Biografías 5: Q-Z

Quiroga, Juan Facundo. Nació en San Antonio –La Rioja- en 1788 y murió asesinado en Barranca Yaco en 1835. Partidario de un gobierno federal durante las guerras civiles posteriores a la declaración de independencia, fue apodado El Tigre de los Llanos tanto por amigos como por enemigos, en atención a su demostrada ferocidad tanto en riñas como en la guerra. Su padre, un sanjuanino, había sido varias veces comandante militar, explotaba una estancia ubicada en Los Llanos. En 1817 Facundo fue nombrado jefe de milicias de la comarca y participó en las luchas por la independencia organizando milicias, persiguiendo desertores y enviando ganados al Ejército del Norte y al Ejército de los Andes. Gobernó La Rioja; dominó Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero y San Juan. Tuvo durante años marcado predicamento sobre Córdoba. Venció reiteradamente a su enemigo, el tucumano Lamadrid, a quien perdonó la vida enviándolo al destierro. Pero tropezó con el General Paz, militar que lo superaba en conocimiento de la estrategia y movimiento de grandes contingentes. Finalmente logró derrotarlo, pero entonces comenzó su competencia con López, ambos laderos de la más firme confianza de Rosas. Facundo fue un militar excepcionalmente valiente, decidido y capaz. Se fue haciendo progresivamente más cruel, empujado por la crueldad de sus enemigos, especialmente de Lamadrid, y por la frustración de la derrota. Aprovechó el terror que su imagen creaba en derredor, aunque esa impresión genralizada fuera más ficticia que real. Como político fue un federal convencido que defendió la autonomía de su provincia y de sus vecinos, pero nunca luchó por la organización constitucional del país. Al final de su vida cayó envuelto en confusas luchas por el  poder, rodeado de conspiraciones que él había contribuido a crear. La terrible leyenda de Facundo comenzó con el libro de Domingo Faustino Sarmiento, Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga, editado en 1845 en Santiago de Chile, más conocido como Facundo: Civilización y Barbarie. Fue, en realidad, un panfleto político plagado de inexactitudes, en que el autor atacaba al dictador Rosas a través de quien había sido su aliado. Su objetivo era demostrar la tesis de que las luchas civiles argentinas dirimían un conflicto entre la civilización y la barbarie (la madre de todas las zonceras, conforme sostuvo don Arturo Jauretche). Después, historiadores, cronistas y críticos literarios, tomaron demasiado seriamente quizás el testimonio de Sarmiento. Y sobre dicha base se creó una verdadera leyenda negra, que condena a los caudillos federales por todo, y exime de culpas a los intelectuales unitarios. Los escritos de Quiroga resultan muy interesantes. Poseía un estilo elegante y directo; y como demuestra en una de sus cartas a Lamadrid, evitaba las formalidades inútiles, algo muy raro en su época: ¡Adiós, general, hasta que nos podamos juntar para que uno de los dos desaparezca!, porque esta es la resolución inalterable de su enemigo Facundo Quiroga. Otra curiosidad de Facundo era el conocimiento que tenía de La Biblia, de la cual lograba citar de memoria páginas enteras. Fuentes: Calfucurá. La conquista de las pampas; Los caudillos.

Ramos Mexía, Ezequiel. Nacido en Buenos Aires el 15 de diciembre de 1852 y muerto en la misma ciudad, el 7 de noviembre de 1935. Abogado y político, fue Diputado de la Provincia de Buenos Aires desde 1880 hasta 1883. Entre 1898 y 1913, fue Ministro de Obras Públicas y Agricultura de los presidentes Julio A. Roca, Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta y Roque Sáenz Peña, momentos estos en que se manifestaba notoria prosperidad económica. En su ejercicio, logró promulgar la Ley de Fomento de Territorios Nacionales y creó los Ferrocarriles del Estado. Estas dos iniciativas, fueron de sustancial importancia para la Patagonia. Promulgó y ejecutó la Ley de Irrigación, mediante las obras del Alto Valle del Río Negro, quedando inconclusas las de Río Tercero en la provincia de Córdoba. También fueron obras que lideró: las instalaciones de Obras Sanitarias de la ciudad de Buenos Aires; el proyecto del Puerto Nuevo y del Canal Mitre; el Ferrocarril a Asunción, con la extensión de las líneas hasta Posadas. Esta última tuvo una gran trascendencia geopolítica, puesto que en su momento implicó consolidar nuestra presencia frente a la brasilera en  Paraguay. Llevó a cabo la canalización del Río Bermejo y el tendido de los primeros ferrocarriles del Estado en el Chaco.

 

Ramos Mejía, Francisco Hermógenes. ¿Quién era Francisco Hermógenes Ramos Mejía para que en las pulperías, gauchos e indios alzaran sus copas por la ley de Ramos? Nació en Buenos Aires el 20 de noviembre de 1773; sus padres fueron Gregorio Ramos Mejía y María Cristina Ross, hija de un protestante escocés. Al cumplir diez años ingresó al Real Colegio Seminario, donde estudió gramática  y latín, y después completó su educación en el Real Colegio San Carlos. En 1797 ocupó un cargo en el Alto Perú (Tomina, Chuquisaca); en 1801 fue nombrado juez subdelegado en Pacaxes (La Paz), una zona con densa población indígena sometida al régimen de la mita. En 1804 se casó con Antonia Segurola, joven heredera de la cuantiosa fortuna de Sebastián Segurola, gobernador intendente de la Paz, y represor de la rebelión indígena encabezada por Tupac Catari. Son sus experiencias en el Alto Perú las que moldean definitivamente su percepción de la problemática indígena americana. En 1806 el matrimonio vendió sus bienes en el Alto Perú, adquiriendo en 1808 una chacra situada en el actual partido de La Matanza, que constaba de dos mil hectáreas, y que se extendía entre el río Matanza y el Palomar de Caseros. Su actuación pública en Buenos Aires comenzó en octubre de 1810 cuando fue nombrado regidor del Cabildo, ocupando el cargo de Defensor de Menores, luego el de Alférez Real y desde mediados de 1815, el de Alcalde Provincial. Pero dejó de actuar en 1816. La historia que merece ser contada es la que sigue. Poco después de la Revolución de Mayo, en 1811, Ramos Mejía estaba en marcha hacia el sur. Dejó Chascomús a la retaguardia y cruzó el Salado acompañado de cinco ayudantes de confianza, hombres de campo que conocían la zona; uno de ellos era el famoso José Luis Molina, baqueano y lenguaraz que hará las veces de guía y de mediador con los indios. Llegaron a la laguna Kaquel Huincul; allí Ramos Mejía les compró a los aborígenes ocupantes el derecho sobre las tierras en diez mil pesos fuertes. Esto era Monsalvo; como es sabido, actual partido de Maipú. En el lugar llamado Mari Huincul (en lengua aborigen: diez lomas, o tierra alta), don Pancho decide levantar su población, iniciando un establecimiento para la cría de ganado mayor que denominó Miraflores. En esa estancia los indios aprendieron a sembrar utilizando el caballo para arar. Se sembró entonces por primera vez, cosechándose trigo, cebada y maíz. Se fundaron plantaciones de cedros, robles, castaños y sinnúmero de frutales. Se impartió la enseñanza de artesanías domésticas. Ramos Mejía enseñó a los indígenas los principios de la moral cristiana. Sin embargo, su prédica se alejaba bastante de la doctrina católica; durante los servicios religiosos, en sábados, don Pancho demostraba su vocación de orador, sorprendiendo a los visitantes por la falta de imágenes sagradas y su permanente lectura y anotación de la Biblia. Se rumoreaba que bendecía las uniones ilegítimas, pero los indios y criollos pobres adherían por igual a las reglas implantadas en Miraflores, que todos llamaron la ley de Ramos. En 1815 se instaló un fortín a cargo del capitán Ramón Lara en la laguna Kaquel Huincul, aún cuando la frontera siguiera en el Salado. Finalmente la frontera se corrió hasta el mencionado fortín y en 1817 se fundó Dolores. Recién en 1919, el estado reconoció el derecho de propiedad de la tierra a don Pancho; ello, pese a la negativa de Juan Manuel de Rosas, que sospechaba de Ramos porque los malones no afectaban Miraflores ni sus alrededores. En realidad Rosas se había opuesto a que la frontera se expandiera hasta Tandil, porque pretendía impedir que Ramos siguiera comprando tierras a los indios. Era indudable que Ramos no integraba el poderoso sector de los ganaderos saladeristas; incluso su firma apareció junto a las de los enemigos de Rosas en la guerra de panfletos que se produjo como consecuencia del cierre de los saladeros en 1818. Cuando en 1820 el gobierno buscó un acuerdo con los indígenas, ellos decidieron que Francisco Ramos Mejía actuara como su procurador. Lugar de las conversaciones fue la estancia de Miraflores; allí se firmó el 7 de marzo de 1820 el Tratado de Miraflores, cuyo Art 4 fijaba la línea de frontera en las tierras ocupadas por los estancieros, quienes sin embargo deberían franquear el paso por sus tierras a los indígenas. Por el Art 5, los indios debían devolver la hacienda robada, pero los blancos respetarían los bienes de los naturales. Sin embargo, ocho meses después un malón azoló Lobos y a los seis días, un segundo malón destruyó Salto, el 3 de diciembre de 1820. La consecuencia de estos ataques fue el avance en represalia de Martín Rodríguez sobre Miraflores. El gobernador ordenó que fueran detenidos todos los aborígenes que trabajaban en la Estancia de Ramos Mejía, acusándolos de ser espías de los indios maloneros; asimismo, intimó a don Pancho para que se presentara a la ciudad de Buenos Aires.  Acusó al estanciero de preferir la amistad de los indígenas a la de sus conciudadanos, así como de trabajar en contra de la religión oficial. Al ejecutar la orden, hubo un intento de resistencia, pero intervino Ramos Mejía, convenciendo a los indígenas que marcharan pacíficamente, ya que al día siguiente iría al fuerte a conversar con el gobernador y subsanar el equívoco. Pero al otro día, el Gobernador comunicó que los indios no serían liberados y que Ramos Mejía debía abandonar su estancia y marchar a la capital. En el trayecto, el estanciero se encontró con ochenta cadáveres de indígenas que los fortineros explicaron como consecuencia de un intento de resistencia. Gran cantidad de indios y criollos, ante la fuerza de los hechos, huyeron de la zona. Entre ellos estaba José Luis Molina, capataz de Ramos Mejía, quien reunió 1500 lanzas y mes y medio después de salir de Miraflores encabezó un malón que llevó ciento cincuenta mil cabezas de ganado y redujo a cenizas el pueblo de Dolores. Dos meses después cayó sobre Pergamino. Pero en todo momento, la estancia de don Pancho fue respetada. Con referencia a las denuncias que se registraron como consecuencia de las prácticas religiosas de Ramos Mejía, el Ministro de Gobierno Rivadavia dictó una resolución estableciendo: Intímase a don Francisco Ramos Mejía, se abstenga de promover prácticas contrarias a la religión del país y de producir escándalos contrarios al buen orden público, al de su casa y familia y a su reputación personal. A todo esto, cabe aclarar que Ramos Mejía se encontraba retenido en Buenos Aires, confinándoselo en su chacra de Los Tapiales. En ese lugar lo acompañó un grupo de indios fieles que alzaron tolderías similares a las del desierto; la finca también sirvió de refugio a los aborígenes condenados a trabajos forzados. A su muerte, los indios protegidos de don Pancho secuestraron el cadáver y lo transportaron tierra adentro, sin que se sepa al día de hoy dónde descansan sus restos. ((Las doctrinas religiosas de Ramos Mejía se inscriben dentro de la corriente que se denomina milenarismo. Según esta corriente antes del fin de los tiempos reinara Cristo  en la tierra durante mil años, después de la resurrección de los justos y antes del Juicio Final. Para analizar este tema tenemos que introducirnos en la personalidad de un jesuita chileno, Manuel Lacunza ( 1731- 1801), exiliado en  Imola en el norte de Italia luego del decreto de expulsión de Carlos III (1767).  Allí se dedicó a escribir la única obra de su vida “ La Venida del Mesías en Gloria y Majestad”, finalizada en 1790, aunque recién editada en 1814. Se divulgó aún antes en copias fragmentarias que circularon por Europa y América. Este extenso libro de aproximadamente 1500 páginas, tenía como tema central el retorno y el reino futuro de Cristo en la tierra)). Fuentes: Varias.

Ramos Mejía, José María. (Buenos Aires, 1842-1914) Historiador, sociólogo y psiquiatra argentino. De familia acomodada, creció en la estancia familiar en la etapa en que se sentían por todas partes los ecos y consecuencias del terror de la dictadura de Rosas, que había sido derrotado en Caseros en 1852. Tal ambiente ejerció poderosa influencia en la orientación y formación del futuro historiador y neurólogo, Catedrático de Enfermedades nerviosas y mentales en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.  En 1875 fundó el Círculo Médico Argentino y en 1879 se graduó como doctor en medicina con la tesis Apuntes clínicos sobre traumatismo cerebral. A partir de entonces ocupó cargos importantes en la administración pública. En 1880 fue elegido diputado nacional y en 1882 vicepresidente de la Comisión Municipal de Buenos Aires, donde gestó la Asistencia Pública, institución que dirigió desde 1873.  En 1887 fundó el Departamento de Higiene, que más tarde dirigió durante dos años. También creó la cátedra de Neuropatología, llamada por entonces “patología nerviosa”, con la que se iniciaron institucionalmente en el país los estudios de psiquiatría. Desde 1908 hasta 1912 fue presidente del Consejo de Educación. Entre sus obras destacan La neurosis de los hombres célebres en la historia (1878), una serie de biografías psicológicas en las que busca los fundamentos científicos de la neurosis; Los simuladores de talento (1905); La locura en la historia (1905), obra prologada por Paul Groussac y Rosas y su tiempo (1907). Fuentes: Biografías y vidas; Estampas Argentinas.

Ramos Mejía, Matías.  (Tapiales, febrero de 1810Buenos Aires, junio de 1885) Hacendado y militar argentino, que participó de las guerras civiles de su país, en el bando unitario. Hijo del acaudalado y excéntrico estanciero Francisco Hermógenes Ramos Mejía, nació en la estancia de Los Tapiales, cerca de Buenos Aires. Estudió en su ciudad natal y se dedicó por muchos años a administrar la estancia Miraflores, en el sur de la provincia de Buenos Aires. En 1829 ayudó al coronel Nicolás Medina a perseguir a los adictos del derrocado gobernador Manuel Dorrego y al coronel Juan Manuel de Rosas. Participó en la defensa de Buenos Aires contra el sitio que le impuso Rosas, y tras la derrota permaneció recluido en Los Tapiales y Miraflores durante dos años. En 1831 se exilió en  Montevideo, y se unió a las fuerzas de Juan Lavalle cuando éste intentó su segunda invasión a la provincia de Entre Ríos. Regresó a Miraflores en 1833. En 1839 fue uno de los jefes de la revolución de los Libres del Sur, y combatió en la batalla de Chascomús como jefe de un escuadrón. Tras la derrota alcanzó a huir con el coronel Manuel Rico, uniéndose al ejército de Lavalle en la provincia de Corrientes. Participó en las batallas de Don Cristóbal y Sauce Grande. Participó en la fracasada campaña contra Buenos Aires, en la toma de Santa Fe y en las derrotas de Quebracho Herrado y Famaillá. Fue uno de los que acompañaron los restos de Lavalle hasta Potosí, y su poncho sirvió de mortaja al general malogrado. Fue edecán de su primo, el presidente boliviano José Ballivián, y se casó con una hija de un matrimonio anterior de éste. Participó en la fracasada invasión del coronel Anselmo Rojo a Jujuy en 1846, que fracasó por exceso de oficiales y falta de soldados. Después pasó a Chile, y de allí a Montevideo. Regresó a Buenos Aires después de la batalla de Caseros y fue juez de paz del partido de Monsalvo. Apoyó la revolución del 11 de septiembre de 1852 y fue ascendido al grado de coronel. Su estancia principal, Mariancul, era una parte de la que había sido de su padre. Desde allí dirigió la resistencia contra la revolución de Hilario Lagos, en diciembre, pero su regimiento – con sede en Chascomús – se plegó a los federales. Fue enviado desde Buenos Aires hacia el Tuyú, como segundo del coronel Pedro Rosas y Belgrano, que debía reunir las tropas leales al gobierno porteño, y dispersó una avanzada federal en el combate de Lastra. Días más tarde, Luchó en la batalla de San Gregorio y fue tomado prisionero. Recuperó la libertad cuando fue levantado el sitio de Buenos Aires. Fue comandante de los partidos de Tuyú, Ajó, Mar Chiquita y El Vecino, cargo que ocupó hasta su renuncia en 1858. Colaboró con el gobierno organizando y financiando compras de caballos para las guerras contra la Confederación Argentina. Participó en las batallas de Cepeda y Pavón. Pasó los años siguientes dedicado a la administración de sus campos y a participar en política, siendo diputado provincial y varias veces juez de paz. Participó en la revolución de 1874, en apoyo del ex presidente Bartolomé Mitre, y en la batalla de La Verde, en que resultó seriamente herido. Fue dado definitivamente de baja y dedicó sus últimos años a la ganadería, especializándose en la cría de caballos. Falleció en Buenos Aires en junio de 1885. Fue el padre del médico, escritor, historiador y político José María Ramos Mejía. Fuente: Wikipedia.com.

Rasquin, Jaime.  Valenciano, fue uno de los conquistadores del Río de la Plata. Volvió a España en las naves que llevaron al obispo Fray Pedro de la Torre. A finales de 1557 firmó capitulaciones para una nueva expedición en la que se comprometía a fundar cuatro pueblos en el Río de la Plata, uno en la costa del Brasil, en la demarcación de Castilla y otro en Viaca o Puerto de los Patos. Compró dos urcas grandes y una nao vizcaína nueva, a la que armó con diez piezas de artillería de bronce. Reclutó seiscientos cincuenta hombres, parte de ellos de la escuadra de Álvaro de Bazán. Nombró almirante al también valenciano Juan Boyl y maestre de campo a Juan Gómez de Villadrando. El 14 de marzo de 1559 zarpó desde Sanlúcar de Barrameda con los tres navíos a los que nombró Jonás, San Juan Bautista y Trinidad. Pasó sin novedad la escala de Canarias y Cabo Verde. En la travesía del Atlántico escasearon el agua y las provisiones, por haberse hecho mal el armamento de los buques, al querer reducir costes. Además de escasear, el bizcocho era de mala calidad, y vieja la tonelería en la que se almacenaba el agua, por lo que esta última se filtraba y perdía. Al encontrarse las naves encalmadas en la zona ecuatorial, sufrieron además los tripulantes las altas temperaturas de la zona. Uniéndose a tales incomodidades los malos modos de Rasquin, hubo desórdenes, quejas y exigencias de abandonar la expedición y dirigirse a las Antillas, a lo que se resistió Rasquin. Ante esta postura, el almirante Boyl, aprovechando una noche oscura, abandonó el convoy. Rasquin no se atrevió a continuar el viaje y se dirigió con las dos naves que le quedaban a las islas de Barlovento, tocando en la Española el 27 de julio y deshaciendo la expedición. Fuente: Wikipedia.

Regalado de la Plaza, Pedro.  (Mendoza, Argentina, 1776 – † Santiago, Chile, 1865) Militar argentino, de participación destacada en la guerra de independencia de su país y de Chile, como oficial del arma de artillería. Se enroló muy joven en la milicia de su ciudad natal, para después de varios años pasar a la guarnición de Buenos Aires. En 1806 y 1807 luchó contra las invasiones inglesas, destacándose especialmente en la Reconquista de Buenos Aires. En 1810 era mayor del cuerpo de artillería de la Unión.  En 1812 se incorporó al Ejército del Norte, y luchó como jefe de la artillería argentina en la batalla de Tucumán. Al año siguiente también lo fue en las de Salta, Vilcapugio y Ayohuma. Regresó a principios de 1814 a Buenos Aires, de donde pasó al sitio de Montevideo a órdenes del general Alvear. Entró con éste a la ciudad rendida y fue jefe de la artillería de su guarnición. Participó en la guerra civil contra los federales de Artigas, hasta verse obligado a abandonar la Banda Oriental tras la derrota de Guayabos. Se unió a fines de 1815 al Ejército de los Andes, con el que cruzó la Cordillera de los Andes. Combatió en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú como jefe de la artillería. En esa campaña también participaron sus hijos José María, que llegaría a general del Perú, e Hilarión, de futura figuración en las guerras civiles argentinas. Después del final de la guerra de independencia en Chile, quedó en ese país como coronel de artillería. Participó en las guerras civiles que sacudieron a ese país en la década de 1820, pero sin tomar un partido claro. Curiosamente, para 1831, él y sus dos hijos eran coroneles de los ejércitos de tres distintos países sudamericanos. Murió en Santiago de Chile en 1865. Fuente: Wikipedia.com.

Reuque Curá. Cacique con mando en la zona de Aluminé, actual Neuquén, hermano de Calfucurá y tío de Manuel Namuncurá. Vivía con sus hijos y los hijos de otro hermano ya muerto, Namuncurá. Fuente: Calfucurá, la conquista de las pampas.

Ribera, Bernardino de.  ó Ribeira ó Rivera, Bernardino de, ó Fray Bernardino de Sahagún, nombre de adopción por el que comúnmente se lo conoce. Nació en Sahagún, León, España, hacia 1499 y murió en Ciudad de México, el 5 de febrero de 1590. Fraile franciscano, autor de un gran número de obras en náhuatl y español, consideradas hoy entre los documentos más valiosos en la tarea de reconstruir la historia de México previa al arribo de los conquistadores. Hacia 1520 se trasladó a Salamanca para estudiar en su Universidad, por entonces un centro de irradiación del Renacimiento en España. Allí aprendió latín, historia, filosofía y teología. Hacia mitad de la década, decidió entrar en la orden franciscana, ordenándose probablemente hacia 1527. Dos años después, en 1529, partió hacia la recién conquistada Nueva España (México) en misión junto a una veintena de frailes, encabezados por fray Antonio de Ciudad Rodrigo. Sus primeros años en el Nuevo Mundo transcurrieron en Tlalmanalco (1530-1532), para luego ser guardián (y probablemente fundador) del convento de Xochimilco (1535). En 1536, y por orden real, el arzobispo de México, Juan de Zumárraga, funda el Imperial Colegio de Santa Cruz, de Tlatelolco. Desde el comienzo, el fraile franciscano enseñó latín allí. El propósito del Colegio era la instrucción académica y religiosa de jóvenes nahuas, fundamentalmente aquellos hijos de pipiltin (nobles). Con algunas interrupciones, fray Bernardino estuvo vinculado al Colegio hasta su muerte. Allí formó discípulos que luego serían colaboradores en sus investigaciones sobre la lengua y la cultura nahuas; los nombres de algunos de ellos son conocidos: Antonio Valeriano, de Azcapotzalco; Martín Jacobita y Andrés Leonardo, de Tlatelolco  y Alonso Bejarano de Cuauhtitlán. Pasó luego por los conventos de Xochimilco, Huejotzingo y Cholula; fue misionero en las regiones de Puebla, Tula y Tepeapulco (1539-1558); definidor provincial y visitador de la Custodia de Michoacán (1558): pero desde 1547 se consagró casi totalmente a la construcción de su obra histórico-antropológica. Obra que habría de traerle no pocos problemas. En 1577 (o 1578) sus trabajos fueron confiscados por orden real, probablemente por temor a que el valor que Bernardino asignara al estudio de la cultura de los antiguos mexicanos y a que sus métodos misionales que, en cierta medida, respetaban las costumbres ancestrales, pudieran ser un obstáculo para la evangelización. Una parte de la campaña en su contra pudo venir de sectores religiosos disconformes con sus métodos misionales, pero no fueron las razones religiosas las más importantes y que llevaron a impedir la publicación de su obra, sino políticas, como lo demuestra el hecho de que las tes copias que fray Bernardino hizo del trabajo, acabasen en la biblioteca del Palacio Real (dos de ellas fueron regaladas por los reyes posteriores), y no en archivos religiosos. La situación de la España de la segunda mitad del siglo XVI era de intolerancia ante el avance protestante. En este clima, no podían ser bien vistas por las autoridades coloniales las investigaciones de Sahagún sobre el mundo azteca, considerado pagano por los europeos. Durante su larga vida, fue autor de un gran número de obras en náhuatl, español y latín. La única impresa durante su vida fue Psalmodia cristiana y Sermonario de los Santos del año, en lengua mexicana, ordenado en cantares o psalmos para que canten los indios en los areytos que hacen en las Iglesias (1583). Escribió además: Incipiunt Epistola et Evangelia; Evangelario en lengua Mexicana; Sermonario de dominicas y de santos en lengua mexicana; Postillas sobre las Epístolas y Evangelios de los Domingos de todo el año, con la colaboración de sus alumnos de Tlatelolco; Tratado de la Retórica y Teología de la gente mexicana; Coloquios y Doctrina Cristiana con que los doce frailes de San Francisco enviados por el papa Adriano VI y por el emperador Carlos V convirtieron a los indios de la Nueva España; Arte de la lengua mexicana con su vocabulario apéndiz; Vida de San Bernardino de Siena, en náhuatl; Manual del Cristiano; un Calendario; Arte adivinatoria y un Vocabulario trilingüe. Pero su obra fundamental, que le insumiese treinta años de arduas tareas, fue la Historia general de las cosas de la Nueva España, en sus tres versiones, que con loable empeño y recogiendo la tradición oral que le trasmitían sus alumnos, enviaba al Consejo de las Indias para su publicación y que este organismo, por razones políticas, invariablemente archivaba sin dar a conocer.  Los tres ejemplares acabaron en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, donde todavía se conserva una. Otra de ellas, compuesta de doce libros, es conocida también como Códice Florentino, porque uno de las manuscritos, después de innúmeras peripecias, terminó en la Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia. Por su método de trabajo, basado en la recolección en las fuentes de testimonios de los ancianos, el análisis detallado y la compilación bilingüe (náhuatl-español), y por los resultados que obtuvo al investigar sobre la cultura de los antiguos mexicanos, eruditos como León-Portilla y Garibay lo han considerado como el primer antropólogo de América. Fuente: Wikipedia.

Rivadavia, Bernardino. Su nombre completo era Bernardino de la Trinidad

González Rivadavia y Rivadavia. Nació en Buenos Aires el 20 de mayo de 1780 y falleció en Cádiz (España), el 2 de setiembre de 1845. Con actividad política permanente, ejerció la presidencia entre el 8 de febrero de 1826 y el 7 de julio de 1827. Se educó en el Real Colegio de San Carlos, pero discontinuó sus estudios. Durante las Invasiones Inglesas actuó como teniente del Tercio de Voluntarios de Galicia. En 1808 Santiago de Liniers lo nombró Alférez Real, pero este nombramiento fue rechazado por el legislativo virreinal. En el Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, Rivadavia votó por la deposición del virrey. Era afrodescendiente; por eso sus rivales políticos lo bautizaron como Doctor Chocolate. Actuó en tiempos del Primer Triunvirato, como embajador en las cortes europeas –junto a Manuel Belgrano-, y finalmente fue inspirador de las políticas del Gobernador bonaerense Martín Rodríguez. Fue un reformista, centralista porteño, extranjerizante, teórico a ultranza, principal autor de la Constitución de 1826, de cuyo ejecutivo se transformó en primer presidente. Su concepción del país jamás excedió los límites de la provincia de Buenos Aires. Por eso no comprendió los esfuerzos del Ejército del Norte, ni las estrategias de ocupación del espacio americano desarrolladas por José de San Martín. No cejó en su persecución a este último, a quien solapadamente amenazó de muerte. Autor de la enfiteusis, primera institución política que se ocupó de la titularidad y explotación de las tierras disputadas (y escamoteadas) al indígena. Responsable del empréstito contraído con la Baring Brothers, se lo ha considerador precursor del imperialismo financiero que históricamente ha corroído las riquezas nacionales. Una de sus medidas más siniestras consistió en contratar al mercenario bávaro Rauch, quien tendría a su cargo la tarea de perseguir a los indígenas pampeanos hasta su más completa extinción. Fuentes: Varias.

