestigio entre los oficiales de las demás provincias, por lo que no logró mejorar la situación militar. Además, se negó a secundar la política de Dorrego, volcándose progresivamente a la idea de la independencia de su provincia (e incluso soñaba con anexarle el territorio de Río Grande del Sur). En definitiva, prevalecieron los intereses del Reino Unido, que fomentaban la división en la Cuenca del Plata. El objetivo era la creación de un estado tapón que pudiera servir de base a los intereses británicos y garantizar la navegación del río de la Plata como aguas internacionales. Presionado por la diplomacia británica y la banca controlada por comerciantes ingleses, Rivadavia y luego Dorrego debieron firmar un tratado de paz que, en definitiva, declaraba la independencia del Estado Oriental del Uruguay. Tras la caída del Gobierno de Rivadavia se retiró temporariamente de la vida pública hasta la revolución de diciembre de 1828, en que volvió a la actividad política. Durante la guerra contra Juan Manuel de Rosas, el general Lavalle lo nombró ministro de guerra y marina. En este cargo organizó la defensa de la ciudad de Buenos Aires contra una posible invasión federal, pero ante el acercamiento entre Lavalle y Rosas, Alvear renunció al ministerio. El partido antirrosista se aglutinó alrededor suyo y ganó las elecciones legislativas de julio de 1829, que debía nombrar un nuevo gobernador, ayudado por la violencia y el fraude organizados por Salvador María del Carril. Ante este resultado, Lavalle declaró las elecciones inválidas. Con la llegada de Rosas al poder, en 1832, Rosas lo nombró embajador en Estados Unidos para resolver un conflicto entre los dos países originado en las Islas Malvinas. Pero su mala salud y un cambio de gobierno dejaron este nombramiento en suspenso. Durante este tiempo Alvear participó activamente en la política. En 1834 se alió con el caudillo federal Facundo Quiroga para establecer una constitución en las Provincias Unidas. El asesinato del caudillo riojano en Barranca Yaco desbarató estos planes. Meses después, Rosas reasumió el gobierno con la suma del poder público. Alvear entonces estableció contacto con el Mariscal Andrés de Santa Cruz, presidente de la Confederación Perú-Boliviana, para solicitar su ayuda para derrocarlo. Esta conspiración fue descubierta por Rosas, que optó por deshacerse de Alvear nombrándolo embajador en Estados Unidos. La aceptación de este nombramiento por parte de Alvear fue considerada como una traición por los unitarios emigrados en Montevideo, como Lavalle, Paz, Iriarte, Mitre y Varela. Alvear partió hacia Estados Unidos a principios de 1838, cuando comenzaba el bloqueo francés al Río de la Plata. Defendió la postura adoptada por Rosas frente a las disputas con Francia e Inglaterra. También advirtió a su gobierno sobre el peligro que presentaban el neocolonialismo de aquellas potencias y el expansionismo norteamericano. Permaneció como embajador de la Confederación Argentina en Estados Unidos hasta después de la caída de Rosas. Su vencedor, Urquiza, lo confirmó en su cargo. Pero unas semanas más tarde, en octubre de 1852, Alvear fallecía en Nueva York. Sus restos mortales descansan en el Cementerio de la Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires, en un mausoleo familiar diseñado por el arquitecto Alejandro Christophersen en 1905. Carlos María de Alvear fue sin dudas uno de los personajes más controvertidos de la historia de la independencia argentina. A pesar de la abundantísima bibliografía existente sobre su carrera, no existe ninguna biografía completa de Alvear. Muchos historiadores han documentado, con innumerables pruebas historiográficas, que Alvear era promotor de los intereses de Gran Bretaña en Sudamérica, por medio de sus aliados portugueses. La historiografía registra cuáles eran sus enemigos, en la figura de los grandes próceres rioplatenses: José Artigas y José de San Martín. Fue considerado un héroe nacional por la historiografía argentina durante muchos años, a pesar de la opinión negativa de Mitre, fundador de la misma. La influencia de su hijo, el intendente de la ciudad de Buenos Aires, Torcuato de Alvear, y su nieto, el presidente Marcelo Torcuato de Alvear, le permitieron sobrevivir en la estimación pública por muchos años. Bartolomé Mitre lo atacó por sus cartas a Strangford y Castlereagh; pero, a pesar de esto, siguió siendo considerado un prócer nacional. La aparición del revisionismo histórico lo convirtió en uno de los principales centros de sus ataques. Pese a la condena de Mitre y de los revisionistas, nunca le faltaron defensores. En general es un personaje identificado con el partido unitario, cuyas opiniones fueran compartidas por la minoría poderosa de la elite porteña dedicada al librecambio. Curiosamente, aunque sus ideas económicas no son muy conocidas, su hijo Emilio de Alvear fue uno de los escasos promotores del proteccionismo en la época conservadora, de ideas librecambistas hasta el exceso. Fuente: Wikipedia.

Alvear, Máximo Marcelo Torcuato de. (4 de octubre de 1868, ciudad de Buenos Aires – 23 de marzo de 1942, Don Torcuato, Provincia de Buenos Aires). Abogado, político, embajador, diputado y presidente de su país entre el 12 de octubre de 1922 y la misma fecha del año 1928, por lo que su presidencia duró exactamente seis años. Su gobierno estuvo marcado por el avance automotor en la Argentina, la exitosa explotación petrolera, la absoluta ausencia de conflictos y el crecimiento económico, demostrado en el gran aumento del PBI, que para el año 1928 alcanzó a ser el sexto más alto del mundo. Ya sea durante su presidencia como posteriormente cuando presidió la Unión Cívica Radical (durante la década infame), Alvear tuvo un perfil totalmente legalista, ante los pedidos de intervención de provincias por parte de sus correligionarios, contrariamente a lo que caracterizara los gobiernos de Hipólito Yrigoyen. Alvear fue el líder de la facción antipersonalista de la UCR, en oposición a la figura carismática de Yrigoyen. Al morir este último, Alvear se convirtió en líder de la UCR, durante la década infame. Fue candidato a la presidencia junto a Mosca en 1937, pero debido al fraude fue superado por Roberto Marcelino Ortiz. Máximo Marcelo Torcuato de Alvear nació el 4 de octubre de 1868, en Buenos Aires. Pertenecía a la saga de los Alvear: era nieto del general Carlos María de Alvear (miembro de la Logia Lautaro), hijo del primer intendente de Buenos Aires, Torcuato de Alvear y de Doña Elvira Pacheco y Reinoso (hija del general Ángel Pacheco). Fue el menor de siete hermanos; durante su juventud perteneció a la aristocracia porteña y nunca trató de disimularlo, hecho que lo diferenció de la impronta popular de Yrigoyen. La juventud que tuvo Alvear fue la típica de un joven de la oligarquía; frecuentaba los distintos circuitos de la noche porteña, los cuales iban desde los respetables teatros del centro de la ciudad de Buenos Aires, a lugares de encuentro de dudosa reputación. En 1879 ingresó al Colegio Nacional de Buenos Aires, concluyendo sus estudios en 1885. En febrero de 1886 solicitó la matriculación en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires para estudiar abogacía. El joven Alvear junto a sus compañeros de estudio y amigos, entre los cuales había futuros políticos radicales como José Luis Cantilo, Fernando Saguier y Tomás Le Breton, integraban un grupo con cierta fama, empeñada en producir alborotos públicos; algunos de esos alborotos terminaron con integrantes del grupo detenidos. Cabe destacar que Alvear no tenía muchos amigos de su misma clase económica, pese a que él era un aristócrata, no le agradaba la gente de su misma clase. Antes de su paso por la universidad, Alvear no había sido un buen alumno. Finalmente en 1891 obtuvo su diploma, apenas un año después del fallecimiento de su padre. En junio de 1890 se produjo la Revolución del Parque, ideada por los concurrentes al Jarín Florida. Este levantamiento civil produjo la renuncia del presidente Miguel Ángel Juárez Celman, reemplazado por su vicepresidente Carlos Pellegrini. El joven Alvear, que había participado en esa revolución, comenzó a organizar comités, participó en mitines, recorrió el interior del país en múltiples giras, planificó reuniones y acciones de propaganda. Este tipo de vida política no era excepcional para un joven con el origen social de él, los firmantes de los sucesivos encuentros de 1889 y de los años inmediatamente posteriores fueron también miembros de familias más tradicionales, quienes empezaban a lanzarse a la acción política. Inmediatamente después de la reunión en el Jardín Florida, Alvear comenzó a trabajar como secretario de Leandro N. Alem, en el partido recién fundado: Unión Cívica. También tuvo una participación relevante en las revoluciones de 1893 y 1905, las cuales ayudaron a establecer la democracia en Argentina, y acabar con los fraudes electorales. En 1899, a dos años de aquel duelo que lo tuvo como padrino, Alvear partió hacia Europa en el más prolongado viaje de los numerosos que realizó. Poco antes había conocido a la notable cantante portuguesa de ópera Regina Pacini. Al parecer, después de cortejar a Regina sin éxito, Alvear decidió ir tras la artista siguiéndola por toda Europa. Finalmente se casaron un sábado 29 de abril de 1907 en la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación (construida en 1567 en el Chiado, un barrio de Lisboa). Desde aquel momento, y gracias a la herencia millonaria que poseía Alvear, el matrimonio vivió sin ocupación conocida. Regina tuvo un papel cultural destacado durante la presidencia de su esposo; ella nació en Rua de Loreto, Portugal, y tenía ascendencia italiana y andaluza. El matrimonio Alvear-Pacini residía en una finca parisina, adonde luego se mudaron varios familiares. Alvear había heredado tierras ubicadas en Pacheco y San Isidro: tres estancias, ganado y mucho dinero. Hasta llegar a dedicarse a la política, vivió de estos bienes, los cuales se fueron vendiendo poco a poco. Fue diputado por la ciudad de Buenos Aires entre 1912 y 1916. Los dibujantes caricaturizaban a Alvear como una persona muy grande sentada de costado, y esto era cierto: cuando Alvear se sentaba en su banca de diputado, tenía que sentarse de tal forma de poner sus piernas al costado, ya que había desarrollado un enorme físico durante su juventud, practicando todo tipo de deportes. En 1917 cuando ya había dejado en el año anterior la actividad parlamentaria, Hipólito Yrigoyen le ofreció la tarea de Embajador en Francia, cargo que ejerció entre los años 1917 y 1922; de hecho, cuando Alvear ganó las elecciones presidenciales, se encontraba en Francia. Tras el primer gobierno radical de Hipólito Yrigoyen, se planteó el problema de la sucesión presidencial. Ante las disputas en el seno del partido, en marzo de 1922 la Convención Nacional de la UCR, con el aval de Yrigoyen, resolvió darle su apoyo a Alvear, en ese momento embajador en Francia. Alvear pertenecía a la facción más conservadora de la UCR, de origen social patricio y terrateniente, y con pocos vínculos con la base popular del partido. Con el decisivo apoyo de Yrigoyen, a pesar de tener marcadas diferencias ideológicas y de estilo, Alvear triunfó sobre los conservadores en las elecciones del 2 de abril de 1922, y accedió a la presidencia sumando el 47,5% de los sufragios, o sea unos 419.172 votos. La Radio Argentina trasmitió la ceremonia del traspaso del mando, por primera vez en la historia Argentina se escuchó la voz de un presidente por radio. Yrigoyen y sus correligionarios habían designado a Alvear como candidato con la intención de manejarlo a su antojo, pero al poco tiempo se percataron que esto no iba a ser posible. El nuevo presidente se encontraba en el exterior, en Francia, cuando recibió la noticia de su triunfo. En su viaje de regreso a Argentina a bordo del buque francés Massilia, Alvear visitó varios países europeos e hizo escalas en Río de Janeiro (Brasil) y Uruguay, aceptando invitaciones en su carácter de presidente recién electo. En septiembre retornó a Argentina; a su llegada fue recibido por su predecesor, con quien se abrazó en el puente del barco. Marcelo Torcuato de Alvear asumió la presidencia de Argentina el 12 de octubre de 1922, pero su gabinete provocó una mala impresión entre muchos radicales, ya que casi ninguno de los ministros era amigo del mandatario saliente, aunque se tratara, en todos los casos, de personalidades sobresalientes. Ciertos ministros resultaron sorpresivos, como fue el caso del almirante Manuel Domecq García, ferviente represor de las manifestaciones en huelga durante el gobierno de Yrigoyen, como también la del general Agustín P Justo. Alvear comenzó su periodo de presidencia exactamente cuando terminaba la crisis mundial de la posguerra, lo cual permitió mejorar la economía y las finanzas sin mayores contratiempos. La economía argentina alcanzó durante su gobierno la situación más próspera que jamás haya tenido en su historia, debido principalmente a un favorable frente externo, con la reactivación posterior a la Primera Guerra Mundial. En este período, el gobierno de Alvear se centró en las políticas agroexportadoras, es decir, de carnes y cereales. Se produjo un gran crecimiento en las áreas sembradas con cereales. Se instaló en 1922 la planta de producción automotriz Ford, con una inversión de 240.000 dólares sólo para su contrucción; tan sólo un año después, la estatal YPF instaló el primer surtidor de nafta, en la esquina de Bartolomé Mitre y Rosales, en la ciudad de Buenos Aires. En 1925 salió a la venta el popular Ford T, así la Argentina fue el primer país latinoamericano en el que se radicara Ford. En 1927 se alcanzó a producir la unidad número 100.000. En 1923 Hampton y Watson alquiló un galpón en la calle Garay 1, y al año siguiente comenzaron a producirse las primeras unidades del modelo Doble Phaeton, por General Motors Argentina. Durante la gestión de Alvear, fue muy notable el crecimiento del parque automotor, tanto por la fabricación de los automotores como por la importación: en 1920 era de 48.000 unidades, un promedio de 187 habitantes por automotor; para 1930 aumentó a 435.822 unidades, un promedio de 27,6 habitantes por automotor. Un ejemplo del crecimiento automotriz fue la producción que Ford, logró vender a los nueve meses de abrir su planta de producción: un total de 6.663 unidades, nada menos. A partir del año 1925 se registró un grandísimo aumento en las inversiones extranjeras provenientes de los Estados Unidos; se concretaron a través de empresas relacionadas con la industria frigorífica, con la distribución y producción de energía y con los bienes de consumo. Esta invasión repentina de capitales estadounidenses provocó una competencia con los capitales provenientes del Reino Unido; aquella rivalidad se vio reflejada en áreas tales como los transportes (entre los productos automotores exportados de Estados Unidos y los ferrocarriles ingleses). Pero también se agudizó la competencia con empresas frigoríficas vinculadas con estos dos países. Estos conflictos llevaron al deterioro de las relaciones con los ingleses. Aunque estos acontecimientos empezaron en aquel año, ya en 1923 anticipando estos problemas, el presidente Alvear creó un frigorífico nacional, más tarde conocido como Frigorífico Lisandro de la Torre; así sería posible acabar con los manejos que existían en los frigoríficos extranjeros. El ministro de guerra Agustín Justo aumentó los gastos en equipamientos de guerra, para modernizar las Fuerzas Armadas. Se instaló la base de submarinos en Mar del Plata y se renovaron las unidades de la flota argentina. En octubre del año 1927 se construyó la fábrica de aviones de Córdoba; ésta fue la primera fábrica de alta tecnología en Argentina. Los gastos para el ejército no tardaron en despertar las críticas en la oposición. Se sancionaron leyes de previsión social: la ley 11.371 en el año 1924, que reglamentó el trabajo de menores y la ley 11.278, del año 1925 que reglamentó el pago de los salarios. En 1923 se aprobó la ley 11289, que fue un avance hacia la jubilación universal y obligatoria, pero más tarde en 1925, la Unión Industrial consiguió anularla, argumentando que resultaba gravosa para la patronal. El movimiento obrero también renegó de ella, ya que no querían que se descontara de sus salarios el 5% correspondiente a los aportes obreros. Durante su presidencia y con motivo de la finalización de la guerra se reactivó el flujo de inmigración hacia la Argentina. Desde 1924 hasta 1929 entraron al país casi dos millones de personas y quedaron radicados en el país 650.000 inmigrantes. En 1923 se sancionó la ley que extendió los beneficios de la jubilación a los empleados del comercio y la industria, y a los periodistas y gráficos. Además, se promulgaron la ley de combate a los trusts; la que controla el comercio de carnes (controles como precio máximo y mínimo de venta, control de transacciones del ganado vacuno), para evitar los vales tan comunes en el interior; también se sancionaron leyes previsionales, como la jubilación para los bancarios y maestros; se creó de la Caja de Previsión Social para jubilaciones a empleados y obreros, identificación de mercancías de industria argentina, pagos de sueldos en moneda nacional (para evitar el uso de vales de cambio) e impuestos a las herencias. En el año 1924 aumentó la jubilación de los maestros que pecaba por lo reducido; se reglamentó el trabajo de mujeres y menores y se reguló el cierre de los comercios a las 20:00. En 1926 se sancionó el enrolamiento y el Registro electoral. En 1924 hubo grandes huelgas y protestas obreras por el veto de la ley que extendía la jubilación a amplios sectores de trabajadores. En abril de ese año la Unión Sindical Argentina (USA), organizó una gran huelga general, pero como no había sido apoyada por los anarquistas ni por los socialistas, la huelga se convirtió en un fracaso. En 1925 se reglamentó la ley de trabajo de mujeres y menores en Capital Federal y en los Territorios Nacionales y, un año después, la ley que declaró feriado el 1 de mayo. Enviada esta última al Congreso por el poder ejecutivo en 1924, no recibió sanción legislativa. El texto decía que era: deber de los poderes públicos propender a que sea día sereno y auspicioso, de solidaridad social y paz espiritual. Bajo la forma de Día del Trabajo reconocido por el Estado, enlazaba la conmemoración obrera con la fecha de sanción de la Constitución de 1853. En 1926 hubo una profunda crisis en la industria azucarera tucumana, lo que llevó a los cañeros (amparados por la Federación Agraria Argentina), a una huelgaa la que se sumaron los obreros de los ingenios, que incluyó el asalto de trenes de carga, cañaverales e instalaciones industriales. Al año siguiente, Alvear intervino a través de un laudo, que estableció un precio promedio de venta de la caña al ingenio, e instituyó un organismo provincial para resolver los conflictos de allí en adelante. El resultado fue apreciado como abiertamente favorable para los cañeros. Durante sus giras políticas en la década de 1930, esta política la tomaría como ejemplo de justicia social. Pese a que en las elecciones de diputados nacionales de 1926, el yrigoyenismo había ganado en los distritos más importantes, el Congreso pudo sancionar con éxito varias leyes, entre ellas: la que reglamentó el trabajo nocturno en las panaderías, la que reconoció los derechos civiles a las mujeres; la que dejó sin efecto la reglamentación sobre jubilaciones; la de profilaxis de la lepra; la que reguló la actividad de las sociedades cooperativas; la que destinó una importante suma para renovar el armamento naval y la que dispuso un nuevo enrolamiento general. En el año 1924 se realizaron festejos y agasajos oficiales, con motivo de la visita al país del príncipe heredero del trono de Italia, Humberto de Saboya. En el centenario de la batalla de Ayacucho, en 1924, el gobierno argentino mandó una delegación a Perú. Fue el ministro de guerra, el General Agustín P. Justo, junto a (entre otros), el poeta Leopoldo Lugones. El 24 de marzo de 1925 vino a la Argentina el científico Albert Einstein junto a su esposa Elsa, se hospedó en el país durante exactamente un mes, ya que partió del país el 24 de abril. Si bien no hay registros ni testimonios sobre que haya entrevistado al Presidente, es un hecho destacable que Einstein haya arribado a la Argentina, durante este periodo pacífico de la historia argentina. Einstein, quien ya era mundialmente conocido en el mundo por su Teoría de la Relatividad, vino al país por una invitación de la Universidad de Buenos Aires y la Sociedad Hebraica Argentina. Durante su visita brindó doce conferencias, la gran mayoría para explicar su nueva teoría. En el año 1925 Alvear se entrevistó con el presidente de Chile Arturo Alessandri. El 17 de agosto del mismo año arribó a Argentina el príncipe de Gales, Eduardo de Windsor, heredero de la corona británica. Una de las primeras acciones de Marcelo Torcuato de Alvear fue nombrar al general Enrique Mosconi, como primer presidente de YPF. Con el apoyo gubernamental éste impulsó el crecimiento de YPF con el objetivo de alcanzar el auto abastecimiento de petróleo, vital para el desarrollo autónomo del país, y promovió medidas tendientes a disminuir la competencia de empresas extranjeras. En 1924 se promulgaron los primeros decretos que restringían las concesiones de exploración, limitaban posibles zonas productivas y fijaban los plazos de vencimiento para efectuar exploraciones. Así se logró aumentar la capacidad de explotación y exploración, y en el año 1925 finalizó la construcción de la destilería de la La Plata (en funcionamiento hoy en día), vital para la elaboración de nafta, kerosene, fuel oil; a tan solo meses de su habilitación, comenzó la producción de nafta para aviones. Esta destilería fue, en su momento, la décima más grande del mundo. Tanto el petróleo como la cuestión de lograr el autoabastecimiento, se convirtieron en temas de campaña para la campaña del año 1928. En ese mismo año comenzó la explotación de petróleo en la Provincia de Salta, y en 1933 se descubrió petróleo en Tranquitas. En materia de obras públicas se inició la construcción de los ministerios de hacienda, Obras Públicas, Guerra y Marina, así como el edificio del Banco Nación en Plaza de Mayo. Contrastando con su antecesor, a Alvear le gustaba exhibirse mucho. Nunca en otra gestión se hicieron tantos monumentos; nunca hubo tantas ceremonias oficiales prestigiadas por el jefe de estado. En 1923 se inauguró el Museo de Luján, mientras en Buenos Aires se desarrollaba una gran gestión del intendente Carlos Noel. Entre las obras de dicho jefe comunal figuraron la finalización del paseo de la Costanera Sur, la construcción de hornos para la incineración de basura y la compra de la finca de Lezica para construir el parque Rivadavia. También realizó Noel afaltos en muchas calles de la ciudad. En el año 1925 se inauguró en la bajada de Maipú y el Paseo de Julio, un monumento en conmemoración a Leandro N. Alem. En este acto se lo ven al Presidente junto a Yrigoyen; fue una de las pocas veces en que aparecieron juntos, ya que para ese momento ambos se había separado en distintas líneas del radicalismo. En el mes de julio de 1924, el Club Atlético Boca Juniors inauguró su nuevo estadio, enfrentando al Club Nacional de Football; el puntapié inicial estuvo a cargo del presidente Marcelo Alvear Alvear. En 1928, muy poco antes del traspaso del mando, el Presidente inauguró el Palacio de Correos, y recibió el primer avión construido por la Fábrica Nacional de Aeroplanos, un Avro Gosport. El 6 de septiembre de ese mismo año comenzaron las obras de construcción para el subterráneo Lacroze, que uniría Plaza de Mayo con Chacarita. Una vez finalizado su gobierno, Alvear viajó París, ciudad que lo apasionaba. Allí se enteró del golpe de estado de José Félix Uriburu, hecho que no le sorprendió mucho, ya que la situación de Yrigoyen en el poder se había deteriorado rápidamente, debido al choque que produjo la crisis mundial del 1929 y a la falta de reacción por parte de un anciano y enfermo presidente. Tras el derrocamiento de Yrigoyen, disuelta la UCRA, Alvear asumió el control de un partido reunificado, que se transformó en la principal fuerza de oposición frente a los gobiernos autoritarios de la década infame. En la abortada revolución de diciembre de 1932, Alvear fue preso junto a Pueyrredón, Tamborini, y el general Dellepiane. Al poco tiempo de este hecho Alvear compartió prisión en la isla Martín García con Yrigoyen, quedando en libertad en abril del año 1933 después de cuatro meses de prisión, pero fue deportado a Europa. Antes del exilio, Alvear dijo: Contemplo desde lejos, en el barco que se me aleja, la ciudad natal de donde se levantan las estatuas de mis antepasados. Me consideraba con derecho al respeto de todas las clases sociales, porque supe gobernarlas con legalidad, orden y prudencia. Me apartan de su seno manos crispadas. El 1 de mayo de 1936 la UCR convocó a un acto multitudinario, en el que por primera vez se reunieron todos los partidos de la oposición y el movimiento obrero. Ese mismo año la presión sindical obtuvo la sanción de la Ley 11.729 de contrato de trabajo para el sector de servicios. Entonces, las divisiones en el seno del radicalismo se acentuaron por influjo del escándalo en la concesión de la Compañía Hispano-Americana de Electricidad (CHADE), que había sobornado a políticos conservadores y radicales para obtener los servicios. Si bien Alvear no había aceptado los sobornos, aconsejó a los concejales radicales que votasen por la concesión, lo que despertó críticas al expresidente. Alvear regresó a la Argentina para presidir la UCR el 21 de julio de 1932; fue recibido por una multitud de habitantes a los que no importaban pardidos ni nacionalidades. Sin embargo, en las elecciones de 1937 fue víctima del fraude patriótico, y el mando fue entregado a Roberto Ortiz. Durante sus últimos años de realizó giras partidarias por todo el país; en los actos políticos, era acompañado por jóvenes radicales que más tarde fueron políticos destacados del partido, como Ricardo Balbín y Crisólogo Larralde. Sorpresivamente, el 23 de marzo de 1942, fulminado por una crisis cardíaca, falleció Marcelo Torcuato de Alvear, al lado de su esposa Regina Pacini, en su casa de Don Torcuato. Quedó entonces un vacío en la UCR que no se llenaría por algunos años. Sus restos se encuentran en el mausoleo familiar del Cementerio de la Recoleta, diseñado por el arquitecto Alejandro Christophersen en 1905. Fuente: Wikipedia.
Alvear y Cambaceres, María Elvira de. (Buenos Aires 1907 – 1959) Entre otras virtudes, Elvira cargó con su papel de musa constante de Jorge Luis Borges. Fue la Beatriz Viterbo de El Aleph y la Teodelina Villar de El zahir, como también la Delia Elena San Marco y la Beatriz Frost de El congreso. Tenía sólo ocho años menos que Borges y murió (a los cincuenta y dos años), precisamente para la época en que Borges estaba escribiendo El Aleph. Era hija de Diego de Alvear, jefe de una de las familias más ricas del patriciado argentino (dueño de Botafogo, caballo mítico del turf), y de Cotita Cambaceres. El matrimonio de sus padres fue curioso. Se creía que la llegada del cometa Halley, en 1910, era el fin del mundo, pese a las opiniones de los científicos en contrario. El casamiento de Cotita Cambaceres con Diego de Alvear se apuró más de la cuenta por este motivo; ella era viuda y el plazo del duelo no se había cumplido totalmente; quería rescatar aunque sólo fuera algunos momentos de felicidad antes del colapso. Lo cierto es que entre el primero de enero y el 18 de mayo de 1910 se produjeron 427 suicidios al influjo del cometa. Borges visitaba a Elvira los sábados, cuando ello no le daba plantón, cosa que ocurría a menudo. Caminaban por el barrio de Belgrano, silenciosamente. En 1930 se radicó en París, donde editó la revista Imán. El secretario de redacción de Imán era nada menos que Alejo Carpentier. Vivía en un palacio con una mangosta. Se relacionó con Joyce y Valéry. A Neruda le prometió cinco mil pesos por la publicación de Residencia en la tierra, pero Imán cerró sus puertas sin que se hubiera dado principio de ejecución a la edición, cuando Elvira volvió apresuradamente a Buenos Aires. Dicen que Carpentier envió entonces Residencia en la tierra a Madrid, donde José Bergamin lo editó en Cruz y Raya en 1934. Elvira publicó un libro de poemas, Reposo, que por supuesto prologó Borges. Vivió finalmente en un estrecho departamento de San Telmo, donde Borges la visitaba los días 31 de diciembre por las tardes; allí y de a poco se transformó en una enferma psiquiátrica, obesa, pálida y ausente, que decía continuar escribiendo una novela inexistente y que llamaba con una campanilla a la servidumbre invisible. Borges dijo certeramente que Elvira todas las cosas tuvo y lentamente/ todas la abandonaron (…) El favor de los astros (la infinita/ y ubicua red de causas)/ le había dado/ la fortuna, que anula las distancias/ como el tapiz del árabe, y confunde/ deseo y posesión, y el don del verso,/ que transforma las penas verdaderas. Quizás el maestro pensó que la locura de Elvira era remedo familiar: un rumor y un símbolo,/ y el fervor, y en la sangre la batalla/ de Ituzaingó y el peso de los laureles/ y el goce de perderse en el errante/ río del tiempo (río y laberinto)/ y en los lentos colores de las tardes. Fuentes: Paoletti, Mario: Las novias de Borges. Revista de Occidente N° 301, junio 2006 y http://franciscomendez. blogspot.com.