Rivera, Bernabé. (Durazno, Uruguay; 1795 –† Yacaré Cururú, actual Departamento de Artigas, 1832). Militar uruguayo. Aunque figura en muchos sitios como hermano menor de Fructuoso Rivera, era su sobrino, hijo natural de su medio hermana Maria Luisa Rivera y del brasileño Alejandro Duval muerto hacia 1815. La familia lo crió ocultando su origen (fue bautizado el 11 de junio de 1795 con el nombre de Juan Esteban y como hijo natural de Pablo Pefaran de la Rivera – padre de Fructuoso Rivera-; el 11 de junio es el día de San Bernabé), lo que explica el error de filiación. Los propios Bernabé y Fructuoso, que se daban trato de hermanos, contribuyeron al malentendido. Con 16 años, a finales de 1811 (ya iniciada la Revolución Oriental), se presentó ante su tío, escapado del hogar de su abuelo, y Fructuoso Rivera lo conservó consigo. En 1818 era ya un soldado destacado y ostentaba el grado de teniente. Cayó prisionero el mismo año; fue enviado a la isla das Cobras y luego a Río de Janeiro, donde transcurrió su cautiverio. Liberado en 1820, después del Acuerdo de Tres Árboles, regresó a la Banda Oriental con el grado de capitán y quedó a cargo del regimiento de Dragones de la Unión. Se sumó, siempre siguiendo a su tío, a la Cruzada Libertadora de 1825 y tuvo una destacada participación en la Batalla de Sarandí. Formalizada en 1826 la Guerra del Brasil, con la participación de la Argentina, al igual que su tío se negó a cumplir la orden de dividir las fuerzas orientales; fue tomado prisionero por Carlos de Alvear, quien lo condenó a muerte. Escapó, según parece gracias a la complicidad de Federico Brandsen y a los buenos oficios con José María Luna. Ya a salvo, envió los grillos que le había colocado Alvear, quien ordenó sin éxito que lo persiguieran. Se reunió con su tío en Santa Fe y regresó con las tropas. En 1828 realizaron la conquista de las Misiones Orientales en campaña relámpago y contra la opinión de Juan Antonio Lavalleja, que había enviado a Manuel Oribe en persecución de Rivera. Tras reunirse con Bernabé, Oribe escribió a Lavalleja respaldando la iniciativa de Fructuoso Rivera. Este episodio gesta una fuerte corriente de simpatía entre Oribe y Bernabé (no parece casual que el hijo de Bernabé se llamase Bernabé Manuel y actuase luego dentro del Partido Blanco). Después de la firma de la Convención Preliminar de Paz en 1828 fue designado jefe del Regimiento de Caballería Nº 3, con el grado de coronel. Durante la primera presidencia de Rivera (18301834) su estatura política creció, y se le considera uno de los candidatos a sucederlo. De su actuación por esa época, destaca -entre otras- la fundación de una villa en el departamento de Paysandú, que denominó San Fructuoso y que fue el germen de lo que hoy es la ciudad de Tacuarembó, capital del hoy departamento del mismo nombre. Participó activamente en la Matanza del Salsipuedes acaecida en las puntas del río Queguay Grande (11 de abril de 1831) dirigida por su tío. Bernabé fue envidado luego hacia el norte del Uruguay en busca del cacique Venado, que había huido junto a otros indígenas. Tras hallarlo logró mediante engaños que lo acompañase junto a sus hombres (no más de una docena) hasta una estancia, donde Bernabé los asesinó cobardemente. Aniquiló luego a otros grupos, transformándose en un verdadero asesino de pueblos indígenas. A principios de 1832 hubo una sublevación de pueblos aborígenes guaraníes en Bella Unión (Santa Rosa del Cuareim). Bernabé la reprimió con crueldad e intransigencia; pero en su maniática tarea de perseguir a los fugitivos, el 20 de junio de 1832 dio con un grupo de 16 charrúas, aparentemente comandados por el cacique Polidoro, que emprendió la fuga. Los persiguió con 24 combatientes hasta una hondonada de la cuchilla Yacaré Cururú; allí perdió la vida junto a otros oficiales y soldados a manos de los indígenas, quienes valientemente derrotaron a quien había sido su azote durante esos años. Fue Bernabé hombre de gran apostura física; casado con la brasileña Manuela Benemonte, tuvo dos hijos: Bernabé Manuel Rivera y Antonio Fructuoso Rivera. Fuente: Wikipedia.com.

Rivera y Toscana, José Fructuoso. (* Durazno, 17 de octubre de 1784 – † Melo, 13 de enero de 1854), militar y político de Uruguay. Fue el primer Presidente constitucional, luego de diversas participaciones en las luchas independentistas. Fundador del Partido Colorado. Era hijo de un poderoso terrateniente de la zona de San José de Mayo, dueño de un saladero; de modo que perteneció el grupo de los estancieros opuestos al monopolio de los comerciantes peninsulares. Se unió a la Revolución Oriental en el interior de la Banda Oriental, en la zona de Minas, y se destacó como pequeño caudillo en el centro de la provincia. Se incorporó a las fuerzas de José Artigas, y a sus órdenes participó en la Batalla de Las Piedras (1811). Cuando Artigas y la división enviada en su ayuda desde Buenos Aires iniciaron el primer sitio de Montevideo, Rivera fue destinado a intentar detener la invasión portuguesa. Cuando ésta se hizo incontenible y el gobierno porteño pactó con el virrey Elío, se unió al Éxodo Oriental, siguiendo a Artigas. Participó de una expedición a las Misiones Orientales a las órdenes de Eusebio Valdenegro y Fernando Otorgués, y luego se incorporó al segundo sitio de Montevideo, bajo órdenes del coronel Manuel Pagola. Pero se retiró con Artigas, cuando éste enfrentó al general José Rondeau, que seguía la política del Directorio de someter a las provincias a un gobierno nombrado y dirigido desde Buenos Aires. Nacía en este momento el federalismo en el Río de la Plata. Después de la toma de Montevideo por Carlos María de Alvear, Rivera fue el jefe de las tropas orientales en la Batalla de Guayabos, derrotando a las tropas de Manuel Dorrego. En sus filas figuraban grupos de indígenas charrúas y guaraníes. Las tropas de Dorrego huyeron en desbandada, y poco después el Director Alvear entregaría el control de la Banda Oriental a Artigas y sus partidarios. Mientras las fuerzas de Otorgués provocaban desmanes contra los ciudadanos de la capital, Rivera comenzó a ser visto por el grupo de comerciantes y doctores, que luego serían los aliados de los portugueses y antes lo habían sido de los realistas, como la garantía de orden entre los caudillos de la zona rural. Cuando se produjo la Invasión Luso-Brasileña, a partir de 1816, Rivera secundó inicialmente a Artigas, destacándose como uno de los jefes que lograron algunas victorias menores. No obstante, fue derrotado en la Batalla de India Muerta, en noviembre de ese año, lo que permitió a los portugueses ocupar Montevideo. Su actuación pública históricamente ha sido objeto de polémica. Algunos historiadores e investigadores como Eduardo Picerno señalan que ya desde el año 1816, cuando comienza la Invasión Luso-Brasileña, Rivera empieza a desobedecer órdenes de Artigas y a manifestar su adhesión a la causa portuguesa de un modo muy distinto a como lo hacía el Gral Belgrano, que proponía a la Reina Carlota de Portugal como Reina de las Provincias Unidas del Sudamérica el 9 de julio del año 1816.  En efecto, Manuel Belgrano buscaba legitimar ante las potencias de ese momento la total independencia rioplatense ante la Santa Alianza, con lo que tal alianza exigía: gobiernos monárquicos. Absolutamente por el contrario, Rivera directamente se sometió a Portugal y luego al Imperio del Brasil, convirtiéndose en uno de los oficiales de Portugal y de Brasil en el territorio actualmente uruguayo. A mediados de 1818, varios jefes artiguistas comenzaron a cuestionar la estrategia defensiva de su jefe; el único oficial notable que no se pronunció en contra del caudillo fue Rivera, por lo que Artigas le entregó el mando de las divisiones más poderosas. Esto causó la defección de muchos de sus subordinados, entre ellos Rufino Bauzá y Manuel Oribe, que pasaron a Buenos Aires. Por su parte, el Director Supremo Pueyrredón le ofreció el mando de las tropas orientales, desplazando a Artigas, pero Rivera no aceptó. No obstante, Rivera obtuvo algunas victorias menores en los combates de Chapicuy y Queguay Chico, pero fue finalmente derrotado en la Batalla de Arroyo Grande. Cuando la derrota de las tropas orientales en la Batalla de Tacuarembó el 22 de enero de 1820, Rivera se encontraba acampando en el arroyo de Tres Árboles. Desde Mataojo – actual departamento de Salto – Artigas le ordenó que se incorporara a su ejército, pero Rivera ya había celebrado un armisticio con el jefe portugués Bentos Manuel Ribeiro y desobedeció la orden del caudillo. En una carta fechada 13 de junio de 1820 al gobernador Francisco Ramírez, descubierta por Picerno, Rivera se habría ofrecido a ultimar a Artigas, a quien consideraba un monstruo, déspota, anarquista y tirano. Hay quienes, como Manuel Flores Silva, sostienen que esta carta, publicada originalmente por Hernán F. Gómez en su clásico Corrientes y la República Entrerriana (1929, Corrientes), se justifica en función del contexto y las dotes de Rivera como hombre político, que permanentemente se adaptaba a las circunstancias. Tras la batalla de Tacuarembó, Artigas se encontraba derrotado y sin apoyo de Ramírez. A su vez, Ramírez había creado la República de Entre Ríos, que incluía a Corrientes y Misiones, y tenía relaciones con Buenos Aires. Tras firmar un armisticio con el gobernador de la Provincia Cisplatina – dependiente del Reino Unido de Portugal, Brasil y AlgarveCarlos Federico Lecor, se incorporó al ejército de Portugal. Sus soldados, vencida ya toda posible resistencia, lo siguieron. En julio de 1821 formó parte del Congreso Cisplatino que convalidó la anexión de la Provincia Cisplatina a Portugal. Formó parte del Club del Barón, germen del Partido Colorado. Cuando el Imperio del Brasil anunció su independencia de Portugal, Rivera secundó a Lecor, que siguió al Emperador Pedro I en su intención de expulsar a los portugueses de Montevideo. A sus órdenes ingresaron algunos oficiales artiguistas que habían sido liberados, como José Antonio Berdún y Juan Antonio Lavalleja, pero en éstos era más claro que buscaban la independencia de la Banda Oriental. El cabildo de Montevideo invitó a Rivera a unirse a ellos en la continuidad de la dominación portuguesa, con la esperanza de que cuando finalmente los europeos se retiraran, concediera la independencia a Montevideo y su jurisdicción. A la invocación del cabildo al patriotismo de Rivera, éste respondió que el patriotismo era la búsqueda de la felicidad de la patria, que él entendía como sinónimo de paz. Según sus propias palabras, la Banda Oriental nunca fue menos feliz que en la época de su desgraciada independencia… En noviembre de 1823, las tropas portuguesas entregaron Montevideo al general Lecor, que ingresó en la ciudad y proclamó anexada la Cisplatina al Imperio del Brasil. Otorgó a Rivera el título de Barón de Tacuarembó y lo nombró comandante de campaña. Por su parte, Lavalleja y otros oficiales habían partido hacia Buenos Aires. Desde allí lo invitaron a unirse a quienes buscaban la independencia de la Banda Oriental, pero Rivera entregó esas cartas a Lecor. Durante la invasión portuguesa y en los años que le siguieron, las fuerzas brasileñas saquearon el ganado oriental e instalaron saladeros con mano de obra esclava; la población pecuaria, principal riqueza de la región, se redujo drásticamente.  En 1825 se produjo la gesta de los Treinta y Tres Orientales bajo el mando de Juan Antonio Lavalleja quienes, en lo que se conoce como la Cruzada Libertadora, desembarcaron en la playa de la Agraciada el 19 de abril de ese año. El 28 de mayo Lavalleja y Rivera se habrían encontrado en un rancho en las cercanías del arroyo Monzón, ubicado en el actual departamento de Flores. Allí se habría producido un abrazo entre ambos caudillos para sellar su unión en la lucha independentista contra las fuerzas brasileñas. Existe controversia sobre la veracidad del abrazo entre Lavalleja y Rivera. Rivera, al servicio de Brasil y al mando de setenta hombres, habría ido a enfrentar a Lavalleja en las inmediaciones del arroyo Monzón. Pero éste habría sido capturado por los patriotas al mando de Lavalleja, quien le habría ofrecido sumarse a los revolucionarios bajo amenaza de ser fusilado. El general José Brito del Pino en su Diario de la Guerra del Brasil, escrito durante esa campaña, expresó: Se pudo ir (Rivera) al galope y cuando llegó, recién se apercibió de su engaño y de que se hallaba prisionero de los mismos que iba a combatir. Como al verlo todos desnudaron sus espadas, creyó que iba a ser muerto y lleno de terror le dijo a Lavalleja: “Compadre, no me deje Ud. asesinar”. Fue entonces que las fuerzas acaudilladas por Rivera se incorporaron a las fuerzas patriotas comandadas por Lavalleja y por el después general Julián Laguna. La incorporación de Rivera constituyó un hecho fundamental para el éxito de la campaña, debido a su enorme prestigio, lo que determinó que el alzamiento contra la dominación brasileña se generalizara en todo el territorio de la Banda Oriental. En pocos días, la expedición ya contaba con varios miles de partidarios. El Congreso de La Florida declaró, el día 25 de agosto, la independencia de la Banda Oriental y su unión …con las demás Provincias Argentinas a que siempre perteneció. El 4 de septiembre, Rivera fue derrotado por Bentos Manuel Ribeiro, el jefe de la caballería gaúcha de Río Grande del Sur, futuro jefe de la revolución antiimperial de los farrapos, pero el 14 de septiembre logró el desquite en la Batalla del Rincón, en que derrotó al coronel Menna Barreto, que resultó muerto. El 20 de octubre, unidas las fuerzas de Lavalleja y Rivera, lograron la decisiva victoria en la Batalla de Sarandí sobre el coronel Ribeiro. De este modo se cerró el sitio sobre Montevideo. Las victorias de Lavalleja y Rivera entusiasmaron a la opinión pública de Buenos Aires y del interior, de modo que en diciembre, el Congreso de las Provincias Unidas proclamó la reincorporación de la Provincia Oriental. Esto causó la declaración de guerra de parte del Emperador, dándose comienzo a la Guerra del Brasil. El Congreso respondió con otra declaración de guerra y reunificó al país, eligiendo como primer presidente del mismo a Bernardino Rivadavia; éste se dedicó a organizar un ejército capaz de enfrentar al brasileño. A principios de 1826, por orden del comandante militar nombrado por Rivadavia – el general Martín Rodríguez – Rivera atacó por segunda vez a Ribeiro. Pero esta vez se negó a capturar a los fugitivos, y cuando Rodríguez le ordenó perseguirlo hasta el río Cuareim, tampoco obedeció la orden, e incluso dio aviso al jefe enemigo. El 17 de junio, por exigencia de Lavalleja, Rodríguez arrestó a Rivera y lo envió a Buenos Aires, informando de lo sucedido. El presidente ordenó arrestar a Rivera, pero en el mes de septiembre, éste escapó hacia Santa Fe, donde se puso bajo la protección del gobernador Estanislao López. Durante el período más álgido de la Guerra del Brasil, Rivera permaneció inactivo en Santa Fe. Mientras la guerra terrestre era ampliamente favorable a las Provincias Unidas – que sancionaron una Constitución que cambiaba su nombre oficial por el de República Argentina – la guerra naval, pese a las victorias del comandante argentino Guillermo Brown causaba graves daños a la economía de Buenos Aires, por el estricto bloqueo naval a que era sometido el Río de la Plata. De modo que el presidente Rivadavia decidió ceder a las presiones de Gran Bretaña para que declarara la independencia del territorio en disputa. Para ello envió a Manuel José García a Río de Janeiro, donde éste excedió sus instrucciones y firmó una Convención Preliminar de Paz, por la que la Argentina renunciaba a la soberanía sobre la Banda Oriental. El tratado, aunque fue rechazado, causó la caída de Rivadavia. En su lugar, el nuevo gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, asumió únicamente este título, al que adosó el de Encargado de las Relaciones Exteriores de la República Argentina. En tal carácter decidió continuar la guerra. Pero la situación económica de la provincia de Buenos Aires era crítica, y las demás provincias estaban muy resentidas con los sucesivos gobiernos porteños, por lo que no prestaron ayuda alguna. De modo que Dorrego buscó alguna medida extraordinaria que le permitiera volver a tomar la iniciativa. Un tratado firmado entre Dorrego y Estanislao López anunciaba un acuerdo para llevar adelante un plan ideado al parecer por López, que Rivera había hecho suyo e informado del mismo al gobernador porteño: …levantar una fuerza militar que ocupe los pueblos de las Misiones Orientales, que existen en poder del tirano del Brasil. El general Lavalleja, jefe del Ejército republicano, rechazó por completo estos planes, especialmente por la participación de Rivera en los mismos. Rivera fue enviado como avanzada a la provincia de Entre Ríos, pero fracasó en reunir voluntarios en ese territorio, por lo que en febrero de 1828 se trasladó a la Provincia Oriental. Lavalleja ordenó a su segundo – el general Manuel Oribe – perseguir a Rivera, pero éste tuvo tiempo de reunir unos 400 hombres, con los cuales marchó rápidamente hacia el norte. El 20 de abril, esquivando a Oribe, Rivera cruzó el río Ibicuí y comenzó la invasión de las Misiones Orientales. Tras una serie de combates menores, Rivera logró conquistar las Misiones Orientales; Estanislao López quiso ponerse al mando de la campaña, pero, rechazado por Rivera, terminó por regresar a Santa Fe. Dejó a órdenes de Rivera las tropas correntinas del comandante López Chico, con lo que el jefe oriental logró reunir alrededor de 1.000 hombres. A fines de mayo ocupaba todo el antiguo territorio de las Misiones Orientales. Rivera asumió el mando político, pero apenas pudo hacer algo más que proclamar la autonomía de su provincia. Los brasileños, temiendo un ataque a Porto Alegre, se mantuvieron a la defensiva. Mientras tanto, presionado por el bloqueo y su propia precaria situación económica, Dorrego accedió finalmente a firmar la paz con el Brasil, con la condición de que la Banda Oriental fuera un estado independiente. El Emperador terminó por acceder a las mismas condiciones para la paz, pero exigió a cambio la retirada de Rivera y el reconocimiento de su soberanía sobre las Misiones Orientales. El asunto de las Misiones ni siquiera fue considerado en la Convención Preliminar de Paz firmada el 27 de agosto. De modo que Rivera inició la marcha hacia el sur en el mes de noviembre. Arreando todo el ganado disponible, llevando consigo a toda la población indígena y todos los bienes que pudieron transportar, llevó la población de las Misiones hasta la margen sur del río Cuareim. Por un acuerdo con el mariscal Barreto, encargado de custodiar su retirada, Rivera logró ser autorizado a establecerse sobre ese río, en lo que resultó el antecedente para la futura fijación en el mismo del límite norte de la República Oriental del Uruguay. Rivera estableció a los exiliados en una villa que llamó Santa Rosa del Cuareim, pero que desde entonces fue conocida como Bella Unión. El territorio al norte del Cuareim fue incorporado a la Provincia de Rio Grande de Sao Pedro. Tras su regreso a la Banda Oriental, Rivera fue nombrado Comandante de Campaña. Contaba a su favor con el prestigio ganado en la breve campaña, mientras Lavalleja cargaba con el desgaste de su larga gobernación y su comandancia del ejército, además del desprestigio causado por el golpe de estado de fines de 1827, por el que había eliminado la influencia del partido del caído presidente Rivadavia. Se aseguró la lealtad de los jefes de departamento del interior y la alianza de los dirigentes de Montevideo que habían sido partidarios de Lecor. En las elecciones de octubre de 1830, Rivera triunfó sobre la candidatura de Lavalleja, asumiendo como Presidente del Estado Oriental del Uruguay el 6 de noviembre de ese año. Durante este primer período de gobierno enfrentó los graves problemas de un Estado naciente con instrumentos inadecuados para resolverlos. El primer problema al que debió enfrentarse fue que el Estado carecía de eficacia a nivel de la Administración Pública; había organismos por crear, funciones por atribuir, responsabilidades por delegar, sumado a la falta de personas capacitadas para desarrollar tareas de gobierno. En segundo lugar, el nuevo Estado debía prestar atención preferentemente a sus relaciones internacionales. Era necesario perfeccionar la independencia con un tratado que reemplazara la Convención Preliminar de Paz y era primordial la fijación con precisión de los peligrosamente indefinidos límites con Brasil. En tercer lugar, el Estado ya nacía con deudas. El caudillo no era hombre de Estado, ni entendía de problemas de administración. Su fuerza radicaba en la vinculación personal con la gente de campo, por lo que gobernó el interior recorriéndolo una y otra vez, abandonando el poder formal del Estado en manos del grupo que sería conocido como los doctores, dirigido por Lucas Obes, al que también pertenecían Nicolás Herrera, Julián Álvarez, Juan Andrés Gelly, Santiago Vázquez, José Ellauri. Éstos intentaron establecer una organización estatal por medio de recursos formales (leyes y decretos), pero el país real escapaba a su voluntad porque carecía de fuerza política para imponerla. El resultado fue desorden y lentitud en la organización administrativa del naciente Estado. La política llevada adelante por los ministros de Rivera fue oligárquica, librecambista y orientada a favorecer los intereses del puerto. Su gobierno reconstruyó el puerto de Montevideo, emitió la primera moneda del país, vendió tierras fiscales en gran cantidad, fundó la Escuela Normal de Montevideo, pero sólo tuvo tres escuelas primarias funcionando, todas ellas en Montevideo. Su gobierno fue, en términos generales, muy mal administrador, y viciado de corrupción. Sus ministros y amigos sea apoderaron de los bienes públicos, y el propio Presidente derrochó los fondos públicos para formar una abundante clientela electoral. También autorizó la entrada de esclavos negros, prohibida por la Constitución, bajo el eufemismo de colonos sometidos a patronato. Rivera siempre entendió que la verdadera madre patria del Uruguay era Portugal, que gobernó por más de cien años el territorio desde la fundación en 1680 de la ciudad de Colonia del Sacramento. El ex gobernador Lavalleja, desplazado, aprovechó algunos disturbios en el interior – ocasionados por la indefinición en los títulos rurales – para intentar varias revoluciones: en junio de 1832, atacó Durazno. Poco después, el coronel Eugenio Garzón fracasó con un intento de golpe de estado, y ambos tuvieron que huir. En febrero de 1833 entró por Cerro Largo el argentino Manuel Olazábal, pero al carecer de apoyo debió retirarse. En marzo de 1834, Lavalleja desembarcó cerca de Colonia y cruzó el país reuniendo gente, pero terminó expulsado al llegar al otro extremo del país, en Cuareim. Rivera, que permanecía la mayor parte del tiempo en el interior, se encargó personalmente de reprimir cada uno de estas revueltas, para las que contó con la cooperación del Brasil. También tuvo una participación destacada – aunque principalmente a través de su sobrino Bernabé Rivera – en el exterminio de la población charrúa y guaraní. El episodio más destacado tuvo lugar en la llamada Matanza de Salsipuedes. Ante los reiterados ataques a estancias de parte de indígenas charrúas, a los que se unieron grupos guaraníes que habían huido de Bella Unión debido a las malas condiciones de vida imperante, Rivera invitó a varios caciques a un parlamento. Se trataba de una trampa, en que fueron masacrados centenares de indígenas. De esa matanza escaparon muy pocos individuos y se los tuvo por exterminados a partir del envío a París, a efectos de ser estudiados y ser exhibidos como parte de un show circense, conocido como los últimos charrúas, pequeño grupo formado por una mujer y tres hombres. Bernabé Rivera siguió persiguiendo a otros grupos indígenas, aplastando otras sublevaciones en Bella Unión. En una de ellas fue emboscado y muerto por los indígenas. La población de Bella Unión terminó por ser diseminada en distintos puntos del interior uruguayo, salvo algunos grupos de guaraníes que pasaron a la Argentina. En 1835, el desprestigio del gobierno de Rivera había llegado a un punto tal que se temía que las próximas elecciones fueran ganadas por Lavalleja. Pero Rivera, que había intentado evitar alzamientos lavallejistas nombrando a Manuel Oribe su Ministro de Guerra, decidió dar un paso más en esa dirección: nombró candidato a presidente al propio Oribe, con lo cual dividió a los partidarios de Lavalleja. Antes de asumir el mando el general Oribe, Rivera se asignó a sí mismo el cargo de Comandante General de Campaña; en el interior, este cargo estaba prácticamente fuera de la autoridad del presidente. Dejó el gobierno el 24 de octubre de 1834. Oribe se encontró con un tesoro nacional exhausto, un notable desorden administrativo y el interior del país en manos de su oponente. De modo que el presidente inició investigaciones por las irregularidades cometidas por la administración anterior, en las que se vieron envueltas los más destacados partidarios de Rivera. Para empeorar las cosas, se inició la revolución de los farrapos en el sur del Brasil, con el resultado de que los derrotados de ambos bandos huían hacia el Uruguay. Rivera prestaba apoyo al general Bentos Manuel Ribeiro, su antiguo compañero en la Cisplatina, de modo que Oribe se vio obligado a quitarle su poder militar, para no atraerse represalias de parte del Imperio. De modo que Oribe suprimió la comandancia de campaña. Falto de tacto, indultó a los partidarios de Lavalleja que Rivera había castigado, y después de algún tiempo repuso la comandancia de campaña, pero nombrando para el cargo a su hermano Ignacio Oribe. Interpretando todos estos hechos como ataques en su contra, en julio de 1836 Rivera inició una revolución contra el presidente Oribe. Apenas un mes más tarde, el presidente Oribe lo derrotó en la Batalla de Carpintería, obligándolo a huir hacia Porto Alegre. Fue en esa batalla que se utilizaron por primera vez las divisas blancas para Oribe y rojas para Rivera, dando lugar a la fundación del Partido Blanco (renombrado como Partido Nacional en 1872) y el Partido Colorado, de los cuales estos dos personajes son considerados fundadores. Estos son los llamados Partidos Tradicionales en Uruguay, y siguen existiendo hasta la fecha. Desde allí regresó con gran apoyo brasileño, y llevando como oficiales a muchos militares argentinos pertenecientes al Partido Unitario, entre ellos el general Juan Lavalle. Durante varios meses la guerra continuó indecisa, pero a mediados de 1838 Rivera abandonó a los farrapos para aliarse al Emperador. Por su parte, Oribe negó el permiso a la escuadra francesa durante el conflicto entre ese país y el gobernador porteño Juan Manuel de Rosas. De todos modos, la flota francesa bloqueó el Río de la Plata, incluyendo al puerto de Montevideo. En esas circunstancias, Rivera obtuvo el triunfo en la Batalla de Palmar sobre Ignacio Oribe, gracias a la conducción en combate de Lavalle. Las fuerzas de Rivera controlaron todo el interior del país y sitiaron Montevideo. Con la capital sitiada y el puerto bloqueado – e incluso bajo amenaza francesa de bombardear la ciudad – Oribe presentó la renuncia a la presidencia, aunque se reservó el derecho de reclamar contra la imposición violenta de la misma. A continuación se retiró a Buenos Aires, donde el gobernador lo recibió como al presidente constitucional del Uruguay. En esa época, Rosas le puso el mote de pardejón, que no era un gesto racista, sino que se refería a un tipo de mulo salvaje y difícil de amansar. Por su parte, Rivera reunió a la Asamblea Nacional y se hizo elegir presidente. Su gobierno volvió a las características del primero: dejó el poder a sus amigos y recorrió el interior del país. Los federales argentinos – que ya en la época de las revoluciones de Lavalleja habían prestado ayuda a éste – se negaron a reconocer el gobierno de Rivera. En un primer momento, no intentaron atacarlo, pero el gobernador correntino Genaro Berón de Astrada firmó una alianza con Rivera, aunque éste no le envió ayuda alguna. El gobernador enterriano Pascual Echagüe derrotó a Berón de Astrada con ayuda de emigrados blancos uruguayos, y a continuación invadió el Uruguay. Rivera no salió a su encuentro, sino que se hizo perseguir, arrastrando a sus enemigos cada vez más lejos de sus bases de operaciones y más cerca de Montevideo. Por ello, a pesar de su inferioridad numérica, derrotó a Echagüe en la Batalla de Cagancha, del 29 de diciembre de 1839. Durante todo su gobierno, Rivera se vio implicado en la guerra civil argentina, cuyo correlato fue la llamada Guerra Grande en el Uruguay. Tras su alianza con Berón de Astrada, apoyó la rebelión contra Rosas del sucesor de éste, Pedro Ferré, y los sucesivos comandantes de los ejércitos correntinos, Lavalle y José María Paz. Sin demasiada participación de Rivera, y faltándole también el apoyo francés, Lavalle llevó la guerra al norte argentino y fue derrotado por Oribe, puesto por Rosas al mando del ejército federal argentino. Por su parte, Paz derrotó a Echagüe e invadió Entre Ríos, pero debió retirarse hacia el este, buscando la protección de Rivera. Éste firmó con Paz y Ferré un tratado de alianza y unió los ejércitos argentinos contrarios a Rosas y el ejército colorado uruguayo. El general Oribe marchó hacia el este, alcanzando al ejército al mando de Rivera en Arroyo Grande, en Entre Ríos. El 6 de diciembre de 1842, en la que hasta entonces fue la batalla más importante por el número de combatientes – y también por el número de muertos, que incluyeron las represalias que siguieron a la batalla – de la historia de América del Sur, Rivera fue derrotado completamente. Debe destacarse que, pese a que ambos bandos eran por lo general muy sangrientos con los derrotados, Rivera – a diferencia de Oribe – no permitía represalias masivas sobre los prisioneros. Rivera huyó hacia Montevideo, perseguido de lejos por Oribe; la Guerra Grande se trasladó al Uruguay. Oribe inició el Sitio de Montevideo el 16 de febrero de 1843. Mientras el general Paz organizaba las tropas sitiadas, con las que impidió a largo plazo que la ciudad cayera en poder de los blancos y federales, Rivera se dirigió con algunas fuerzas al interior del país, intentando disminuir las fuerzas sitiadoras, aunque sin posibilidades reales de enfrentar a los jefes federales que recorrían el país. Entre éstos se destacó Justo José de Urquiza gobernador de Entre Ríos. El 1 de marzo de 1843, el Congreso declaró terminado el período de gobierno de Rivera, reemplazándolo por Joaquín Suárez al frente del llamado Gobierno de la Defensa. Por su parte, Oribe organizó el Gobierno del Cerrito en las afueras de la capital. Rivera siguió comandando un ejército en el interior, esquivando a Urquiza y retirándose al Brasil cada vez que lo necesitó. En la ciudad, la defensa quedó principalmente a cargo de la Legión Francesa (Jean C. Thiebaut), la Legión Italiana (Garibaldi), la Legión Vasca, la Legión Argentina unitaria y tres batallones de negros o morenos y pardos libertos. Finalmente, el 27 de marzo de 1845, Urquiza alcanzó y derrotó por completo a Rivera en la Batalla de India Muerta, obligándolo a exiliarse en el Brasil. Fue arrestado y enviado preso a Río de Janeiro, donde recuperó la libertad meses después. El gobierno de la Defensa lo nombró embajador en Paraguay, y se embarcó hacia allí y llegó a Montevideo para recoger sus credenciales el 18 de marzo de 1847. En los días siguientes, varios batallones comenzaron a conspirar para llevar a Rivera nuevamente al gobierno, de modo que el gobierno le ofreció un cargo diplomático en Europa, que fue orgullosamente rechazado. En respuesta, fue arrestado y la comisión presidida por Santiago Vázquez decretó su destierro. El 1 de abril se sublevaron el batallón de vascos, los negros libertos que formaban parte de la infantería y otras fuerzas comandadas por César Díaz y Venancio Flores, pidiendo la liberación de Rivera. Melchor Pacheco y Obes dimitió de su cargo de comandante general de armas y se embarcó hacia Europa. Rivera descendió del barco aclamado por la multitud y fue nombrado general en jefe de Ejército de Operaciones. La Asamblea de Notables fue reorganizada, incorporándose varios personajes leales a Rivera; Gabriel Antonio Pereira ocupó el Ministerio de Gobierno y Hacienda y Miguel Barreiro el de Relaciones Exteriores. Durante su breve período de preeminencia, Rivera envió una expedición a saquear Paysandú y Mercedes. Simultáneamente intentó llegar a un acuerdo pacífico con Oribe, pero el presidente Suárez lo desautorizó. Como resultado dimitieron Barreiro y Pereira, y Flores se marchó hacia el Brasil. Rivera logró iniciar una campaña por el interior del país, pero sus fuerzas fueron destruidas en enero de 1847 en la Batalla del Cerro de las Ánimas, en Tacuarembó, por Ignacio Oribe y Servando Gómez. Cuando Rivera intentó llegar a un nuevo acuerdo con ocho condiciones – fin de la guerra, devolución de propiedades confiscadas, elecciones, etc. – por lo que el gobierno decretó finalmente su destierro de la República Por todo el tiempo que dure la presente guerra. El 4 de diciembre de 1847 fue arrestado por los coroneles Lorenzo Batlle y Francisco Tajes en Maldonado y deportado a Brasil en un buque francés. Permaneció en Río de Janeiro con prohibición absoluta de abandonar la ciudad hasta la entrada de Urquiza al Uruguay, donde levantó el sitio de Montevideo por un acuerdo con Oribe, que se retiró de la política. El presidente Juan Francisco Giró le prohibió el regreso, pero el 25 de septiembre de 1853 fue derrocado por un golpe militar dirigido por Venancio Flores. Éste nombró un Triunvirato de Gobierno, formado por él mismo, y los generales Lavalleja y Rivera, ambos exiliados. Pero antes de llegar a destino, falleció el general Lavalleja – el 23 de octubre – y al llegar a Melo, en el rancho de su amigo Bartolo Silva, el general Rivera falleció a su vez el 13 de enero de 1854. Aunque la Guerra Grande terminó en 1852, el legado de enfrentamiento militar entre Oribe y Rivera perduraría en Uruguay hasta 1904, año en que ocurrió la Revolución de 1904, último gran enfrentamiento armado entre blancos y colorados. Rivera ha sido y sigue siendo un icono del Partido Colorado. Dentro del partido, diversos movimientos políticos se han visto reflejados en él, como el Riverismo, fundado por Pedro Manini Ríos. Es defendido por figuras políticas como Julio María Sanguinetti y Manuel Flores Silva y respetado por numerosos políticos blancos. Los partidos de izquierda condenan sus acciones especialmente el etnocidio charrúa durante su mandato. Fuente: Wikipedia.com.

Roca, Julio Argentino. Nació en San Miguel de Tucumán el 17 de julio de 1843 y falleció en Buenos Aires, el 19 de octubre de 1914. Militar, General de la mal denominada Campaña del Desierto. Presidente de la Nación en dos oportunidades. Manejó los hilos de la política argentina durante más de treinta años mediante el Partido Autonomista Nacional, tejiendo complejos sistemas de alianzas con distintas fuerzas. Esta actitud le valió el mote de El Zorro. Para ofrecer una rápida semblanza de Roca, y tomando en cuenta el contenido de la presente colección de ensayos, nada mejor que las palabras del personaje, cuando se refiere a los errores de su predecesor en el Ministerio de Guerra (Adolfo Alsina) y aporta su decidido voto por la ofensiva sin concesiones: Es necesario hacerles comprender a Alsina y al Presidente que es sacando el hormiguero como se acaba con las hormigas, no esperando cazarlas a éstas una por una cuando ellas salgan de la cueva. Si no se ocupa la Pampa previa destrucción de los nidos de indios es inútil toda precaución y plan para impedir las invasiones…  Nació en la Estancia El Vizcacheral, propiedad de su padre. Fue el quinto de ocho hijos (seis varones) del coronel Segundo Roca y Agustina Paz y conforme su fe de bautismo fue en realidad llamado Alejo Julio Argentino…  Entre 1849 y 1855 asistió a la escuela franciscana de San Miguel de Tucumán. Después fue enviado con sus hermanos Celedonio y Marcos a estudiar al Colegio Nacional de Concepción del Uruguay; en 1858 ingresó en la carrera militar, con los despachos de alférez de artillería. Participó en la guerra entre Buenos Aires y la Confederación Argentina, producida entre 1859 y 1861; también en la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, entre 1865 y 1870. En esta última murieron su padre y dos de sus hermanos. Participó en la represión de la rebelión federal de Ricardo López Jordán, en Entre Ríos, en 1871. Al finalizar la Revolución de 1874 alcanzó el grado de general, tras vencer al rebelde José Miguel Arredondo –quien respondía a Bartolomé Mitre-, en la batalla de Santa Rosa. A la muerte de Adolfo Alsina, su principal rival en el camino hacia la sucesión presidencial de Nicolás Avellaneda en 1877, Roca lo sucedió en el ministerio de Guerra. Presentó un proyecto al Congreso de la Nación el 14 de agosto de 1878; su objetivo era la guerra ofensiva contra los indígenas que habitaban la Patagonia, con el objeto de ampliar el territorio bajo soberanía efectiva de la Nación. Eran momentos en los que las tribus habían menguado, derrotadas por el Remington y el telégrafo que ataba los puestos militares de frontera, el desierto había dejado de ser desconocido, y  el enemigo estaba representado en su mayoría por mestizos y renegados.  Al mando de un ejército moderno y bien pertrechado –para la época- Roca conquistó la Patagonia venciendo la resistencia de los remanentes indígenas, aunque causando gran cantidad de víctimas y desplazando a las poblaciones restantes a regiones periféricas. Su campaña fue causa directa de la muerte de más de mil indígenas. Unos diez mil nativos fueron tomados prisioneros y tres mil enviados a Buenos Aires, donde eran separados por sexo, a fin de evitar que procrearan hijos. Se dispersó a las mujeres por diferentes barrios de la ciudad como sirvientas (esclavas encubiertas), mientras una parte de los hombres fueron enviados a la isla Martín García, donde en su gran mayoría murieron a los pocos años de reclusión. Pero el propósito central fue cumplido. Millones de hectáreas se sumaron a la República. Estas enormes extensiones fueron adjudicadas a bajo precio, o simplemente regaladas a terratenientes y políticos influyentes. Se suele justificar esta operación militar argumentando que esos territorios podían ser conquistados por Chile, por cuanto el área al sur del río Colorado estuvo parcialmente en disputa entre los dos países vecinos hasta la firma del Tratado Argentina-Chile de 1881. Criterios francamente positivistas exhibe en definitiva el informe militar cuando dice:  los esfuerzos que habría que hacer para transformar estos campos en valiosos elementos de riqueza y de progreso, no están fuera de proporción con las aspiraciones de una raza joven y emprendedora; por otra parte, que la superioridad intelectual, la actividad y la ilustración, que ensanchan los horizontes del porvenir y hacen brotar nuevas fuentes de producción para la humanidad, son los mejores títulos para el dominio de las tierras nuevas. Precisamente al amparo de estos principios, se han quitado éstas a la raza estéril que las ocupaba. La confesión es la reina de las pruebas, dice la tradición jurídica. El 12 de octubre de 1880 Roca fue elegido presidente, cargo que desempeñó hasta el 12 de octubre de 1886, acompañado por Francisco Bernabé Madero como vicepresidente. De esta manera comenzaba el período que se denominó La Generación del 80. Fuentes: Calfucurá. La conquista de las pampas; otras.

Rodríguez, Fray Cayetano. Fray Cayetano Rodríguez: poeta, político y religioso argentino, nacido en San Pedro, Provincia de Buenos Aires, en 1761. Entró en la Orden Franciscana a los 16 años, como novicio; en 1778 profesó en el Convento de Buenos Aires. Luego fue ordenado sacerdote en Córdoba, y allí dictó cátedras de teología y filosofía. Regresó a Buenos Aires al Convento Franciscano, donde enseñó teología, filosofía, hermenéutica y física. Participó en los prolegómenos de los movimientos revolucionarios de mayo de 1810. El 24 de setiembre de ese año, a instancias de Mariano Moreno, fue elegido como primer director de la Biblioteca Pública, que recién se había fundado, cargo que ocupó hasta 1814. En febrero de 1811 fue elegido Ministro Provincial. El 4 de abril de 1812 fue elegido vocal de la primera Asamblea y en 1813 participó en la Asamblea Constituyente. En 1815 fue elegido diputado por Buenos Aires para el Congreso de Tucumán. Fue el encargado de la redacción de un diario de sesiones denominado El Redactor del congreso Nacional. Se cree que el texto del Acta de la Independencia es obra suya. Falleció el 21 de enero de 1823. Fuentes: Wikipedia; varias.

 

Rodríguez Freyle, Juan. Nacido y muerto en Bogotá (1566-1640), es el autor de la monumental obra El Carnero. Sin demasiadas noticias relativas a sus primeros años de vida, se sabe que ingresó al seminario pero nunca se ordenó sacerdote. Los últimos años de su vida los dedicó a escribir una gran crónica, que tituló Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada de las Indias Occidentales  del Mar Océano, y Fundación de la ciudad de Santafé de Bogotá, primera de este reino donde se fundó la Real Audiencia y Cancillería, siendo la cabeza se hizo su arzobispado. Este extenso título fue muy pronto reeemplazado por escribanos y lectores por El Carnero (1636).  Allí se narra muy sencillamente las historias de los conquistadores, además de referir hechos controversiales de aquel entonces, tales como los secretos de las familias, la brujería y los fraudes. No se sabe con certeza la fecha de su muerte, pero generalmente se la ubica alrededor de 1640. Fuente: Wikipedia.

 

Rodríguez, Martín. Nació en Buenos Aires en 1771 y falleció en Montevideo en 1845. Estudió en su ciudad natal, dedicándose desde muy joven a las tareas rurales. Combatió en las Invasiones inglesas como segundo jefe del regimiento de húsares, comandado por Juan Martín de Pueyrredón. Tuvo una participación activa en la Revolución de Mayo, y una vez constituída la Primera Junta de Gobierno, fue destinado a la provincia de Entre Rios, en apoyo de Manuel Belgrano que actuaba en Paraguay, con el grado de coronel. Organizó milicias que permanecieron en Buenos Aires para defender a Cornelio Saavedra durante las jornadas del 5 y 6 de abril de 1811, y por tal motivo fue confinado a San Juan. Al año siguiente participó en la batalla de Salta y regresó poco después a Buenos Aires. Al comenzar la tercera campaña al Alto Perú, fue nombrado jefe de Estado Mayor y de la vanguardia del Ejército del Norte, al frente del cual fue derrotado en la batalla de El Tejar, cayendo prisionero. Al recobrar su libertad, pasó a ser presidente de la Audiencia y Provincia de Charcas. El 21 de octubre de 1815 fue responsable de una segunda derrota, mucho más seria, en Venta y Media. No participó en la definitiva derrota en Sipe Sipe, pero después de ésta volvió a ser derrotado en un pequeño combate en Cabeza de Buey. Pasó tres años afrontando juicios por estas derrotas, pero fue absuelto en octubre de 1818. Combatió en Cepeda, a las órdenes de José Rondeau, como jefe de la caballería directorial, rápidamente destrozada por los federales. Meses más tarde acompañó a Dorrego a la Provincia de Santa Fe, pero regresó a la capital antes de la derrota de éste en la Batalla de Gamonal. Hasta aquí, como se ve, la mayor preocupación de Martín Rodríguez había sido adueñarse de las derrotas. Pero la Junta de Representantes bonaerense, en medio del tembladeral de poderes vivido ese año, nombró gobernador a Rodríguez el 26 de octubre de 1820. No se le veían seguramente condiciones de político, pero los propietarios rurales de la campaña y la clase media-alta y alta de la ciudad de Buenos Aires, necesitaban un militar seguro de sí mismo (¡Como si estuviéramos viéndolo! ¡Que fuera necio en su valentía, además!), para que se hiciera cargo de las amenazas que representaban los salvajes. Su gobierno comenzó con un levantamiento que contó con el apoyo federal, pero que fue sofocado a la fuerza por Rosas, quien penetró a la ciudad con los Colorados del Monte, reponiendo a Rodríguez en el cargo. Justamente fue entonces cuando a Rosas se le otorgó el título de Ilustre Restaurador de las Leyes. Entonces, la Junta de Representantes entregó a Rodríguez el lleno de las facultades, con las que pudo devolver el orden a Buenos Aires. Seguramente porque entendió que se lo había elegido por sus condiciones militares, o tal vez persuadido de que no disponía de dotes políticas propias, convocó a Rivadavia como Ministro de Gobierno. Éste hizo toda la obra de gobierno, otorgándole un sesgo fuertemente unitario. Resolvió prioritariamente las cuestiones con Santa Fe, a la que indemnizó (Tratado de Benegas) y formalizó el Tratado del Cuadrilátero entre Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, en carácter de alianza defensiva y ofensiva previendo las consecuencias de la amenaza portuguesa. Las tareas de reorganización porteña quedaron a cargo de los ministros Manuel José García y Bernardino Rivadavia, quienes apuntaron a concentral el poder, bajo el modelo de los estados europeos. Período en que Buenos Aires creció enormemente a expensas de los ingresos aduaneros de todo el país, de los que se adueñó con una inmoralidad y un cinismo dignos de nota. Luego de 1825, reemplazado en el gobierno, fue jefe de observación sobre el río Uruguay, para controlar la situación ante la campaña de los Treinta y Tres Orientales. Tenía orden de permanecer neutral y arrestar a los invasores en caso de derrota. Cuando las victorias de Juan Antonio Lavalleja obligaron a iniciar la Guerra del Brasil, fue reemplazado por Alvear. En 1828 estuvo con Lavalle y contra Manuel Dorrego, siendo su gobernador interino por dos meses (mayo y junio de 1829); en tal ejercicio creó la Gobernación Naval de las Islas Malvinas. Tras su derrota emigró a Montevideo. Fuentes: Varias.

 

Rojas, Ricardo. Nació en San Miguel de Tucumán el 16 de setiembre de 1882 y murió en Buenos Aires, el 29 de julio de 1957. Fue periodista y escritor. Provenía de  una de las familias más influyentes de Santiago del Estero, provincia de la que había sido gobernador su propio padre. Allí pasó su infancia, para luego trasladarse a Buenos Aires donde culminó su formación académica. Llegó a ser Rector de la Universidad de Buenos Aires entre 1926 y 1930. Desde entonces militó en la Unión Cívica Radicla, lo que le valió la cárcel; fue desterrado a la Isla Grande de Tierra del Fuego, y se lo alojó en el Penal de Ushuaia donde escribió su Archipiélago, historia de onas y yaganes, su religión y el pensamiento de Darwin hacia ellos. Su poesía fue de corte neorromántico y tradicional y sus obras de teatro se basaron en la temática inca. Rojas se destacó en sus obras eruditas, la más importante de las cuales es la monumental Historia de la literatura argentina en ocho volúmenes. Se le deben también libros de indagación histórica, crónicas de viajes  y biografías. Fueron sus obras: Victoria del hombre (1903); El país de la selva (1907); Cartas de Europa (1908); El alma española (1908); Cosmópolis (1908); La restauración nacionalista (1909); Bibliografía de Sarmiento (1911); Los lises del blasón (1911); Blasón de plata (1912); Archivo capitular de Jujuy (1913/ 1944); La Universidad de Tucumán (1915); La argentinidad (1916); Poesías de Cervantes (1916); Historia de la literatura argentina, 8 tomos (1918); Los arquetipos (1922); Poesías (1923); Facultad de Filosofía y Letras (1924); Discursos (1924); Eurindia (1924); La guerra de las naciones (1924); Las provincias (1927); El Cristo invisible (1927); Elelín (1929); Discursos del Rector (1930); Silabario de la decoración americana (1930); La historia de las escuelas (1930); Memoria del Rector (1930); El Radicalismo de mañana (1932); El Santo de la espada (1933); Cervantes (1935); Retablo español (1938); Un titán de los Andes (1939); Ollantay (1939); El pensamiento vivo de Sarmiento (1941); Archipiélago (1942); La salamanca (1943); El profeta de la pampa (1945); La entrevista de Guayaquil (1947); La victoria del hombre y otros cantos (1951); Ensayo de crítica histórica sobre Episodios de la vida internacional argentina (1951); Oda latina (1954).

 

Rondeau, José. Nació en Buenos Aires en 1775 y falleció en Montevideo en 1844. En 1807, durante las invasiones inglesas, fue hecho prisionero cuando cayó Montevideo. Fue liberado por los británicos en 1808 y quedó en España al servicio de Fernando VII. Cuando regresó al Plata en 1810 lo sorprendió la Revolución de Mayo, pero tomando partido por la causa americanista, se radicó en Buenos Aires y la Primera Junta de Gobierno lo otorgó el grado de teniente coronel, destinándolo a las operaciones de la Provincia Oriental en carácter de jefe de las fuerzas independientes. Ya coronel, y al mando del Regimiento de Dragones de la Patria, sitió Montevideo y el 31 de diciembre de 1812 triunfó en la batalla de Cerrito. En 1818 fue nombrado Inspector General del Ejército y la frontera con los indios del sur, que se habían levantado ante el avance de la población blanca en la provincia de Buenos Aires, aprovechando el desorden del ejército. En abril de 1819 fue nombrado gobernador de la provincia de Buenos Aires, aunque su autoridad era simplemente delegada del Director. En junio del mismo año, ante la renuncia de Juan Martín de Pueyrredón, fue nombrado Director Supremo de las Provincias Unidas. Si bien su poder efectivo alcanzaba sólo a la provincia de Buenos Aires, y las restantes provincias se mantenían hostiles o simplemente lo desconocían, la peor amenaza para su gobierno estaba en Cádiz, donde se organizaba una poderosa invasión al Río de la Plata. La revolución liberal en España suspendió su partida, pero la noticia no llegó a Buenos Aires sino después de la caída del Directorio. Rondeau se mantuvo reticente a negociar con sus enemigos internos; antes bien, ordenó a San Martín que bajase con el Ejército de los Andes para luchar en la guerra civil que se desataba. Algo que el libertador desoyó. Pero Rondeau haría algo todavía peor: Invitó al gobernador portugués de la Banda Oriental, Carlos  Federico Lecor, a invadir las provincias de Entre Ríos y Corrientes, antes que persuadirlo de que abandonara la provincia invadida que teóricamente gobernaba. Enfrentado en soledad con López y Ramírez, el 1 de febrero de 1820 cayó derrotado en Cepeda. La caída del Directorio y del Congreso de Tucumán dio origen a la vacancia del gobierno nacional, que sólo quedaría restablecido en 1862. Durante la década siguiente ayudó al gobernador Martín Rodríguez en sus campañas contra los indios del sur de Buenos Aires. En 1825 hizo una campaña general sobre la frontera, pero fue completamente derrotado en Toldos Viejos, cerca de Dolores. Fue ministro de guerra de Dorrego, pero el 10 de octubre de 1828 renunció porque en el recién nacido Estado Oriental del Uruguay, la Asamblea General Constituyente y Legislativa reunida en Florida, en votación unánime, lo llamó a ocupar el puesto de Gobernador y Capitán General Provisorio. Renunció el 187 de abril de 1830, poco después de la sanción de la primera constitución uruguaya, y al año siguiente fue ascendido en el ejército con el grado de brigadier general. Fuentes: Varias.

Rosa, José María.   Uno de los mayores historiadores argentinos que nació y murió en Buenos Aires (1906-1991); abogado, docente y escritor que ejerció la diplomacia. Bisnieto de don Vicente Rosa, quien procedente de España se radicó en Argentina en 1828; nieto de José María, abogado de prestigio, que llegó a ser Ministro de Hacienda de Roca y Roque Sáenz Peña. Quien nos ocupa fue un abogado precoz, recibido cuando contaba sólo con veinte años; por breve lapso fue Juez de Instrucción y a continuación se dedicó con exclusividad y tempranamente a la enseñanza, tanto en cátedras universitarias como de la educación secundaria. En 1931 contrajo matrimonio con María Luisa Julia Delfina Bunge, con quien tuvo cuatro hijos. Militó inicialmente en la Democracia Progresista, pero rápidamente experimentó vocación por sumarse al pueblo real y subyacente. Se doctoró con la tesis: Orígenes místicos del estado, que fue también tema de su segundo libro: Interpretación religiosa de la historia (1936). Dictó cátedra de Historia de las Instituciones en la Facultad de Derecho de Santa Fe, donde en 1938 fundó el Instituto de Estudios Federalistas. Desde este último se establecieron lazos con entidades similares del país y del exterior, dictándose conferencias, y llevando a cabo una acción catedrática progresista y reveladora, revisando la historia, y especialmente enfocándola desde el punto de vista social. En 1942 publicó Defensa y pérdida de nuestra independencia económica, principio de una larga serie de publicaciones. En 1945, sumado ya a la naciente corriente nacionalista de pensamiento y acción política, se radicó en Buenos Aires. Centró su actividad en la Universidad de La Plata, aunque continuó con sus cátedras secundarias. Publicó en este período Nos los Representantes del pueblo; La misión García ante Lord Strangford y El cóndor ciego.  El golpe de estado de 1955 lo dejó cesante y lo encarceló cuando detuvieron a su amigo John W Cooke, a quien había dado refugio en su casa. Demencialmente, lo acusaron de corromper a la juventud con el ¨rosismo¨. Ya libre activa y decididamente en el peronismo, enrolándose en el fallido y trágico intento del General Valle del 9 de junio de 1956. El gobierno gorila lo buscó con intención de fusilarlo, pero consiguió pasar a Montevideo y desde allí, aceptando una invitación del Instituto de Cultura Hispánica, que le prometió la edición de su libro La caída de Rosas, viajó a España donde permaneció hasta 1958, ejerciendo el periodismo y dando conferencias en distintos ámbitos.  Volvió para sobrevivir de sus escasos derechos de autor, como así de los cursos de historia que dictó permanentemente en sindicatos de todo el país. Entre 1955 y 1970 publicó en Azul y Blanco y La Segunda República, semanarios nacionalistas dirigidos por Marcelo Sánchez Sorondo, Ricardo Curutchet y Luis Rivet, y cuya redacción funcionaba en el estudio del abogado Jorge Ramos Mejía. Su actividad entonces tuvo como marco el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, entidad de la que fue presidente en varias oportunidades. Publicó entonces Rivadavia y el imperialismo financiero y La guerra del Paraguay y las Montoneras argentinas. A raíz de esta última publicación se lo conoció en Paraguay, invitándoselo a partir de entonces con mucha frecuencia para dictar conferencias o asistir a eventos relacionados con el prócer máximo paraguayo. Entre tanto participó activamente de la resistencia peronista, convirtiéndose en uno de los más respetados referentes del movimiento. Entonces el movimiento había levantado con entusiasmo las banderas revisionistas, haciéndolas suyas. Rosa integró la comitiva de notables que fue a buscar a Perón en el famoso charter del 17.11.1972. Por ese entonces ya había publicado su Historia Argentina en trece tomos, a los que luego de su muerte, se le agregaron cuatro más. Perón dispuso que se hiciera cargo de la embajada argentina en Asunción, en oportunidad en que se jugaban en las cotas de altura de la represa de Corpus, la factibilidad de construir Yaciretá. Después de muerto Perón, Rosa mantuvo desinteligencias con el canciller Vignes y optó por aceptar la embajada en Atenas, donde permaneció hasta el golpe militar de 1976. Regresó al país cuando sus libros eran retirados de las bibliotecas y su nombre silenciado. Fue entonces cuando fundó la revista Línea, a la que presentó como la voz de los que no tienen voz. Los genocidas no pudieron acusar a Rosa de ser guerrillero solo porque su figura era demasiado visible y reconocida en todo el mundo. Pero echaron mano de una batería de medios para acallarlo, desde el secuestro de la revista hasta los innumerables juicios entablados en su contra. Su última batalla, que le costó el alejamiento de algunos de sus amigos nacionalistas cortos de vista, fue la cuestión del Beagle, que casi nos llevó a una tonta e irreparable guerra entre hermanos. Fuente: Wikipedia.