Alvear y Ponce de León, Diego de. (1749-1830) nació en Montilla (Córdoba, España) el 13 de noviembre de 1749. Fue un importante militar y político español perteneciente a la saga hispano-argentina de los Alvear. Era nieto del fundador de las bodegas Alvear de Montilla, padre del político y militar argentino Carlos María de Alvear, abuelo del político argentino Torcuato de Alvear y bisabuelo de Marcelo Torcuato de Alvear, presidente de Argentina entre 1922 y 1928. Tomó el nombre de su abuelo, Diego de Alvear y Escalera, fundador en ésta localidad cordobesa de la bodega Alvear (1729). Pertenecía, por tanto, a una importante familia dedicada al negocio vitivinícola en la Andalucía del XVIII. Cursó sus estudios en centros jesuitas primero de Montilla y luego de Granada, hasta que la expulsión de los jesuitas en 1767 le obligó a volver a Montilla. Tras ingresar en la armada española como guardiamarina (1770), logró alcanzar el grado de brigadier (1771); llegó al Río de la Plata en 1774 y tomó parte en la llamada Guerra de Sacramento o Expedición de Ceballos (1776-1777). Su nombre se debe a que se trató de un conflicto colonial entre España y Portugal por el control de la colonia del Sacramento (en el territorio del actual Uruguay), en el que las fuerzas españolas fueron dirigidas por Pedro de Cevallos. Tras una resolución favorable a los intereses españoles, Carlos III creó el virreinato del Río de la Plata y nombró virrey al victorioso general, Pedro de Cevallos. Fue en este nuevo virreinato donde Diego de Alvear y Ponce de León vivió durante casi treinta años. Allí continuó su ascendente carrera militar llegando a general y contrajo matrimonio (1781) con la joven porteña María Balbastro, con la que tuvo nueve hijos. Entre las labores desarrolladas en esta etapa de su vida, destacó su participación en la delimitación de la frontera entre los territorios portugueses y españoles. Se trató de una empresa que, como muchas otras emprendidas por el rey español Carlos III, mezclaba los ideales ilustrados con los objetivos políticos. Tras el conflicto colonial, ambas metrópolis decidieron establecer claramente los límites fronterizos entre sus posesiones. Carlos III ordenó que, para realizar esta tarea, debía dividirse la frontera a delimitar en cinco tramos para su estudio. A Diego de Alvear le correspondió una de estas divisiones a estudiar, en concreto la de zona de los ríos Paraná y Paraguay. Allí pasó 18 años (1782-1800) levantando planos topográficos, haciendo estudios botánicos y elaborando informes sobre los indios tupís y guaraníes. El siete de agosto de 1804 Diego de Alvear, ya general, embarcó en Montevideo con destino a España. En la fragata Nuestra Señora de las Mercedes transportaba con él las riquezas acumuladas tras esos años de servicio en el Río de la Plata, así como a su esposa e hijos. La flotilla, que se dirigía a Cádiz, estaba compuesta por cuatro fragatas comandadas por el brigadier José de Bustamante y Guerra. El cinco de octubre de 1804 tuvo lugar la llamada Batalla del Cabo de Santa María. Cerca de la costa portuguesa del Algarve, los barcos españoles se encontraron con una flotilla de guerra británica que, a pesar de que ambos países estaban en paz por el Tratado de Amiens, amenazaron a los españoles. Diego Alvear y su hijo Carlos María fueron llamados al buque insignia, el Medea, para servir de intérpretes con los ingleses, ya que sabían el idioma. Sin embargo los acontecimientos se precipitaron, y un cañoneo intimidatorio británico alcanzó la santabárbara de la fragata Mercedes, que se hundió en el acto, llevándose consigo las riquezas acumuladas por Diego de Alvear y las vidas de su esposa y de ocho de sus hijos. Tan solo se salvó el primogénito, Carlos María, que estaba con él. Dos meses después, en diciembre de 1804, España declaró la guerra a Gran Bretaña. Tras el hundimiento del Mercedes, la flotilla fue capturada y llevada a Inglaterra, donde Diego de Alvear quedó prisionero, aunque con honores y privilegios. Hasta tal punto tuvo eco la trágica pérdida familiar de Diego de Alvear, que el gobierno británico decidió resarcirlo en parte de las pérdidas económicas que había supuesto el hundimiento del Mercedes. Fue en este particular cautiverio donde conoció, yendo a misa, a la joven irlandesa Luisa Ward, con quien acabaría contrayendo matrimonio y teniendo diez hijos. En Diciembre de 1805 volvió a España y en 1806 llegó a Madrid. Posteriormente, como hemos dicho, Diego de Alvear contrajo matrimonio en segundas nupcias con Luisa Ward el 20 de enero de 1807, celebrándose las nupcias en Montilla (Córdoba, España). En Agosto de 1807, Alvear fue puesto a cargo de las unidades de artillería que defendían Cádiz, cargo desde el que participó en la defensa de la ciudad frente a las tropas francesas, que habían invadido España en 1808, pasando de aliado a enemigo. Diego de Alvear organizó la defensa de la ciudad frente a los franceses, siendo uno de sus primeros logros conseguir que la flota francesa de Rosilly, internada en la bahía de Cádiz hasta entonces (no podemos olvidar que mes y medio antes Francia era aliada) se rindiese en Junio de 1808. Otra importante aportación de nuestro personaje fue la reorganización de las milicias de Cádiz, un cuerpo de dos mil voluntarios llamados Voluntarios distinguidos de Cádiz. En marzo de 1810, Diego de Alvear fue nombrado gobernador político-militar de la Isla del León (hoy San Fernando) y su notoriedad en la defensa de Cádiz le valió la Gran Cruz de San Hermenegildo. El escritor extremeño José de Espronceda le dedicó posteriormente el poema: A Don Diego de Alvear. Tras la Guerra de Independencia, Diego de Alvear pidió licencia para marchar a Inglaterra. Ésta le fue concedida, de modo que vivió en Gran Bretaña entre 1814 y 1817. Quizás estos años en territorio británico tuvieron que ver con ciertas simpatías liberales de Diego de Alvear. No podemos olvidar su estrecha relación con la defensa de Cádiz, ciudad en la que se proclamaba la constitución española de 1812. Fernando VII no dudó en imponer la autoridad absolutista y en perseguir a los liberales. A su vuelta en 1817, se recluyó en Montilla y en el negocio vitivinícola familiar, aunque los acontecimientos políticos del país le llevaron a participar activamente. En 1820 se instauró en España el Trienio Liberal y en 1821 una serie de fuerzas militares acantonadas en Córdoba trataron de reimplantar el absolutismo. Diego de Alvear se opuso a ello organizando una milicia de voluntarios en Montilla que resistió frente a los sublevados hasta la llegada de refuerzos que acabaron con el movimiento rebelde. Como reconocimiento, fue nombrado en 1822 Comandante de la Milicia Nacional de Montilla y en 1823 volvió a Cádiz. Sin embargo, la reinstauración del absolutismo en 1823 supuso para Diego de Alvear la vuelta a Montilla, el ser varias veces detenido y vuelto a poner en libertad, así como un fuerte quebranto económico. Igualmente se le retiraron y devolvieron sus títulos y honores en varias ocasiones, a capricho del monarca, hasta que en 1829 recuperó todos sus títulos y honores. Murió en Madrid, el 15 de enero de 1830. Se trató de un hombre que hablaba múltiples idiomas: latín, inglés, francés, español, italiano, portugués e incluso tupí y guaraní, habiendo aprendido estas dos últimas lenguas durante su labor geográfica en el sector occidental del Gran Chaco. Tenía además amplios conocimientos astronómicos y matemáticos ligados a su actividad militar tanto en la armada como en la artillería y a la labor que desempeñó al delimitar la frontera entre las posesiones coloniales españolas y portuguesas en la zona del Río de la Plata. Entre sus obras escritas, cabe mencionar Descripción de Buenos Aires y Demarcación de los territorios de España y Portugal. Los restos de la fragata Mercedes, en cuyo hundimiento pereció la primera esposa de Diego de Alvear y ocho de los nueve hijos de este primer matrimonio, han sido recientemente encontrados y expoliados por la empresa británica cazatesoros Odyssey Marine Exploration entre marzo y mayo de 2007. Esta empresa, que ha usado Gibraltar como base, ha extraído enormes cantidades de monedas de plata y oro (200.000), así como cañones, lingotes de cobre, etc. La mayor parte de estas riquezas fueron fletadas en avión con destino a EEUU desde el aeropuerto gibraltareño. El gobierno español ha llevado a la empresa ante los tribunales por este asunto. Fuente: Wikipedia.