Rosales, Leonardo. Nació en Buenos Aires el 5 de noviembre de 1792, hijo del comerciante Manuel Rosales y de María del Tránsito Catalán, ambos vecinos porteños.  Tempranamente Leonardo interrumpió sus estudios en el Real Colegio de San Carlos y comenzó a navegar en el tráfico fluvial con embarcaciones de su padre. En 1812 prestó servicios en los lanchones corsarios de la naciente Marina de Buenos Aires, participando en varios combates. En 1814, con el cargo de dispensero de la Sumaca Santísima Trinidad, patrullaba el Río de la Plata; en esas funciones participó entonces del combate contra la escuadrilla realista en Arroyo de la China, siendo ascendido en mérito a su comportamiento al cargo de Quarter Gunner (Cabo de cañón). Ese mismo año participó de otros dos combates: Buceo y Montevideo. En 1815 sirvió como sargento artillero en el Bergantín Aranzazú; en 1816, al mando de la Cañonera Murciana participó en una expedición siendo capturado por fuerzas artiguistas y de Estanislao López. En 1817 tras ser liberado, fue sometido en Buenos Aires a Consejo de Guerra, resultando absuelto y recibiendo el mando de la Cañonera Luisa, y algo después de la Goleta Invencible. Ese mismo año se lo designó segundo comandante del Bergantín Belén, que estaba al mando del Capitán Bartolomé Cerretti. En 1819 asumió con el grado de Teniente el comando del navío, hasta solicitar la baja del servicio en octubre de ese año. Regresando al servicio en 1820, quedó al mando de la Goleta Invencible, que estaba por entonces en muy malas condiciones. Forzado a fondear en Martín García fue acusado de rehuir el combate, puesto preso y dado de baja, situación que se corrigió en 1821. El 21 de abril de 1821 participó de la escuadrilla organizada por Matías de Zapiola para enfrentar al gobernador de Entre Ríos, Francisco Ramírez. En esa campaña fue encargado su primer mando independiente, como responsable de la División Lanchones, y regresó con el rango de Capitán. En la batalla de Colastiné derrotó a Manuel Monteverde en el río Paraná, frente a la ciudad de Santa Fe. En 1822 fue designado Capitán del Puerto de la Ensenada. A fines de 1823 fue abandonado y acusado de infidelidad por su esposa Dolores Arrascaeta, lo que tomó estado público, incluyendo la intervención del Gobernador y del Obispo. Profundizada la crisis con el Imperio de Brasil en 1825, Rosales estableció un sistema de vigilancia en la costa bonaerense entre Punta Indio y Quilmes. Antes del inicio de la guerra fue puesto al comando de la Cañonera N° 6 y participó del combate de Punta Collares. A continuación fue designado capitán del Bergantín General Belgrano, nave lenta y de pesada maniobra. El 25 de febrero de 1826 participó del asalto a la Colonia del Sacramento, pero el buque varó y recibió fuego constante desde tierra y mar hasta la pérdida del navío. Posteriormente Brown puso a Rosales a cargo de uno de los grupos de tres cañoneras que había recibido como refuerzo. A cargo del otro grupo estaba Tomás Espora. Ambos participaron de un golpe malogrado con graves pérdidas, resultando herido Rosales. No obstante lograron poner fuego en el buque insignia de la fuerza brasileña, el Bergantín Real Pedro. Posteriormente recibió el mando de la Goleta Río de la Plata, con la que continuó el bombardeo sobre Colonia; el 11 de junio de ese mismo año tomó parte en la fase final del combate de Los Pozos y el 30 de junio del combate de Quilmes.  En agosto de 1826 Rosales fue designado Comandante de la Bahía, con asiento a bordo del Bergantín Independencia fondeado en balizas, con la responsabilidad de organizar los convoyes con destino al Ejército Argentino en operaciones en territorios uruguayo y brasilero. El mando fue breve; luego quedó como segundo de Espora, cuando éste se recuperó de sus heridas. Cuando llegó la oportunidad de acabar con la Tercera División Imperial Brasilera que operaba en el río Uruguay, Rosales fue nuevamente designado Comandante de la Bahía de Buenos Aires, al mando de las restantes naves de la flota (los bergantines Independencia y República, la barca Congreso y cuatro cañoneras), con el objetivo de cubrir la ciudad ante posibles ataques imperiales. Luego de la batalla de Juncal, Rosales fue condecorado con el Escudo a los Vencedores de Juncal. En agosto de 1827 fue designado Jefe de la División Goletas, con el mando directo de la Goleta 9 de febrero, de 8 cañones. El 7 de diciembre participó del combate de Punta Lara al mando de cuatro cañoneras, enfrentando a la Fragata Emperatriz. Otro tanto hizo en Monte Santiago, el 15 de enero de 1828. El 21 de febrero de ese año, dispuso Brown atacar con la 9 de febrero de Rosales y la 8 de febrero de Espora, a la flota brasilera fondeada en Montevideo. Después, Rosales participó con la 9 de febrero de un nuevo encuentro en Punta Lara, apoyando al bergantín corsario General Brandsen. Era el fin de la guerra. Entonces se le encomendó el mando de la flamante Goleta Convención con la que, una vez armada, viajó a Carmen de Patagones para trasladar efectivos.  Luego del fin de la guerra, Rosales apoyó la asonada de Juan Lavalle y fue nombrado Coronel y Comandante de la División Fluvial de Buenos Aires, con insignia en la goleta Sarandí. Posteriormente remontó la costa bonaerense y tras bombardear la Villa del Rosario, tomó por asalto la ciudad de San Pedro. Cuando ocupó el gobierno Juan Manuel de Rosas, los marinos bonaerense que formaron en las filas unitarias fueron separados. Rosales fue así incluido en la Lista de Jefes perjudiciales por sus opiniones y conducta, y pasado a la Plana Mayor Inactiva del Ejército, sin cargo efectivo y a medio sueldo. Tras algunas escaramuzas en las que participó intentando apoyar las acciones de Lavalle, marchó al exilio en la Banda Oriental, afincándose en el puerto de Las Vacas, donde hacía salidas menores con lanchones armados. Sus restos fueron repatriados en 1996 y reposan definitivamente en la Iglesia matriz de Punta Alta, cabecera del Partido que lleva su nombre. Fuentes: Wikipedia y otras.

Ruiz de Montoya, Antonio.  (158511 de abril de 1652) fue un sacerdote jesuíta, misionero y escritor peruano. Dedicó gran parte de su vida a trabajar por las tribus indígenas guaraníes. Su obra escrita trató de temas espirituales y de gramática guaraní. Nació en 1585 en Lima, Perú, a los 24 años ingresó a la Compañía de Jesús. Después de seguir el noviciado en el Colegio Máximo de San Pablo de Lima, viajó a la actual Argentina por cuatro años, en donde siguió los estudios de teología y filosofía en Córdoba. Una vez concluídos sus estudios, fue destinado a las reducciones del Paraguay a trabajar con los indígenas guaraníes. Los 25 años que se mantuvo firme en las reducciones hablan del fervor misionero que tuvo. Identificó sus labores cristianas como si fueran aventuras interculturales, aprendiendo la lengua guaraní y conociendo sus costumbres y su entorno geográfico. Fundó 13 reducciones, lo que supuso la construcción de colegios, iglesias, centros de producción agrícola y pequeñas ciudades que muchos decían se asemejaban al “Paraíso”, o como decían los mismos guaraníes eran “tierras sin mal”. En el año 1628 realizó una hazaña, al lograr que mas de doce mil guaraníes atravesaran cerca de mil kilómetros, desde la Guayrá (ahora Brasil) hasta Misiones en la Argentina, para protegerlos de los bandeirantes, quienes empezaron a esclavizar a los nativos para venderlos en las haciendas. La travesía culminó con la refundación de las reducciones de San Ignacio Miní y Nuestra Señora de Loreto, a orillas del arroyo Yabebirí, en la provincia de Misiones, Argentina. Para el año 1636 le fueron asignadas 26 reducciones en la zona de los ríos Paraná y Uruguay, siendo su época más difícil, tuvo que armar a los nativos guaraníes, para repeler el ataque de los bandeirantes. Será hasta 1637 que abandonará para siempre las reducciones guaraníes. Emprendió un viaje a Madrid, en el que su creatividad y deseo de aprender no cesaron. En esa época publica una gramática y un diccionario de lengua guaraní, así como La Conquista Espiritual, crónica en la que muestra conocimientos de geografía, etnografía y biología. Igualmente sus trabajos sobre la lengua guaraní, así como un Catecismo en ese idioma, serían publicados en 1640. Hacia 1643, parte del puerto de Cádiz, con destino a Perú. Aproximadamente hacia 1648, escribe un tratado de mística, llamado Silex del divino Amor y rato del ánimo en el conocimiento de la causa primera, correspondiendo a un pedido de su amigo Francisco del Castillo quien quería tener un mejor método para orar. Desde 1650, su salud empezó a deteriorarse y finalmente falleció el 11 de abril de 1652, habiéndole dado la extremaución su discípulo y amigo Francisco del Castillo. Según versiones antiguas sus restos fueron pedidos y recogidos por misioneros y nativos guaraníes, que pensaron que el mejor homenaje que se le podía hacer, era depositar sus restos en las tierras donde vivió sus años más importantes, según estas versiones sus restos estarían en la provincia argentina de Misiones; una versión más reciente considera que sus restos yacen en la Iglesia de San Pedro de Lima. Su vida y obras son el referente histórico del que se vale la varias veces premiada película de Roland Joffé “La Misión” (aunque adaptada variando la época y desdoblando al personaje en dos marcadamente diferentes): Oscar 1987, a la Mejor fotografía (Cris Menges), Palma de Oro 1986 del Festival de Cannes (Roland Joffé), Globo de Oro 1987, a la Mejor música (Ennio Morricone) y al Mejor guión (Robert Bolt), entre otros. La jesuita Universidad Antonio Ruiz de Montoya de Lima, lleva su nombre como homenaje.

 

Ruiz Huidobro, José. Nació en Madrid en 1802, sobrino del teniente general de la Real Armada Pascual Ruiz Huidobro, gobernador de la Plaza de Montevideo y jefe del Apostadero Naval del Río de la Plata en oportunidad de las invasiones inglesas. Luego de militar en los ejércitos españoles, llegó a Mendoza en 1825, estableciéndose allí con su familia. Luego de alcanzar una posición holgada, entre otras cosas como actor y empresario teatral, se incorporó nuevamente al ejército, con grado de Capitán, aprovechando la convocatoria de José Félix Aldao que había recibido órdenes de organizar el regimiento de caballería denominado Auxiliares de los Andes, con el fin de incorporarse a las fuerzas que preparaba Facundo Quiroga para combatir con el General José María Paz. Actuó entonces como parlamentario de Quiroga con la guarnición de Córdoba, antes de que la ciudad se rindiera el 21 de julio de 1829. En ese mismo año Ruiz Huidobro colaboró en la represión de un tumulto en la Plaza Nueva de Mendoza; luego del combate de Pilar contuvo el saqueo de Mendoza, fusilando salteadores. Luego de la batalla de La Tablada, fue ascendido a comandante. Después de la derrota de Oncativo, en 1830, Quiroga se retiró a Buenos Aires llevando consigo al comandante Huidobro, a quien no sólo dispensaba ya su favor, sino también su confianza e intimidad. En abril de 1830, Ruiz Huidobro revistó como Coronel en Comisión, Teniente Coronel, P M del Regimiento de Caballería de Auxiliares de la División del General Quiroga. En el campamento de Manantiales de Ramallo. Luego, en 1831, apareció como Coronel en el campamento de Pergamino. Fue después segundo de Quiroga en su tercera campaña contra los unitarios, acompañando a Facundo en la toma de Río IV, en la derrota y muerte del coronel Pringles, en la ocupación de La Rioja, en la batalla de Rodeo de Chacón, y en la entrada a Mendoza cuando fue recibido entre aclamaciones. Después, el 4 de noviembre de 1831, en la definitiva victoria de Facundo sobre Lamadrid en Tucumán, Ruiz Huidobro fue el héroe de la jornada. El 9 de marzo de 1832 le fue reconocido el grado de Coronel Mayor de los ejércitos de la Provincia de Buenos Aires. Participó después en la Campaña del Desierto comandada por Facundo e ideada por Rosas. Se enfrentó allí con Yanquetruz, y si bien logró vencerlo inicialmente, las tácticas del gran jefe ranquel terminaron por dejar a las tropas federales sin víveres y condenadas a la retirada. Su fracaso mereció la iniciación de un juicio, del que fue sin embargo sobreseído seis meses después. Posteriormente se retiró a la vida privada. Después del asesinato de Facundo, Rosas lo envió en comisión a las provincias de Cuyo, regresando a Buenos Aires a comienzos de 1836. Finalmente en 1840 preparó un plan de defensa de Buenos Aires, amenazada por la invasión de Lavalle. Falleció el 30 de enero de 1842, siendo enterrado en la bóveda del General Juan Facundo Quiroga, en el Cementerio de La Recoleta. Fuente: www.revisionistas.com.ar y otras.

Ruiz Puente, Felipe. El 2 de octubre de 1766, el rey Carlos III de España dictó una real cédula por la cual creaba la Gobernación de las Islas Malvinas, como dependencia del gobernador y capitán general de Buenos Aires, en ese momento Francisco de Paula Bucarelli y Urzúa, nombrando al capitán de navío Felipe Ruiz Puente como primer gobernador del territorio. Ruiz Puente viajó a las islas con las fragatas Liebre y Esmeralda, siendo además acompañado desde Montevideo por la fragata La Boudeuse, con Bougainville a bordo, con el objeto de hacer el traspaso formal. El 2 de abril de 1767, Ruiz Puente tomó posesión de la colonia francesa y un año después renombró a la población como Puerto de Nuestra Señora de la Soledad, al ser entronizada una imagen de la Virgen María con esa advocación. Todos los veranos se realizaba el aprovisionamiento de la colonia con barcos que partían desde el puerto de Montevideo. El 28 de noviembre de 1769, se produjo en el Estrecho de San Carlos el encuentro de un barco español con uno inglés procedente de Port Egmont, la colonia inglesa de la isla Trinidad fundada por el capitán John Mc Bride en el lugar llamado por Bougainville Poil de la Croisade. La colonia inglesa fue desalojada por los españoles el 14 de julio de 1770 y restituída al Reino Unido el 22 de enero de 1771, para luego ser abandonada en 1774 y destruida por España en 1780. Los británicos dejaron una placa de plomo escrita en inglés, que luego fue llevada a Buenos Aires y recuperada por William Beresford en 1806 y luego perdida. La placa decía: Sepan todas las naciones, que las Islas Malvinas, con su puerto, los almacenes, desembarcaderos, puertos naturales, bahías y caletas a ellas pertenecientes, son de exclusivo derecho y propiedad de su más sagrada majestad Jorge III, rey de Gran Bretaña. En testimonio de lo cual, es colocada esta placa y los colores de Su Majestad británica dejados flameando como signo de posesión por S W Clayton, oficial comandante de las Islas Malvinas. A.D. 1774. Ruiz Puente fue gobernador de las Malvinas hasta el 23 de enero de 1773, fecha en que fue relevado por el capitán de infantería Domingo Chauri del Regimiento fijo de Buenos Aires, que permaneció en funciones hasta el 5 de enero de 1774, cuando asumió el capitán de fragata Francisco Gil de Lemos y Taboada, quien fue el último gobernador de las Islas, ya que durante su gestión la gobernación fue reducida al rango de Comandancia el 5 de enero de 1774. Fuente: Wikipedia.

Sáenz Aispuru, Manuela. (Quito, Ecuador; 27 de diciembre de 1797 – † Paita, Perú; 23 de noviembre de 1856) Fue una patriota ecuatoriana y compañera sentimental de Simón Bolívar, reconocida por la historiografía independentista hispanoamericana contemporánea como heroína de la Independencia de América del Sur. Es conocida también como Manuelita Sáenz y como Libertadora del Libertador (en referencia a Simón Bolívar). Criticada, denigrada e ignorada y desterrada por sus contemporáneos y aun décadas después de su muerte, sólo a mediados del siglo XX Manuela Saenz comenzó a ser reivindicada como heroína y prócer en la gesta de la independencia o como precursora del feminismo en Latinoamérica. En todo caso, casi dos siglos después de su muerte, es un personaje que continúa aun despertando odios o amores y ocasionando debates o controversias. Hija del hidalgo español Simón Sáenz Vergara y de la criolla María Joaquina de Aispuru, nació en la ciudad de Quito (Ecuador) el 27 de diciembre de 1797, aunque algunas fuentes citan el año de 1795. Por causa del futuro nacimiento de Manuelita, su madre fue enviada a la hacienda Cataguango, propiedad de los Aispuru, en la que, al parecer, murió el día que nació Manuela o, según otras versiones, solo sobrevivió dos años más. Por ello Manuelita, huérfana de madre, fue entregada al convento de las monjas conceptas, en el que pasó sus primeros años bajo la tutela de su superiora, sor Buenaventura. Se sabe que por sus talentos y dones especiales su padre la llevó de visita a la casa que compartía con su esposa, doña Juana del Campo y Larraondo, ilustre dama nacida en Popayán (Cauca, Colombia), quien siempre trató a la niña con cariño y le enseñó buenas costumbres, fomentó su interés por la lectura y le prodigó afectuosos cuidados de madre. En esa casa nació un profundo lazo de amor con su hermano de padre, José María Sáenz. A las negras Natán y Jonatás las conoció en los primeros años de su vida, cuando salía del internado para pasar unos días en Cataguango, por lo que les unió una amistad que se inició en la niñez y fueron sus inseparables amigas y compañeras. Luego de haber completado su formación con las monjas conceptas, pasó al monasterio de Santa Catalina de Siena (Quito), de la Orden de Santo Domingo, para concluir así con la formación que en ese tiempo se impartía a las señoritas de las más importantes familias de la ciudad. En ese lugar, aprendió a bordar, a elaborar dulces y a comunicarse en inglés y francés, habilidades y labores que fueron con las que se mantendría en sus años de exilio en Paita (Perú). A los 17 años de edad, huyó del convento, en un episodio del que se conocen pocos detalles y del cual ella no hablaba, pues al parecer fue seducida y luego abandonada por Fausto D’Elhuyar, oficial del Ejército Real, sobrino de Juan José Elhúyar e hijo de Fausto Elhúyar (los descubridores del tungsteno). En diciembre de 1816, Manuela conoció en Quito a James Thorne, acaudalado médico inglés veintiséis años mayor que ella, y Simón Sáenz, su padre, como era costumbre en la época y por razones de conveniencia, pactó su boda para julio de 1817. La boda se celebró en Lima, entonces capital del Virreinato del Perú, ciudad que no conocía las condiciones ilegítimas de su nacimiento, por lo cual Manuelita fue aceptada en el ambiente aristocrático de la ciudad virreinal. Algo similar había sucedido con Rosa Campuzano, la guayaquileña con quien Manuela hizo gran amistad. Ambas se involucraron de lleno en actividades políticas, en una evidente atmósfera de descontento con las autoridades españolas. Fue entonces cuando Manuela conoció a Simón Bolívar; ambos se atrajeron de inmediato y en cuanto pudieron iniciaron la convivencia. Las mujeres ejercían una gran influencia en los círculos virreinales para conseguir empleos a sus padres, esposos e hijos, por lo que estaban informadas de los acontecimientos en el virreinato. Es esta  una de las razones que explican la decidida participación femenina en los movimientos revolucionarios, apoyando la causa de Bolívar por liberar la Nueva Granada y de San Martín por independizar el Perú. En este ambiente, Manuela contribuyó decididamente en el cambio del Batallón Numancia, del cual formaba parte su hermano José María, hacia las filas patriotas. Por sus actividades pro independentistas, el general José de San Martín, luego de haber tomado Lima con sus milicianos y proclamado su independencia el 28 de julio de 1821, le concedió a Manuela, el título de Caballeresa del Sol de la Orden del Sol de Perú. En 1821, a raíz de la muerte de su tía materna, Manuela decidió regresar al Ecuador, para reclamar su parte de la herencia de su abuelo materno. Viajó con su medio hermano, entonces oficial del batallón Numancia, ya integrado al ejército libertador con el nombre de Voltígeros de la Guardia y bajo las órdenes del general Antonio José de Sucre, que había recibido la orden de trasladarse a Quito. En 1823 Manuelita acompañó a Bolívar hasta Perú y estuvo a su lado durante buena parte de las campañas, participando en ellas activamente, hasta culminar la gesta libertadora, cuando se radicaron en la ciudad de Santa Fé de Bogotá. Durante su estancia en esa ciudad, el 25 de septiembre de 1828, Bolívar fue objeto de un intento de asesinato, frustrado gracias a la valiente intervención de Manuelita. Los enemigos de Bolívar se habían conjurado para darle muerte aquella noche de septiembre. Al entrar al palacio de San Carlos (hoy día sede de la Cancillería de Colombia), frente al Teatro Colón, Manuela se da cuenta del atentado, y se interpone a los rebeldes, con el fin de que Bolívar tuviera tiempo de escapar por la ventana. Thorne en varias ocasiones pidió a Manuela que volviera a su lado. La respuesta de Manuela fue contundente: seguiría con Bolívar y daba por finalizado su matrimonio con el inglés. En alguna ocasión, consultada sobre el rompimiento con su marido, Manuelita expresó que no podía amar a un hombre que reía sin reír, que respiraba pero no vivía y que le generaba las más agrias repulsiones. Este comportamiento indecente para una mujer de la época marcó un antecedente de autodeterminismo en la mujer en una época donde eran reprimidas por una sociedad que las anulaba completamente; en este acto esta quizás una de las características más interesantes de este personaje histórico. Bolívar dejó la capital al exilio de la Gran Colombia en 1830, y falleció en la ciudad de Santa Marta producto de la tuberculosis, sumiendo a Manuela en la desesperación. A la muerte de Bolívar, las autoridades de Bogotá expulsaron a Manuela de Colombia. Ella partió hacia el exilio en la isla de Jamaica. Intentó regresar a su tierra en 1835, y  encontrándose en Guaranda (Ecuador), su pasaporte fue revocado por el presidente Vicente Rocafuerte, por lo que decidió instalarse en el pueblo de Paita, al norte del Perú. En este lugar fue visitada por varios ilustres personajes como el escritor estadounidense Herman Melville (autor de la novela Moby Dick), el patriota italiano Giuseppe Garibaldi (quién la acompañó en sus últimos momentos), el escritor peruano Ricardo Palma (que se basó en sus relatos para redactar parte de sus Tradiciones peruanas) o el escritor venezolano Simón Rodríguez. Durante los siguientes 25 años se dedicó a la venta de tabaco, además de traducir y escribir cartas a los Estados Unidos de parte de los balleneros que pasaban por la zona, de hacer bordados y dulces por encargo. En 1847, su esposo murió asesinado, siendo incapaz de cobrar ni siquiera los 8.000 pesos de la dote entregada por su padre al momento de su matrimonio. A los 59 años de edad, Manuelita sucumbió el 23 de noviembre de 1856 durante una epidemia de difteria que azotó la región. Su cuerpo fue sepultado en una fosa común del cementerio local y todas sus posesiones fueron incineradas, incluidas una suma importante de las cartas de amor de Bolívar y documentos de la Gran Colombia que aún mantenía bajo su custodia. Manuelita entregó a O’Leary gran parte de documentos para elaborar la biografía de Bolívar. El hombre de quien Manuela dijo: Vivo lo adoré, muerto lo venero. Fuente: Wikipedia.com.

Sáenz Peña, Luis. Nació en Buenos Aires el 2 de abril de 1822. Hizo sus estudios primarios en la ciudad natal y luego ingresó a la Universidad de Buenos Aires. La vocación lo llevaba a las leyes, pero aceptó las preferencias paternas por la medicina, que estudió también bajo la dirección de eminentes profesores como Claudio Mamerto Cuenca y Teodoro Álvarez, junto a Guillermo Rawson y José María Bosch. A los veintiún años terminó los cursos de cirugía y en 1843 se graduó de doctor en jurisprudencia con su tesis de derecho civil sobre La mujer no puede renunciar los gananciales en beneficio del marido durante el matrimonio. Con él se graduaron también Bernardo de Irigoyen, Rufino de Elizalde, Federico Pinedo, Delfín Huergo y otros jóvenes de gran futuro. No tuvo actuación pública durante los gobiernos rosistas y sólo después de Caseros (5 de febrero de 1853), el gobierno lo incluyó en una comisión de pagadores de la plana mayor del Ejército. En 1860 formó parte de la Convención de Buenos Aires, encargada de la reforma de la Constitución. En esa histórica asamblea sostuvo, contra el parecer de la mayoría, el principio de la incorporación lisa y llana de Buenos Aires a la Confederación. Continuó ocupado en sus estudios hasta 1870, en que fue elegido senador a la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires. En 1873 fue elegido diputado nacional por su provincia, desempeñando al año siguiente la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación. En 1874 asumió la vicegobernación de la Provincia de Buenos Aires, integrando la fórmula con el gobernador Carlos Casares. Concluído el período constitucional volvió a ocupar una banca en el senado provincial. Durante los sucesos de junio de 1880 resultó electo diputado al Congreso Nacional, banca que ocupó hasta 1882, cuando fue nombrado vocal de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, de la que llegó a desempeñar la presidencia. Con motivo del traslado de las autoridades gubernamentales a la ciudad de La Plata, renunció al cargo (enero de 1885). Al proclamarse la candidatura presidencial de Bernardo de Irigoyen, Sáenz Peña adhirió al movimiento popular que la promovió en oposición a las de Juárez Celman y Dardo Rocha. Sucesivamente desempeñó la presidencia del Banco de la Provincia y de la Municipalidad de Buenos Aires, la dirección de la Academia de Jurisprudencia y una vocalía en el Consejo General de Educación. Con motivo de los acontecimientos del año 1890 actuó en la comisión pacificadora que negoció la capitulación. Derrocado el presidente Juárez Celman, su sucesor, el doctor Carlos Pellegrini, lo nombró el 13 de diciembre, Ministro de la Suprema Corte de Justicia. La política llamada del Acuerdo, o sea la unión de los partidos Autonomista Nacional, a cuyo frente estaba Roca, y la Unión Cívica Nacional, que recibía las inspiraciones de Mitre, proclamó  su candidatura para la presidencia de la República y la del doctor José Evaristo Uriburu como vicepresidente. Reunio en asamblea el Congreso Nacional, según el resultado obtenido en las elecciones que se llevaron a cabo en 1892, proclamó a ambos después de obtener 210 y 216 votos, respectivamente. De este modo, el doctor Sáenz Peña ascendió a la presidencia el 12 de octubre de 1892. Fueron sus primeros ministros Manuel Quintana (Interior); Tomás M de Anchorena (Relaciones Exteriores); Calixto de la Torre (Instrucción Pública y Justicia); Benjamín Victorica (Guerra). En un ambiente político de enconos, latente la amenaza de un movimiento subversivo, desde el principio advirtió que no tendría la colaboración que tanto había solicitado y que le había sido prometida. El obstruccionismo de los partidos políticos y la indiferencia de las fuerzas independientes, le privaron de los resortes indispensables para realizar una labor eficaz. Entre las obras de mayor trascendencia de su período, se mencionan la apertura de la Avenida de Mayo, terminada en 1894, y la firma del protocolo adicional y aclaratorio al Tratado de 1881, que contenía provisoriamente las dificultades de límites con Chile. Varió en cuatro oportunidades la composición de sus ministerios. Tras afrontar con evidente patriotismo y desinterés la difícil situación política creada por los partidos opositores, encarando los más arduos problemas que conmovían a la opinión pública, se vio obligado a dimitir movido por altos sentimientos patrióticos (22 de enero de 1895). La renuncia fue aceptada el mismo día por el Congreso con sólo un voto en contra, el del doctor Indalecio Gómez, diputado por Salta. Reemplazado el mismo día por el vicepresidente, doctor José Evaristo Uriburu, vivió desde entonces apartado de los negocios públicos. Sólo se lo vio aparecer en las magnas asambleas nacionales cuando fue necesario el consejo de hombres eminentes de la República, como cuando recrudeció el peligro de guerra con Chile (1902) y para la reunión de notables que eligió al doctor Manuel Quinana, su ex ministro del Interior, para la presidencia de la Nación (1904). El doctor Sáenz Peña falleció en Buenos Aires el 4 de diciembre de 1907, a los 85 años de edad. Fuentes: Varias.

 

Sáenz Peña, Roque.  (Buenos Aires, Argentina, 19 de marzo de 1851 – ibídem, 9 de agosto de 1914) Fue un abogado y político argentino, combatiente voluntario del ejército peruano en la Guerra del Pacífico. Ejerció la presidencia de su país entre 1910 y 1914, y es recordado por la sanción de la llamada Ley Sáenz Peña, que instauró en Argentina el voto universal, secreto y obligatorio. Roque Sáenz Peña fue hijo de Luis Sáenz Peña y Cipriana Lahitte de Sáenz Peña. Provenía de una familia de partidarios de Rosas: sus abuelos paterno y materno, Roque Julián Sáenz Peña y Eduardo Lahitte, habían sido diputados de la Legislatura durante el gobierno de aquél. Después de la derrota de Rosas en la batalla de Caseros, la tradición federal de los abuelos y del padre, que no cambiaron sus convicciones, los mantuvo alejados de la función pública. Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, bajo la dirección de Amadeo Jacques. En 1875 se graduó de doctor en derecho, con la tesis Condición jurídica de los expósitos. Durante la Revolución de 1874 defendió a las autoridades de la nación como Capitán del Regimiento N° 2, bajo el mando de Luis María Campos. Vencida la revolución, fue ascendido a Segundo Comandante de Guardias Nacionales, pero solicitó ser relevado de sus filas. Opositor a Mitre, militó en el Partido Autonomista encabezado por Adolfo Alsina y en 1876 fue elegido para una banca de Diputado en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires. Llegó a desempeñar la presidencia del cuerpo a los 26 años, siendo así uno de los presidentes más jóvenes de la Cámara. En 1878, a raíz de las disidencias producidas dentro del autonomismo con motivo de la política de conciliación iniciada por el presidente Avellaneda a la que Sáenz Peña se oponía, renunció a su cargo y terminó por abandonar transitoriamente la política. Al declararse la guerra del Pacífico entre Chile y Perú, en 1879 se ausentó silenciosamente de su país viajando a Lima. Ofreció sus servicios al Perú, que le otorgó el grado de Teniente Coronel (Comandante). En la batalla de Tarapacá sirvió al mando del coronel Andrés Avelino Cáceres, obteniéndose un triunfo transitorio sobre Chile. En la batalla de Arica estuvo al mando del batallón Iquique; después de ser herido en el brazo derecho y contemplar impotente la muerte de muchos de sus camaradas peruanos, cayó prisionero en manos del Capitán del 4º de Linea del ejército chileno Ricardo Silva Arriagada, quien lo salvó de la tropa chilena que lo perseguía mientras huía junto a los otros oficiales peruanos sobrevivientes (De La Torre y Chocano) y no lo ejecutó por haber mostrado Saenz Peña el valor de no suplicar por su vida. (Relato de la época de Ricardo Silva Arriagada, de Asalto y Toma del Morro de Arica de Nicanor Molinare). Don Roque Sáenz Peña sigue tranquilo, impasible; alguien me dice que es argentino; me fijo entonces más en él; es alto, lleva bigote y barba puntudita; su porte no es muy marcial, porque es algo gibado; representa unos 32 años; viste levita azul negra, como de marino; el cinturón, los tiros del sable, que no tiene, encima del levita; pantalón borlón, de color un poco gris; botas granaderas y gorra, que mantiene militarmente. A primera vista se nota al hombre culto, de mundo. Más tarde entrego mis prisioneros a la Superioridad Militar, que los deposita, primero en la Aduana, y después los embarcan en el Itata. (Ricardo Silva Arriagada). Roque Sáenz Peña fue sometido a un Consejo de Guerra y se lo confinó cerca de la capital chilena. Puesto en libertad luego de seis meses, a instancias de su familia y del gobierno argentino, regresó a Buenos Aires en septiembre de 1880. El Congreso de la Nación Argentina, en voto unánime, le devolvió la ciudadanía argentina, que había perdido de jure al incorporarse al ejército peruano. Presidía entonces el país el General Julio Argentino Roca, y su Ministro de Relaciones Exteriores, Bernardo de Irigoyen lo nombró Subsecretario en 1880. Un año después renuncia al cargo de Subsecretario, y se trasladó a Europa por dos años. En 1884, ya de regreso en Buenos Aires, concibió el proyecto de fundar la revista Sud América junto a sus amigos Paul Groussac, Carlos Pellegrini y Exequiel Ramos Mejía, en la que sus ideas americanistas fueron publicitadas ampliamente. Apoyó la candidatura presidencial de Miguel Juárez Celman. En 1887, con Juárez Celman ya en la presidencia, fue designado embajador plenipotenciario en el Uruguay. En 1989 destacó como representante del país en la Conferencia de Montevideo. En 18891890, junto a Manuel Quintana representó a la Argentina en la Conferencia de Washington. Allí defendió el principio de inviolabilidad de los Estados y se opuso ardorosamente al proyecto estadounidense de crear una unión aduanera continental y una moneda única en el continente. A la Doctrina Monroe, que sostenía la consigna América para los americanos, opuso la consigna América para la humanidad. Luego volvió a Buenos Aires para hacerse cargo de la cartera de Relaciones Exteriores del gobierno de Juárez Celman, que cayó poco después, luego de la Revolución del Parque. En medio de la grave crisis política y económica que sacudía al país, la figura de Roque Sáenz Peña se perfiló como favorita para las elecciones presidenciales de 1892. Contaba con fuerte apoyo en la juventud, y en la Provincia de Buenos Aires. Para dificultar su candidatura, Mitre, aliado de Roca, impulsó la del propio padre de Roque, Luis Sáenz Peña. Antes que enfrentarse con su padre, Roque prefirió renunciar a su candidatura, tras lo cual declaró: Lamento que circunstancias ajenas a mi voluntad, pero no extrañas a mi corazón, me impidan aceptar el alto honor. Luis le agradeció el gesto en una carta pública. Las elecciones dieron como triunfador a Luis Sáenz Peña, que designa a Roque jefe del Regimiento de Guardias Nacionales. En junio de 1892 se incorporó a la Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires, pero al poco tiempo renunció a ambos cargos para retirarse de la vida pública. Ello se debía a que sus criterios ideológicos le impedían ser oficialista, pero a la vez el que su padre ocupara la presidencia le impedía ser opositor. Por un tiempo vivió en la provincia de Entre Ríos, y regresó a Buenos Aires en 1895 para iniciar un bufete junto a sus amigos Federico Pinedo y Carlos Pellegrini. En 1898, al estallar la guerra entre Estados Unidos y España por la posesión de Cuba, se pronunció fuertemente a favor de los españoles y cubanos: Tengo el sentimiento y el amor de mi raza; quiero y respeto como propias sus glorias en la guerra y sus nobles conquistas en la paz. En 1905, en reconocimiento a su actuación durante la guerra del Pacífico, fue invitado oficialmente por el Perú para inaugurar el monumento al héroe peruano Francisco Bolognesi. Allí pronunció un encendido discurso, recibió la medalla de oro otorgada por ley del Congreso, y los galones de General de Brigada del ejército peruano. En 1906 el gobierno de José Figueroa Alcorta lo designó representante extraordinario para asistir a los actos de la boda de Alfonso XIII de España. Allí fue nombrado enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante España, Portugal, Italia y Suiza. De regreso a la Argentina, en 1907 fue designado para encabezar las misiones diplomáticas en Suiza e Italia. Llegado a Roma, recibió instrucciones de su gobierno para representar al país en la Segunda Conferencia de Paz de La Haya junto a Luis María Drago. Ambos sostuvieron allí posición favorable a la creación de un tribunal internacional de arbitraje. En 1909 formó parte del tribunal arbitral que laudó las diferencias entre Estados Unidos y Venezuela. Su misión diplomática ante los gobiernos italiano y suizo se prolongó hasta 1910; en Italia se enteró de su proclamación como candidato a Presidente de la República. Su candidatura era apoyada por los partidarios de incluir a las minorías en el sistema político. El comicio electoral se llevó a cabo el 13 de marzo de 1910, con gran cantidad de irregularidades, habituales en esa época. Asumió la presidencia el 12 de octubre de 1910. Al poco tiempo de llegar al país celebró un encuentro con el presidente Figueroa Alcorta y otra con el líder de la oposición, Hipólito Yrigoyen. En esta última entrevista el líder radical se comprometió a abandonar la vía revolucionaria, y Sáenz Peña a promulgar una ley electoral que modernizara los comicios e impidiera el fraude electoral. Yrigoyen pidió la intervención de las provincias para impedir que sus gobernadores interfirieran con dicho proceso, Sáenz Peña se negó pero permitió que el radicalismo formara parte del gobierno. Con la sanción de la ley electoral, el radicalismo se comprometía también a abandonar la postura abstencionista que mantenía como protesta por las irregularidades del sistema electoral vigente hasta entonces. La ley propuesta estaba basada en tres elementos clave: el voto secreto, obligatorio y universal, utilizando el padrón militar. La ley fue un gran avance en su tiempo ya que permitía a grandes masas poblacionales participar del acto electoral, aunque aún distaba de ser completamente universal: las mujeres y los extranjeros (que por entonces eran una gran parte de la sociedad) aún no tenían derecho a voto. Además, aunque los extranjeros no votaban, en cambio eran tenidos en cuenta al determinar la población de los distritos y la cantidad de diputados que podían elegirse por cada uno. Sáenz Peña presentó el proyecto en el congreso con estas palabras: He dicho a mi país todo mi pensamiento, mis convicciones y mis esperanzas. Quiera mi país escuchar la palabra y el consejo de su primer mandatario, quiera el pueblo votar. Entre los opositores a su gobierno se encontraban los beneficiarios del antiguo régimen electoral, cuyos privilegios se veían claramente amenazados por la reforma. Así, muchos legisladores de los sectores conservadores, aún no oponiéndose abiertamente, obstaculizaron la reforma. Sin embargo, gracias en gran parte a la defensa que hizo del proyecto el ministro del Interior, Indalecio Gómez — coautor del mismo — esta sería sancionada el 10 de febrero de 1912 como Ley N° 8871, conocida desde entonces como Ley Sáenz Peña. Las primeras elecciones realizadas en Argentina bajo la nueva ley tuvieron lugar ese mismo año; la bancada socialista creció notablemente y hubo triunfos radicales en Entre Ríos y Santa Fe. La participación electoral, que en las últimas elecciones antes de la ley rondaba el 5%, creció hasta el 62.85% para 1914. Desde el momento de su asunción como presidente, su salud no era buena, pero la misma empeoró sensiblemente a partir del año 1913. La versión que circulaba en la época era que el presidente sufría las consecuencias neurológicas de una sífilis que se habría contagiado durante la guerra entre Chile y Perú. Varias veces debió solicitar licencia. Finalmente, delegó el mando presidencial en su vicepresidente Victorino de la Plaza. Murió el 9 de agosto de 1914, dos años antes de terminar su mandato. Fuentes: Varias.

Sáenz Peña, Roque Julián. Fue miembro de la Cámara de Justicia y representante de la legislatura de la Provincia de Buenos Aires durante el período rosista. Casó con María Luisa Dávila y Luque, cordobesa descendiente de familia de conquistadores. De este matrimonio nació Luis Sáenz Peña.

Sahlins, Marshall.  Nació en la ciudad de Chicago en 1930. Para licenciarse de antropólogo, realizó su trabajo de campo en la Universidad de Michigan, con Leslie White. Se graduó en el año de 1951, y en 1952 concluyó una maestría en Letras. En 1954 obtuvo un doctorado en la Universidad de Columbia. Ese mismo año se casó con Bárbar Vollen y se trasladó a las islas Fiji, en donde realizó una estancia de investigación hasta 1955. El producto de su investigación fue el libro Maola: Culture and Nature on a Fijian Island, publicado en 1962. A su vuelta a los Estados Unidos, Sahlins ingresó como profesor a Columbia, y en 1957 se trasladó a la Universidad de Michigan. Al siguiente año publicó Social Stratification in Polynesia. Dos años más tarde, en 1960, colaboró con Elman R. Service en la edición de Evolution and Culture, una compilación de artículos que versan sobre el problema de la evolución cultural. En 1964, Sahlins viajó a Nueva Guinea donde realizó un nuevo período de trabajo de campo. Luego de cuatro años, el producto de esa investigación, Tribesmen (“Las sociedades tribales”), salió a la luz. En 1972 publicó Stone Age Economics (“Economía de la Edad de Piedra”), obra que demolió las visiones evolucionistas lineales de la sociedad y de la historia, tras analizar las sociedades paleolíticas y las sociedades de cazadores y recolectores sobrevivientes, ya investigadas por Service en The Hunters (“Los Cazadores”). Sahlins presentó una visión sorprendente: Se dice que de un tercio a la mitad de la humanidad se acuesta todos los días con hambre. En la antigua Edad de Piedra la proporción debe de haber sido mucho menor. Ésta, en la que vivimos, es la era de un hambre sin precedentes. Ahora, en la época del más grande poder tecnológico, el hambre es una institución. Sahlins le dio así la vuelta a una idea comúnmente aceptada y afirmó: el hambre aumenta relativa y absolutamente con la evolución de la cultura. Refiriéndose al trabajo también negó lo establecido, para determinar que: la cantidad de trabajo (per capita) aumenta con la evolución de la cultura, y la cantidad de tiempo libre disminuye. Su obra denota la influencia de los trabajos de Karl Polanyi en lo que respecta a los principios económicos sustantivistas, de Lévi-Strauss, Hocart y Dumézil hacia la antropología histórica, pasando por la crítica a la economía antropológica del funcionalismo y del biologismo de la escuela culturalista de Harris. El trabajo de Sahlins se ha centrado en demostrar el poder que la cultura tiene para moldear las opiniones de la gente y sus acciones. Él ha estado interesado particularmente en demostrar que la cultura tiene una energía propia que no se deriva de la biología. Fuente: Wikipedia.

Salazar y Espinoza, Juan de.  Conquistador español nacido en 1508 en Espinosa de los Monteros. Formó parte de la exploración que ordenase el 1535 el Primer Adelantado del Río de la Plata, Pedro de Mendoza, con la que marchó en busca de Juan de Ayolas, quien había partido desde el fuerte Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire hacia el norte, en busca d ela leyenda del Rey blanco. En su búsqueda remontó el río Paraguay y el 15 de agosto de 1537 fundó el fuerte de Nuestra Señora Santa María de la Asunción. A consecuencia de la rebelión contra el Adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, fue expulsado a España, regresando nuevamente al Río de la Plata en 1547, con el cargo de tesorero. Entre 1550 y 1555 dirigió una expedición de colonización del Paraguay. Falleció en Asunción en 1568. Fuente: Wikipedia.

Sánchez Labrador, José. Nació en La Guardia, pueblo de la diócesis de Toledo (España), el 19 de setiembre de 1717. Entró en la Compañía de Jesús en la Provincia de Toledo, el 5 de octubre de 1731 e hizo la Profesión de cuatro votos el 20 de mayo de 1751. De allá se traslado al Paraguay. Fue profesor de Filosofía y Teología, con gran opinión de ciencia en la Academia de Córdoba. Luego se abandonar sus exitosas cátedras, se ocupó Sánchez en intentar convertir a la fe cristiana y reducir al suave yugo del Rey Católico las naciones Eyiguayegui (Mbayá o Guaicurú en el léxico guaraní y español), habitantes del norte del río Jejuí, a ambas márgenes del río Paraguay, para lo cual hubo de recorrer distancias inmensas, exponerse a grandes peligros, sufrir innumerables trabajos y sobre todo estudiar y comunicarse en la lengua nativa. Fue referido por el misionero jesuita Martín Dobrizhoffer en su Historia de los Abipones,  con admiración y pena por el estado en que lo encontró en su visita a la Misión de Belén. Luego Sánchez Labrador, fue sorprendido por la expulsión de los jesuitas (2 de abril de 1767) y deportado a Italia con los demás compañeros. Ya anciano, murió en Rávena en 1799.  Fue un autor prolífico de textos de doctrina católica, arte, idioma guaraní, antropología, agricultura y ciencias naturales. La primera parte del Paraguay Natural está dividida en tres libros. El libro primero mayormente se ocupa de minerales, pero también incluye descripciones de rocas y fósiles. En el libro segundo, se trata principalmente sobre los ríos y las propiedades del agua. Sánchez Labrador refiere que los ríos Paraná y Uruguay eran capaces de petrificar madera y hueso, comparando además los grandes huesos de la desembocadura del Carcarañá con restos de elefantes o ballenas.  El libro tercero trata sobre meteorología, terremotos y volcanes. Obras manuscritas: Traducción del catecismo a la lengua de los mbayás; Diccionario (hasta la letra ¨P¨) de la misma lengua, con anotaciones sobre gramática; Paraguay Natural Ilustrado; Paraguay Cultivado (en 11 tomos, extraviados); Paraguay Católico (en tres tomos, rescatados). Fuente: http://historianatural.wordpress.com y otras.

 

Sánchez, Mariquita. O Mariquita Sánchez de Thompson, o aún Mariquita Sánchez de Mendeville, nació en Buenos Aires el 1º de noviembre de 1786 y también allí murió el 23 de octubre de 1868. Su nombre completo de soltera fue María Josepha Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velazco, y era hija de Cecilio Sánchez de Velazco y de Magdalena Trillo. Sus progenitores tuvieron escasas esperanzas de vida respecto de la recién nacida, atentos a los antecedentes de malos partos y muertes prematuras de todos los hijos anteriores de la pareja. Esta situación convirtió a la supérstite Mariquita en la única heredera del patrimonio familiar, y en apetecible partido matrimonial. La joven se formó intelectual y afectivamente en el marco de la rígida apariencia de la sociedad porteña virreinal. Era deudora del complejo mundo de ideas e intereses en que se había formado; de un lado, la tradición colonial española; del otro, el atractivo y seducción del ideario de la ilustración. Cuando tenía 24 años, su padre la comprometió con Diego del Arco, pariente del primer marido de Magdalena Trillo. Sin embargo Mariquita se había enamorado de un primo segundo, Martín Thompson, de atractiva y romántica figura. La situación provocó un verdadero escándalo; ante su propio reclamo, un funcionario se presentó en su casa para explorar su voluntad. Ella aprovechó para afirmar que su intención era unirse con Thompson, y mientras Diego de Arco debía soportar tamaña humillación, Mariquita sería depositada en un convento. Afortunadamente, tes años después se le concedió autoridad al virrey para permitir o no, en un corto plazo, los casamientos impedidos por los padres de los novios. La boda de Martín y Mariquita, bendecida por Fray Cayetano Rodríguez, tuvo lugar el 26 de junio de 1805. A diferencia de su madre, ella tuvo cinco buenos partos. Fue madre de cuatro mujeres (Florencia, Clementina, Albina y Magdalena) y de un varón (Juan). Thompson fue designado en 1816 para embarcarse en función diplomática a Estados Unidos, a la edad de 39 años. Murió tres años después regresando a su patria, afectado por una enfermedad psiquiátrica. Pasado un año, Mariquita contrajo matrimonio con un joven francés, Washington de Mendeville, cuya conducta le deparó muchos sinsabores que terminaron en separación, disimulada por las funciones diplomáticas del marido fuera del país. De este matrimonio tuvo tres hijos: Julio, Carlos y Enrique. Fuente: Wikipedia y otras.