Alvear y Sáenz de la Quintanilla, María Joaquina del Carmen de. (Buenos Aires: 1823-1889) Dama de la sociedad porteña, hija de Carlos de Alvear y Balbastro y de María del Carmen Sáenz de la Quintanilla (primera de dos mujeres, en un total de diez hijos), casada en 1848 con Agustín de Arrotea e Iranzuaga (1819-1883). En 1877, en Rosario, formuló una declaración pública por la que se reconoció como sobrina carnal de José Francisco de San Martín, aduciendo que este último era hijo de su abuelo Diego de Alvear y de una aborigen guaraní (Rosa Guarú); en rigor, Doña Joaquina (como se la llamaba) había atesorado recuerdos, recortes y pequeñas crónicas en un viejo libro de comercio adaptado como álbum y dedicado a rememorar los perfiles de su familia: los Alvear. Para ese tiempo se la consideró mentalmente enferma, razón por la cual se la alojó en el Instituto Frenopático de Buenos Aires hasta su muerte, dependiendo de su tutor, cargo que detentó hasta la muerte su propio marido. El mal que la aquejó, que tiempo atrás se denominase Sicosis de la vieja doncella (denominación que viene bastante más al caso que cualquier otra), fue la erotomanía, enfermedad que se caracteriza por juzgarse el enfermo deseado o querido por otra persona, generalmente de rango superior o bien de conocimiento y actuación públicos. De hecho, el mal de Doña Joaquina se declaró cuando su marido interceptó una carta de su puño y letra, dirigido a Domingo Faustino Sarmiento, urgiéndole una cita en soledad. La hija de Alvear legó su álbum a su médico Herrera Vegas, a su tiempo codirector del Instituto Frenopático. El actual titular de este documento es un genealogista nieto del médico y del mismo nombre. La información se dio a conocer en 2000 por el último mencionado y por el historiador Hugo Chumbita. Fuente: Varias.

Alvear y Sáenz de la Quintanilla, Torcuato Antonio. (Montevideo, Uruguay, 21 de abril de 1822 – Buenos Aires, Argentina, 8 de diciembre de 1890) Fue un político conservador argentino del siglo XIX, miembro de la familia Alvear, hijo del general independentista Carlos María de Alvear y padre de Marcelo Torcuato de Alvear, quien, afiliado a la Unión Cívica Radical, fue Presidente de la Nación Argentina entre 1922 y 1928. Contrajo matrimonio con una de las hijas de Don Ángel Pacheco, Doña Elvira Pacheco y Reinoso. En 1880 la Ciudad de Buenos Aires era aún administrada por un órgano llamado Comisión Municipal, que en su sesión del 4 de diciembre de dicho año lo proclamó su Presidente. En 1883, con la creación del puesto de Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Alvear fue designado por el presidente Julio Argentino Roca en ese cargo, durando su mandato hasta 1887. Siendo un personaje de poder, vinculado con la aristocracia porteña más tradicional y como parte de la Generación del 80, le fue posible encarar una serie de importantes reformas en Buenos Aires, sin mayores dificultades o trabas. Su gestión estuvo enfocada en la remodelación urbana y su mayor preocupación fue el cambio de imagen para la nueva Capital Federal. Alvear era parte de esa generación maravillada por los avances y la moda europea, sobre todo la parisina, durante el reinado de Napoleón III. Alvear copió muchas de las reformas estéticas de la capital francesa, desde el diseño de parques y paseos hasta el proyecto de avenidas de Barón Haussmann. Uno de los principales sueños del Intendente fue la concreción de un boulevard, ya que Buenos Aires hasta ese momento carecía de avenidas en su sector céntrico, delimitado por el Paseo de Julio (hoy Av. Leandro N. Alem) y la Avenida Callao. Se necesitaba especialmente de una avenida en sentido este – oeste, ya que la calle Rivadavia era angosta en su tramo céntrico, y era ancha sólo a partir de la Av. Callao. Torcuato de Alvear fue el impulsor de la Avenida de Mayo, un proyecto muy apoyado por el Presidente Roca, que recién se inauguraría completa en 1894, con el ex Intendente ya muerto. Otra de sus mayores fijaciones fue la del arbolado y la reforma de las viejas plazas secas, que aún se utilizaban como mercados y apostaderos de carretas, ayudado por el paisajista francés Carlos Thays. Una de sus primeras acciones fue la demolición de la Recova Vieja y la creación de la Plaza de Mayo, el 25 de mayo de 1883, a cargo del ingeniero y arquitecto Juan Antonio Buschiazzo. Alvear tenía un aprecio especial por un diseño que estaba de moda en Francia, el de las falsas grutas con lagos artificiales, y construyó varias de ellas. Una estuvo frente al antiguo Asilo de Mendigos, reformado por el arquitecto e ingeniero Juan Antonio Buschiazzo, en un nuevo espacio verde que se llamó Paseo de la Recoleta. Otra estuvo en la nueva Plaza de la Constitución, donde hasta ese momento se instalaba el Mercado de Constitución, y otra en la Plaza Lorea. Estas imitaciones de la naturaleza fueron muy controvertidas, y las siguientes gestiones se ocuparon en demolerlas rápidamente, y no sobrevive en la actualidad ninguna de ellas. Por otro lado, en 1885 se instaló, donde antes se encontraban los Mataderos de la Convalecencia, el Jardín Botánico del Sud, actual Parque España. En cuanto a los árboles, Alvear mostró un gusto particular por las palmeras, y ordenó a Thays colocar varias Phoenix canariensis en la nueva Plaza de Mayo, pero los árboles no estaban preparados para el clima ni fueron bien mantenidos, además de generar otra controversia con respecto a su poca relación con la flora autóctona de Buenos Aires. Fueron quitadas al poco tiempo. Además, durante su gobierno se realizó el empedrado de varias calles de la ciudad y se mejoró la distribución de agua, electricidad, alumbrado público y otros servicios. En 1883 inauguró el demorado Hospital San Roque, que sería reformado en los años 1920 para transformarse en el Hospital Ramos Mejía y de cuyos pabellones originales quedan unos pocos. Falleció en 1890, y sus restos se encuentran en el Cementerio de la Recoleta, en un mausoleo familiar diseñado por el arquitecto Alejandro Christophersen en 1905. Un monumento en su honor se levantó en 1900 en el antiguo Paseo de la Recoleta, cuyo nombre fue cambiado por el de Intendente Alvear. Fuente: Wikipedia.

Alvear y Ward, Sabina. Sabina de Alvear y Ward nació en Inglaterra en plena guerra de la independencia española y murió ya muy anciana, en 1906. Era hija de don Diego de Alvear y Ponce de León. Fue empresaria, encargándose personalmente de la difusión y promoción de los vinos de Montilla a través de sus amistades con familias reales de España y Francia. No en vano era amiga íntima de la emperatriz Eugenia de Montijo. Su labor supuso en aquella época el impulso definitivo a los vinos montillanos para que pudieran ser conocidos y consumidos fuera de nuestro entorno. Poseedora de una estrecha amistad con intelectuales de la época, escribió la biografía de su padre, el militar liberal Diego de Alvear y Ponce de León. De personalidad muy fuerte, Sabina de Alvear y Ward fue capaz de destacar en el campo empresarial, venciendo las reticencias de la época referidas a la actividad laboral de la mujer. Fuente: http://www.montillaurbium.com.

Ambrosetti, Juan Bautista. Nació el 22 de agosto de 1865 en Gualeguay, Entre Ríos. Como muchos de su generación careció de una educación universitaria sistemática y su formación fue esencialmente autodidacta, adquirida junto a personalidades como Florentino Ameghino y Eduardo Holmberg y en el terreno, a través de largos viajes de exploración científica a remotos parajes de la Argentina. En 1903 fue nombrado a cargo de la cátedra de Arqueología Americana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Al año siguiente, se resolvió la creación del Museo Etnográfico, entidad que Ambrosetti organizó integralmente y a la que aportó su colección personal de más de veinte mil piezas arqueológicas. En 1910 la Universidad de Buenos Aires le concedió el título de Doctor Honoris Causa, y en 1960, durante las sesiones del Congreso Internacional de Folklore en Buenos Aires, fue consagrado por aclamación ¨padre del folklore argentino¨. Durante sus expediciones, Ambrosetti halló ciudades prehistóricas como La Paya, en Salta, e identificó en Tilcara, Jujuy, una antigua población indígena. Es autor de numerosos estudios históricos, etnográficos, linguísticos, arqueológicos, antropológicos y folklóricos que fueron publicados en revistas científicas de la época; varios de ellos conforman su obra más conocida: Supersticiones y leyendas. Murió en Buenos Aires el 28 de mayo de 1917. Augusto Raúl Cortázar (1910-1974), uno de los más importantes estudiosos que registra la historia del folklore de la Argentina, se propuso, en 1963, publicar una colección, La Tradición Viva, donde apareció Viaje de un maturrango y otros relatos folklóricos, que en 2005, reeditó Taurus. Fuente: Notas de Gregorio Weinberg en la edición de las obras de Ambrosetti, 2005, Taurus.

Ameghino, Arturo. (1880-1949) Nacido en La Plata, era sobrino de Florentino Ameghino, aunque no necesitó de su tío para brillar con luz propia. Fue primero farmacéutico y después médico, ejerciendo originalmente en el hospital de Mercedes (Buenos Aires). Viajó a Francia para realizar estudios de perfeccionamiento y a su regreso al país fue nombrado Jefe de Clínica en la Cátedra de Neurología. Más tarde, en 1931, fue designado al frente de la Cátedra de Psiquiatría, llegando a ser el primer semiólogo en enfermedades psiquiátricas y un gran médico legal. Se interesó en los aborígenes, y luego de viajar al Chaco, trató con lucidez la cuestión nacional de los tobas, matacos y chiriguanos. Amigo de Leopoldo Lugones, fue dueño de una prosa de alto vuelo, que lo definió bien pronto como escritor. Entre otros estudios, cabe recordar su opinión sobre la enfermedad y muerte de Vizcacha, personaje del Martín Fierro. Entonces dijo el Dr Ameghino que se trató de un tumor golondrino cuya infección hubo de convertirse en septicemia, propagada por el desaseo del sujeto y por el alcoholismo predisponerte (Fuente: Publicaciones del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires).

Ameghino, Carlos. Nació en Luján el 16 de junio de 1865 y falleció en Buenos Aires el 12 de abril de 1936. Realizó importantísimos viajes por Argentina, entre los que se destacan los destinados a la Patagonia. Se instruyó como naturalista acompañando a su hermano Florentino en sus viajes por Buenos Aires y Chaco, con el objeto de recolectar fósiles. Desde 1887 se dedicó a explorar el sur argentino, investigando las cuencas de los ríos Santa Cruz, Chubut, Chico, Deseado, Gallegos, así como el estrecho de Magallanes. Estas investigaciones arrojaron el hallazgo de restos fósiles y la creación de informes paleontológicos y geológicos que entregaba a su hermano, además de demostrar la superposición exacta de dos grandes formaciones terciarias: la patagónica y la santacruceña. Sus viajes fueron testimoniados en Exploración geológica en la Patagonia (1890) y en Anales de la Sociedad Científica Argentina (1903). También publicó Investigaciones antropoló- gicas y geológicas en el litoral marítimo sur de la provincia de Buenos Aires, junto con Luis María Torres (1913); El fémur de Miramar. Una prueba más de la presencia del hombre en el terciario de la República Argentina (1915); Dos nuevas especies de toxodontes (1917); Los yacimientos arqueolíticos y osteolíticos de Miramar; la cuestión del hombre terciario en la Argentina; resumen de los principales hechos después del fallecimiento de Florentino Ameghino (1918) y Descripción del Megatherium Gallardoi C Ameghino, descubierto en el pampeano inferior de la ciudad de Buenos Aires, junto con Lucas Kraglievich. No sólo se dedicó a los fósiles de mamíferos, sino que también organizó una colección de moluscos fósiles, realizó un herbario para el doctor Carlos Spegazzini y una muestra paleobotánica para Federico Kurtz. Asimismo, recolectó información sobre las diferentes lenguas de los indígenas pampeanos y patagónicos, que luego utilizó el doctor Roberto Lehmann-Nitsche. Al fallecer su hermano en 1911, Carlos se hizo cargo de la sección de Paleontología de Vertebrados del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires, hasta que en 1917 asumió como director, cargo que mantuvo hasta 1923. Fuente: Wikipedia.

Ameghino, Florentino. Ameghino reunió en su persona los atributos del auténtico sabio. Sumada a su vocación la ayuda de una familia comprensiva, Ameghino supo crearse un medio propio, adecuado al florecimiento de su genialidad. Nació en Luján el 18 de setiembre de 1854 y tuvo dos hermanos varones –Juan y Carlos- que lo asistieron en sus trabajos en numerosas ocasiones. Carlos, sobre todo, tan modesto como eficaz colaborador, le proporcionó gran cantidad de material de investigación, obtenido tras largas y penosas exploraciones. Leyó a Burmeister y a Lyell, autores que descubrieron su verdadero camino. A los veinte años de edad descubrió los restos fósiles completos de un milodón. Al poco tiempo publicaba sus artículos en diarios locales y aún en el Journal de Zoologie, de París. Por aquellos años, obtuvo un premio en la primera exposición de la Sociedad Científica de Buenos Aires, y presentó a la misma dos memorias que, aunque no fueron tenidas en cuenta en aquel momento, albergaban el germen de su futura obra monumental. En 1877 publicó su primer libro, Antigüedades indias de la Banda Oriental, resultado de una corta excursión por el Uruguay el verano anterior. En 1879 tuvo una destacadísima actuación en el Congreso de Americanista de Bruselas, junto a sabios de relieve mundial. A partir de allí gesta relaciones de trascendencia que lo ayudarán en sus trabajos: Quatrefagues, Mortillet, Schmidt, Gervais, Sergi, Morselli, Cope y varios más. Su permanencia en Europa fue muy fecunda para su formación intelectual, como para su fama de sabio, que a partir de entonces se extendió por el viejo mundo y los Estados Unidos. Con la venta de algunas de sus colecciones, consiguió dinero para editar dos de sus libros: La formación pampeana y La antigüedad del hombre en el Plata. De vuelta en su patria en 1881 junto a su flamante esposa, la francesa Leontina Poirier, se encontró con que había sido cesanteado en su puesto de director de la escuela de Mercedes; entonces, instaló una pequeña librería en Buenos Aires. Fue entonces cuando escribió su Filogenia, obra maestra por su organización y audacia de las doctrinas. Ella le valió que lo llamaran de la Universidad de Córdoba para dictar la cátedra de Historia Natural, confiriéndosele entonces el título de Doctor Honoris Causa. Pasó luego por La Plata como subdirector del Museo y volvió más tarde a ser librero. En 1889 trascendentes dificultades económicas obligaron a Ameghino a aceptar la ayuda de Estanislao S Zeballos para publicar otro de sus libros capitales: Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina, obra luego premiada con medalla de oro y diploma de honor en la Exposición Universal de París. En 1902, muerto el sabio Berg, fue llevado por el ministro Joaquín V González a la dirección del Museo de Historia Natural de la Nación, cargo que desempeño por espacio de nueve años. Se dedicó a cuidar y enriquecer las colecciones del Museo como hiciera antes con las propias, introduciendo nuevas clasificaciones e incluso iluminando a la luz de su ciencia, piezas que hasta entonces habían estado olvidadas o abandonadas. Promediando 1908 perdió sucesivamente, y en el corto lapso de dos meses, a su madre, a su esposa y a su gran amigo Justo Martínez. El dolor inmenso de tales arrebatos del destino, le produjo primero depresión moral, resolviéndose luego en la diabetes que habría de llevarlo a la tumba. Ya enfermo desoyó recomendaciones y ofrecimientos de ayuda, negándose a atenderse y preocupado sólo por lo que tenía pendiente de escritura. Trabajador infatigable entonces, nos legó una obra inmensa, compuesta por 179 títulos, que desarrollan las descripciones y clasificación nada menos que de mil nuevas especies, amén de sus contribuciones vitales para el desarrollo de la geología y la paleogeografía. Murió en La Plata el 6 de agosto de 1911. Su entierro fue grandioso, tomando en cuenta lo alejado que siempre estuvo de las esferas oficiales. El mundo intelectual en pleno se hizo presente, y al depositarse sus restos en el Panteón de los maestros, hicieron uso de la palabra E Holmberg, Víctor Mercante, J B Ambrosetti, José Ingenieros y otros. Fuente: Editorial W M Jackson, Colección Grandes Escritores Argentinos, dirigida por Alberto Palcos.

Anson, George. Primer barón Anson (1697-1762) fue un almirante de la Royal Navy y aristócrata británico del siglo XVIII, conocido por haber circunnavegado el globo y por su papel de supervisión de la Armada británica durante la Guerra de los Siete Años. Tal circunnavegación la llevó a cabo en el HMS Centurión, e inicialmente era parte de una expedición de la Royal Navy que tenía por misión desorganizar o capturar las posesiones de España en las costas del Pacífico en América del Sur, mientras Gran Bretaña estaba en guerra con España en 1740. La escuadra de seis barcos sufrió terribles bajas por el escorbuto y en el viaje de regreso a través de Oceanía, Anson logró capturar el galeón de Manila, lo que le reportó gran fama y riquezas. Antecedentes: En 1740, en vísperas de la Guerra de Sucesión Austríaca (1740-48), se convirtió en Comandante (con el rango de comodoro) de la escuadra enviada a atacar las posesiones españolas en América del Sur, en el marco de la ¨Guerra de la oreja de Jenkins¨. La expedición no pudo llevarse a cabo según su ambicioso plan original. El malo equipado escuadrón de Anson tuvo que zarpar más tarde de lo previsto y se componía de cinco barcos de guerra –HMS CENTURION (barco insignia), HMS GLOUCESTER, HMS SEVERN, HMS PEARL y HMS WAGER; un barco de apoyo, el HMS TRYAL, más dos cargueros de apoyo: Anna e Industry, que tras aprovisionar en medio del Atlántico, regresaron. La tardanza obligó a Anson a rodera el cabo de Hornos con tiempo muy tormentoso y los instrumentos de navegación de la época no permitían las observaciones exactas, por lo que no lograron saber en qué posición estaban. El HMS Pearl y el HMS Severn fueron incapaces de doblar el cabo de Hornos y regresaron a Inglaterra. A su vez, el HMS Wager naufragó poco después frente a las costas de Chile, y sólo cuatro tripulantes, entre ellos John Byron, lograron llegar a las posesiones españolas. Las enfermedades también hicieron mella en las tripulación restante, que se había reducido a 335 supervivientes de los 961 iniciales, en junio de 1741, fecha en la que los tres barcos arribaron al archipiélago de Juan Fernández. Aprovechando la falta de navíos españoles en la zona, los británicos saquearon el pequeño puerto peruano de Paita en noviembre de 1741. La disminución constante de sus tripulaciones por el escorbuto, motivaron que Anson abandonara las naves HMS Gloucester y HMS Tryal, y concentrara a todos los sobrevivientes en el barco insignia HMS Centurion, que zarpó en dirección a Asia ese mismo mes, con la intención de interceptar el galón de Manila, buque español encargado de llevar las ganancias del comercio con China, desde Filipinas a México. Al llegar al mar de China Meridional, el navío tuvo que sortear los barcos de guerra chinos durante un año, pues éstos consideraban a Anson y su tripulación como simples piratas. Tras enormes dificultades, la tripulación consiguió por fin capturar el galeón Nuestra Señora de Covadonga, junto al cabo Espíritu Santo, el 20 de junio de 1743 y se hicieron con 1.313.843 reales de a ocho que la nave transportaba. La mercancía adicional capturada fue revendida en Macao, incrementando aún más las ganancias. A continuación, Anson puso rumbo a Inglaterra, a través del Cabo de Buena Esperanza, que bordeó el 15 de junio de 1744. Gracias al dinero robado a los españoles, Anson viviría en la riqueza durante el resto de su vida. El capellán de Anson, Richard Walter, describió la circunnavegación, que incluyó en el libro A Voyage Roud the World, publicado en 1748, y que fuera leído y admirado, entre otros, por el filósofo escocés Thomas Carlyle. En efecto, Carlyle describió el libro en su History of Friedrich II como un verdadero poema en su género; uno de los libritos más placenteros en las librerías del mundo para ese entonces. Fuente: Wikipedia.