San Martín, José Francisco de. (Yapeyú, Virreinato del Río de la Plata, 25 de febrero de 1778Boulogne-sur-Mer, Francia, 17 de agosto de 1850) Militar argentino, cuyas campañas fueron decisivas para las independencias de la Argentina, Chile y el Perú. A los siete años viajó a España, donde cursó sus estudios para ingresar posteriormente en el ejército. Combatió en el norte de África y luego contra la dominación napoleónica de España, participando en las batallas de Bailén y La Albuera. Con 34 años, en 1812, habiendo alcanzado el grado de Teniente Coronel, y tras una escala en Londres, viajó a Buenos Aires, donde se le encomendó la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo (que hoy lleva su nombre), con el cual logró el triunfo en el Combate de San Lorenzo. Luego recibió la jefatura del Ejército del Norte, en reemplazo del General Manuel Belgrano. Entonces concibió su plan de emancipación sudamericana, comprendiendo que el triunfo patriota sólo se consolidaría al eliminar los núcleos realistas en el continente. Nombrado gobernador de Cuyo, con sede en la ciudad de Mendoza, puso en marcha su proyecto: tras organizar al Ejército de los Andes cruzó con el mismo la cordillera del mismo nombre y definió la liberación de Chile, en las batallas de Chacabuco y Maipú. Utilizando a una flota organizada en Chile, atacó el centro del poder español en Sudamérica, la ciudad de Lima, declarando la independencia del Perú en 1821. Poco después se encontró en Guayaquil con Simón Bolívar, y tras una breve entrevista le cedió su ejército y la meta de finalizar la liberación del Perú. San Martín partió hacia Europa, donde murió el 17 de agosto de 1850. Junto con Bolívar es considerado libertador de Sudamérica. En la Argentina se lo reconoce como padre de la Patria y se lo considera el principal héroe y prócer nacional. En el Perú, se lo reconoce como libertador del país, con los títulos de Fundador de la Libertad del Perú, Fundador de la República y Generalísimo de las Armas. En Chile su ejército le reconoce el grado de Capitán General. Nació en 1778 en Yapeyú, una ex misión jesuítica situada a orillas del río Uruguay en la Gobernación de las Misiones Guaraníes del Virreinato del Río de la Plata, en la actual Provincia de Corrientes, Argentina. Su padre, Juan de San Martín, hijo de Andrés de San Martín e Isidora Gómez, había nacido en la villa de Cervatos de la Cueza, en la Provincia de Palencia (antiguo reino de León, España), y era Teniente gobernador del departamento. Sirvió como militar a la Corona española y fue el primer teniente gobernador de la Gobernación de las Misiones Guaraníes con sede en Yapeyú, creada para administrar las treinta misiones jesuíticas guaraníes, luego de que la orden fuera expulsada de América por el rey Carlos III en 1767. Su madre, Gregoria Matorras del Ser, hija de Domingo Matorras y María del Ser Gregoria Matorras, también había nacido en la Provincia de Palencia, España, concretamente en Paredes de Nava. Era prima hermana de Jerónimo Matorras, Gobernador y Capitán General del Tucumán. Juan de San Martín contrajo enlace con Gregoria por poder, (el representante fue el capitán de dragones Juan Francisco de Somalo), el 1 de octubre de 1770, con las bendiciones del obispo de Buenos Aires, don Manuel de la Torre. Poco después se trasladaron a Calera de las Vacas (hoy Uruguay), como administrador de la estancia jesuítica, y allí nacieron tres de sus hijos. Al cesar en ese cargo fue designado teniente gobernador de Yapeyú. Sus restantes dos hijos, nacerían allí, siendo José el menor de ellos. Juan de San Martín organizó un cuerpo militar de naturales guaraníes compuesto por 550 hombres, destinados a contener los avances portugueses y las incursiones de los indígenas charrúas. En 1779, Juan de San Martín ascendió al grado de capitán del ejército real y poco después Gregoria Matorras volvió a Buenos Aires con sus cinco hijos. En la capital se reunió con su esposo en 1781. En abril de 1784, Juan de San Martín y su familia llegaban a Cádiz. El padre del prócer falleció el 4 de diciembre de 1796 en Pozos Dulces, Málaga. Sus restos fueron trasladados al cementerio de La Recoleta, Buenos Aires. Desde que Juan de San Martín falleciera en Málaga, doña Gregoria vivió acompañada por su hija María Elena y su nieta Petronila, recibiendo una modesta pensión. Murió en Orense (Galicia) el 1 de junio de 1813. San Martín fue el menor de cinco hermanos; María Elena (18 de agosto de 1771), Manuel Tadeo (28 de octubre de 1772) y Juan Fermín (5 de febrero de 1774), nacidos en la Real Calera de las Vacas, jurisdicción de la parroquia de Las Víboras (actualmente Uruguay) y Justo Rufìno (1776) nacido ya en Yapeyú como su hermano José Francisco. En España todos los hermanos siguieron la carrera militar y mantuvieron escaso contacto entre ellos. Sin embargo, José de San Martín mantuvo contacto epistolar con ellos, así como con María Elena. Según el investigador argentino Armando Puente es posible que, ya exiliado en Europa, José de San Martín no supiera que su hermano Juan Fermin, muerto en Manila, había tenido hijos, de modo que supuso que la única descendiente de sus hermanos era Petronila González Menchaca, la hija de María Elena. María Elena se casó en España con Rafael González Menchaca, tuvo una hija; Petronila. A ambas el general San Martín les dejó una pensión vitalicia, como consta en su testamento. María Elena falleció en Madrid el año 1852. Manuel Tadeo siguió la carrera militar, se desempeñó en el Regimiento de Infantería Soria y tomó parte en las campañas de África y los Pirineos. En 1794 fue tomado prisionero por los franceses. Al año siguiente fue liberado y hacia 1800 obtuvo el grado de capitán, revistando en el Regimiento de Infantería Valencia hasta 1806 cuando pasó al Regimiento de Infantería de Ceuta. Participó en la Guerra de la Independencia y luchó contra los franceses en Extremadura, Cataluña y Valencia. En 1817 llegó a coronel y, en 1826, se le concedió el gobierno militar de la fortaleza de Santa Isabel de los Pasajes, en San Sebastián. En correspondencia conservada, José de San Martín lo animó a integrar las filas independentistas, pero Manuel permaneció en España. Falleció en Valencia en 1851. Juan Fermín ingresó como cadete en el Regimiento de Infantería Soria en 1788. En 1802 se trasladó a Filipinas, donde contrajo matrimonio con Josefa Manuela Español de Alburu. Falleció en Manila el 17 de julio de 1822. Fue el único de los hermanos San Martín que tuvo descendencia masculina. El último de los San Martín murió en Filipinas en 1945. Justo Rufino fue admitido en el Real Cuerpo de Guardias de Corps en 1795; más tarde se incorporó al Regimiento de Caballería Húsares de Aragón, con el grado de capitán. Tomó parte en la Guerra de Independencia y participó en importantes hechos de la misma. Cuando José de San Martín se exilió, Justo lo acompañó en Bruselas y en París en distintas ocasiones entre 1824 y 1832. Falleció en Madrid en 1832. La esposa del Libertador, María de los Remedios de Escalada nació en Buenos Aires el 20 de noviembre de 1797, hija de Antonio José de Escalada y Tomasa de la Quintana y Aoiz. Su familia era rica y prestigiosa, y se encontraba vinculada a la causa patriota. Contrajo enlace con José de San Martín el 12 de noviembre de 1812, cuando tenía 15 años de edad. La influencia de su familia fue fundamental para la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo. Más adelante, ya en Mendoza, Remedios de Escalada fue la fundadora de la Liga Patriótica de Mujeres, con el objetivo de colaborar con el naciente Ejército de los Andes. Para ello, entre otros gestos, donó todas sus joyas. Falleció en Buenos Aires el 3 de agosto de 1823. Antes de embarcar rumbo a Europa en 1824, su esposo le hizo construir un sepulcro en el Cementerio de La Recoleta, cuyo epitafio reza: Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del General San Martín. Mercedes Tomasa San Martín y Escalada fue la hija del general José de San Martín y de María de los Remedios de Escalada. Nació en Mendoza, el 16 de agosto de 1816 y falleció en Brunoy, Francia, el 28 de febrero de 1875. Desde los años 30 del siglo XIX, el general José de San Martín se exilió permanentemente en París, acompañado por Mercedes. Debido a las convulsiones revolucionarias, la familia decidió trasladarse a un pueblo más retirado, siendo el lugar elegido Boulogne Sur Mer. Allí enfermaron ambos de cólera, ante lo que fueron atendidos por el doctor argentino Mariano Severo Balcarce. Ese mismo año, la hija del general se casó con él, teniendo dos hijas: Josefa Dominga Balcarce y María Mercedes Balcarce. Luego de la muerte de su padre, y con el retiro de Mariano de la diplomacia, la familia Balcarce se mudó a Brunoy, (cercanías de París). Mercedes moriría allí a la edad de 58 años. En 1951, su cuerpo, como el de su esposo y su hija mayor, fueron repatriados y ahora yacen en la Basílica de San Francisco, en Mendoza. En 1781, cuando San Martín tenía tres años, la familia se trasladó de Yapeyú a Buenos Aires. Luego se mudaron a España, embarcando rumbo a Cádiz el 6 de diciembre de 1783 y se radicaron en la ciudad de Málaga. José comenzó sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la Escuela de Temporalidades de Málaga en 1786. Allí aprendió castellano, latín, francés, alemán, baile, dibujo, poética, esgrima, retórica, matemática, historia y geografía. Los demás hermanos varones también siguieron la carrera militar, pero sólo José Francisco volvió a América. El 21 de julio de 1789, a los once años de edad, comenzó su carrera militar en clase cadete en el Regimiento de Murcia, mientras estallaba la Revolución francesa. Luchó en la campaña del norte de África combatiendo a los moros en Melilla y Orán. El 19 de junio de 1793 fue ascendido a subteniente 2°, por sus acciones en los Pirineos frente a los franceses. En agosto de ese año su regimiento, que había participado en las batallas navales contra la flota inglesa en el mar Mediterráneo, se rindió. El 28 de julio de 1794 alcanzó el grado de subteniente 1°, el de teniente 2° el 8 de mayo de 1795, ayudante 2° el 26 de diciembre de 1802 y capitán el 2 de noviembre de 1804. Durante el período siguiente luchó con el grado de capitán 2º de infantería ligera en diferentes acciones, en la Guerra de las Naranjas contra Portugal (1802) y en Gibraltar y Cádiz contra los británicos (1804). En 1808 las tropas de Napoleón Bonaparte invadieron la península Ibérica y el rey Fernando VII fue hecho prisionero. Poco después estalló la rebelión contra el emperador y contra su hermano José Bonaparte, que había sido proclamado rey de España. Se estableció una Junta Central de Gobierno, que actuó primero en Sevilla y luego en Cádiz. San Martín fue ascendido por la Junta al cargo de ayudante 1º del Regimiento de Voluntarios de Campo Mayor. También sirvió más de un año a bordo de la fragata de guerra Dorotea. Distinguido por sus acciones contra los franceses, fue ascendido a capitán del Regimiento de Borbón. Su principal actuación fue en la gran victoria de la Batalla de Bailén, del 19 de julio de 1808, en que tuvo una actuación destacada como ayudante del general marqués de Coupigny. Esta victoria fue la primera derrota importante de las tropas de Napoleón, y permitió al ejército de Andalucía recuperar Madrid. En premio por su actuación, San Martín recibió el grado de teniente coronel el 11 de agosto de 1808. El ejército completo recibió la Medalla de Oro de los Héroes de Bailén. Continuó luchando contra los franceses en el ejército de los aliados en el Rosellón, Portugal e Inglaterra. En la Batalla de La Albuera combatió a las órdenes del general William Carr Beresford (el mismo que dos años antes había invadido Buenos Aires). En esas campañas conoció a Lord Macduff, un noble escocés que lo introdujo en las logias secretas que conspiraban para conseguir la independencia de América del Sur. Fue allí que hizo contacto por primera vez con círculos de liberales y revolucionarios que simpatizaban con la lucha por la independencia americana. Participó en 17 acciones de guerra: Plaza de Orán, Port Vendres, Baterías, Coliombré, fragata de guerra Dorotea en un combate con el navío británico El Leon, Torre Batera, Cruz de Yerro, Mauboles, San Margal, Baterías de Villalonga, Bañuelos, las Alturas, Hermita de San Luc, Arrecife de Arjonilla, Batalla de Bailén, combate de la Villa de Arjonilla y en la Batalla de Albuera. El 6 de septiembre de 1811 renunció a su carrera militar en España. San Martín le solicitó a su jefe un pasaporte para viajar a Londres y de allí dirigirse a América para participar de la insurrección contra España. Su jefe se lo concedió junto con cartas de recomendación, entre ellas una para Lord Macduff, y partió el 14 de septiembre de ese año para vivir en el número 23 de la calle Park Road en el distrito de Westminster, en Londres. Allí se encontró con compatriotas de la América española: Carlos María de Alvear, José Matías Zapiola, Andrés Bello y Tomás Guido, entre otros. Según algunos historiadores, aquellos formaban parte de la Gran Reunión Americana, sociedad de presuntas filiaciones masónicas, fundada por Francisco de Miranda, quién junto a Simón Bolívar, ya luchaba en América por la independencia de Venezuela. Hay quienes opinan que, ya dentro de la hermandad, se relacionó con políticos británicos que le hicieron conocer el Plan de Maitland, una estrategia para que América se liberara de España. El 19 de enero de 1812 San Martín se embarcó hacia Buenos Aires en la fragata británica George Canning, arribando a Buenos Aires el 9 de marzo. Fue recibido por los miembros del Primer Triunvirato, quienes le reconocieron su grado de teniente coronel. El nueve del corriente ha llegado á este puerto la fragata inglesa Jorge Canning, procedente de Londres, con cincuenta días de navegación (…) A este puerto han llegado entre otros particulares que conducía la fragata inglesa, el Teniente Coronel de caballería don José de San Martin primer ayudante de campo del general en gefe del ejército de la Isla, Marqués de Coupigny; el Capitán de infantería don Francisco Vera; el Alférez de navío don José Zapiola; el Capitán de milicias don Francisco Chilavert; el Alférez de carabineros reales don Carlos Alvear y Balbastro; el Subteniente de infantería don Antonio Arellano; y el primer teniente de guardias walonas Barón de Holmberg. Estos individuos han venido á ofrecer sus servicios al gobierno, y han sido recibidos con la consideración que merecen, por los sentimientos que protestan en obsequio de los intereses de la patria. (Gaceta de Buenos Aires, número 28 del viernes 20 de marzo de 1812). El 16 de marzo las autoridades solicitaron a San Martín que creara un cuerpo de caballería, que llamó Regimiento de Granaderos a Caballo, para custodiar las costas del río Paraná. Durante el año 1812 se ocupó de instruir a la tropa en las modernas técnicas de combate que conocía por su extensa actuación europea contra los ejércitos de Napoleón. Junto con Carlos María de Alvear, fundó a mediados de 1812 una filial de la Logia de los Caballeros Racionales, que rebautizó con el nombre de Logia Lautaro. El nombre fue tomado del cacique araucano Lautaro, que en el siglo XVI se había sublevado contra los españoles. La sociedad estaba formada como las logias masónicas de Cádiz y de Londres, similar a la que en Venezuela tenía como miembros a Francisco de Miranda, Simón Bolívar y Andrés Bello. Su objetivo era trabajar con sistema y plan en la independencia de la América y su felicidad. Sus miembros principales, además de San Martín y Alvear, eran José Matías Zapiola, Bernardo Monteagudo y Juan Martín de Pueyrredón. El Gobierno Superior Provisional, etc.— Atendiendo á los méritos y servicios de Don José de San Martín, y á sus relevantes conocimientos militares, ha venido en conferirle el empleo efectivo de Teniente Coronel de caballería, con el sueldo de tal, desde esta fecha, y Comandante del Escuadrón de Granaderos á caballo que ha de organizarse, concediéndole las gracias, exenciones y prerrogativas que por este título le corresponden, etc. etc.— Dado en Buenos Aires á 16 de marzo de 1812 —Feliciano Antonio Chiclana—Manuel de Sarratea— Bernardino Rivadavia—Nicolas de Herrera, Secretario. En octubre de 1812, cuando llegó a Buenos Aires la noticia de la victoria del Ejército del Norte en la batalla de Tucumán, comandado por Manuel Belgrano, San Martín dirigió un movimiento preparado por la Logia, con el objeto de derrocar al gobierno, al cual juzgaban poco decidido por la independencia. Bajo la presión de los cuerpos armados y del pueblo, se nombró el Segundo Triunvirato constituido por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte. Se exigió, además, llamar a una Asamblea Suprema de delegados de todas las provincias, con el fin de declarar la independencia y dictar una constitución. El 12 de noviembre de 1812, a los 34 años, contrajo matrimonio con María de los Remedios de Escalada, de 15 años. La primera acción militar de San Martín y su recién creado Regimiento de Granaderos a Caballo estuvo dirigida a frenar las incursiones de los realistas en las costas del río Paraná, principal afluente del Río de la Plata y vía de comunicación estratégica para la región. San Martín se instaló con sus tropas en el convento de San Carlos, posta de San Lorenzo, en el sur de la Provincia de Santa Fe. El 3 de febrero de 1813 y ante el desembarco de 300 realistas, se libró el Combate de San Lorenzo, casi frente al convento, a orillas del río. Dado que existían aún sospechas acerca de la fidelidad a la causa independentista por parte del recién llegado San Martín, él decidió avanzar al frente de la reducida tropa de granaderos a caballo. Al estar así expuesto, su caballo fue mortalmente herido y San Martín, aprisionado bajo su cabalgadura, casi fue ultimado por un realista. Le salvó la vida un soldado raso correntino Juan Bautista Cabral que antepuso su cuerpo a dos bayonetazos. San Martín lo ascendió post mórtem, por lo que actualmente es conocido como el Sargento Cabral. Este combate, que por la cantidad de combatientes de ambos bandos podría parecer secundario, permitió alejar para siempre a las flotas realistas que merodeaban por el río Paraná, saqueando las poblaciones. Luego de esta victoria, San Martín fue designado para hacerse cargo del Ejército del Norte, donde debió reemplazar al general Manuel Belgrano. Según la tradición, el encuentro entre los dos próceres se efectuó en la posta de Yatasto, en la Provincia de Salta. Este hecho es conocido como el abrazo de Yatasto. Desde su reciente cargo de mayor general del Ejército Auxiliar del Perú debía reorganizar un ejército deshecho por las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. Al poco tiempo de encontrarse San Martín en Tucumán, llegó a la conclusión de que era imposible llegar por el camino del Alto Perú hasta Lima, que en ese momento era el centro del poder realista. Cada vez que un ejército realista descendía del altiplano hacia los valles de la provincia de Salta era derrotado, y cada vez que un ejército patriota ingresaba en el Alto Perú, era también aniquilado. Fue entonces que el general concibió la idea, que luego realizaría con éxito, de cruzar la cordillera de los Andes y atacar la ciudad de Lima desde el mar. Para mantener segura la frontera del norte, pensaba San Martín, bastaban las tropas irregulares salteñas al mando del general Martín Miguel de Güemes, a quien encargó la defensa de la frontera norte y comenzó a preparar una futura estrategia militar. Dejó brevemente el mando del ejército al general Francisco Fernández de la Cruz, retirándose a Saldán (provincia de Córdoba), para reponerse de una úlcera estomacal. Allí mantendría conversaciones con su amigo Tomás Guido, en las que lo convencería de la necesidad de independizar la región desde Chile. En 1814 el Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas lo nombró gobernador de Cuyo, con sede en Mendoza. Para entonces, su plan ya estaba terminado y aprobado, y a partir de ese momento San Martín comenzó los preparativos para la campaña al Perú. Al poco tiempo de asumir, llegó allí el coronel Juan Gregorio de Las Heras, que había comandado fuerzas argentinas en Chile, y que se había retirado por las desinteligencias de los patriotas. Lo envió de regreso, para intentar ayudar a los patriotas chilenos contra la ofensiva realista, pero éste llegó poco después del desastre de Rancagua, en el que se perdió la independencia chilena. Sólo alcanzó a proteger el cruce hacia Mendoza de miles de refugiados chilenos. Los chilenos venían divididos en dos bandos irreconciliables: los conservadores bajo el mando de Bernardo O’Higgins, y los liberales bajo el de José Miguel Carrera. San Martín decidió que debía tomar partido rápidamente, y se decidió por O’Higgins. El general Carrera, luego de un intento de desconocer la autoridad de la gobernación de Cuyo, fue arrestado, despojado de su mando y luego expulsado de Mendoza. El plan de San Martín había sido pensado para ser llevado a cabo desde un Chile patriota; con la caída de este país en manos enemigas, el plan parecía destinado a ser desechado. Pero San Martín tomó la decisión de seguir adelante; sólo que primero tendría que liberar Chile. El 23 de agosto de 1816 nació en Mendoza su única hija, Mercedes Tomasa, quien lo acompañaría en el exilio. A pesar de la oposición del nuevo director supremo, Carlos María de Alvear, a quien había conocido en Cádiz y que lo había acompañado hasta entonces, se dedicó a organizar el Ejército de los Andes. Reunió en un solo ejército a los refugiados chilenos, a las milicias locales de Cuyo, gran cantidad de voluntarios de su provincia, y varios oficiales del Ejército del Norte. También pidió y obtuvo que los batallones del Regimiento de Granaderos a Caballo, desperdigados en varios destinos, le fueran enviados a Cuyo. Como el director Alvear intentó someterlo a su autoridad, le envió su renuncia. Alvear envió a reemplazarlo al coronel Gregorio Perdriel, pero los mendocinos lo rechazaron airadamente. De modo que San Martín fue confirmado como gobernador por elección popular. El 20 de mayo de 1816, Tomás Guido presentaría un documento, su célebre Memoria, a Juan Martín de Pueyrredón (Director Supremo de aquel entonces), en el que exponía con detalles el plan. Pueyrredón aprobaría y mandaría a ejecutar dicho plan. Cuando se formó el Congreso de Tucumán, presionó a los diputados cuyanos para declarar la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, objetivo conseguido el 9 de julio de 1816. Para financiar su campaña, además de los cuantiosos aportes de Pueyrredón, obligó a pagar contribuciones obligatorias a todos los comerciantes y hacendados. A cambio se les extendía un vale, para cobrarlo cuando las circunstancias lo permitan. En cambio, tuvo muy pocos miramientos para confiscar los bienes de todos los españoles que no se destacaran en la ayuda a la causa de la Independencia. Formó un gran campamento militar en El Plumerillo, en el noroeste de Mendoza, donde actualmente se encuentra el aeropuerto de la ciudad. Allí formó a sus soldados y oficiales, fabricó armas (sables, fusiles, cañones, municiones y pólvora) y uniformes. Tuvo que ocuparse de engordar mulas y caballos, y fabricar y colocarles herraduras. El jefe de sus talleres, fray Luis Beltrán, inventó un sistema de poleas para pasar los precipicios con los cañones y otro de puentes colgantes, ambos transportables. La sanidad del ejército estaba en manos del cirujano inglés James Paroissien. El coronel Álvarez Condarco se encargó de realizar los planos de los distintos cruces de la cordillera de los Andes. Antes de iniciar la marcha, reunió a los caciques mapuches y les pidió permiso para invadir Chile a través de sus tierras. Alguno de estos caciques le hizo confidencias de esto al gobernador realista en Chile, Casimiro Marcó del Pont, por lo que éste creyó que el grueso del ataque sería por el sur, lo que lo llevó a dividir sus fuerzas. Contrariamente a lo pretendido por Pueyrredón y sus partidarios, San Martín cambió correspondencia con José Gervasio Artigas aunque dedicó el esfuerzo bélico a las campañas emancipadoras en Chile y en Perú. Por este motivo los unitarios, en particular Bernardino Rivadavia, llegaron a acusarlo de traidor. El 12 de enero de 1817 se inició el Cruce de los Andes en dirección a Chile. El Ejército de los Andes fue uno de los dos grandes cuerpos militares que las Provincias Unidas del Río de la Plata desplegó en la Guerra de Independencia Hispanoamericana; contó inicialmente con 3 brigadieres, 28 jefes, 207 oficiales, 3.778 soldados (incluyendo a partede los oficiales y soldados chilenos que emigraron a Mendoza después de la batalla de Rancagua), 1.200 milicianos montados (para conducción de víveres y artillería), 120 barreteros de minas (para facilitar el tránsito por los pasos), 25 baquianos, 47 miembros de sanidad (para el hospital de campaña), 16 piezas de artillería (10 cañones de 6″, 2 obuses de 4 1/2″ y 4 piezas de montaña de 4″), 15 empleados civiles, 1.600 caballos extras (para caballería y artillería) y 9.281 mulas (7.359 de silla y 1.922 de carga). Con el objetivo de dividir a las tropas enemigas, San Martín ordenó primero el avance de parte de las tropas por los pasos de Come Caballos, Guana, Portillo y Planchón. Estos no eran los pasos elegidos para las columnas principales, sino que los dos primeros se hallaban al norte y los últimos al sur de los realmente seleccionados, que eran los que ya habían sido analizados por José Antonio Álvarez Condarco, o sea, los pasos de Uspallata y Los Patos. Era un avance en varios sectores, en un frente de más de 2.000 kilómetros, a través de una gigantesca cordillera. Con esto se pretendía distraer a las fuerzas realistas de Chile que no sabían en definitiva por donde arribarían, y los obligaba a dividir sus fuerzas y provocar movimientos favorables a la Revolución en zonas alejadas de la capital, Santiago de Chile, entre ellas la dirigida por Ramón Freire hacia Chillán, que llegó unos días antes que las demás y convenció al gobernador realista que el ataque principal sería por el sur. A partir del 17 de enero de 1817, inició el Ejército de los Andes, el avance de sus columnas principales por los pasos de Los Patos y Uspallata. Las dos columnas principales estaban formadas por 3.500 soldados, cien baqueanos, mil caballos, diez mil mulas (de las que llegaron cuatro mil), treinta cañones, casi un millón de cartuchos de fusil, varias toneladas de pólvora, y alimento para todos los hombres y animales para un mes de marcha. * Columna de San Martín (17 de enero de 1817) El grueso del ejército al mando del propio jefe de la expedición, el general San Martín, tomó la ruta llamada corrientemente Paso de Los Patos. El cuerpo estaba formado por la vanguardia al mando del brigadier mayor Estanislao Soler, el centro al mando del brig. Bernardo O’Higgins, la escolta de granaderos al mando de tte. cnel. Mariano Necochea y la retaguardia al mando del tte. cnel. Pedro Regalado de la Plaza, que conducía la maestranza del ejército. Había varios días de diferencia entre la vanguardia y la retaguardia. San Martín fue de los últimos en partir, porque precisamente estuvo controlando lo más importante, es decir la salida en orden del ejército. O`Higgins, quien iba al centro, le escribía casi cotidianamente a San Martín, que venía uno o dos días más atrás, y le informaba sobre su marcha y la de Soler (Las cartas de O’Higgins son uno de los documentos más precisos para conocer las alternativas de la marcha del ejército a través de las montañas sanjuaninas). El cuerpo abrió la marcha desde El Plumerillo el 19 de enero de 1817, tomó por Jagüel, Yalguaraz, Río de los Patos, salvó el alto cordón del Espinacito por el paso homónimo, situado a 5.000 metros. El 2 de febrero de 1817 inició el paso de la cadena limítrofe por el Paso de las Llaretas. Esta columna tropezó con las mayores dificultades, pues fue preciso escalar cuatro cordilleras. Soler que iba adelante logró las victorias de Achupallas (4 de febrero de 1817) y Las Coimas (7 de febrero de 1817). Al día siguiente ingresaron en San Felipe. * Columna de Gregorio de Las Heras (18 de enero de 1817) El avance por el Paso de Uspallata y el valle del Río Mendoza, se inició el 18 de enero de 1817, conduciendo todo el parque y la artillería, cuyo transporte era imposible por el más escabroso paso de Los Patos. A cargo de las tropas de 800 hombres, se hallaba el brigadier Juan Gregorio de Las Heras, siendo su segundo el mayor Enrique Martínez. Entre los hombres destacados que lo acompañaban, cabe destacar al fray Luis Beltrán. Tras vencer en los combates de Picheuta, Combate de Potrerillos y Guardia Vieja, pudieron ingresar en Santa Rosa de los Andes, el día 8 de febrero de 1817. En la misma fecha, se produjo la reunión con la división principal que el día anterior había salido victoriosa en la acción de Las Coimas. Las dos debían reunirse en el valle del Aconcagua, mientras que efectivos menores dispersaban a las fuerzas enemigas, induciéndolas a engaño respecto del avance de la agrupación principal. El cruce fue verdaderamente épico: no sólo cruzaron una de las cadenas montañosas más altas del mundo (Las Heras registró que cruzó el paso de la Cumbre, de 3.500 metros, a las tres de la mañana), sino que lo hicieron por un desierto que en parte no tenía siquiera agua. El único medio día de descanso que tuvieron fue durante una tormenta de granizo que los obligó a detenerse. Las fuerzas de Las Heras, de O’Higgins y de Soler se reunieron el 8 de febrero en el Campamento de Curimón. Ante las noticias del avance del jefe realista, Coronel Rafael Maroto, hacia las casas de Chacabuco, San Martín ordenó el avance y el 12 de febrero se libró la Batalla de Chacabuco. El Ejército de Los Andes obtuvo la victoria sobre los realistas, y hubo 500 muertos y 600 prisioneros. Los patriotas tuvieron que lamentar sólo 12 bajas. El gobernador Casimiro Marcó del Pont huyó hacia el sur, pero fue capturado por el capitán José Félix Aldao, de larga trayectoria posterior. El 18 de febrero se convocó a un Cabildo Abierto que propuso a San Martín como Director Supremo de la naciente república, pero éste rechazó el ofrecimiento para evitar sospechas sobre un posible avasallamiento de la Provincias Unidas del Río de la Plata sobre la autonomía de Chile. Dos días después el cabildo nombró finalmente a O’Higgins como director supremo, designación que San Martín avaló. Días después, San Martín ordenó a Las Heras que persiguiera a los realistas hasta Concepción, pero éste no pudo impedir que se atrincheraran en Talcahuano. O’Higgins intentó capturar esa fortaleza, pero fue completamente vencido. Y para peor, pronto llegaron refuerzos desde Perú para los realistas, al mando del ex gobernador Mariano Osorio. Mientras tanto, San Martín viajó a Buenos Aires, a pedir más colaboración a Pueyrredón, que debería también formar una escuadra. A su regreso ordenó a sus hombres replegarse hacia el norte, reuniendo unos 8.000 hombres en las afueras de Talca. Allí se produjo el 19 de marzo de 1818 la sorpresa de Cancha Rayada, donde el ejército unido bajo las órdenes de San Martín fue derrotado cuando realizaba una maniobra nocturna para evitar un inminente ataque. En la oscuridad se generó una gran confusión, ya que tanto realistas como patriotas equivocaron sus posiciones, aquellos por desconocer el traslado de tropas ordenado por San Martín, y éstos por no haberlo completado. Los españoles perdieron 300 hombres, pero quedaron dueños del campo y capturaron el parque, fusiles y 26 cañones (lo que levantó mucho la moral de sus tropas). Los patriotas tuvieron 120 bajas, pero la división a cargo de Las Heras emprendió una retirada ordenada sustrayéndose a la lucha. Así se pudo encolumnar y salvar sus efectivos y su parque de artillería. La desmoralización hizo su esperado efecto en Santiago, y muchos patriotas escribieron a Osorio pidiendo clemencia, mientras otros huían (entre ellos Bernardo de Monteagudo). Pero San Martín no se dio por vencido, y pronto estaba listo para luchar nuevamente, especialmente gracias a fray Luis Beltrán, que en pocos días fabricó decenas de miles de balas. San Martín esperó a Osorio en los llanos del río Maipo. El 5 de abril se vuelven a enfrentar en la batalla de Maipú. Esta batalla se desarrolló en tres etapas. Primero, San Martín decidió desplazar a las fuerzas patriotas linealmente, para atacar a los realistas alineados en la parte alta de una lomada. Formaron un triángulo para atacar con la caballería, la artillería y la caballería chilena y patriota por el sur. Osorio impulsó sus fuerzas por la derecha, pero la izquierda cedió por completo. El ejército realista debió retroceder en desorden, los granaderos persiguieron al galope a las últimas fracciones que se retiraban. El adversario dejaba en el campo de batalla 2.000 cadáveres, cerca de 2.500 prisioneros, todo su armamento y material de guerra. El brigadier O’Higgins, herido en Cancha Rayada, no participó de la batalla pero se hizo presente una vez finalizada la lucha, montado en su caballo, para abrazar a San Martín y llamarlo Salvador de Chile. Muchos han relatado esta escena con honda emoción. La victoria de Maipú pasó a la historia como una gran batalla a partir de una maniobra extraordinaria. El parte de la victoria dijo así: Acabamos de ganar completamente la acción. Nuestra caballería los persigue hasta concluirlos. La patria es libre, abril de 1818. San Martín. El gobierno de Chile lo premió con una vajilla de plata y 6.000 pesos, pero San Martín rechazó ambos regalos diciendo: No estamos en tiempos para tanto lujo. Con la batalla de Maipú se obtuvo definitivamente la victoria sobre las tropas realistas asegurando finalmente la independencia de Chile. Sin embargo, San Martín tuvo opositores locales, como los hermanos Carrera, líderes de un sector opositor a O’Higgins, que comenzaron a conspirar. El complot fue descubierto, Juan José y Luis Carrera fueron arrestados, y José Miguel huyó a la Banda Oriental. Poco antes de Maipú, Juan José y Luis Carrera fueron fusilados en Mendoza por orden del gobernador Toribio de Luzuriaga a instancias de Bernardo de Monteagudo,  que poco después volvería a Chile. Desde entonces, José Miguel Carrera intentaría volver a su país para declarar traidor a O’Higgins, juzgar a San Martín como criminal y fusilar a sus seguidores. Luego de la emancipación chilena, San Martín se trasladó a Buenos Aires para obtener del gobierno un empréstito que permitiera costear los gastos de la Expedición Libertadora del Perú. Pueyrredón le prometió 500.000 pesos pero luego hubo dificultades para cumplir la promesa debido a las luchas internas entre Buenos Aires y los caudillos federales. Entonces San Martín renunció a la jefatura del ejército. Ante este hecho, el Directorio envió a San Martín 200.000 pesos, y junto a la ayuda financiera obtenida de O’Higgins, ambos lograron armar una escuadra, prácticamente comprada en Gran Bretaña, al mando de Alexander Cochrane. El Gobierno de Chile determinó que San Martín sería el comandante en jefe de la expedición, que navegaría bajo bandera chilena. Finalmente San Martín fue designado general en jefe del Ejército de Chile, y general del mismo, siéndole conferido ad honorem el grado de Capitán General del ejército de Chile dos días después de ello. Cuando se disponía a reanudar la campaña al Perú recibió la orden del Directorio de marchar hacia el Litoral Argentino con su ejército para combatir a los federales de Santa Fe y Entre Ríos. San Martín se negó de plano, y ante la insistencia respondió con el silencio. En febrero de 1820, la victoria del Partido Federal provocó la caída del Directorio de las Provincias Unidas, quedando el país sin gobierno central. Esta situación dejó sin respaldo legal su autoridad, por lo que renunció frente a los oficiales argentinos; pero estos, dirigidos por el coronel Enrique Martínez, rechazaron su renuncia. Finalmente, el 20 de agosto de 1820 partía San Martín junto a la expedición desde Valparaíso hacia el Perú. La expedición estaba constituida por alrededor de 4.500 hombres, pertenecientes al Ejército libertador de los Andes y al Ejército de Chile, de los cuales 1.600 eran marinos. Se embarcaron en ocho navíos de guerra y dieciséis transportes. No se puede especificar a ciencia cierta cuántos soldados argentinos y cuántos chilenos conformaban la expedición y que número prevaleció pero la mayor parte de los oficiales eran argentinos y los jefes navales de orígenes varios, siendo de destacar los británicos entre quienes se encontraba Cochrane, franceses como Hipólito Bouchard y argentinos como Manuel Blanco Encalada. El 8 de septiembre, el ejército al mando de San Martín desembarcó en la playa de Paracas, cerca del puerto de Pisco haciendo retroceder al ejército realista, que se replegó en la zona de Sierra. El virrey Pezuela, jefe del ejército realista, tenía bajo su mando a unos 20.000 soldados, distribuidos por todo el virreinato, de los cuales la mayor parte defendía Lima; tratando de ganar tiempo para reunir a todos los soldados, planteó una salida diplomática al conflicto, que finalmente no llegó a ningún acuerdo aceptable para San Martín. Éste envió inmediatamente una división al mando del general Juan Antonio Álvarez de Arenales hacia Lima, por la ruta de la sierra, para propiciar la insurrección de las poblaciones a lo largo de su trayecto. San Martín siguió con la flota y en los primeros días de noviembre desembarcó en la localidad de Huacho, donde fortificó su posición e inició su estrategia para sitiar definitivamente Lima. El 29 de enero de 1821 se sublevaron altos oficiales realistas contra el virrey Pezuela, quien fue derrocado y sustituido por el general José de La Serna, nombrado virrey del Perú por la corona. El nuevo virrey propuso a San Martín nuevas negociaciones diplomáticas, las cuales finalmente fracasaron debido a que la propuesta definitiva del general era la independencia del Perú. El sitio de Lima se prolongó por algunos meses y en el mes de marzo arribó al Perú el capitán Manuel Abreu, enviado por el rey de España como emisario pacificador, sin ninguna consecuencia favorable para los independentistas. San Martín decidió iniciar una nueva estrategia y envió dos ejércitos, uno al mando del general Guillermo Miller, para desembarcar en las costas del sur y otra al mando del general Arenales, hacia la sierra. San Martín dejó Huacho y desembarcó en Ancón, estrechando el cerco a Lima. A la vez, inició negociaciones de paz, que se realizaron en la hacienda de Punchauca, cerca de Lima, a fines de abril, mediante sus delegados Guido, García del Río y José Ignacio de la Rosa y los del virrey La Serna, Abreu, Manuel de Llano y Mariano Galdiano. Las negociaciones fracasaron nuevamente. El alzamiento del regimiento realista Numancia -integrado por venezolanos- a favor de la independencia, le abrió las puertas de Lima a San Martín, obligando a La Serna a abandonar la ciudad el 5 de julio, internándose en la sierra. San Martín ocupó Lima y reunió Cabildo Abierto el 15 de julio. El día 28 San Martín declaró la independencia y fue nombrado Protector del Perú con autoridad civil y militar. Ese mismo año fundó la Biblioteca Nacional del Perú a la cual donó su colección personal de libros y creó la Orden del Sol, actualmente llamada Orden El Sol del Perú. Gobernó el Perú desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de septiembre de 1822. Durante su protectorado recibió una carta del general Antonio José de Sucre, lugarteniente de Simón Bolívar, para la campaña en Ecuador en el que reclama al batallón Numancia, unidad formada en Venezuela en 1813 y enviada al Perú en 1816 por Pablo Morillo, compuesta de venezolanos y neogranadinos que deseaban volver a Colombia. San Martín se negaba a perder la excelente unidad, por lo que en su lugar envió la división de Andrés de Santa Cruz, en su mayoría compuesta por tropas inexpertas, que participaron en las batallas de Riobamba y Pichincha. Entre los días 26 y 27 de julio de 1822 se realizó la Entrevista de Guayaquil, donde San Martín se reunió con Bolívar, tratando la liberación del Perú, principal baluarte realista en Sudamérica, y cediendo luego San Martín a Bolívar la iniciativa y conducción de la campaña libertadora. Poco después San Martín se retiró de todos sus cargos y inició el regreso al país. Vuelto a Mendoza en enero de 1823, pidió autorización para regresar a Buenos Aires y reencontrarse con su esposa que estaba gravemente enferma. Bernardino Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, se lo negó argumentando que no sería seguro para San Martín volver a la ciudad. Su apoyo a los caudillos del Interior y la desobediencia a una orden que había recibido del gobierno de reprimir a los federales, le valió que los unitarios quisieran someterlo a juicio. Al empeorar la salud de su esposa, decidió viajar a Buenos Aires. Al llegar, su mujer ya había fallecido el 3 de agosto de 1823. Al llegar a Buenos Aires se le acusó de haberse convertido en un conspirador. Desalentado por las luchas internas entre unitarios y federales decidió marcharse del país con su hija, quien había estado al cuidado de su abuela. El 10 de febrero de 1824 partió hacia el puerto de El Havre (Francia). Tenía 45 años y era generalísimo del Perú, capitán general de la República de Chile y general de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Luego de un breve período en Escocia, se instalaron en Bruselas y poco después en París. Su única obsesión era la educación de su hija Mercedes. En 1825 redactó las Máximas para Merceditas, donde sintetizaba sus ideales educativos. Ofreció sus servicios a las autoridades argentinas con motivo de la guerra con Brasil, sólo después de la renuncia de su despreciado enemigo Rivadavia a la presidencia; pero la guerra ya había prácticamente terminado. En marzo de 1829 intentó regresar a Buenos Aires, pero  al enterarse que había vuelto a estallar la guerra civil, permaneció a bordo de incógnito, aunque fue descubierto. Su antiguo subordinado, el general Juan Lavalle, había derrocado y fusilado al gobernador Manuel Dorrego, pero ante la imposibilidad de vencer en la contienda, ofreció a San Martín, la gobernación de la Provincia de Buenos Aires. Éste juzgó que la situación a que había llevado el enfrentamiento sólo se resolvería por la destrucción de uno de los dos partidos. Respondió a Lavalle que: el general San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos. Posteriormente se trasladó a Montevideo, donde permaneció tres meses, para finalmente volver a Europa. Durante los años que duró su exilio, San Martín mantuvo contacto con sus amigos en Buenos Aires, tratando de interiorizarse de lo que sucedía en su país. En 1831 se radicó en Francia, en una finca de campo cercana a París. Por esos años tiene lugar su afortunado encuentro con su antiguo compañero de armas en el ejército español, Alejandro Aguado, marqués de las Marismas del Guadalquivir, quien, convertido en un exitoso banquero, designó a San Martín tutor de sus hijos, con una generosa paga. Tres años más tarde, merced al dinero ahorrado trabajando con su amigo y gracias a la venta de las fincas con que lo habían premiado el gobierno de Mendoza y el de Perú, se mudó a una casa que compró en Grand Bourg. Recibió la visita de varios personajes americanos, en general jóvenes románticos y liberales, exiliados de su país, como Juan Bautista Alberdi (en 1843) y Domingo Faustino Sarmiento (entre 1845 y 1848), que viajó a Europa por encargo del gobierno de Chile y se encontró con San Martín en Grand Bourg en varias oportunidades. Hasta sus últimos años mantuvo correspondencia con su gran amigo Tomás Guido, quien lo mantenía informado sobre la situación política en América. Fechó su testamento ológrafo en París el 23 de enero de 1844, dejando como única heredera a su hija Mercedes de San Martín, casada con Mariano Balcarce que ejercía como embajador argentino en París. Entre sus cláusulas establecía: * Que Mercedes otorgue a su tía María Elena una pensión hasta su fallecimiento. * Que a la muerte de María Elena le otorgue una pensión a la hija de ésta, Petronila. * Que su sable corvo favorito, el de las batallas de Chacabuco y Maipú, fuera entregado al gobernador porteño Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla. * Prohibió la realización de funerales y de acompañamientos hasta el cementerio, pero sí desearía que mi corazón fuese sepultado en Buenos Aires. * Declaraba como su primer título el de Generalísimo del Ejército del Perú. En marzo de 1848, al estallar la revolución de ese año en París, se trasladó a la ciudad costera de Boulogne-sur-Mer, estableciéndose en una habitación alquilada. Allí falleció a la edad de 72 años, a las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850, en compañía de su hija Mercedes y de su yerno. Según cuenta la leyenda, el reloj de la casa dejó de funcionar a esa hora y aún sigue marcando las 3 en punto. Casualmente, en el mismo país donde murió San Martín, Francia, moría quien mantuviera conversaciones con el Libertador, Honoré de Balzac, un día después. En 1861 sus restos fueron trasladados a la bóveda de la familia González Balcarce, ubicada en el cementerio de Brunoy, Francia. Luego hubo varios intentos de repatriarlos a los que se opuso su hija, quien como esposa del embajador en Francia y afincada en ese país, prefería que permanecieran cerca de su residencia. A la muerte de Mercedes San Martín en febrero de 1875 se activaron las gestiones y durante la presidencia de Nicolás Avellaneda se creó la Comisión encargada de la repatriación de los restos del Libertador. La repatriación de los restos de José de San Martín finalmente se produjo el 28 de mayo de 1880 cuando fueron conducidos a Buenos Aires por el vapor transporte Villarino en su viaje inaugural, arribando en una masiva celebración pero en vísperas del estallido de la revolución de 1880. Reconocido como libertador de tres naciones, los americanos recuerdan de él, lo que está escrito en su tumba: Triunfó en San Lorenzo, afirmó la Independencia Argentina, pasó los Andes, llevó su bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador. Cuestiones residuales que aún se debaten. Primer tema: Existen dos teorías en torno a la supuesta filiación masónica del general San Martín, que generaron polémicas durante varios años. Si bien diversos historiadores, entre los cuales algunos son partidarios de la Iglesia y en cierto modo de tendencia antimasónica, afirman que en ningún momento ingresó en una logia masónica regularmente constituida, hay otros que sugieren pruebas que demostrarían lo contrario. Entre los primeros, se argumenta que la totalidad de las logias con las que mantuvo contacto a lo largo de su vida, principalmente la Lautaro, no eran estrictamente masónicas, sino que habrían sido únicamente grupos revolucionarios que tomaron como base de su organización elementos y símbolos masónicos que serían funcionales a su carácter de sociedad secreta. Los documentos, no obstante, demuestran que se trataría de una logia operativa, no en el sentido literalmente constructivo como es el caso de las cofradías medievales, sino que ostentaría objetivos revolucionarios. Por su parte, el historiador Emilio J. Corbiere, señala que José de San Martín dio sus primeros pasos en la masonería iniciándose en la Logia Integridad de Cádiz, luego pasaría a formar parte de la Logia Caballeros Racionales n.º 3, donde el 6 de mayo de 1808, le sería otorgado el 3.º grado de la masonería simbólica, accediendo de este modo al título de maestro masón. Tras renunciar a su carrera militar en España, viajó a Inglaterra donde se reunió con Carlos de Alvear, un reconocido miembro de la Logia Lautaro que trabajaba con la Logia Flor de los Americanos. En una de las Tenidas (o reuniones) se decidió abatir columnas y regresar a suelo americano para llevar a cabo la campaña que allí se habría gestado. Mientras tanto, Simón Bolivar era iniciado por Francisco de Miranda. Al poco tiempo, San Martín, Alvear y Zapiola obtenían el grado 5.º de la logia. Poco después de su llegada, en 1812, junto a sus Hermanos Masones Carlos de Alvear y José Matías Zapiola, SanMartín fundó un Triángulo Masónico que constituiría la base de la futura Logia Lautaro. En ese entonces la Orden ya estaba implantada, con la Logia Independencia que funcionaba desde 1795, pues su llegada al Río de la Plata data de finales del Siglo XVIII, con una importante influencia de la masonería española y no así de la inglesa, como se creyó en un momento. Con el mismo nombre, Independencia, se fundó en 1810 una nueva Logia, también conocida como Logia de San Juan, bajo las órdenes del doctor Julián Álvarez que colaboraría enormemente en los comienzos de la Lautaro. Siguiendo la antigua tradición de adoptar nombres simbólicos o iniciáticos, José de San Martín era conocido entre los lautarinos como Hermano Inaco. En una carta dirigida al general Guillermo Miller, respondiendo a preguntas concernientes a la Logia de Buenos Aires, San Martín escribió: No creo conveniente hable Ud. lo más mínimo de la logia de Buenos Aires. Estos son asuntos enteramente privados, y que aunque han tenido y tienen una gran influencia en los acontecimientos de la revolución de aquella parte de América no podrían manifestarse sin faltar por mi parte a los más sagrados compromisos. A propósito de logias, sé a no dudar, que estas sociedades se han multiplicado en el Perú de un modo extraordinario. Esta es una guerra de zapa que difícilmente se podrá contener, y que hará cambiar los planes más bien combinados. La Logia de Buenos Aires, de acuerdo a las palabras del investigador y escritor masónico Albert Gallatin Mackey, sería destinada a los Grados Superiores y determinaría las decisiones políticas que deberían ser implementadas. El general Tomás de Iriarte en sus memorias declara que tanto la Logia Lautaro como la Logia de Julián Álvarez eran masónicas. Sin embargo, Bartolomé Mitre, masón grado 33, escribió en su Historia de San Martín y la Emancipación Sudamericana que la Logia Lautaro era una sociedad secreta de carácter netamente político, que no pertenecía a la masonería. En 1825, en Bruselas, San Martín recibió una medalla masónica con su efigie por parte de la Logia belga La Parfaite Amitié (La Perfecta Amistad), en reconocimiento a su labor desempeñada en la revolución americana. Esta medalla suele ser utilizada para demostrar la pertenencia de San Martín a la masonería, cosa que no está probada documentalmente. En todo caso, todo parece indicar que si bien es muy probable que San Martín haya sido iniciado en Europa, su relación con la masonería se diluyó con el paso de los años. La polémica seguirá abierta entre quienes defiendan un punto de vista u otro; ambas posturas son desde luego respetables y exhiben sus respectivos argumentos. Por último, cabe destacar que una gran mayoría de las afirmaciones, tanto en pro como en contra de su filiación masónica han carecido de objetividad, tratándose temas de fondo que trascienden la cuestión e incluso proyectándose ideas en contra o a favor de acuerdo a la ideología personal de los investigadores. Segunda cuestión: En 2000, el escritor José Ignacio García Hamilton en su libro Don José expone una versión controvertida acerca del origen mestizo de San Martín. En toda su vida surgieron anécdotas sobre la piel morena del prócer. La versión de mestizo se basó en otra del historiador argentino Hugo Chumbita, en donde el general sería hijo del español Diego de Alvear (padre de Carlos de Alvear) y de una joven guaraní llamada Rosa Guarú. Según Chumbita, Alvear habría entregado a José al matrimonio formado por Juan de San Martín y Gregoria Matorras, quienes lo bautizaron dándole su apellido. Para estas afirmaciones Chumbita se basó en un libro de memorias de María Joaquina de Alvear y Sáenz de Quintanilla (18231889), hija de Carlos de Alvear, quien en sus escritos refiere el hecho como tradición familiar, declarando, literalmente: Soy sobrina carnal, por ser hijo natural de mi abuelo el señor don Diego de Alvear Ponce de León, habido en una indígena correntina, del general José de San Martín…que más tarde selló la libertad hispanoamericana…  Juan Bautista Alberdi, que trató personalmente con San Martín en 1843, sostuvo que la frecuente descripción como indio no respondía a su verdadera apariencia física. El tema ha sido declarado de interés por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, según resolución del 4 de octubre de 2006. La figura de San Martín tiene el primer lugar dentro de la versión de la historia que ha circulado en las escuelas argentinas, a través de las cuales se ha conformado la identidad de muchos de los ciudadanos y ciudadanas de este Estado latinoamericano. A San Martín se lo ha considerado Padre de la Patria, fundamentalmente a través de la ingente obra de Bartolomé Mitre, Historia de San Martín y de la emancipación americana y de la de Ricardo Rojas, El santo de la espada. Ciertos historiadores como Rodolfo Terragno o Luis Alberto Romero sostienen que tenía a lo sumo un ideal americanista y no una identidad argentina ya que no podía ser parte de algo que aún no existía.  Fuentes: Varias.