Antemil, Juan Antonio. Jefe de la familia mapuche asentada en la ribera sur del Limay, proximidades de la actual San Carlos de Bariloche, ubicación que mantuvo hasta finales del siglo XIX. Era un cacique salinero, hermano de Calfucurá. No tuvo gran actividad guerrera; era comerciante en caballos y bien visto en Buenos Aires, Bahía Blanca y Carmen de Patagones. Entre 1868 y 1870 estableció sus tolderías en cercanías del Cacique Pincén, algo al norte de la ciudad de Santa Rosa. Calfucurá trató de congraciarse con ambos por medio de regalos, y en febrero de 1870 pidió al Gobierno Nacional racionamiento para Antemil y su tribu. Fuente: Calfucurá. La conquista de las pampas.

Araucanos o pampeanos dependientes de Calfucurá, tribus. Los Curá (piedra); los Lauquen (laguna); los Leuvú (río); los Loó (médano); los Mahuida (sierras); los Nahuel (tigre); los Puma (león); los Gner (zorro); los Choi-que (avestruz); los Ñancú (águila); los Manyue (cóndor) y los Luan (guanaco). Fuente: Calfucurá, la conquista de las pampas.

Armenta, Fray Bernaldo de. La Iglesia Católica se inició en el Paraguay con la llegada al Río de la Plata de algunos religiosos mercedarios, integrantes de la expedición de Pedro de Mendoza, en 1536. Al año siguiente, dichos misioneros arriban a las tierras de los Carios-Guaraní, en compañía del Capitán Juan de Salazar y Espinosa y demás conquistadores, quienes, en la festividad de la Virgen de la Asunción de 1537, fundan el Fuerte de Asunción a orillas del río Paraguay. En 1538 llegaron a la costa Atlántica del Paraguay los primeros franciscanos, entre ellos fran Bernaldo de Armenta y fray Alonso Lebrón. Mientras misionaban en Santa Catalina (Brasil), Armenta tomó contacto con un discípulo de Santo Tomé (Santo Tomás), el Pay Zumé (Padre Tomás, personaje de una leyenda que refiere el accionar evangelizador de Santo Tomás). Después de permaner unos años con los Guaraníes de la costa Atlántica, Armenta y Lebrón se encaminaron hacia Asunción, en compañía del Adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, en 1541. Los abusos de autoridad y los malos tratos de que eran víctimas los indígenas, movieron a fray Bernardo de Armenta a peticionar al Rey, en 1544, el nombramiento de un obispo para Asunción. La presencia de un prelado en dicha ciudad (dice Armenta al Reyu) redundaría en beneficio de los naturales, pues con su vida y ejemplo lo remediaríoa todo y sería el ¨protector que ampare y defienda a los indios de los muchos agravios que les son hechos y se les hacen¨. A diez años de la fundación del Fuerte de Asunción, en 1547, se erigió la Diócesis del Río de la Plata, con sede en Asunción. No obstante, la misma estuvo vacante hasta 1556. Fuentes: Varias.

Ascasubi, Hilario. Su vida errabunda tiene mucho de novela y de poema a la vez. Nació en una carreta, estando su madre de viaje, el 14 de enero de 1807 en la localidad de Fraile Muerto, luego Bell-Ville, Córdoba. Era hijo del comerciante español don Mariano Ascasubi y de doña Loreta de Elía, argentina. Ingenioso y andariego desde la adolescencia, viaja infatigablemente a través de su patria, América y Europa. Ejerce los más diversos oficios. Entre 1824 y 1825 trabaja como impresor en Salta, siendo gobernador el general Arenales. Participa en la guerra contra el Brasil y en nuestras contiendas civiles, a las órdenes de Lamadrid y Lavalle. Rosas lo manda poner preso durante largos meses. En 1832 se evade a Montevideo, desafiando cantidad de riesgos. Permanece en la vecina orilla veinte años. Se descubre panadero y fabricando pan amasa una sólida fortuna, que le permite mostrarse generoso con tantos compatriotas en desgracia y contribuir a costear las expediciones de los generales unitarios. Ascasubi, que ya cultivara en suelo argentino las letras, afirma sus grandes cualidades de poeta gauchesco. En 1846 da a conocer su Paulino Lucero, muy bien recibido por la crítica. Al pronunciarse Urquiza contra Rosas, se incorpora al Ejército Grande, como ayudante de campo y luego edecán del general entrerriano, quien lo asciende a coronel después de la batalla de Caseros. Ascasubi no solo pelea en esa campaña espada en mano; empuña, también, la pluma festiva y gauchesca para animar y entretener a los soldados; obtiene un rotundo éxito. Cuando Buenos Aires se separa de la Confederación, Ascasubi ataca en verso a Urquiza. Desde 1860 hasta su muerte vive alternativamente en Buenos Aires y en Europa, principalmente en París, donde ejerce fantásticas profesiones y entra en amistosa relación con celebridades de la literatura y la política, sin perjuicio de alimentar una activa correspondencia con figuras de primer plano en el Plata. En 1864 lleva desde nuestras orillas a Francia un sauce llorón y, cumpliendo con el voto expresado por Musset, lo coloca en el cementerio donde reposan los restos del insigne poeta europeo. En 1871 se ausenta de nuevo a París. Allí se dedica a preparar la edición de sus obras, terminando y completando para ello la más orgánica y valiosa de sus producciones, el Santos Vega, o los mellizos de la Flor, publicada originalmente en 1851. Cronológicamente hablando, Ascasubi es el primero de nuestros grandes poetas gauchescos y su labor escrita abre luminoso camino al bellísimo Fausto, de Estanislao del Campo y al poema cumbre en su género, el Martín Fierro, de José Hernández. Las obras definitivas de Ascasubi aparecen en 1872 coleccionadas por el autor en tres volúmenes. Poco después retorna a su patria, falleciendo en la capital el 17 de noviembre de 1875. Fuente: Colección Grandes Escritores Argentinos de Editorial Jackson, Buenos Aires, 1946. Director Alberto Palcos.
Atabare o Tabere o Tabare o Tabaré. Cacique principal de los carios del actual Paraguay. Junto con Guazani fue guía de los españoles comandados por Alvar Núñez en el viaje por el río Paraguay, pero posteriormente los traicionó. El nombre Tabaré, de origen tupí, con el que Juan Zorrilla de San Martín bautizó al héroe de su poema épico, significa ¨el que vive alejado¨, o ¨el que vive fuera del pueblo¨. Fuentes: varias.

Avellaneda, Nicolás. El gran promotor de la inmigración, la universidad pública y la federalización de Buenos Aires, nació en Tucumán el 3 de octubre de 1837. Cursó Derecho en Córdoba pero no se graduó; de regreso a su provincia fundó el periódico El Eco del Norte y en 1857 se trasladó a Buenos Aires, donde trabajó como periodista en El Nacional y en El Comercio del Plata, fundado en Montevideo por Florencio Varela durante la época de Rosas. Terminó también sus estudios de Derecho y en el ejercicio de su profesión conoció a Sarmiento con quien mantuvo una estrecha amistad. En 1868, electo presidente el sanjuanino, Avellaneda fue su Ministro de Justicia e Instrucción Pública. En 1874 fue electo presidente y sofocó el levantamiento del candidato derrotado: Mitre. En 1876 Avellaneda promovió la sanción de la Ley de Inmigración, conocida como Ley Avellaneda, que aparecía como una promesa interesante de tierras y trabajo para los campesinos europeos. Y así, en pocos meses, duplicó el flujo inmigratorio. A través de su ministro de Guerra Adolfo Alsina, el gobierno de Avellaneda impulsó la campaña al desierto para extender la línea de frontera hacia el sur de la Provincia de Buenos Aires. Electa ya la fórmula que se haría cargo del ejecutivo –Roca-Madero- se produjeron los hechos del 11 de setiembre, por los que Avellaneda debió trasladar la sede del gobierno nacional al pueblo vecino de Belgrano, hasta tanto se produjera la rendición de las fuerzas rebeldes de Carlos Tejedor. Fuente: El Historiador, Felipe Pigna.

Ayolas, Juan de. Nacido en Briviesca, Burgos entre 1493 y 1510 y fallecido en Candelaria, Chaco Paraguayo en 1538, fue un explorador español. Formó parte de la expedición de Pedro de Mendoza, que partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda en el año 1535. Con el título de Mayordomo de don Pedro de Mendoza y alguacil mayor asistió a la fundación de Nuestra Señora del Buen Ayre en el año 1536. Fue comisionado por el Adelantado Pedro de Mendoza para explorar el río Paraná, a orillas del cual fundó el fuerte de Corpus Christi en junio de ese año. Siguiendo el curso del río Paraguay intentó dirigirse hacia la mítica Sierra de la Plata. En su marcha fue interceptado por los caciques guaraníes Lambaré y Yanduvazuví Rubichá a los que vanció en batalla. A raíz de esta situación se celebró una capitulación el 15 de agosto de 1536, en la que los guaraníes se aliaron a los españoles reconociendo la autoridad de éstos. El 2 de febrero de 1537 fundó, a orillas del río Paraguay, el fuerte y puerto de La Candelaria, próximo a la actual Corumbá, cerca de la desembocadura del río Blanco, donde dejó como lugarteniente a Domingo Martínez de Irala. Pedro de Mendoza, en virtud de sus facultades, lo designó su sucesor como gobernador del Río de la Plata y, el 22 de abril de 1537, al no estar presente Ayolas para la transmisión del mando, lo delegó provisoriamente en Francisco Ruiz Galán. En la búsqueda de una comunicación con el Perú, Ayola continuó con su empresa hasta llegar a la actual Bolivia y cruzar por primera vez la región del Chaco. Tras ese periplo regresó al fuerte de la Candelaria, al que encontró abandonado. Allí falleció tras un ataque de los indígenas; su sucesor como gobernador del Río de la Plata fue Domingo Martínez de Irala. Fuente: Wikipedia.

Azara, Félix de. Fue un militar, ingeniero, explorador, cartógrafo, antropólogo, humanista y naturalista español, nacido el 18 de mayo de 1742 en Barbuñales, Huesca y fallecido allí mismo en 1821. Realizó sus estudios en la universidad de Huesca y luego en la Academia militar de Barcelona, de donde egresó como cadete en 1764. Sirvió en el regimiento de infantería de Galicia y obtuvo el grado de lugarteniente en 1775. Herido en la guerra contra Argel, sobrevivió de milagro. En aquel tiempo, España y Portugal, por el tratado de San Ildefonso (1777) fijaban las fronteras de sus posesiones en América del Sur. Se eligió a Azara como uno de los comisarios encargados de delimitar con precisión las fronteras españolas, por lo que partió hacia Sudamérica en 1781, para una misión de algunos meses que finalmente supuso una estadía de veinte años. Según sus propías palabras, inicialmente se dirigió a Asunción, para realizar los preparativos necesarios y esperar al comisario portugués. Pero como éste demoraba, Azara decidió emprender un viaje por su cuenta y realizar un mapa de la región. En sus viajes, y casi por aburrimiento, se interesó en los animales de las zonas que recorría. Así, a pesar de saberse ignorante del tema y creer que ante que él ya lo habrían hecho otros naturalistas de viaje por América, decidió apuntar sus observaciones y esperar a acabar sus otras obligaciones para luego publicar dichos apuntes. Así, desprovisto de conocimientos científicos, se dedicó al estudio de los mamíferos y de las aves que encontraba. La única bibliografía de la que disponía era una traducción al español de las obras de Buffon (1707-1788). Azara estaba convencido de que los animales descritos por Buffon eran los mismos que él iba encontrando en América. Y cuando descubría diferencias, lo que ocurría a menudo, criticaba rigurosamente al naturalista parisino y más aún a Charles Nicolas Sigisbert Sonnini de Manoncourt (1512-1812), quien resultaba haberle dado a Bufon los datos sobre los pájaros de la Guayana. Su falta de conocimientos, concretamente su incomprensión de la gran diversidad de las especies, lo llevó a realizar errores de juicio. En suma, Azara describió 448 especiales, de las cuales la mitad resultaban ser nuevas. Fue reclamado su regreso a España en 1801, al cabo de veinte años de privaciones, sufrimientos, y después de haber sobrevivido a grandes peligros, desde ataques de aborígenes hasta serpientes venenosas. No aportó animales disecados, sino únicamente sus manuscritos sobre los mamíferos y reptibles del Paraguay y del Río de la Plata (Essais sur l´histoire naturelle desde Quadrupédes, París, 1801 y la versión española: Apuntamientos sobre la historia natural de los cuadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata, Madrid, 1802), los Apuntamientos para la historia natural de los Pájaros del Paraguay y Río de la Plata, en tres volúmenes, publicados en Madrid entre 1802 y 1805. En un acto de notable generosidad, Sonnini tradujo las obras de Azara al francés en 1809, bajo el título Voyages dans l´Amerique meridionales, par don Félix de Azara, en cuatro volúmenes, de los que el tercero y el cuarto correspodieron respectivamente a los Pájaros del Paraguay y al Atlas. Charles Darwin conoció sus estudios, y les prestó notoria atención. Azara colaboró con José Artigas en el establecimientos de pueblos en las fronteras entre la Banda Oriental y el Imperio del Brasil, de los que cobró mayor relevancia Batoví. Fuente: Wikipedia.

Baigorria, Manuel. Militar argentino que participó en las guerras civiles y estuvo luego largos años refugiado en las tolderías aborígenes, llegando a considerárselo cacique entre los ranqueles. Nació en San Luis en 1809 y murió en la misma provincia en 1875; era un mestizo de familia humilde, pero sabía leer y escribir. Conchabado en la milicia desde muy joven, fue destinado a la frontera con los indios y nombrado oficial cuando estalló la revolución unitaria de Luis Videla en 1830, apoyando la política del General José María Paz. Combatió en Oncativo contra Juan Facundo Quiroga y regresó a San Luis con Videla. Cuando sus fuerzas fueron vencidas por Quiroga en Río Quinto, luego de esconderse en los montes durante varias semanas y habiéndose afianzado los federales en el poder, se refugió en las tolderías de los indios ranqueles. Fue recibido por quien era entonces jefe de la nación ranquel, Yanquetruz, quien lo adoptó como hijo. En tal carácter, participó en varios malones dirigidos contra Córdoba y Buenos Aires, desviando los ataques hacia su provincia. Enfrentó la campaña al desierto de 1833 y combatió en Acollaradas contra Ruiz Huidobro. Al parecer fue en esa batalla que recibió una terrible herida en la cara, en forma de surco, que la cruzaba en diagonal. La cicatriz, que lo acompañó por el resto de su vida, despertaba en todos quienes lo conocieran cierta admiración por su valor y resistencia. Luego de la muerte de Yanquetruz mantuvo cierto poder al mando de la familia de éste, sólo relativamente dependiente del nuevo cacique general, Painé. En 1840 llevó un malón a su provincia, San Luis, en apoyo de una revolución unitaria dirigida por Eufrasio Videla. Lograron tomar el poder, pero sus indios se dedicaron a saquear la región. La reacción de José Félix Aldao devolvió el poder a los federales, en la persona de Pablo Lucero. Regresó al desierto, seguido por otros revolucionarios, entre ellos los hermanos Felipe y Juan Saá. Siguió lanzando malones sobre Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe y se instaló en el norte de la actual provincia de La Pampa. Sus toldos fueron refugio de toda clase de fugitivos. Cuando los Saá regresaron a San Luis, sus indios creyeron que él también los abandonaría, por lo que fue recriminado. Como prueba de fidelidad a su gente, Baigorria tomó como esposa a una indígena, hermana del toqui Calvain y fue reconocido entonces como cacique. Después, llegó a tener otras dos esposas, una de ellas hija del cacique Ignacio Coliqueo. Cuando cayó Rosas, Urquiza lo invitó a visitarlo y en el Palacio San José lo nombró comandante de toda la frontera con los indios. Al avanzar algunas leguas esa frontera hacia el sur, el propio Baigorria miamo causó otros malones a cargo del nuevo jefe ranquel Mariano Rosas. Pero Baigorria logró debilitar al ahijado de Rosas, aliándose con Coliqueo y dividiendo a los ranqueles al formar una tribu independiente, al mando de su propio ahijado Baigorrita. En 1856 fue ascendido a coronel. Peleó en Cepeda del lado de Urquiza. Al año siguiente apoyó al gobernador cordobés Mariano Fragueiro contra los revolucionarios que lo habían derrocado. Pero el presidente Derqui terminó por deponer a Fragueiro y Pedernera, vicepresidente y comprovinciano de Baigorria, lo desautorizó. Fue reemplazado en la comandancia de fronteras por Juan Saa, que había llegado a ser su enemigo personal desde el abandono de las tolderías. Por tal razón se pasó a las fuerzas enemigas y trasladándose con sus indios y algunos soldados a la provincia de Buenos Aires, combatió en Pavón del lado porteño. Después formó parte de la división que invadió Cuyo al mando de Ignacio Rivas, y colocó en el gobierno de su provincia a Justo Daract. Junto a Julio de Vedia dirigió una campaña a Leuvucó, el centro de las tribus ranqueles. Participó en la campaña contra el caudillo federal Chacho Peñaloza, como así en la batalla de Las Playas, donde el caudillo fue derrotado. En 1867 venció a Simón Luengo en Córdoba, y apoyó la campaña contra Felipe Varela, el último caudillo federal del interior. En 1868 comenzó a escribir sus Memorias: El coronel Baigorria, en la Villa de Río Cuarto, a seis días del mes de mayo de 1868, no teniendo en qué distraerse, se ocupa en recordar ligeramente su pasada y agitada vida… En 1873 pasó a la plana mayor del general José Miguel Arredondo, en la que inició en el conocimiento de la frontera al futuro conquistador del desierto y presidente, Julio Argentino Roca. Ayudó en la represión de la revolución mitrista de 1874. Fuentes: El historiador, Felipe Pigna y Academia Nacional de la Historia.

Baigorrita. Al regresar Manuel Baigorria a territorio blanco dejó un heredero que perpetuaría su apellido entre los ranqueles. Por ello, fue padrino de un indio, al que puso su propio nombre y al que se apodó Baigorrita. Darle el nombre a un sobrino aborigen implicaba ponerlo bajo su patrocinio para toda la vida, que el sobrino pasara del dominio del padre al del padrino, quedando el apdrinado obligado a querer a su padrino por siempre, a respetarlo en todo, a seguir sus consejos y a no combatir nunca contra él, bajo pena de provocar la cólera celeste. Baigorrita cumplió sus compromisos. Cuenta Lucio V Mansilla que al internarse en territorio ranquel y en una entrevista con Baigorrita, se expresó de mala manera respecto del padrino Baigorria, diciendo que no era buen hombre, que había sido mal cristiano y mal indio, que a unos y a otros los había traicionado. La respuesta de Baigorrita fue entonces que no desconocía sus razones, pero que al fin era su padrino, que llevaba su nombre y que no podía dejar de quererlo. El cacique Baigorrita fue un gran jefe que defendió a sus indios estoicamente y que murió en 1879 peleando contra las fuerzas nacionales. Fuentes: Varias.

Baldrich, Alonso. (San Nicolás, 1870 – Buenos Aires, 1956) Fue un militar, ingeniero, escritor y activista político argentino. Participó, junto con su amigo el general Enrique Mosconi, del desarrollo de YPF y de la lucha contra el imperialismo económico de la empresa estadounidense Standard Oil. Alonso Baldrich nació en el seno de una familia de inmigrantes. Su padre, el capitán español Juan Esteban Baldrich descendía de una antigua familia de militares aragoneses cuyos orígenes eran provenientes de la Edad Media; acompañó al general Prim en su revolución republicana contra los borbones; desterrado, eligió el Río de la Plata para rehacer su vida. Una vez en la Argentina contrajo matrimonio con Paula Caraballo, con la que tuvo tres hijos: Juan Amadeo, que llegaría al grado de coronel, Lucrecia, y Alonso. El 4 de abril de 1923, convocado por su amigo Enrique Mosconi, se hace cargo de la planta de extracción y elaboración de petróleo de YPF en Comodoro Rivadavia. A través de una administración meticulosa, en la que se preocupa por mejorar el estándar de vida de los obreros y optimizar la eficiencia en el trabajo, Baldrich logra elevar la producción de 343.889 m3 a 465.724 m3. De esta forma logra demostrar que el estado puede manejar sus recursos naturales autónomamente y no necesita de la presencia de empresas extranjeras. Sin embargo, las empresas extranjeras que poseían permisos de explotación del petróleo comprendieron que el crecimiento de YPF amenazaba directamente a sus intereses económicos. Por ese motivo se lanzó una campaña para desacreditar al militar, que acabó en el relevamiento de Baldrich el 11 del año siguiente. Hasta 1925 se le pospuso su ascenso a general de brigada, grado al que fue finalmente ascendido el 31 de diciembre, junto con Mosconi. El 27 de abril de 1928, la Comisión Administrativa de YPF, por unanimidad, resolvió bautizar a una de sus naves General Baldrich. El obrero merece consideración, ya que por carecer de influencia resulta el más desamparado […] He debido durante mi actuación administrativa soportar la crítica insidiosa y la chismografía y la calumnia vil de aquellos a cuyos turbios intereses no convenía la honradez, y a su idiosincrasia holgazana la rectitud y el trabajo, sostenida en diariuchos mercantiles vendidos al oro extranjero… (Extracto del discurso de despedida en Comodoro Rivadavia). Fuente: Wikipedia.

Banchs, Enrique. (Buenos Aires, 1888-1968) Fue un poeta argentino. Publicó cuatro libros a comienzos del siglo XX y luego guardó silencio hasta su muerte. En el conjunto de su obra –Las barcas (1907); El libro de los elogios (1908); El cascabel del halcón (1909) y La urna (1911)- cultivó formas clásicas y diáfanas, inspiradas en el Siglo de Oro Español. Su último libro de poesía está compuesto por sonetos, una forma lírica poco frecuente en los años en que lo escribió y dejada casi completamente de lado por los poetas posteriores. Banchs no se apartó de la vida literaria, aunque no volvió a publicar poesía a lo largo de más de cincuenta años. Fue miembro de la Academia Argentina de Letras. Fuente: Wikipedia.

Barcia, Pedro Luis. Natural de la ciudad de Buenos Aires (1939), es Doctor en Letras de la Universidad Nacional de La Plata, donde es profesor de Literatura Argentina. También es profesor de la Universidad Actual. Investigador principal del Conicet. Premio Internacional Cincuentenario de la Academia Argentina de Letras por su edición de La lira argentina, que publicó esa Corporación, así como sus volúmenes Prosas de Rafael Obligado y Prosas de Enrique Banchs. El Instituto Nacional Sanmartiniano le concedió las Palmas Sanmartinianas. La Universidad Nacional de La Plata ha publicado sus libros Shakespere en la Argentina y Escritos dispersos de Rubén Darío (dos tomos), y la Secretaría de Cultura de la República Dominicana, su Pedro Enríquez Ureña y la Argentina. La Embajada de Nicaragua ha publicado su Marcha triunfal, Edición y estudio y Darío entre el tango y el lunfardo, y con estudio preliminar y notas suyos, las siguientes obras del poeta nicaragüense: Prosas profanas y Las repúblicas hispanoamericanas. Es coordinador general de la edición crítica nicaragüense de Obras completas de Darío. El Instituto de la Mujer, de Madrid, ha publicado su edición crítica de El incendio y las vísperas de Beatriz Guido, y lo mismo hizo, en ediciones similares, la Editorial Castalia, de España, con La trama celeste de Adolfo Bioy Casares, Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal y Cuentos fantásticos de Lugones. De este autor editó además Cuentos desconocidos de Lugones y Las fuerzas extrañas. Otras obras de Barcia son: Lugones y el ultraísmo, Fray Mocho desconocido, La Plata vista por los viajeros y Ángel J Battistesa. Por pedido de Presses Universitaires de France, escribió los artículos referidos a la cultura argentina de la Encyclopedie Philosophique Universelle.

Barolo, Luis. Progresista y poderoso productor agropecuario, llegó a la Argentina en 1890. En el centenario de la revolución de Mayo, conoció al Arq. Mario Palanti (1885-1979), a quien contrató para realizar el proyecto de un edificio que tenía en mente. Luis Barolo pensaba, como todos los europeos instalados en Argentina, que Europa sufriría guerras que destruirían todo el continente. Desesperado por conservar las cenizas del famoso Dante Alighieri, quiso construir un edificio inspirado en la obra del poeta, La divina Comedia. En 1919 comenzó la edificación del palacio que se convirtió en el más alto de Latinoamérica, y en uno de los más altos del mundo en hormigón armado. Relaciones con la Divina Comedia: La planta del edificio está construida en base a la sección áurea y al número de oro. La división general del palacio y de la Divina Comedia es en tres partes: infierno, purgatorio y paraíso. Las nueve bóvedas de acceso representan los nueve pasos de iniciación y las nueve jerarquías infernales; el faro representaba los nueve coros angelicales. Sobre el faro está la constelación de la Cruz del Sur que se ve alineada con el eje del Barolo en los primeros días de junio a las 19:45 horas. La altura del edificio es de 100 metros y 100 son los cantos de la obra de Dante; tiene 22 pisos tantos como estrofas los versos de la Divina Comedia. Los detalles cuidados caracterizan este proyecto: desde las citas personales en latín sobre la obra del Dante en el edificio, hasta la apertura del mismo, llevada a cabo en la fecha del aniversario del poeta. El arquitecto Carlos Hilger detalla las similitudes del edificio con al obra del Dante, La divina Comedia: La distribución del edificio está basada en la métrica de la Divina Comedia del Dante. En arquitectura esto se conoce como un Danteum. El edificio se divide en dos bloques, con 11 oficinas por bloque en cada uno de los niveles. El número restante, el 22, responde a la métrica utilizada por Dante en los 100 cantos. Entre las tres divisiones de La Divina Comedia, Infierno, Purgatorio y Paraíso, que cita Borges en su obra Nueve ensayos dantescos, se cumple la relación pitagórica que determina el número Pi (3,14); dicha relación se da en la división original del acceso mediante los ascensores. En el pasaje central, el palacio cuenta con 9 bóvedas de acceso que representan el infierno: para Dante, este no era un fin teológico, sino el punto de partida en las etapas de iniciación emprendidas para la llegada del paraíso. Las 9 bóvedas se dividen, desde el centro, de la siguiente manera: tres hacia la Avda. de Mayo, tres hacia Hipólito Yrigoyen; la bóveda central se extiende hacia la cúpula, y las que contienen las escaleras hacia los laterales. Cada una de las seis bóvedas transversales, así como las dos laterales, contienen inscripciones en latín, y se pueden distinguir catorce citas que pertenecen en total a nueve obras distintas, manteniendo así, el número que se repite a lo largo de La Divina Comedia. Algunas de ellas pertenecen a Virgilio, otras a escrituras bíblicas. La letra mata, el espíritu vivifica, y está fundada sobre piedra firme, dan testimonio del sentido espiritual con el que fuera construido el edificio, determinando su carácter y función: un templo laico que promueve las artes liberales. Entre las bóvedas transversales sobre las columnas, se ubican cuatro lámparas sostenidas por cuatro cóndores y dos dragones, un macho y una hembra, que representan los principios alquímicos, el mercurio y el azufre, y sus atributos. La bóveda central se encuentra sobre un punto de bronce en la que se ubicaba, originalmente, una estatua de un cóndor con el cuerpo del Dante elevándolo al paraíso. El actual propietario de la pieza es un coleccionista marplatense que se niega a venderla a los propietarios del edificio.
Los pisos superiores y la cúpula simbolizan los siete niveles del purgatorio.
La cúpula está inspirada en un templo Hindú dedicado al amor, y es el emblema de la realización de la unión del Dante con su amada Beatrice. Fuente: El Dante producciones, en http://inmigrantesdestacados.blog.arnet.com.ar.

Barros, Álvaro. Nació en Buenos Aires el 18 de marzo de 1827 y murió en la misma ciudad el 13 de enero de 1892. Fue militar, político y escritor. Además del mencionado publicó también La guerra contra los indios (1877). Desde el 12 de setiembre de 1874 y hasta el 1 de mayo de 1875 fue gobernador de la Provincia de Buenos Aires, a cargo del Poder Ejecutivo. Con el grado de coronel, fue designado primer gobernador de la Gobernación de la Patagonia el 21 de octubre de 1878, cargo que asumió el 26 de enero de 1879 –antes de la ofensiva principal de la llamada ¨conquista del desierto¨- y que ejerció hasta julio de 1882. La ciudad capital de la Gobernación fue Mercedes de Patagones, nombre que Barros cambió por Viedma, su denominación actual. Se lo considera el fundador de la ciudad de Olavarría. Fuente: Estudio especial de Álvaro Yunque. Wikipedia. Varias.

Belgrano, Manuel. Nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770 y murió en la misma ciudad el 20 de junio de 1820. Fue intelectual, abogado, economista, político y militar. Participó en las guerras de la Independencia y es el creador de la Bandera Argentina. Fue un destacado representante de la población criolla porteña y uno de los impulsores de la emancipación de España. Para ello en un principio promovió las aspiraciones de Carlota Joaquina en la región, aunque sin éxito. Junto a otros patriotas impulsó la destitución del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, lo cual produjo La Revolución de Mayo. Belgrano integró la Primera Junta que dirigió el gobierno desde entonces. Se le encargó la dirección del Ejército del Norte y aunque fue derrotado por las fuerzas españolas sentó las bases de la declaración de independencia paraguaya de 1811. En 1812 creó la bandera, en las cercanías de la ciudad de Rosario, y dirigió más tarde el éxodo jujeño, tras lo cual se impuso a los españoles en las batallas de Tucumán y Salta. Formó parte del Congreso de Tucumán, donde propuso la idea de establecer una monarquía constitucional, dirigida por un noble Inca, pero no logró apoyo. Murió en plena anarquía porteña. Fuentes: Academia Nacional de la Historia y El Historiador, Felipe Pigna.

Beltrán, Fray Luis. (n. Mendoza, 7 de septiembre de 1784 – † Buenos Aires, 8 de diciembre de 1827) Fue un fraile argentino de la Orden de los Franciscanos, de brillante actuación como fabricante y organizador de la artillería del Ejército de los Andes. El apellido de su familia, de remoto origen francés, era Bertrand. Estudió en Buenos Aires y Córdoba, y se ordenó sacerdote en 1805 en Santiago de Chile. Se hallaba en Chile cuando estalló la revolución independentista, a la que apoyó enérgicamente. Fue capellán del Director Supremo del Estado, José Miguel Carrera, y trabajó en la maestranza del ejército con el grado militar de teniente. Tuvo que estudiar química, matemática y mecánica, ciencias que llegó a dominar ampliamente. Después de la derrota de Rancagua regresó a Mendoza, donde el general José de San Martín lo hizo jefe del Parque de Artillería del Ejército de los Andes. Colaboró con José Antonio Álvarez Condarco en la fábrica de pólvora y lo suplantó desde que aquél llevara a cabo una misión de espionaje en Chile. Bajo su dirección se fabricaron todo tipo de armas, municiones, pólvora, herrajes y uniformes. A sus órdenes llegaron a trabajar hasta 700 hombres. En Chile, dio vida en 1811 a lo que en la actualidad son las Fábricas y Maestranzas del Ejército de Chile (FAMAE). En 1816 abandonó los hábitos, y al año siguiente participó en la campaña a Chile. Diseñó equipos especiales para transportar cañones a lomo de mula, aparejos de su invención para subir las laderas más escarpadas, y puentes colgantes transportables para hombres y mulas. Combatió en la batalla de Chacabuco y en la sorpresa de Cancha Rayada. Después de esta batalla, cuando San Martín intentaba levantar el ánimo de los militares vencidos, Beltrán los convenció de que tenía municiones de sobra. Era mentira, pero logró fabricar en unos días varias decenas de miles de municiones, con las que San Martín logró la victoria en la batalla de Maipú, que fue definitiva. Continuó el equipamiento del Ejército de los Andes, esta vez para la Campaña del Perú, en sus talleres en Valparaíso. Instaló una nueva maestranza en Lima en 1821, y proveyó de armas a varias expediciones marítimas y terrestres. Trasladó sus talleres a Trujllo debido a la toma del puerto de El Callao por los realistas. Permaneció en su puesto hasta 1824, cuando fue reemplazado por los oficiales de Simón Bolívar. A las órdenes de Antonio José de Sucre participó de la victoria definitiva de la causa americana, la batalla de Ayacucho. En 1825 sufrió una severa crisis nerviosa a consecuencia de un altercado con Bolívar e intentó suicidarse. Fue trasladado a Buenos Aires, donde se incorporó a la maestranza del ejército que marchó a la Guerra del Brasil, pero pronto debió regresar. Pasó sus últimos años en Buenos Aires donde falleció el 8 de diciembre de 1827. Fue sepultado en esa ciudad con el hábito de su Orden. Fuente: Wikipedia.com.

Berenguer Carisomo, Arturo. (1896-1988) Dramaturgo e investigador literario, tuvo reconocida trayectoria como autor de textos para la docencia especializada en literatura. Su vocación por el teatro tuvo arraigo en su abuela paterna, la actriz Rita Carbajo, de gran prestigio en los escenarios porteños y montevideanos durante la presidencia de Nicolás Avellaneda. Estrenó su primera obra, La noche quieta, en 1941. Le sucedieron, entre otras, la comedia La piel de manzana (1949, Premio Nacional), la farsa Hay que salvar la primavera (1954), Los héroes deben estar muertos (1957), Cenicienta calza el 34 (1959), Hotel de ilusos (1974) y Vuelve la Bella Durmiente (1977). En el terreno de la investigación literaria publicó Teatro de cámara y Critica dramática, ambos en 1934; Las ideas estéticas en el teatro argentino (1947) y Las máscaras de Federico García Lorca (1950). Vinculado al mundo académico, conferencista y periodista especializado en literatura argentina y española, Berenguer Carisomo fue designado en dos oportunidades como decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en los años 1955 y 1976. Fuentes: Varias.

Beruti, Juan Manuel. (1777-1856) nació y murió en Buenos Aires. Fue autor de una obra de extraordinario valor documental: sus Memorias Curiosas. Muy joven, en 1790, se hizo cargo de continuar un listado en el que alguien había ido consignando los nombres de los principales miembros del Cabildo de Buenos Aires, junto con escasas anotaciones marginales. Hacia 1806, durante las invasiones inglesas, Beruti comenzó a enriquecer el texto con cada vez más extensas anotaciones, convirtiendo así la primitiva lista en una especie de diario de acontecimientos, curiosidades y personajes del Buenos Aires de la época. Como él mismo lo consigna en sus Memorias, en 1812 fue designado sobre-estante, pagador y tesorero del Real Cuerpo de Artillería, y poco después, fue alcalde de barrio. Durante toda su existencia continuó ampliando el texto y sólo en 1855 cesan las anotaciones, poco antes de su muerte. Fuentes: Calfucurá. La conquista de las pampas y Wikipedia.

Bigio, Juan Bautista. El paraje conocido como bahía blanca era tierra totalmente desierta y deshabitada hasta que en 1828 el coronel Estomba levantó un fuerte, avanzada en la línea de fronteras. Con dicho trazado se ganaron extensiones de tierra que, unidas a la explotación e inmigración, constituyeron focos de futuras poblaciones como Tandil, Azul, Tapalqué, etc. Dicha región pertenecía a la diócesis de Buenos Aires, y su primer cura, capellán del fuerte, fue el genovés Juan Bautista Bigio. En 1829 se inauguró el oratorio de Nuestra Señora de la Merced. Es que con la expedición fundadora no había venido ningún sacerdote, sin que se sepa hoy por qué, ya que esa era norma en todas las fundaciones. Probablemente fuera porque el adjunto médico sangrador, Doctor Ramón del Fresno, era un ex religioso de la Orden de los Bethlemitas, en la cual profesó con el nombre de Fray Ramón del Pilar. El ex fraile debió haber ayudado al Comandante de la Fortaleza a rezar el Rosario (costumbre y verdadera obligación militar por las tardes…); se sabe que rezó el ad petendam pluviam y con éxito puso fin a la sequía en febrero de 1833, así como bautizó con el Agua del Socorro. El primer Capellán, Juan Bautista Bigio, llegó el 20 de julio de 1835; entre los 629 bautizados y oleados que realizó entre 1835 y 1840, consta que 93 ya habían recibido dicha Agua del Socorro. El Padre Bigio desplegó una fructífera acción pastoral, regularizando todo y convirtiéndose en el primer maestro. Se retiró de su capellanía en 1837. Fuentes: Los últimos malones sobre el país de Huecuvú; Wikipedia.