San Martín, Justo Rufino de.  Nació en Yapeyú en 1776 y marchó a España con su familia en 1783. Fue militar al igual que todos sus hermanos. Ingresó en 1794 en la Guardia de Corps (para entonces, sus otros tres hermanos habían participado en una treintena de acciones militares cada uno de ellos ). Participó en el golpe de Estado de Aranjuez en el que el rey Carlos IV fue depuesto por su hijo Fernando. Acompañó al rey Fernando VII hasta la frontera francesa, cuando iba a reunirse con el emperador Napoleón y se unió en Zaragoza a Palafox y otros oficiales de la Guardia de Corps, defendiendo heroicamente la ciudad en el primero y segundo sitio llevado a cabo por los franceses. Tras la capitulación, fue hecho prisionero, pero se escapó cuando era conducido a Francia, pasando a integrar una especie de cuerpo de comandos, comandado por el general inglés Charles William Doyle, combatiendo así bajo bandera británica  en Cataluña y Valencia (acciones en San Carlos de la Rápita, Peñíscola, Tortosa, etc) y pasando luego a Cádiz (sitiado por los franceses), siempre a las órdenes directas de Doyle. Fernando VII  no le reconoció el grado de Teniente Coronel. Como Capitán  siguió en Madrid y al negársele el ascenso, se retiró en 1821. Para entonces se había producido la revolución liberal y Justo Rufino ingresó en el cuerpo de Caballería de la Milicia de Madrid, con el grado de Teniente Coronel y adjunto del marqués de Pontejos. Un año después, al radicalizarse la revolución liberal, Pontejos, Justo de San Martín y otros liberales moderados decidieron exiliarse en Paris. San Martín fue el único de los hermanos que regresó a América. Lo hizo en 1812 cuando tenía 34 años y después de haber vivido 26 años en España. Durante los catorce años que vivió en América   (1812-1824, liberando a Argentina, Chile y Perú), mantuvo contacto con sus hermanos Manuel Tadeo (al que invitó a integrar las filas independentistas) y Justo Rufino, que lo esperaba al llegar a Europa en 1824. Después – entre 1824 y 1832 – Justo Rufino pasó largas temporadas junto a su hermano José en la ciudad de Bruselas (que entonces formaba parte del reino de los Países Bajos) y en París. José de San Martín mantuvo contacto epistolar con sus hermanos María Elena y Manuel Tadeo y le hizo un significativo  legado en su testamento a su hermana y a su sobrina. Probablemente José de San Martín no supo que su hermano Juan Fermín, muerto en Manila (Filipinas) en 1822, había tenido descendientes y creyó siempre que la única descendiente de sus hermanos era la hija de María Elena ( que murió en Madrid ). Fuente: Entrevista a Armando Puente. http://www. josedesanmartin.net.

San Martín y Gómez, Juan. (Cervatos de la Cueza, PalenciaEspaña-, 3 de febrero de 1728Málaga –España-, 4 de diciembre de 1796) Militar español, que hizo carrera en la región del Río de la Plata. Se lo recuerda especialmente por haber sido el presunto padre del general José de San Martín, prócer nacional de la Argentina, el Perú y el Chile. Sus padres, Andrés de San Martín y de la Riguera e Isidora Gómez, formaban una familia hidalga de clase media cuya casa se conserva en el número 27 de la calle Las Solanas de Cervatos de la Cueza como Casa-museo del General San Martín, destacando la sala de honor, donde se guardan recuerdos y testimonios de la amistad con la República Argentina. En 1746 ingresó en el ejército español teniendo 18 años, como soldado en el Regimiento de Lisboa, con el cual intervino en cuatro campañas militares en el norte de África, permaneciendo en Melilla durante 17 años, siendo cabo, sargento (desde el 31 de octubre de 1755) y luego sargento 1°. Se conserva su primera hoja de servicios en donde se lee que era un hombre de estatura baja, cabello castaño claro y ojos garzos (…). Siguió luego a su regimiento de regreso a España, estando acantonado en diversos lugares. Por sus méritos en África el 20 de noviembre de 1764 se le concedió un grado de oficial (teniente), algo poco frecuente para alguien que no era de una familia noble. Siendo gobernador del Río de la Plata Pedro de Ceballos, Juan de San Martín fue destinado a Buenos Aires en 1762, llegando en la expedición militar del gobernador y siendo designado como instructor del Batallón de Milicias de Voluntarios Españoles. Participó en el bloqueo de Colonia del Sacramento en 1765. Al ser expulsados los jesuitas en 1767, fue nombrado administrador de una gran estancia que estos tenían en la Banda Oriental, la Estancia de la Calera de Las Vacas o de Las Huérfanas. En 1770 fue enviado a participar en el sitio de Colonia del Sacramento, de nuevo en poder de los portugueses. Durante un viaje a Buenos Aires como administrador de Las Vacas, conoció a Gregoria Matorras del Ser, joven sobrina del nuevo gobernador de Tucumán, Jerónimo Luis de Matorras recién llegado al país. Había dado su palabra de casamiento y se casó por poder el 1 de octubre de 1770, reuniéndose con su esposa el 12 de octubre. El enlace se realizó en el palacio episcopal, oficiando el obispo Manuel Antonio de la Torre. En la estancia de Las Vacas nacieron sus tres primeros hijos: María Elena, Manuel Tadeo y Juan Fermín. Allí se destacó como un buen administrador, de lo que dejan constancia documentos como el del Obispo de Buenos Aires, Monseñor de la Torre en 1770: (…) perseveran los hornos de cal y ladrillo en la dicha estancia de Las Vacas, mediante la especial económica aplicación de un don Juan de San Martín, oficial de la Asamblea (…) de quien se dice haber excedido a los Padres Jesuitas en la economía. Y del síndico revisor de cuentas de la estancia: (…) se reconoce la pureza, celo y desinterés con que la ha administrado, dándole unos aumentos y beneficios considerables, que sólo podían esperarse de un oficial como éste, que no ha perdonado fatiga, ni trabajo para llenar mejor el exacto cumplimiento de la comisión que se le había conferido (…). Permaneció siete años como administrador de la estancia de Las Vacas, produciendo una renta bruta de 197.000 pesos plata, muy superior al total logrado por todos los demás pueblos misioneros. Siendo capitán de infantería y ayudante mayor de la Asamblea de Infantería de Buenos Aires (nombrado por el rey Carlos III) y en base a estos antecedentes, el virrey Juan José de Vértiz y Salcedo el 13 de diciembre de 1774 lo nombró teniente gobernador del Departamento de Yapeyú en el Gobierno de las Misiones Guaraníes. Los jesuitas acababan de ser expulsados de todo el Imperio español, y los territorios que hasta entonces habían estado bajo su jurisdicción fueron encomendados a militares españoles. Yapeyú era el pueblo más meridional de las Misiones, poseía un amplio territorio que llegaba hasta el Río Negro en la Banda Oriental, dedicado a la ganadería y era el principal centro de contacto misionero con Buenos Aires, mediante el Río Uruguay. Cuando llegó San Martín a Yapeyú, el pueblo se hallaba arruinado por una epidemia de viruela que había reducido su población desde 8.000 a 3.322 en tres años. Se inició luego de su llegada un conflicto con Portugal en las Misiones Orientales, por lo que en 1777 debió organizar la defensa trasladándose a San Borja, donde armó un cuerpo de 550 milicianos guaraníes que luego participaron en las Invasiones Inglesas y entre los cuales se hallaba Andrés Guazurarí. Retornó a Yapeyú en diciembre para el nacimiento de su quinto hijo, José Francisco, (el cuarto, Justo Rufino, había nacido en Yapeyú en 1776). No se destacó por su tacto político ni por su habilidad: bajo su gobierno las misiones cotinuaron desintegrándose económica y socialmente. Hasta entonces, los indígenas habían sido muy bien tratados, y sus caciques recibían un trato especialmente respetuoso; la justicia se administraba con sencillez y rectitud y la administración estaba enteramente al servicio del mantenimiento de los pueblos. Para evitar abusos, no se permitía la entrada de españoles en los pueblos. Bajo los nuevos administradores, entre ellos San Martín, todo eso cambió: los pueblos recibieron una importante inmigración blanca; se permitió el comercio particular, que hasta entonces estaba prohibido, lo cual llevó a que muchos indígenas inocentes fueran víctimas de estafas de todo tipo. Los castigó con dureza por delitos de cualquier tipo, y no distinguió a los caciques; eligió por su sola autoridad a las autoridades de los pueblos, no entre los más capaces ni más queridos por sus subordinados, sino de los más allegados a su gobierno. Su obra más importante como teniente de gobernador de Yapeyú, fue la ampliación de la jurisdicción de este pueblo hasta el arroyo Yeruá (al sur de Concordia) que hasta entonces llegaba hasta el Río Miriñay. En esta región restableció la Ruta al Salto mediante la cual se enviaban a Buenos Aires para su comercialización los excedentes de yerba mate, algodón, tabaco, grasas y cueros. La epidemia de viruela había cortado esta ruta comercial iniciada por Bucarelli en 1769, la cual llegaba por tierra hasta el embarcadero de San Antonio del Salto Chico o Ytú, desde donde ya salvados los saltos Grande y Chico del río Uruguay, continuaba por barco. En 1776 inspeccionó la jurisdicción de Yapeyú al este del río Uruguay (Brasil y Uruguay actuales), que llegaba hasta el río Negro, arruinada por la epidemia de viruela. Los ganados se había refugiado en la zona de los río Negro y Yí, donde era explotada ilegalmente. Durante esta visita organizó el pueblo de Paysandú, transformándolo en un concurrido puerto en la Ruta al Salto. En la Banda Occidental del río Uruguay Juan de San Martín fundó cuatro grandes estancias comunitarias dedicada a la cría de ganado: La Merced (hoy Monte Caseros), San Gregorio (cerca del río Mocoretá), Inmaculada Concepción de Mandisoví (antecedente de Federación, Entre Ríos) y Jesús del Yeruá (al sur de Concordia), las cuales dotó con ganado comprado en Entre Ríos. A la capilla de la Estancia de Mandisoví, Juan de San Martín hizo enviar desde Yapeyú una imagen de la Inmaculada Concepción; esta imagen tallada por los indígenas preside actualmente la parroquia de Federación y por decisión de Juan Pablo II es la Patrona de la Diócesis de Concordia. El 14 de febrero de 1781 lo reemplazó como teniente gobernador Francisco de Ulibarri y luego su amigo y consejero el aristócrata Diego de Alvear. Fue recordado en Yapeyú como el impulsor de la economía local. Destinado a Buenos Aires como ayudante mayor de la Asamblea de Infantería, en esa ciudad hizo dictar sus primeras letras a sus hijos. Tres años más tarde fue trasladado a un regimiento de Málaga, en España, luego de haber pedido al rey, el 27 de diciembre de 1784, su traslado, que le fue concedido por una Real Orden del 25 de marzo de 1783. atendiendo a los méritos expuestos y a la necesidad que tiene de mayores auxilios, para atender a la educación y crianza de cinco hijos que tiene. El rey sin embargo, rechazó su pedido de ascenso a teniente coronel. Llegó a Cádiz en abril de 1784 con $1.500 oro, todo su capital ahorrado en 38 años de servicio, con el que apenas pudo adquirir una casa. En España inscribió a todos sus hijos varones en las escuelas de nobles y en los colegios de oficiales de ejército. Se consideraba que había entrado a la nobleza por ser gobernador; sin embargo, debió soportar un duro juicio de residencia por su actuación en las Misiones, del cual no salió muy bien parado: nunca más fue gobernador de nada. Su quinto hijo había sido José Francisco de San Martín, el futuro Libertador, nacido en Yapeyú en febrero de 1778. Hay algunas teorías nuevas que lo hacen hijo de Diego de Alvear; otras que lo presentan como un hijo extramatrimonial tenido con una indígena. La última teoría combina ambas: hijo de Alvear y una indígena guaraní, criado por San Martín. Ninguna de estas suposiciones tiene más que un sustento muy débil y se originaron en un diario íntimo de Joaquina de Alvear.Los restos de Juan de San Martín y de su esposa descansaron en la Iglesia de Santiago en Málaga, siendo trasladados en 1947 a la Argentina, en donde permanecieron en el Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires hasta 1998, cuando fueron trasladados al Templete que honra la memoria de su hijo en Yapeyú. Su casa natal en Cervatos de la Cueza es actualmente un museo.La iglesia de la localidad fue construida por el gobierno argentino. Fuente: Wikipedia.

Santoro, Daniel. Nació en Buenos Aires en 1954. Estudió en la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. Concurrió al taller de Osvaldo Attila. Trabajó como realizador escenógrafo en el Teatro Colón entre 1980 y 1991. En 1985 realizó numerosos viajes por Oriente exponiendo en diversos museos y galerías de arte. Fuentes: Datos autobiográficos en Internet.