Bioy Casares, Adolfo. Nació y murió en Buenos Aires, respectivamente en 1914 y 1999. Frecuentó las literaturas fantástica, policial y de ciencia ficción, y debe parte de su reconocimiento a su gran amistad con Jorge Luis Borges, con quien colaboró literariamente en varias ocasiones. Esto no quiere decir, sin embargo, que su obra propia carezca de interés; su amigo, incluso, lo consideró uno de los más notables escritores argentinos. La crítica profesional también ha compartido la opinión: Bioy Casares recibió, en 1990, el Premio Miguel de Cervantes. Perteneciendo a una familia acomodada, pudo dedicarse exclusivamente a la literatura y, al mismo tiempo, apartarse del medio literario de su época. Escribió su primer relato, Iris y Margarita, a los 11 años. Cursó parte de sus estudios secundarios en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza de la Universidad de Buenos Aires. Luego, comenzó y dejó las carreras de Derecho, Filosofía y Letras. Tras la decepción que le provocó el ámbito universitario, se retiró a una estancia —posesión de su familia— donde, cuando no recibía visitas, se dedicaba casi exclusivamente a la lectura, entregando horas y horas del día a la literatura universal. Por esas épocas, entre los veinte y los treinta años, ya manejaba con fluidez el inglés, el francés (que hablaba desde los cuatro años), el alemán y, naturalmente, el español. En 1932, Victoria Ocampo le presentó a Jorge Luis Borges, quien en adelante sería su gran amigo y con quien escribió en colaboración varios relatos policiales con diversos seudónimos, el más conocido de los cuales fue el de Honorio Bustos Domecq. En 1940, Bioy Casares se casó con la hermana menor de Victoria, Silvina Ocampo, también escritora y pintora. Entre sus premios y distinciones destacan la membresía a la Legión de Honor francesa en 1981, su nombramiento como Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 1986, el Premio Cervantes, el Premio Internacional Alfonso Reyes en 1990 y el Premio Konex de Brillante en 1994. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta. Fuentes: Varias.

Bougainville, Louis Antoine de. Conde de Bougainville, nació en París el 11 de noviembre de 1729, hijo de un notario y hermano pequeño del historiador Jean Pierre de Bougainville (1722-63). En sus estudios demostró una aptitud particular para las matemáticas y las leyes. A los veintitrés años publicó un tratado de cálculo integral, en dos tomos, como suplemento del tratado de L´Hopital sobre el cálculo infinitesimal. Primero ejerció como abogado en el Parlamento de París, aunque en 1753 ingresó en el ejército en el cuerpo de mosqueteros comenzando su carrera militar. En 1754 fue nombrado Secretario de la Embajada en Londres y se convirtió en miembro de la Royal Society el 8 de enero de 1856. Fue nombrado ayudante de Francisco Chevert y después fue enviado a Canadá, en 1756, como capitán de dragones y ayudante de campo de Louis-Joseph de Montcalm (1712-59). Tomó parte activa en la captura de Fort Oswego en 1756, así como en 1757, en la batalla de Fort William Henry. Fue herido en 1758 en la exitosa defensa de Fort Carillón. Se embarcó de regreso a Francia l invierno siguiente, con las órdenes del marqués de obtener del gobierno de Luis XV más recursos militares para mantener la colonia; durante esa travesía continuó familiarizándose con las formas del mar, habilidades que le servirían más adelante. Habiéndose distinguido en la guerra contra Gran Bretaña, fue recompensado con la cruz de San Luis. En una célebre discusión, el duque de Choiseul, que quería desentenderse de Canadá, le dijo: cuando la casa se quema, uno no se ocupa de los establos. Bougainville le respondió: al menos, señor, no se podrá decir que usted habla como un caballo. Esto atrajo la atención de Madame de Pompadour, de quien acabaría SINDO el protegido; ella lo presentó al rey, promocionándoselo al cargo de coronel. De vuelta a Canadá con pocos suministros, y después de la muerte de Montcalm en 1759, participó en la defensa de Quebec y fue uno de los oficiales que firmaron la rendición ante los ingleses. Tras la muerte del marqués de Montcalm y la caída de Québec el 18 de setiembre, Bougainville fue enviado al frente occidental por su nuevo oficial al mando de Francis de Gastón, Chevalier de Levis (1719-87) y trató de detener el avance británico desde sus trincheras en Ille-aux-Noix. Fue uno de los oficiales que acompañaban a Lévis a la Ile Sainte-Héléne, aguas afuera de Montreal, en la última estancia de los franceses en América antes de la capitulación general de 1761. De la guerra escribió en su diario Bougainville: Es un tipo abominable de guerra. El verdadero aire que respiramos está contagiado de insensibilidad y dureza. Enviado de vuelta a Europa, junto con los otros oficiales franceses, privados de todos los honores militares por los vencedores. Bougainville tenía la prohibición de adoptar cualquier servicio activo más contra los británicos según los términos de la rendición. Pasó los últimos años de la Guerra de los Siete Años (1761-1763) como diplomático, distinguiéndose en las orillas del Rihn y ayudó a negociar el Tratado de París, que finalmente concedió la mayor parte de Nueva Francia al Imperio Británico. Al firmarse la paz en 1763, el gobierno francés concibió el proyecto de colonización de las Islas Malvinas, y Bougainville emprendió la tarea por su propia cuenta. Fue nombrado capitán de fragata y con dos barcos, el L´Aigle (El Águila) y Le Sphinx (La Esfinge), se dirigió a Malvinas estableciendo la colonia en ese mismo año de 1763, con el nombre de Port St Louis (ahora Puerto Soledad). Tres años más tarde y a pesar de que la colonia francesa tenía más de ciento cincuenta personas, por razones financieras y diplomáticas (España temía que Malvinas se convirtieran en una base de retaguardia para atacar su oro del Perú), por orden de Luis XV, Bougainville fue obligado a desmantelar su colonia y vender las islas a los españoles. El Rey de España pagó 603.000 libras por ellas. El 31 de enero de 1767 se reunión en el Río de la Plata con don Felipe Ruiz Puente, al mando las fragatas La Esmeralda y La Liebre, futuro gobernador de las Islas Malvinas, para tomar posesión de ellas y concluir la evacuación de la población francesa. Durante este tiempo francés, los marineros británicos trataron de establecerse en el puerto de La Croisade en 1766, al que renombraron como Por Egmont. Bougainville escribió: En diciembre de 1766, la fragata HMS Japan atracó en Por Louis, frente al fuerte. El capitán Mac Bride desembarcó, profirió amenazas y se marchó el mismo día. Los ingleses arrebataron en breve el territorio a los españoles, dándole el nmbre de Falklands. En 1776 Bougainville recibió de Luis XV permiso para realizar una circunnavegación del globo. Se convertiría en el 14° navegante de la historia occidental, y el primer francés en organizar una expedición para dar la vuelta al mundo, y su finalización reforzaría el prestigio de Francia, maltrecho tras su derrota en la Guerra de los Siete Años. Bougainville presentó un proyecto de expedición en el que cargaría con los gastos financieros, creando la Compañía de Saint-Malo; la expedición contaría con un equipo científico formado por el astrpónomo Véron y el naturalista Philibert Commerson, además de un artista. Luego de hacer escala en Malvinas, Bougainville visitó Tahití en abril de 1768, sin saber que meses antes había sido descubierta por el inglés Samuel Wallis. En marzo de 1769 completó la primera circunnavegación francesa; entre la tripulación había también una primera mujer en dar la vuelta al mundo. Era Jeanne Baré, que se había disfrazado de hombre como ayudante del naturalista Commerson. Nadie descubrió el engaño hasta que llegaron a Tahití y lo advirtieron los nativos. Bougainville reclamó la isla de Tahití para Francia, llamándola Nueva Citera. Exploró algunas islas más, descubriendo las islas Salomón y obteniendo suministros en Las Molucas. En 1771 publicó el relato de su viaje con el título de Description d´un voyage autour du monde. Estos relatos despertaron enorme interés por sus descripciones paradisíacas de la Nueva Citera, el jardín del Edén o los Campos Eliseos. Describió un pueblo feliz e inocente, sin corrupción ni prejuicios, que provocó una serie de pensamiento filosóficos y utópicos sobre la civilización. La publicación mereció una respuesta de Denis Diderot. Participó en las fuerzas francesas que apoyaron la revolución independentista norteamericana. Durante la revolución francesa fue solidario con Luis XVI; fue arrestado durante el terror y puesto en libertad después de la caída de Robespierre. En 1799 Napoleón I lo nombró senador, y fue distinguido como Gran Oficial de la Legión de Honor en 1804. En 1808 fue considerado Conde del Imperio, y presidió el consejo de guerra que juzgó a los responsables de la Batalla de Trafalgar en 1809. Murió en París el 31 de agosto de 1811. Fuente: Wikipedia.

Brandsen, Carlos Luis Federico de. (n. París, 28 de noviembre de 1785 – † Batalla de Ituzaingó, 20 de febrero de 1827) Fue un militar de origen francés que combatió por la causa revolucionaria en las guerras de la independencia hispanoamericana, y bajo la bandera argentina en la Guerra del Brasil. Era hijo de un médico holandés y durante su servicio en Perú contrajo matrimonio con la dama limeña Rosa Jáuregui, nieta de Agustín de Jáuregui y Aldecoa, Virrey del Perú. Luego de recibir educación en el Liceo Imperial, Brandsen ingresó al Ejército francés. En 1811, tras prestar servicios en la secretaría del Ministerio de Guerra, se incorporó como subteniente de caballería al Ejército del Reino de Italia, cuyo monarca era Napoleón; en él servían numerosos franceses. Participó en 1813 en la campaña de Alemania, donde fue herido en tres acciones diferentes, condecorado y ascendido a capitán. Tras la abdicación de Napoleón en 1814 y la disolución del Reino de Italia, Brandsen regresó a Francia, manteniendo su grado de capitán de caballería. En 1815 intervino en la campaña de los Cien Días (Campaña de Waterloo), bajo el mando de Napoleón; allí recibió una nueva herida. En 1817, terminadas ya las Guerras Napoleónicas, Brandsen pidió su baja del ejército francés con el grado de capitán. Al poco tiempo conoció a Bernardino Rivadavia en París, quién lo convenció de unirse a la causa de la independencia americana; entonces se embarcó hacia Buenos Aires. El 19 de diciembre de 1817 el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata le otorgó el grado de capitán de caballería y lo destinó al II escuadrón del Regimiento de Granaderos a Caballo, que entonces combatía por la independencia de Chile bajo las órdenes del General San Martín y se hallaba acampado en Las Tablas, cerca de Valparaíso. Entre 1818 y 1819 Brandsen participó en la campaña del Bío Bío y fue destinado posteriormente al regimiento de Cazadores a Caballo, con el que participó en la Expedición Libertadora al Perú. Se distinguió en el combate de Nazca junto al mayor Juan Lavalle. El 8 de noviembre de 1820, en Chancay, combatió valerosamente al mando de 36 Cazadores, derrotando una fuerza realista de alrededor de 200 hombres. Ello le valió el ascenso a sargento mayor. Cuando San Martín, devenido Protector del Perú, formó el ejército de ese país, Brandsen fue nombrado jefe del regimiento de Húsares de la Legión Peruana de la Guardia, con el grado de Teniente Coronel. San Martín tenía gran afecto por Brandsen, de quien era compadre y con quien sostenía correspondencia frecuente. Fue promovido a coronel el 17 de septiembre de 1822. Al mando de su regimiento obtuvo una victoria en Zepita, y como comandante general de la Caballería de la Vanguardia del Ejército del Perú interviene en Sica-Sica y en Ayo-Ayo, conteniendo luego la persecución enemiga y salvando los restos del ejército derrotado en esos encuentros. En 1822 y 1823 participó activamente en las operaciones contra las fuerzas realistas. A fines de 1823 tomó partido por el presidente José de la Riva Agüero en la disputa de éste con Sucre. De la Riva Agüero lo promovió a general de brigada, pero con la disolución del ejército que le respondía, Brandsen fue puesto en prisión y luego Bolívar dio la orden de su destierro. Tiempo después esta orden fue levantada por Simón Bolívar pero Brandsen y su esposa ya habían decidido embarcarse a Chile y lo hicieron el 5 de marzo de 1825. A principios de marzo de 1825 se embarcó con parte de su familia en el “Livonia”, rumbo a Chile. Tras una breve permanencia en Santiago, se trasladó al Río de la Plata, donde el gobierno lo designó jefe del Regimiento 1 de Caballería con el grado de teniente coronel, el 23 de enero de 1826. Al frente de su unidad estuvo presente en la guerra contra el Imperio del Brasil. Su capacidad profesional hacía que su opinión tuviera mucho peso en las juntas de guerra en las que participaba. Finalmente, el 20 de febrero de 1827, en la batalla de Ituzaingó, su regimiento se enfrentó a la infantería brasileña que ocupaba una posición fortificada, protegida por un profundo zanjón. El general en jefe, Carlos María de Alvear, le ordenó atacar frontalmente, pero Brandsen le observó que era imposible obtener éxito en esas condiciones. Alvear no aceptó sus prudentes argumentos y con sus palabras tocó el amor propio del valiente jefe, quien cargó a la cabeza de sus tropas, muriendo heroicamente (de Gandía, 1962). El ataque fracasó, pero la batalla se ganó porque otros coroneles como Tomás de Iriarte, Miguel Estanislao Soler y José María Paz, enmendaron los errores del general en jefe. Promovido póstumamente a Coronel, sus restos descansan en el Cementerio de La Recoleta, en Buenos Aires, paradójicamente frente al mausoleo del General Alvear. Su sepultura fue declarada Monumento Histórico Nacional. Relata Aubin que Monet, prestigioso general español que defendía la causa realista en el Perú, preguntó una vez al general Tomás Guido, a la sazón cumpliendo una misión diplomática por órdenes de San Martín, “¿tienen ustedes muchos oficiales como Brandsen?”. Guido, en un arranque de sinceridad, respondió que no: “…nadie lo supera en valor, y en cuanto a conocimiento y pericia en el arte de la guerra, no es fácil igualarle”, a lo que el jefe español replicó: “Me alegro, porque si así no fuera se nos enredaría mucho más la madeja”. Fuente: Wikipedia.com.

Bridges, Thomas. De muy pequeño fue encontrado en 1844-1845 en la ciudad de Bristol, Inglaterra. Toda su ropa estaba bordada con una “T” por lo cual lo llamaron Thomas y Bridges porque «bridge» en inglés es puente, y fue encontrado en un puente. Thomas fue el primer hombre blanco en vivir en Tierra del Fuego y fundó la Estancia Harberton en el año 1886. En 1856 George Despard se mudó a las islas Malvinas para hacerse cargo de la misión anglicana establecida en la isla Keppel o Vigía, llevando consigo a su esposa, sus hijos y su hijo adoptivo Thomas Bridges. Desde esta misión iniciaron los trabajos misionales trasladando a yámanas desde el canal Beagle a las Malvinas para su educación cristiana. Es en esos años que Thomas Bridges comenzó a aprender su idioma y escribió un diccionario con aproximadamente 30.000 palabras. En 1859, Despard creyó que los yámanas ya estaban lo suficientemente acostumbrados a estar con el hombre blanco y envió un barco con personas para establecer una misión Wulaia (al oeste de la isla Navarino), pero durante la primera ceremonia religiosa los yámanas mataron a todos los navegantes excepto al cocinero que se había quedado en el barco. En 1861 Despard se enteró de que habían fracasado y Thomas decidió quedarse en Malvinas. En el año 1863 Thomas hizo su primer viaje a Tierra del Fuego y la ventaja que él tenía era que podía hablar el idioma yámana, y de esa forma decirles que no quería lastimarlos y que sólo quería ayudar. Cuatro años más tarde, Thomas Bridges y el nuevo director de la Sociedad Misión Patagonia Waite Stirling visitaron Tierra del Fuego. Como Thomas Bridges conocía el idioma, fueron bien recibidos. Comenzaron a llevar yámanas a las Malvinas, donde fueron catequizados y se les enseñó carpintería, horticultura, etc. En 1869, el misionero Stirling se estableció en Ushuaia, donde fundó una nueva misión. Este misionero se quedó allí por dos años. Mientras tanto, Thomas Bridges viajó a Inglaterra y fue ordenado diácono anglicano; allí se casó con Mary an Varder y luego regresó a las Malvinas. Junto con él viajaron John Lawrence y su familia. Dos años más tarde, se instalaron los Bridges en la misión de Ushuaia, junto con los Lawrence y los Lewis y varias familias yámanas que habían vivido en la misión de las Malvinas, quienes trataron de vivir de manera sedentaria y cosechando huertos. En los siguientes años Thomas Bridges fue padre de varios hijos. En 1884 el gobierno argentino estableció una subprefectura en Ushuaia en donde se hallaba la misión. Thomas Bridges aceptó la soberanía argentina sobre la misión e izó la bandera argentina; a su vez, el gobierno reconoció y brindó apoyo a la misión. Dos años más tarde Thomas Bridges renunció a la misión y viajó a Buenos Aires para entrevistarse con el perito Francisco Pascasio Moreno, Bartolomé Mitre y Julio Roca, con el objeto de pedirles una porción de tierra para fundar una estancia en Tierra del Fuego. El 28 de septiembre de 1886 le entregaron 20.000 hectáreas a 60 kilómetros al este de Ushuaia. Allí fundó la Estancia Harberton, nombre dado en honor al lugar de nacimiento de la esposa de Thomas Bridges. Esta estancia fue la primera en el canal Beagle y la primera que introdujo el ganado vacuno y lanar en Tierra del Fuego. Poco después se inició la fiebre del oro en Tierra del Fuego, con terribles consecuencias para los indígenas (yámanas y selk´nam), ya que se produjeron matanzas y violaciones de mujeres. Lo que provocó (junto con otras causas) un brusco descenso de poblaciones aborígenes que quedaron prácticamente al borde del exterminio. En 1898 murió Thomas Bridges en un viaje a Buenos Aires a los 56 años de edad. Fue inhumado en el actual Cementerio Británico de Buenos Aires, ubicado en el barrio de la Chacarita. Fuente: Wikipedia.

Bucarelli y Ursúa, Francisco de Paula. Teniente general de los Reales Ejércitos, gentilhombre de Cámara de su majestad, fue Gobernador de Buenos Aires entre los años 1766 y 1770 y responsable de ejecutar la orden de expulsión de los jesuitas. Nació en Sevilla el 18 de septiembre de 1708. Era hijo de Luis Bucarelli Henestrosa y Ribera, segundo Marqués de Vallehermoso, y Ana María de Ursúa Laso de la Vega, cuarta Condesa de Gerena y vizcondesa de Ursúa. Era hermano de Antonio María de Bucareli y Ursúa, quien sería virrey de Nueva España, y del capitán general Nicolás Bucarelli y Ursúa, gobernador de Cádiz. Se dedicó a la carrera de las armas. Participó en la expedición de Ceuta en 1720 y se distinguió como capitán general en la reconquista española de Orán en 1732. Alcanzó el grado de teniente general de los ejércitos reales y el título de comendador del Almendralejo de la Orden de Santiago. Fue designado comandante general del Campo de Gibraltar (1751), Capitán general y gobernador de Mallorca (1761) y en 1765 capitán general y gobernador de Buenos Aires. Llegó a esta ciudad para sustituir a Pedro de Cevallos y se hizo cargo del gobierno el 15 de agosto de 1766. De carácter violento, al poco tiempo se había enemistado con los vecinos de la ciudad, con lo que tuvo también que ver su eficaz persecución del tradicional contrabando en el puerto de Buenos Aires. Su principal misión consistió en aplicar la Pragmática Sanción de expulsión de los jesuitas promulgada el 27 de febrero de 1767 por el rey Carlos III de España. Nombró a Juan Baltasar Maciel como vicario y provisor de la diócesis de Buenos Aires, a cargo de la misma por ausencia del obispo, quien lo apoyó en sus medidas contra los jesuitas. La medida de expulsar a los jesuitas, que provocaría previsible un debilitamiento o incluso colapso de las Misiones, era favorable a los intereses portugueses. Conocida por estos, fue anticipada y aprovechada al efectuar un ataque ordenado por el Virrey, Conde Da Cunha, en mayo de ese año sobre Río Grande. Los portugueses al mando del gobernador José Custodio de Sá e Faria lograron apoderarse de la margen norte pero fueron rechazados en San Pedro. Finalmente la corte portuguesa dio orden de frenar el ataque, reemplazado por una gradual infiltración sobre las fronteras. De acuerdo a sus órdenes, Bucarelli allanó la residencia de la orden en la ciudad en la noche del 2 de julio, y dispuso medidas similares en las principales ciudades bajo su mando: en Montevideo se hizo efectiva el 6 de julio, en Córdoba el 12, y en Santa Fe el 13. Ante el temor de un levantamiento colectivo misionero, pidió que viniesen a Buenos Aires un cacique y un corregidor de cada pueblo, para organizar el pacífico reemplazo de los jesuitas por misioneros franciscanos, dominicos y mercedarios. A los efectos de hacer efectiva la orden en los pueblos de las Misiones jesuíticas guaraníes partió Bucarelli en mayo de 1768 al mando de una expedición militar que remontó el río Uruguay con 1.500 soldados. Llegó a El Salto el 16 de junio de 1768 estableciendo allí su base de operaciones. En ese lugar tuvo noticias de que el Principal de la orden se hallaba en el Yapeyú y el 24 de junio partieron los destacamentos al mando de Riva Herrera y de Zavala; el 27 partió el destacamento de Elorduy; el 28 el de Pérez de Saravia y el 29 otro al mando directo de Bucarelli. En el lugar permaneció un destacamento al mando del teniente Nicolás García con tres embarcaciones. A medida que los sacerdotes eran detenidos se los concentraba en el fuerte de Salto. A mediados de julio de 1768 llegaron remitidos el provincial jesuita de Yapeyú y 6 sacerdotes y poco después llegaron otras remesas de los demás pueblos. El 5 de agosto de 1768, los sacerdotes jesuitas detenidos en el fuerte fueron remitidos a Buenos Aires y el 22 de agosto Bucarelli daba por terminado su cometido. El 23 de agosto de 1768 dictó Ordenanzas dividiendo el territorio de las Misiones entre dos gobernadores interinos: al capitán Bruno Mauricio de Zabala (o Zavala) le asignó los diez pueblos de las Misiones del Uruguay (sede en San Miguel) y al capitán de infantería Juan Francisco de la Riva Herrera, los veinte pueblos restantes (sede en Candelaria). La reducción de Nuestra Señora de Belén al este de la actual Concepción y las reducciones de San Joaquín (sobre el río Acaray) y San Estanislao (cerca del río Monday), fueron anexadas al gobierno de Asunción. Por una nueva Ordenanza del 15 de enero de 1770, Bucarelli centralizó el gobierno en Bruno de Zabala como Gobernador General Interino de Misiones, con sede en Candelaria con tres departamentos a cargo de los tenientes de dragones del Regimiento de Buenos Aires Gaspar de la Plaza, Joseph Birbost y Francisco Pérez. El 2 de octubre de 1766 el Carlos III había dictado una real cédula por la cual creaba la Gobernación de las islas Malvinas, como dependencia del gobernador y capitán general de Buenos Aires, nombrando a Felipe Ruiz Puente como su primer gobernador, quien asumió el 1 de abril de 1767, al tomar posesión de la entonces colonia francesa. Los ingleses habían establecido en 1765 un enclave, Puerto Egmont, en Isla Trinidad (Malvinas), sin hacer caso de las reclamaciones del gobierno español. El gobierno español ordenó expulsar cualquier asentamiento británico en el área por Ordenanza de la Real Corona Española del 25 de febrero de 1768, con lo que Bucarelli mandó desalojar la isla por una escuadra al mando del capitán de navío Juan Ignacio de Madariaga. El 4 de junio de 1770 la escuadra se presentó en Puerto Egmont y tras intercambiar mensajes con los ingleses y no obtener una respuesta favorable decidió proceder al desalojo. Puerto Egmont se rindió el día 10, luego de algunos disparos. No obstante, Puerto Egmont fue devuelto a los británicos un año después, sólo para ser abandonado nuevamente en 1774. Durante su gobierno quedó inaugurado el servicio del correo marítimo entre La Coruña y el Río de la Plata, ampliándose el servicio terrestre con otras regiones limítrofes de la gobernación de Buenos Aires. En 1770, antes de cumplir su mandato, fue reemplazado provisoriamente el 25 de agosto por el segundo comandante político y militar e inspector general de la provincia Juan José de Vértiz y se retiró a España, donde tras desempeñarse como Virrey de Navarra falleció en el año 1775. Fuente: Wikipedia.

Borges, Jorge Francisco Isidoro Luis. (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986) Uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento humano, ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trascendiendo cualquier clasificación y excluyendo cualquier tipo de dogmatismo. Se lo ha presentado como uno de los eruditos más grandes del siglo XX, lo cual no impide que la lectura de sus escritos suscite momentos de viva emoción o de simple distracción. Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios lógicos, silogismos ornitológicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias, thrillers teológicos, nostálgicas geometrías y recuerdos inventados, son parte del inmenso paisaje que las obras de Borges ofrecen tanto a los estudiosos como al lector casual. Y sobre todas las cosas, la filosofía, concebida como perplejidad, el pensamiento como conjetura, y la poesía, como la forma suprema de la racionalidad. Siendo un literato puro pero, paradójicamente, preferido por los semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece — a través de la perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de su poesía — una obra que hace honor a la lengua española y la mente universal. Ciego a los 55 años, personaje polémico, con posturas políticas que le impidieron ganar el Premio Nobel de Literatura al que fue candidato durante casi treinta años, Borges siempre soñó con que la posteridad le perdonara sus errores y le concediera la gloria de que se lo recordase por sus mejores textos. Que un individuo quiera despertar en otro individuo recuerdos que no pertenecieron más que a un tercero, es una paradoja evidente. Ejecutar con despreocupación esa paradoja, es la inocente voluntad de toda biografía. Borges consideraba que había heredado dos tradiciones de sus antepasados: una militar y otra literaria. Su árbol genealógico lo entronca con ilustres familias argentinas de estirpe criolla y anglosajona, como también portuguesa. Desciende de varios militares que tomaron parte activa en la Independencia Argentina, como Francisco Narciso de Laprida, que presidió el Congreso de Tucumán y firmó el Acta de la Independencia; Francisco Borges Lafinur -su abuelo paterno- fue un coronel uruguayo; Edward Young Haslam -su bisabuelo paterno- fue un poeta romántico que editó uno de los primeros periódicos ingleses del Río de Plata, el Southern Cross; Manuel Isidoro Suárez -su bisabuelo materno- fue un coronel que luchó en las guerras de la Independencia; Juan Crisóstomo Lafinur -su tío abuelo paterno- fue un poeta argentino autor de composiciones románticas y patrióticas y profesor de Filosofía; Isidoro de Acevedo Laprida -su abuelo materno- fue un militar que luchó contra Juan Manuel de Rosas. Su padre, Jorge Guillermo Borges, fue un abogado argentino, nacido en la provincia de Entre Ríos, que se dedicó a impartir clases de psicología. Era un ávido lector y tenía aspiraciones literarias que concretó en una novela, El caudillo, y algunos poemas; además tradujo a Omar Jayyam de la versión inglesa de Edward Fitzgerald. Para 1970, Jorge Luis Borges recordaba con estas palabras a su padre: El me reveló el poder de la poesía: el hecho de que las palabras sean no sólo un medio de comunicación sino símbolos mágicos y música. Su madre, Leonor Acevedo Suárez, era uruguaya. Aprendió inglés de su marido y tradujo varias obras de esa lengua al español. La familia de su padre tenía orígenes españoles, portugueses e ingleses; la de su madre, españoles y posiblemente portugueses. En su casa se hablaba tanto en español como en inglés. Borges nació el 24 de agosto de 1899 a los ocho meses de gestación, en una típica casa porteña de fines del siglo XIX, con patio y aljibe, dos elementos que se repetirán como un eco en sus poesías. Su casa natal estaba situada en la calle Tucumán 840, pero su infancia transcurrió un poco más al norte, en la calle Serrano 2135 del barrio de Palermo. La relación de Borges con la literatura comenzó a muy temprana edad, siendo que a los cuatro años ya sabía leer y escribir. Debido a que en su casa se hablaba tanto español como inglés, Borges creció como bilingüe. En 1905 comenzó a tomar sus primeras lecciones con una institutriz británica. Al año siguiente escribió su primer relato, La visera fatal, siguiendo páginas del Quijote. Además, esbozó en inglés un breve ensayo sobre mitología griega. A los nueve años tradujo del inglés El príncipe feliz, de Oscar Wilde, texto que se publicó en el periódico El País rubricado por Jorge Borges (h). En el barrio de Palermo, que por aquella época era un barrio marginal de inmigrantes y cuchilleros, conoció las andanzas de los compadritos que después poblaron sus ficciones. Borges ingresó al colegio directamente en el cuarto grado. El inicio de su educación formal a los 9 años y en una escuela pública fue una experiencia traumática para Borges, los compañeros se mofaban de aquel sabelotodo, que llevaba anteojos, vestía como un niño rico, no se interesaba por los deportes y hablaba tartamudeando. Durante los cuatro años de su permanencia en ese colegio, Borges no aprendió mucho más que algunas palabras en lunfardo y varias estrategias para pasar desapercibido. En 1914 el padre de Borges se vio obligado a dejar su profesión, jubilándose de profesor debido a la misma ceguera progresiva y hereditaria que décadas más tarde afectaría también a su hijo. Junto con la familia, se dirigió a Europa para someterse a un tratamiento oftalmológico especial. Para refugiarse de la Primera Guerra Mundial, la familia se instaló en Ginebra (Suiza), donde el joven Borges y su hermana Norah —nacida en 1902— asistirían a la escuela. Borges estudió francés y cursó el bachillerato en el Liceo Jean Calvin. El ambiente en aquel establecimiento de inspiración protestante era completamente distinto al de su anterior escuela de Palermo; sus compañeros, muchos de ellos extranjeros como él, apreciaban ahora sus conocimientos e inteligencia y no se burlaban de su tartamudez. Durante esa época leyó sobre todo a los prosistas del Realismo francés y a los poetas expresionistas y simbolistas, especialmente a Rimbaud. A la vez, descubrió a Schopenhauer, a Nietzsche, a Carlyle y a Chesterton. Con la sola ayuda de un diccionario aprendió por sí mismo el alemán y escribió sus primeros versos en francés. Gracias al fin de las hostilidades y después del fallecimiento de la abuela materna, la familia Borges marchó a España en 1919. Inicialmente se instalaron en Barcelona y luego se trasladaron a Palma de Mallorca. En esta última ciudad Borges escribió dos libros que no publicó: Los ritmos rojos, poemas de elogio a la Revolución rusa, y Los naipes del tahúr, un libro de cuentos. En Madrid y en Sevilla participó del movimiento literario ultraísta, que luego encabezaría en Argentina y que influiría poderosamente en su primera obra lírica. Colaboró con poemas y en la crítica literaria en las revistas Ultra, Grecia, Cervantes, Hélices y Cosmópolis. En esta época conoció a su futuro cuñado, Guillermo de Torre, y a algunos de los principales escritores españoles de la época, como Rafael Cansinos-Assens —a quien frecuentaba en el famoso Café Colonial y a quien siempre consideró su maestro— Ramón Gómez de la Serna, Valle Inclán y Gerardo Diego. El 4 de marzo de 1921, junto con su abuela paterna —Frances Haslam, quien se les había unido en Ginebra en 1916— sus padres y su hermana, Borges embarcó en el puerto de Barcelona en el Reina Victoria Eugenia, que los devolvería a Buenos Aires. En el puerto los esperaba el escritor, filósofo de la paradoja y humorista surreal Macedonio Fernández, cuya amistad Borges habría de heredar de su padre. El contacto con Buenos Aires llevó al poeta a una relación exaltada de descubrimiento con su ciudad natal. Así comenzó a dar forma a la mitificación de los barrios suburbanos, donde asentaría parte de su constante idealización de lo real. Ya en Buenos Aires publicó en la revista española Cosmópolis, fundó la revista mural Prisma (de la que sólo se publicaron dos números) y también publicó en Nosotros, dirigida por Alfredo Bianchi. Por esa época conoció a Concepción Guerrero, una joven de dieciséis años de quien se enamoró. En 1922 visitó a Leopoldo Lugones junto a Eduardo González Lanuza para entregarle el último número de Prisma. En agosto de 1924 fundó la revista ultraísta Proa junto con Ricardo Güiraldes -autor de Don Segundo Sombra- Alfredo Brandán Caraffa y Pablo Rojas Paz, aunque paulatinamente iría abandonando esa estética. En 1923, en víspera de un segundo viaje a Europa, Borges publicó su primer libro de poesía, Fervor de Buenos Aires, en el que se prefigura, según palabras del propio Borges, toda su obra posterior. Fue una edición preparada apuradamente, en la que se colaron algunas erratas y que, además, carecía de prólogo. Para la tapa su hermana Norah realizó un grabado. Se editaron unos trescientos ejemplares; los pocos que se conservan son considerados tesoros por los bibliófilos y en algunos se aprecian correcciones manuscritas realizadas por el mismo Borges. En Fervor de Buenos Aires es donde emotivamente confesó que, finalmente, las calles de Buenos Aires/ya son mi entraña. Son treinta y tres poemas tan heterogéneos que aluden a un juego de cartas (el truco), o al tirano Juan Manuel de Rosas, o a la exótica Benarés; sin ahorrar el espacio para solazarse en un patio anónimo de Buenos Aires, en la amistad oscura/ de un zaguán, de una parra y de un aljibe. Sobre el espíritu de este libro ha escrito Borges que en aquel tiempo buscaba los atardeceres, los arrabales y la desdicha. Después de un año en España e instalado definitivamente en su ciudad natal a partir de 1924, Borges colaboró en algunas revistas literarias y con dos libros adicionales, Luna de enfrente e Inquisiciones —que nunca reeditó— establecería para 1925 su reputación de jefe de la más joven vanguardia. En los siguientes treinta años Borges se transformaría en uno de los más brillantes y más polémicos escritores de América. Cansado del ultraísmo que él mismo había traído de España, intentó fundar un nuevo tipo de regionalismo, enraizado en una perspectiva metafísica de la realidad. Escribió cuentos y poemas sobre el suburbio porteño, sobre el tango, sobre fatales peleas de cuchillo, como Hombre de la esquina rosada y El puñal. Pronto se cansó también de este ismo y empezó a especular por escrito sobre la narrativa fantástica o mágica, hasta el punto de producir durante dos décadas —desde 1930 a 1950— algunas de las más extraordinarias ficciones del siglo XX: Historia universal de la infamia, Ficciones, El Aleph, entre otros. Más tarde colaboró, entre otras publicaciones, en Martín Fierro, una de las revistas clave de la historia de la literatura argentina de la primera mitad del siglo XX. No obstante su formación europeísta, reivindicó temáticamente sus raíces argentinas, y en particular porteñas, en poemarios como Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno de San Martín (1929). Compuso letras de tangos y milongas, si bien rehuyó la sensiblería del inconsolable tango-canción y el manejo sistemático del lunfardo, que infunde un aire artificioso a las sencillas coplas. En sus letras y algunos relatos se narran las dudosas hazañas de los cuchilleros y compadres, a los que muestra en toda su despojada brutalidad aunque dentro de un clima trágico, cuando no casi épico. En 1930 Borges publicó el ensayo Evaristo Carriego y prologó una exposición del pintor uruguayo Pedro Figari. Además, conoció a un joven escritor de solo 17 años, que luego sería su amigo y con el que publicaría numerosos textos, Adolfo Bioy Casares. En el primer número de la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo, Borges colaboró con un artículo dedicado al coronel Ascasubi. En este primer número, publicado en 1931, también contribuyeron la propia Victoria Ocampo, Waldo Frank, Alfonso Reyes Ochoa, Jules Supervielle, Ernest Ansermet, Walter Gropius, Ricardo Güiraldes y Pierre Drieu la Rochelle. Borges publicó dos años más tarde una colección de ensayos y crítica literaria titulada Discusión, la que abarca temas tan diversos como la poesía gauchesca, la Cábala, temas filosóficos, el arte narrativo y hasta su opinión sobre clásicos del cine. El 12 de agosto de 1933 comenzó a dirigir, junto con Ulyses Petit de Murat, la Revista Multicolor de los Sábados, suplemento cultural impreso a color del diario populista Crítica que duraría hasta octubre de 1934. En 1935 editó Historia universal de la infamia, una serie de relatos breves, entre ellos, Hombre de la esquina rosada. Allí sigue interesado en el perfil mítico de Buenos Aires iniciado en Evaristo Carriego. Al año siguiente se publicaron los ensayos de Historia de la eternidad, donde —entre otros temas— Borges indaga sobre la metáfora. En la revista quincenal El Hogar, comenzó a publicar la columna de crítica de libros y autores extranjeros hasta 1939. Allí publicó quincenalmente gran cantidad de reseñas bibliográficas, biografías sintéticas de escritores y ensayos. Colaboró también en la revista Destiempo, editada por Adolfo Bioy Casares y Manuel Peyrou, con ilustraciones de Xul Solar. Para la editorial Sur tradujo A Room of One’s Own, de Virginia Woolf y al año siguiente la novela Orlando de la misma autora. En 1937 publicó Antología clásica de la literatura argentina. El Borges vanguardista y más tarde terruñero pasó, en la década de los 30, al Borges de la revista Sur, con su cosmopolitismo de alto vuelo; al Borges metafísico que especuló sobre el tiempo y el espacio y lo infinito, la vida y la muerte y si hay destino para el hombre; al Borges que hace alardes de erudición y que ya pergeña sus celebérrimos textos trampa: comentarios exhaustivos, por ejemplo, de libros que no existen, o relatos que juntan y mezclan lo real con lo ficticio. También se percibe un cambio en materia de estilo, una labor de poda en las prosas y los metros, que pasan a ser más clásicos, más nítidos, más sencillos. Los años finales de esta década fueron funestos para Borges: primero vino la muerte de la abuela Fanny; después, la del padre, precedida de una muy lenta y penosa agonía. Borges se vio arrojado de una vez pero contundentemente al mundo de los adultos responsables. Tenía que hacer lo que todos hacían desde edades bastante más tempranas: trabajar, sacar adelante una familia. En esto tuvo suerte: con la ayuda del poeta Francisco Luis Bernárdez, consiguió en 1938 un empleo en la biblioteca municipal Miguel Cané del barrio porteño de Almagro. En esta poco concurrida biblioteca pudo seguir haciendo lo que solía, pasarse los días entre libros, leyendo y escribiendo. Después, el mismo Borges sufrió un grave accidente, al golpearse la cabeza con una ventana, lo que lo llevó al borde de la muerte por septicemia y que, oníricamente, reflejará en su cuento El sur. En la convalecencia escribió el cuento Pierre Menard, autor del Quijote. Esos sueños de convaleciente le sirvieron para escribir páginas espléndidas; fantasiosas pero tramadas por su inconfundible mente de siempre, lúcida y penetrante. Borges salió del trance afianzado en la idea que venía rumiando desde hacía tiempo: que la realidad empírica es tan ilusoria como el mundo de las ficciones, pero inferior a éste, y que sólo las invenciones pueden suministrarnos herramientas cognoscitivas confiables. En 1940 publicó Antología de la literatura fantástica, en colaboración con Bioy Casares y Silvina Ocampo, quienes ese mismo año contrajeron matrimonio, siendo Borges el testigo de su boda. Prologó, además, el libro de Bioy Casares La invención de Morel. Publicó en 1941 Antología Poética Argentina y editó el volumen de narraciones El jardín de senderos que se bifurcan, obra con la que se hizo acreedor al Premio Nacional de Literatura. Al año siguiente apareció Seis problemas para don Isidro Parodi, libro de narraciones que escribió en colaboración con Bioy Casares. Lo firmaron con el seudónimo «H. Bustos Domecq», el cual proviene de «Bustos», un bisabuelo cordobés de Borges, y «Domecq», un bisabuelo de Bioy Casares. Bajo el título Poemas (1923-1943) reunió en 1943 la labor poética de sus tres libros más los poemas publicados en el diario La Nación y en la revista Sur. Presentó, junto con Bioy Casares, la antología Los mejores cuentos policiales. Para esta época, Borges ya había logrado un espacio en el reducido círculo de la vanguardia literaria argentina. Su obra Ficciones recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). En sus páginas se halla Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, sobrecogedora e insuperable metáfora del mundo. En una reunión en la casa de Bioy Casares y Silvina Ocampo, Borges conoció en agosto de 1944 a Estela Canto, una joven atractiva, inteligente, cultivada y poco convencional, que llamó su atención —acostumbrado a tratar en los círculos literario y social con mujeres convencionales de la clase media o alta— y de quien se enamoró sin ser correspondido. Estela era una mujer vanidosa y hasta su muerte se ufanaba de haber conquistado el amor, y después la amistad de Borges, así como de haber sido la destinataria de una colección de cartas de amor que mostraban hasta qué punto el autor de Ficciones, que detestaba el sentimentalismo en la literatura, podía ser profundamente sentimental en la vida. En su libro de memorias, Canto escribió: La actitud de Borges me conmovía. Me gustaba lo que yo era para él, lo que él veía en mí. Sexualmente me era indiferente, ni siquiera me desagradaba. Sus besos torpes, bruscos, siempre a destiempo, eran aceptados condescendientemente. Nunca pretendí sentir lo que no sentía. La figura de Estela le inspiró a Borges ciertos aspectos de El Aleph, uno de sus mejores cuentos. El le dedicó a ella ese relato y le regaló el manuscrito original, el cual Estela hizo subastar cuatro décadas más tarde en Sotheby y fue vendido en más de 25.000 dólares a la Biblioteca Nacional de España. Desafiando a su madre, para quien Estela era una desclasada, Borges le propuso casamiento. Ese amor no consumado, siempre agónico, terminó de morir hacia fines de 1952. En colaboración con Silvina Bullrich publicó El compadrito en 1945. Junto con Bioy Casares publicó en 1946 Un modelo para la muerte utilizando el seudónimo B. Suárez Lynch y, como H. Bustos Domecq, Dos fantasías memorables, volumen de historias de suspenso policial. Borges aclaró posteriormente que «Suárez» provenía de su abuelo y que «Lynch» representaba el lado irlandés de la familia de Bioy. Fundó y dirigió la revista Los Anales de Buenos Aires (que concluiría, tras 23 números, en diciembre de 1948). En la publicación, Borges y Bioy colaboraron con un nuevo seudónimo: «B. Lynch Davis». Entre 1947 y 1948 editó el ensayo Nueva refutación del tiempo y publicó sus Obras Escogidas. En 1949 se editó su célebre obra narrativa El Aleph, libro de género fantástico y que para la crítica es casi unánimemente su mejor colección de relatos. En 1946 Juan Domingo Perón fue elegido presidente, venciendo así a la Unión Democrática. Borges, que había apoyado a ésta última, se manifestaba abiertamente en contra del nuevo gobierno. Su fama de antiperonista lo acompañó toda su vida. Respecto al nuevo gobierno, que Borges consideraba una dictadura, manifestó: Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez… Combatir estas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor ¿Habré de recordar a los lectores del Martín Fierro y de Don Segundo Sombra que el individualismo es una vieja virtud argentina? Borges se sintió obligado a renunciar a su empleo como bibliotecario cuando fue designado Inspector de mercados de aves de corral por el gobierno. Su madre y su hermana, también antiperonistas, fueron detenidas por la policía. Borges fue llevado por la necesidad a convertirse en conferencista itinerante por diversas provincias argentinas y Uruguay. Para ello, debió superar su tartamudez y su timidez con ayuda médica. La necesidad también lo llevó a iniciarse en la tarea docente como profesor de literatura inglesa en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza y, más tarde, en la Universidad Católica. Los albores de la década de 1950 marcaron el inicio del reconocimiento de Borges dentro y fuera de Argentina. La Sociedad Argentina de Escritores lo nombró presidente en 1950, cargo al que renunciaría tres años más tarde. Dictó conferencias en la Universidad de la República de Uruguay, donde apareció su ensayo Aspectos de la literatura gauchesca. Editó en México Antiguas literaturas germánicas, escrito en colaboración con Delia Ingenieros. También en ese mismo año se publicó en París la primera traducción francesa de su narrativa (Fictions) y en Buenos Aires la serie de cuentos La muerte y la brújula. En 1952 aparecieron los ensayos de Otras inquisiciones y se reeditó un ensayo sobre lingüística porteña titulado El idioma de los argentinos, junto con El idioma de Buenos Aires de José Edmundo Clemente. Apareció también la segunda edición de El Aleph, con nuevos cuentos. Algunas narraciones de este libro fueron traducidas al francés por Roger Caillois y publicadas en París en 1953 con el nombre de Labyrinthes. Ese año Borges publicó El Martín Fierro, ensayo que tuvo una segunda edición dentro del año. Bajo el cuidado de José Edmundo Clemente, la editorial Emecé comenzó a publicar sus Obras Completas. En 1954 el director cinematográfico Leopoldo Torre Nilsson dirigió el film Días de odio, basado en el cuento de Borges Emma Zunz. Tras el golpe militar —denominado Revolución Libertadora— que derrocó al gobierno peronista, Borges fue elegido en 1955 director de la Biblioteca Nacional, cargo que ocuparía por espacio de 18 años. En diciembre de ese mismo año fue designado miembro de la Academia Argentina de Letras. Publicó Los orilleros, El paraíso de los creyentes, Cuentos breves y extraordinarios, Poesía gauchesca, La hermana Eloísa y Leopoldo Lugones. Se le confirmó, además, en la cátedra de Literatura Alemana y, luego, como director del Instituto de Literatura Alemana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. La revista Ciudad le dedicó un volumen crítico y bibliográfico sobre su obra. Apareció Ficciones en italiano, bajo el título La Biblioteca di Babele. Tras varios accidentes y algunas operaciones, un oftalmólogo le prohibió leer y escribir. Aunque aún distinguía luces y sombras, esta prohibición cambió profundamente su práctica literaria. Borges se fue quedando ciego como consecuencia de la enfermedad congénita que había ya afectado a su padre. El hecho no fue repentino (Se ha extendido desde 1899 sin momentos dramáticos, un lento crepúsculo que duró más de medio siglo), sino que más bien se trató de un proceso; como fuere, esto no le impidió seguir con su carrera de escritor, ensayista y conferencista, así como tampoco significó para él el abandono de la lectura —hacía que le leyesen en voz alta— ni del aprendizaje de nuevas lenguas. El haber sido nombrado director de la Biblioteca Nacional y, en el mismo año, comprender la profundización de su ceguera fue percibido por Borges como una contradicción del destino. Él mismo lo relató en una conferencia dos décadas más tarde: Poco a poco fui comprendiendo la extraña ironía de los hechos. Yo siempre me había imaginado el Paraíso bajo la especie de una biblioteca. Ahí estaba yo. Era, de algún modo, el centro de novecientos mil volúmenes en diversos idiomas. Comprobé que apenas podía descifrar las carátulas y los lomos. En 1956 dictó el curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, fue nombrado catedrático titular en la misma universidad, recibió un doctorado Honoris Causa de la Universidad de Cuyo y fue nombrado presidente de la Asociación de Escritores Argentinos. En Montevideo criticó ásperamente al peronismo depuesto y defendió a la Revolución Libertadora. Por su adhesión al nuevo gobierno resultó muy criticado, entre otros, por Ernesto Sabato y Ezequiel Martínez Estrada. Sábato y Borges continuarían, si bien no enemistados, separados por motivos políticos hasta 1973, cuando, a raíz de un encuentro casual en una biblioteca, Orlando Barone resolvió promover una serie de reuniones, en las que ambos escritores discutieron sobre literatura, filosofía, cine, lingüística y demás temas. El resultado de estas reuniones fue la edición de un libro: Diálogos: Borges-Sabato. Entre 1957 y 1960 publicó Manual de zoología fantástica y El Hacedor, una colección de textos breves y poemas dedicada a Leopoldo Lugones. Hizo una nueva actualización de Poemas y publicó en el diario La Nación el poema Límites. Bajo su dirección se inició la segunda época de la revista La Biblioteca y, en colaboración con Bioy Casares, editó la antología Libro del cielo y del infierno. Sus obras continuaron traduciéndose a varios idiomas: en este período en particular Otras inquisiciones fue traducido al francés bajo el título Enquétes, El Aleph al alemán con el título Labyrinthe y una selección de cuentos de El Aleph y Ficciones al italiano como L’Aleph. En este período también aparecieron los volúmenes sexto a noveno de las Obras Completas. Para 1960 se vinculó con el Partido Conservador. Compartió con Samuel Beckett, en 1961, el Premio Internacional de Literatura (consistente en 10 mil dólares), otorgado por el Congreso Internacional de Editores en Formentor, Mallorca. Este importante galardón lo promovió internacionalmente y le ofreció la posibilidad de que sus obras fueran traducidas a numerosos idiomas (inglés, francés, alemán, sueco, noruego, danés, italiano, polaco, portugués, hebreo, farsí, griego, eslovaco y árabe, entre otros). Apareció su Antología personal, editada por Sur. Viajó junto a su madre a Estados Unidos, invitado por la Universidad de Texas y por la Fundación Tinker, de Austin. Allí dictó conferencias y cursos sobre literatura argentina durante seis meses. En Nueva York se editó una antología de sus cuentos titulada Labyrinths y se tradujo al alemán Historia universal de la infamia. En 1962 se estrenó el film Hombre de la esquina rosada, basado en el cuento homónimo, que dirigió René Mugica. Finalizó una biografía sobre el poeta Almafuerte. En compañía de su madre, viajó a Europa en 1963 y ofreció numerosas conferencias. De regreso a Buenos Aires terminó una antología sobre Evaristo Carriego. Con la colaboración de María Esther Vázquez publicó Introducción a la literatura inglesa en 1965 y Literaturas germánicas medievales en 1966. Al año siguiente se editó Introducción a la literatura norteamericana, escrito en colaboración con Esther Zemborain y Crónicas de Bustos Domecq, con Bioy Casares. Se editaron, además, sus milongas y tangos en el libro Para las seis cuerdas, ilustrado por Héctor Basaldúa, y su cuento La intrusa. El 21 de septiembre de 1967 Borges, de 68 años, se casó por iglesia con Elsa Astete Millán, viuda de 57 años. Durante los primeros tiempos, la pareja vivió en la casa de él, compartiendo sus días con Leonor Acevedo. En el recuerdo de Elsa la madre del escritor no intervino para perjudicar la relación. No obstante, según los amigos de Borges, los celos de Doña Leonor eran terribles. Unos meses después del casamiento, la pareja se mudó a un departamento, donde hicieron por primera vez la experiencia de vivir juntos y solos, y allí la rivalidad entre su esposa y su madre cobró mayor virulencia y el escritor tuvo que empezar a visitar a escondidas a Leonor. Esa experiencia, además, llevaría a la pareja a enfrentar definitivamente la realidad: la convivencia era intolerable. En una entrevista publicada en 1993, Elsa admitió que no fue feliz junto a Borges: Era introvertido, callado y poco cariñoso. Era etéreo, impredecible. No vivía en un mundo real. El matrimonio duró hasta octubre de 1970. En 1968, con la colaboración de Margarita Guerrero, publicó una ampliación del Manual de zoología fantástica bajo el título El libro de los seres imaginarios. Apareció en ese año su Nueva antología personal. Viajó a Santiago de Chile para asistir al Congreso de Intelectuales Antirracistas y a Europa e Israel para pronunciar algunas conferencias. El director Hugo Santiago dirigió la película Invasión, con argumento de Bioy y Borges. En 1969 ordenó y corrigió dos libros de poemas: El otro, el mismo y Elogio de la sombra, el cual logró dos ediciones dentro del año. Con ilustraciones del pintor Antonio Berni, se editó su traducción y antología de Hojas de hierba, de Walt Whitman. Después de algunos años sin publicar cuentos, reunió varias narraciones en El informe de Brodie, libro publicado en agosto de 1970. En 1971 Borges publicó en Buenos Aires el cuento largo titulado El congreso. Al año siguiente viajó a Estados Unidos, donde recibió numerosas distinciones y pronunció conferencias en diversas universidades. A su regreso a Buenos Aires publicó el libro de poemas El oro de los tigres y el 24 de agosto, día de su cumpleaños, recibió un homenaje singular: la publicación en forma privada de su cuento El otro. En 1973 fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y, paralelamente, solicitó su jubilación como director de la biblioteca nacional. En 1973 reunió por primera vez en un volumen sus Obras Completas, editadas por Emecé. Como De Quincey y tantos otros, he sabido, antes de haber escrito una sola línea, que mi destino sería literario. Mi primer libro data de 1923; mis Obras Completas, ahora, reúnen la labor de medio siglo. No sé que mérito tendrán, pero me place comprobar la variedad de temas que abarcan. La patria, los azares de los mayores, las literaturas que honran las lenguas de los hombres, las filosofías que he tratado de penetrar, los atardeceres, los ocios, las desgarradas orillas de mi ciudad, mi extraña vida cuya posible justificación está en estas páginas, los sueños olvidados y recuperados, el tiempo….La prosa convive con el verso; acaso para la imaginación ambas son iguales (Obras Completas. Prólogo). En Milán, Franco María Ricci publicó el cuento El congreso en una edición lujosísima con letras de oro. El libro de poesía La rosa profunda y la colección de relatos El libro de arena se publicaron en 1975, junto con la recopilación Prólogos. Se estrenó además la película El muerto, sobre un cuento homónimo, dirigida por Héctor Olivera. Ante una nueva victoria del peronismo, Borges insistió en recordar al primer gobierno de Perón como “los años de oprobio”. En 1975 falleció su madre, a los noventa y nueve años. A partir de ese momento Borges realizaría sus viajes junto a una ex-alumna, luego secretaria y —por último, en la senectud de Borges— su segunda esposa, María Kodama. En 1986 fijó su residencia en Ginebra, ciudad a la que lo unía un profundo amor y a la cual Borges había designado una de mis patrias. El 26 de abril se casó —por poderes— con María Kodama, según Acta de esa fecha labrada en Colonia Rojas Silva, Paraguay. Falleció el 14 de junio de 1986 a los 86 años víctima de un cáncer hepático y un enfisema pulmonar. Obedeciendo su última voluntad, sus restos yacen en el cementerio de Plain Palais. La lápida, realizada por el escultor argentino Eduardo Longato, es de una piedra blanca y áspera. En lo alto de su cara anterior se lee Jorge Luis Borges y, debajo, And ne forhtedon na, junto a un grabado circular con siete guerreros, una pequeña Cruz de Gales y los años 1899/1986. La inscripción And ne forhtedon na, formulada en anglosajón, se traduce como Y que no temieran. La cara posterior de la lápida contiene la frase Hann tekr sverthit Gram okk / legger i methal theira bert, que se corresponde con dos versos del capítulo veintisiete de la Saga Volsunga (saga noruega del siglo XIII), y se traducen como El tomó su espada, Gram, y colocó el metal desnudo entre los dos. Estos dos mismos versos los utilizó también Borges como epígrafe de su cuento Ulrica, incluido en El libro de arena, único relato de amor del autor y cuyo protagonista se llama Javier Otárola. Bajo esta segunda inscripción aparece el grabado de una nave vikinga, y bajo ésta una tercera inscripción: De Ulrica a Javier Otárola, lo que permite interpretar esta última inscripción como una dedicatoria de María Kodama a Jorge Luis Borges. En febrero de 2009, se presentó un proyecto para trasladar sus restos al cementerio porteño de la Recoleta. Se generó una importante polémica; su viuda María Kodama se opuso rotundamente y finalmente el proyecto quedó desechado. Fuentes: Varias.

Bunge, Carlos Octavio. Nacido y muerto en Buenos Aires (1875-1918), desarrolló una acción intelectual sociológica destacada desde Argentina hacia toda Latinoamérica. En su principal obra -Nuestra América y principios de psicología individual y social (1903)-, Bunge explicó desde el darwinismo el comportamiento de las sociedades iberoamericanas ante el proceso de modernización, respecto del aluvión inmigratorio. Cultivó un biologismo aristocratizante. La complejidad de su pensamiento se debió a las teorías con las que se formó. Por caso, se valió de las ideas de Wheeler para armonizar la Teoría de la evolución con el organicismo social, participando así de una búsqueda que preanunciaba la emergencia de peligrosas legitimaciones biológicas para Estados corporativos, como también prolongaciones científicas de pretendida autonomía, que llegan hasta los actuales planteos sociobiológicos.

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