 

Sarmiento de Gamboa, Pedro. Marino, explorador, escritor, historiador, astrónomo, científico y humanista español del siglo XVI. Se cree que nació en Pontevedra, Galicia, entre 1530 y 1532, falleciendo en Lisboa en julio de 1592. Un primer altercado con la justicia, lo hizo huir muy joven hacia el Perú en 1557, donde sin embargo volvió a ser acusado por la Inquisición en dos ocasiones más. Si bien estos años de su vida son inciertos, se sabe que estuvo en México en 1555 y que llegó a Perú en 1557, asi como que hacia 1567 fue nombrado capitán de una de las naves de la expedición de Mendaña. Sirvió en el ejército bajo Carlos V, vivió en el Perú más de veinta años y se dedicó a estudiar náutica, cosmografía, astronomía y geografía, además de relacionarse con las más altas autoridades del virreinato. Hombre de claro pensamiento y altas aspiraciones, se lo consideró un dechado de cultura y refinamiento. Ello, aún cuando se lo sospechó de practicar la hechicería en más de una oportunidad. En la expedición despachada por el Virrey del Perú para explorar las islas del Pacífico en busca de oro, descubrió y exploró durante un año las islas Salomón y el archipiélago de las Vanuatu. Después se dedicó a explorar el Perú, componiendo su Historia Índica, enviada en 1572 a Felipe II. En 1579 fue tras el pirata Francis Drake, autor del feroz asalto al Callao, aunque siguiéndolo hasta Panamá no logró darle alcance. A su regreso al Perú el Virrey Toledo lo envió a explorar el Estrecho de Magallanes en búsqueda de lugares donde asentar una población y fortificar el paso. Una de las naves regresó a Perú y Sarmiento continuó a España donde dio cuenta de su comisión al Rey, presentáhndole un proyecto de poblamiento de la región del Estrecho de Magallanes. El rey Felipe II aprobó el proyecto presentado. Nombró al marino Diego Flores de Valdés jefe de una expedición en la que participaron 23 naves y alrededor de 2.500 personas, así como designó a Sarmiento de Gamboa Gobernador del Estrecho de Magallanes. Luego de un sinnúmero de contratiempos, Sarmiento, en febrero de 1584 logró establecer en el estrecho dos asentamientos: Nombre de Jesús, y a los pocos días, Rey Don Felipe, con un total de 338 personas entre hombres, mujeres y niños. Desde Río de Janeiro trató de aprovisionar el asentamiento, pero el mal tiempo se lo impidió, por lo que decidió regresar a España para pedir refuerzos y ayuda para los poblados. En la naveción fue apresado por una nave inglesa; llevado ante la reina Isabel I, fue puesto en libertad y enviado por tierra a su país. Una vez más, ahora en la ruta, fue capturado por hugonotes, los que pidieron un elevado rescate por él, manteniéndolo preso por tres años. Felipe II pagó su rescate, llegando finalmente a mediados de 1590 a El Escorial. El Rey decidió no apoyar una nueva expedición al Estrecho, y en compensación a Sarmiento, lo nombró Almirante de la armada encargada de proteger las naves que conformaban la flota de Indias. Ésta, al mando de Juan de Uribe y llevando a Sarmiento como segundo, zarpó de Cádiz el 30 de mayo de 1592. Inesperadamente, Uribe recibió órdenes de desembarcar en Lisboa, quedando Sarmiento como jefe superior de la flota. Al poco tiempo, fue llevado también él a Lisboa gravemente enfermo, falleciendo en la capital portuguesa el 17 de julio de 1592. La obra de Sarmiento tiene dos características para señalar: su variedad y su cantidad. La componen una historia ya citada, diez relaciones, cinco memoriales, diecisiete cartas, oesías y otros escritos conocidos o desafortunadamente desparecidos. En todas ellas emplea un rico vocabulario, viveza en el lenguaje y gran capacidad descriptiva. No existe, a comienzos de nuestro siglo, un estudio completo sobre su obra literaria, no porque no haya interesado, sino porque el azar ha ocultado hasta ahora datos y obras. Recién en el siglo XX se descubrió su Historia Índica, lo que impulsó nuevas investigacioines y búsquedas. Finalmente debe destacarse su habilidad como navegante y sus inquietudes culturales. Fue poseedor de vasto saber náutico y gran facilidad con la pluma. Todo ello denota asiduos contactos con fuentes culturales de primera línea; deben recordarse finalmente su conversación (y descsargo) con la reina Isabel I en latín. Fuente: Wikipedia.

Sarmiento, Domingo Faustino. Sarmiento nació el 15 de febrero de 1811 en el Carrascal, uno de los barrios más pobres de la ciudad de San Juan. Era hijo de José Clemente Quiroga Sarmiento y de Ana Paula Albarracín. Los primeros maestros de Domingo fueron su padre y su tío José Eufrasio Quiroga Sarmiento, quienes le enseñaron a leer a los cuatro años. Su nombre completo era Faustino Valentín Quiroga Sarmiento, pero familiarmente era llamado Domingo, ya que ese fue el nombre que quiso ponerle su madre, aunque no pudo. La historia hizo que perdurara el Domingo hasta nuestros días. Cuando tenía 5 años ya sabía leer y escribir y a los 15 años ya era maestro. Entre 1815 y 1821 cursó estudios en la Escuela de la Patria de su ciudad natal; finalizados éstos viajó con su padre a la ciudad de Córdoba para cursar el seminario pero no le fue concedida la beca que solicitó. En 1823, luego de tratar vanamente de ingresar al Colegio de Ciencias Morales en Buenos Aires, trabajó como asistente del ingeniero Víctor Barreau en la Oficina de Topografía de San Juan. Ese mismo año, su tío José de Oro fue desterrado a San Francisco del Monte, actualmente San Francisco del Monte de Oro (en homenaje al rebelde fraile y maestro) y él lo acompañó. En 1827 fue reclutado para el ejército federal. Según sus relatos, Sarmiento, como alférez de milicia debía realizar tareas que lo incomodaban. Presentó un reclamo y fue citado por el gobernador Manuel Quiroga. Durante la reunión Sarmiento pidió ser tratado con equidad, pero esto fue tomado como un desacato y fue enviado a prisión. Debido a éste, y a otros enfrentamientos personales con integrantes del ejército federal, decidió abrazar la causa unitaria y se incorporó al ejército comandado por José María Paz. Debido a la victoria federal en su provincia, en 1831 se vio obligado a emigrar hacia Chile, donde realizó distintas actividades para subsistir. Durante este tiempo trabajó como profesor en una escuela de la provincia de Los Andes, donde tuvo con su alumna María Jesús del Canto, con quien nunca se casó, a su única hija Ana Faustina Sarmiento, quien más tarde iba a ser la madre de Augusto Belín. En 1836, mientras se desempeñaba como minero, contrajo fiebre tifoidea y, a pedido de su familia, el entonces gobernador de San Juan, Nazario Benavídez, le permitió volver a la Argentina. De regreso en su ciudad natal, formó parte de la Sociedad Dramática Filarmónica, y luego fundó la Sociedad Literaria (1838), filial de la Asociación de Mayo; comenzó a participar en actividades artísticas, teniendo contacto con la Generación de 1837 y retomó la actividad política. De hecho la sede del grupo artístico del que formaba parte fue utilizada como centro de reunión de quienes se oponían a Juan Manuel de Rosas, por entonces gobernador de Buenos Aires y encargado de las Relaciones Exteriores de Argentina. En 1839 fundó el Colegio de Pensionistas de Santa Rosa, un instituto secundario para señoritas, y creó el Periódico El Zonda, desde el cual dirigió duras críticas al gobierno. Debido a sus constantes ataques al gobierno federal, el 18 de noviembre de 1840 fue apresado y obligado a exiliarse en Chile. Nuevamente en ese país se dedicó de lleno a la actividad cultural. Escribió para los periódicos El Mercurio, El Heraldo Nacional y El Nacional; y fundó El Progreso. En 1842 fue designado por el entonces Ministro de Instrucción Pública, Manuel Montt Torres, para dirigir la Escuela Normal de Preceptores, la primera institución latinoamericana especializada en preparar maestros. También impulsó el romanticismo, llegando a polemizar con Andrés Bello. Su labor como pedagogo fue reconocida por la Universidad de Chile, que lo nombró miembro fundador de la Facultad de Filosofía y Humanidades; y en 1845 el presidente Manuel Montt Torres le encomendó la tarea de estudiar los sistemas educativos de Europa y Estados Unidos. Durante su paso por Francia aprovechó para encontrarse con José de San Martín que vivía exiliado por propia voluntad en su residencia de Grand Bourg. Una vez finalizado su viaje por el mundo, en 1848 se casó con Benita Martínez Pastoriza, viuda de su amigo Domingo Castro y Calvo, y adoptó al hijo de éstos, Domingo Fidel (“Dominguito“), instalándose en el barrio Yungay de la ciudad de Santiago. Durante un año se dedicó de lleno a escribir, y fruto de ello son Viajes por Europa, África y América, en el cual escribió sobre lo observado en sus viajes, y Educación popular, donde transcribió gran parte de su pensamiento educativo, y su proyecto de educación pública, gratuita y laica. Al año siguiente se separó de su esposa para luego volver con Dominguito a la Argentina. Al estallar la Guerra de la Triple Alianza, Dominguito decidió alistarse en el ejército argentino pese a la oposición de su madre. Participó con el grado de capitán del Ejército Argentino. En septiembre de 1866, durante la Batalla de Curupayty, Dominguito fue herido de muerte; tenía 21 años de edad. Sarmiento desempeñaba entonces el cargo de ministro plenipotenciario de la Argentina en Estados Unidos, donde recibió la noticia de la muerte de su hijo adoptivo por medio de los enviados especiales de Bartolomé Mitre. En 1851 Sarmiento ingresó como gacetillero en el ejército de Justo José de Urquiza. Luego de la caída de Rosas entró en conflicto con Urquiza y se vio obligado a volver a Chile. Durante este periodo entabló discusiones con Juan Bautista Alberdi acerca de la política del país. Durante su estadía en Chile fue miembro de la logia masónica Unión Fraternal de Valparaíso, fundada el 27 de julio de 1853. En 1855 regresó a la Argentina. En Buenos Aires fue concejal electo (1856) y luego fue elegido senador tres veces (1857, 1860 y 1861), mientras tanto se desempeñaba como jefe del Departamento de Escuelas. Luego de la batalla de Pavón, acompañó al general Wenceslao Paunero en la campaña a Cuyo. Allí fue designado gobernador de San Juan (1862). En 1864, a causa de la muerte de su amigo Antonino Aberastain, inició una persecución que finalizó con el asesinato del caudillo riojano Chacho Peñaloza. A raíz de ello el gobierno lo envió en misión diplomática durante tres años. Fue propuesto como candidato a la presidencia de la Nación por un grupo de políticos del país, a iniciativa del coronel Lucio V Mansilla. Mientras se encontraba en los Estados Unidos, fue electo para el cargo en las elecciones nacionales de agosto de 1868, y asumió el cargo el 12 de octubre de 1868. Su gestión presidencial se centró en la promoción de la educación y el desarrollo de las comunicaciones en el país. Una de sus primeras decisiones fue realizar una Exposición de Artes y Productos Nacionales, en la ciudad de Córdoba. La gente tomó este proyecto como una locura, pero la realización terminó siendo un gran éxito. En ella se promovieron tejidos, curtiembres, fundiciones, tintorerías, y productos agropecuarios; todos de distintas regiones del país. Durante su visita a la exposición Sarmiento ostentó un traje de vicuña elaborado con telas nacionales y recibió además en premio una medalla por haber introducido el mimbre en el país. Alentó la inmigración, se encargó de la reforma del puerto y realizó el primer censo de población. Sarmiento y su ministro Dalmacio Vélez Sársfield serían los mayores propulsores de la telegrafía eléctrica en el país. En su mensaje de 1873 afirmó:  La línea de telégrafos ha sido completada y recorre toda la República. El 5 de agosto de 1874, en las postrimerías de su período presidencial, Sarmiento inauguró la primer comunicación telegráfica con Europa. Asimismo decretó que el día de la inauguración del cable telegráfico que, en sus palabras, convertía a todos los pueblos en una familia sola y un barrio, fuese feriado nacional. La ceremonia contó con la presencia entre otros del ya ex-ministro Vélez Sarfield, a quien Sarmiento atribuyó en el acto el honor exclusivo de la atrevida idea y de la rápida ejecución de la red de telégrafos, que contribuye a dar paz a la República y bienestar a sus hijos. Inició la formación profesional de maestros, creó escuelas normales anexas a los colegios nacionales de Corrientes y de Concepción del Uruguay en 1869 y de la Escuela Normal de Paraná en 1870. Fundó el Colegio Militar (1869), la Escuela Naval (1872), y escuelas de arboricultura y agronomía en San Juan, en Mendoza, y más tarde en Tucumán y Salta. Creó escuelas primarias en varias provincias e importó de Europa gabinetes de ciencias y colecciones de historia natural. Al finalizar su mandato presidencial, transmitió la presidencia a Nicolás Avellaneda, en 1874. En 1875, asumió como senador nacional por su provincia, cargo que abandonó en 1879 para asumir brevemente como Ministro de Interior de Nicolás Avellaneda. Luego ocupó el cargo de Superintendente de Escuelas durante el gobierno de Julio Argentino Roca, pero renunció a causa de diferencias radicales con Avellaneda y el propio Roca. En 1885, fundó en Buenos Aires, el diario El censor. En 1887 viajó al Paraguay junto a su hija. Debido a su endeble salud, falleció en Asunción el 11 de septiembre de 1888 a los 77 años de edad. El 21 de septiembre, sus restos regresaron a Buenos Aires, y fueron sepultados en el Cementerio de la Recoleta de esa ciudad. Ante su tumba, Carlos Pellegrini sintetizó el juicio general: Fue el cerebro más poderoso que haya producido la América. Fuentes: Varias.

Sarratea, Manuel de.  Nació el 11 de agosto de 1774 en la ciudad de Buenos Aires. Era hijo de Martín Simón de Sarratea Idígoras, nativo de Oñate, Guipúzcoa, y de Tomasa de Altolaguirre Pando Patiño. Fue educado en Madrid. Regresó al país con el fin de intervenir en una misión diplomática. Participó de la Revolución de mayo de 1810 y por consejo de Belgrano fue embajador ante Lord Strangford en Río de Janeiro, donde tuvo poco éxito. Al ser disuelta la Primera Junta, formó parte del gobierno que le sucedió, el llamado Primer Triunvirato. Entre las medidas de éste se contó un tratado con el virrey Francisco Javier de Elío, por el que se le cedía la Banda Oriental a éste.  En 1812, después del cambio de autoridades en Montevideo, el tratado se rompió y se reinició la guerra contra los realistas de esa ciudad. La mayor parte de los orientales habían abandonado el territorio, siguiendo a su caudillo, José Artigas. Sarratea se hizo cargo del ejército en la Banda Oriental, considerando que su principal misión era quitarle las tropas a Artigas. Lo intentó por las buenas y luego por el soborno; como no tuvo éxito, declaró traidor a Artigas. Pero esta medida fue rechazada por el resto del Triunvirato. Mientras tanto, el Triunvirato fue dominado por su ministro Bernardino Rivadavia, hasta su caída en octubre de 1812. A pesar de no ser ya parte del gobierno, Sarratea siguió a cargo del ejército hasta principios del año siguiente, en que fue reemplazado por José Rondeau. Sólo cuando el ex triunviro se fue, Artigas y sus hombres se incorporaron al sitio de Montevideo. Permaneció inactivo durante más de dos años, hasta que el Director Gervasio Posadas lo envió en misión diplomática a Madrid y Londres. Al llegar a España ofreció al rey la sumisión de las Provincias Unidas a la corona española bajo una cierta autonomía. Pero fue tratado como representante de un grupo de rebeldes, y tuvo que huir hacia Inglaterra. Allí se encontró con otros dos embajadores, Belgrano y Rivadavia, a quienes convenció de una idea: coronar como rey del Río de la Plata a un hermano de Fernando VII, Francisco de Paula de Borbón, con el aval de su padre, Carlos IV. Las negociaciones llegaron bastante lejos, e incluso redactaron un proyecto de constitución monárquica. Como el mismo príncipe se negó, planearon secuestrarlo para coronarlo en Buenos Aires. Regresó al Río de la Plata a mediados de 1816 y fue ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores del Directorio, a cargo de Juan Martín de Pueyrredón. Renunció por motivos de salud, y enseguida entró en contacto con la oposición federal porteña, terminando desterrado en Montevideo por orden del mismo Director. Después de la batalla de Cepeda se unió al ejército federal dirigido por Estanislao López y Francisco Ramírez. Éstos lo enviaron como representante suyo ante el cabildo de Buenos Aires, al que convenció de nombrarlo gobernador. Asumió el 18 de febrero de 1820. Enseguida firmó con los jefes federales el Tratado del Pilar, por el que la provincia se reconocía como igual a las demás Provincias Unidas. Entre las cláusulas secretas del Tratado se comprometió a entregar un importante armamento a los caudillos vencedores. Cuando los militares se enteraron de que se las estaba entregando, se levantaron en su contra y lo depusieron el 6 de marzo, nombrando en su lugar al general Juan Ramón Balcarce. Pero éste se sostuvo en el poder menos de una semana, porque el general Ramírez amenazó con atacar la ciudad si no se cumplía con toda la entrega acordada. Asumió su gobierno nuevamente el 11 de mayo, y le cedió también a Ramírez algunas unidades militares, al mando del coronel Lucio Norberto Mansilla. No logró contener el permanente estado de anarquía en que se debatía la provincia ni volver a la obediencia a los militares, por lo que renunció en mayo. Se unió al ejército de Ramírez en su campaña contra Artigas, y la derrota de éste fue tal vez su mayor éxito personal. También participó en los preparativos de la guerra del caudillo entrerriano contra Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, que terminó en un desastre. Por un tiempo estuvo alejado de la política. El 31 de agosto de 1825, Juan Gregorio de Las Heras, nombra a Sarratea como Encargado de Negocios de las Provincias Unidas del Río de la Plata cerca de SMB. El presidente Rivadavia lo envió en 1826 a desempeñar distintas misiones diplomáticas a Inglaterra. En Londres apoyó la política inglesa tendiente a la separación de la Banda Oriental de las demás provincias argentinas, cosa que se logró a mediados de 1828. El gobernador Manuel Dorrego lo mantuvo en su puesto, y Juan Manuel de Rosas lo nombró su embajador en Río de Janeiro y Francia. Falleció el 21 de septiembre de 1849 en Limoges. Uno de sus hermanos, Juan Crisóstomo José de Sarratea, fue un influyente comerciante de la época que contribuyó desde su actividad a las campañas del Ejército de los Andes. Fuente: Wikipedia.com.

Sayhueque, Valentín. (1830-1903) Cacique mapuche-tehuelche, de la etnia conocida como manzaneros, que ocupó la región cercana al lago Nahuel Huapi en la Patagonia argentina. Fue uno de los caciques más importantes de su tiempo, hijo de Chocorí, quien poseía ascendencia mapuche, pero madre tehuelche. Las primeras correrías del gran cacique coincidieron con la campaña rosista, en oportunidad en que huyó junto con su padre para refugiarse en Choele Choel. Estanislao Zeballos aconsejó en su tiempo disponer de la amistad y confianza de Sayhueque, como una llave para ocupar su territorio. Fue el último cacique que se rindió a las fuerzas roquistas; hasta último momento flameó la bandera argentina frente a su tienda. Fuente: Wikipedia y otras. //.. Hijo de Chocorí (o Chokorí), sobrino de Cheuqueta (o Cheuketa), a quienes sucedió como cacique manzanero. Algunos sostienen, como lo hace Carmen Nahueltripay, sobrina de Shaiweque, que éste dependía de la autoridad de Yanquetruz (3). Fuente: El linaje de los Yanketruz.

Scalabrini Ortiz, Raúl. Pensador, historiador, filósofo, periodista, escritor, ensayista y poeta argentino, agrimensor de profesión, nació en Corrientes el 14 de febrero de 1898 y murió en Buenos Aires el 30 de mayo de 1959. Fue amigo de Arturo Jauretche y de Homero Manzi, con quienes militó en FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina). Adhirió a la corriente revisionista de la historiografía argentina. Su padre había sido hijo del naturalista Pedro Scalabrini, quien dirigió el museo de la ciudad de Paraná, y llegó a Buenos Aires para estudiar Ingeniería en la UBA, acercándose muy tempranamente al círculo de intelectuales y escritores que se reunían en torno a la figura de Macedonio Fernández. Su primera publicación fue una colección de cuentos breves reunidos en el libro La Manga de 1923. En 1931 publicó El hombre que está solo y espera, con el que obtuvo vasto reconocimiento y el premio municipal. Luego se dedicó de lleno a la investigación socioeconómica e histórica nacional. Toda su obra estuvo relacionada con estas investigaciones. Formó parte, junto con otros intelectuales, de la revolución radical yrigoyenista de 1933. Luego de la derrota se exilió en la Alemania Nazi, donde comenzó a escribir sobre su visión de la cuestión nacional. En 1935 regresó al país y fue entonces cuando militó en FORJA, aunque mantuvo su independencia, afiliándose recién en 1940, cuando la agrupación se separó del partido radical. Publicó numerosos estudios en los Cuadernos de FORJA, como así brindó conferencias sobre temas vinculados a la dependencia argentina y sobre cómo se habían venido moviendo los hilos del poder económico en el país. Su tema principal fueron los ferrocarriles argentinos, a los que consideró claves para el funcionamiento colonial. Definió a los rieles del ferrocarril como una inmensa telaraña donde está aprisionada la República. En 1943, disintiendo con el apoyo de FORJA a la revolución del GOU, renunció a la corriente. Después acompañó el inicio y ascenso del peronismo, llegando a presentarle a Perón varios trabajos sobre la nacionalización de los ferrocarriles, pero sin aceptar nunca cargos de gobierno y manteniéndose alejado y en actitud crítica respecto del partido justicialista. Dijo: Hay muchos actos y no de los menos trascendentales de la política interna y externa del Gral Perón que no serían aprobados por el tribunal de ideas matrices que animaron a mi generación… En el dinamómetro de la política esas transigencias miden los grados de coacción de todo orden con que actúan las fuerzas extranjeras en el amparo de sus intereses y de sus conveniencias (…) No debemos olvidar en ningún momento -cualesquiera sean las diferencias de apreciación- que las opciones que nos ofrece la vida política argentina son limitadas. No se trata de optar entre el Gral Perón y el Arcángel San Miguel. Se trata de optar entre el Gral Perón y Federico Pinedo. Todo lo que socava a Perón fortifica a Pinedo, en cuanto él simboliza un régimen político y económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al pensamiento vivo del país… Fue ferviente opositor de la autodenominada Revolución Libertadora, criticando desde la revista Qué las medidas de gobierno que consideró retrógradas. Después, cuando apoyó a Arturo Frondizi,  esa revista llegó a convertirse en órgano oficial del gobierno desarrollista bajo la dirección de Scalabrini Ortiz. Renunció al disentir con las concesiones petroleras del gobierno frondizista a las empresas  extranjeras. Desde entonces y hasta su muerte estuvo alejado de la actividad pública. Fuentes: Varias.

Sciascia, Leonardo. (Racalmuto, Agrigento, 8 de enero de 1921 – Palermo, 20 de noviembre de 1989): escritor siciliano. Maestro, dedicó parte de su juventud a la enseñanza. Después fue periodista, actividad que alternó con la práctica de la literatura. Andando los años se convirtió en uno de los novelistas italianos más importantes del siglo. Simpatizó con el Partido Comunista Italiano, del que luego se apartó para adoptar una posición crítica e independiente que le valió el apoyo y elogio de sus pares, políticos y público en general. Hoy es considerado conciencia crítica de Italia  por su implacable denuncia de la corrupción polìtica y de la violencia mafiosa. A lo largo de una treintena de obras Sciascia legó su interpretación del mundo y de los grandes interrogantes de la humanidad a través de su ¨sicilianidad¨. Y justamente es en la isla mediterránea donde están ambientadas la mayor parte de sus novelas. Fuentes: Varias.

 

Simón, Pedro (OFM). Nacido en San Lorenzo de la Parrilla, Cuencia, España en 1574 y muerto en Ubaté, Cundinamarca, Colombia, aproximadamente en 1629, fue un cronista franciscano. Estuvo ligado a la historia de Colombia y Venezuela por su extensa obra que trata sobre la conquista e inicios de la colonización de ambos países. Simón llegó al Nuevo Reino de Granada en 1604, con la misión de establecer los estudios en la Provincia Franciscana, permaneciendo como profesor durante más de catorce años continuos. De su vida en España antes de llegar a América, es muy poco lo que se conoce.  En el Nuevo Reino de Granada, aparte de su oficio de catedrático y de notable orador, ocupó distintos cargos internos, como ser definidor (elector) provincial, guardián del Convento de San Francisco en Santa Fe y visitador de la Provincia de Santa Cruz de  Caracas, cuya jurisdicción abarcaba las islas de Santo Domingo y Puerto Rico. Viajó por distintos parajes del Nuevo Reino de Granada, especialmente debido a su oficio de ministro provincial. Una de sus correrías más famosas fue precisamente la que tuvo lugar en 1608, formando parte d ela comitiva que acompañaba a Juan de Borja, presidente de la Real Audiencia, en su expedición guerrea contra los indígenas pijaos, evento del cual dejó pormenorizada relación en sus crónicas. Concluido el trienio de su ministerio como provincial, fue destinado al convento de San Diego de Ubaté, donde es muy probable que le sorprendiera la muerte entre octubre de 1626 y mayo de 1628, ya que hasta entonces se hacía mención de su nombre en un libro de cuentas, donde se dio a entender que ya había muerto, según la expresión allí contenida: Que sea en gloria. Fray Pedro Simón dio a su narración el título de Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales, conocida como Noticias Historiales, con el cual indujo a pensar en una circunscripción geográficas mucho más amplia de la que se ocupó, poes en realidad en ella no trató mas que las regiones que hoy corresponden de manera general a las repúblicas de Venezuela y Colombia, y que en su época pertenecían al distrito de la Real Audiencia de Santa Fe y a la gobernación de Venezuela. De manera muy tangencial tocó acontecimientos relacionados con las islas de Santo Domingo y Puerto Rico, que ciertamente tuvo ocasión de visitar personalmente. El plan estuctural de las Noticias Historiales es bantante curioso, y en todo caso muy original. Se hallan divididas en tres partes, cada una de las cuales se divide a su vez en siete noticias, y cada noticia en capítulos. La primera parte apareció publicada en Cuencia en 1627. Solamente en 1819, casi dos siglos después de publicada la primera parte, se dio una tentativa de publicar la obra completa, pero no pasó de algunos capítulos de la tercera parte, en la revista madrileña Continuación al Almacén de Frutos Literarios, con tan mal sentido que los editores se atrevieron a intervenir el lenguaje, modificándolo por parecerles inadecuado. En Inglaterra en 1848 se editaron algunos fragmentos de la segunda parte, y se dieron otras dos o tres publicacones fragmentarias de la obra. Fue en la década de 1882-1892 cuando don Medardo Rivas, impresor bogotano, acometió la publicación completa de las Noticias Historiales. Esta obra, apreciable por su talante crítico y sincero, así como por su propósito deliberado de ceñirse en ella a los cánones de la tarea historiográfica propiamente dicha, trasciende, sin embargo, la manera entonces familiar de concebir este género, al superar el simple nivel informativo documental para constituirse en una fuente histórica que engloba en su campo todos los aspectos del desarrollo propio de las sociedades humanas. En ella Simón favorece e incorpora puntos de vista antropológicos, linguísticos, religiosos y sociales del medio en que se adentra. Fuente: Wikipedia.

 

Solanas, Fernando Ezequiel (Pino). Nació en Olivos, Buenos Aires, en 1936. Es un director de cine vivamente comprometido con la política argentina, y en este doble carácter –como es muy lógico- sagaz observador de la realidad. Creo que ha venido reescribiendo el Martín Fierro adaptado al devenir histórico de los últimos cincuenta años, cosa que demuestra en cada uno de sus Films donde la mirada poética (eglógica diría) es relevante. Su primer cortometraje fue Seguir andando (1962); en 1968 filmó y expuso en la clandestinidad La hora de los hornos, su primer largometraje en el que muestra documentalmente cómo opera el neocolonialismo en Argentina y en Latinoamérica. La ficción dentro de idéntica temática sobreviene en 1975 con Los hijos de Fierro, película que estrena poco tiempo después de ser amenazado de muerte por la Triple A. En 1976, un comando de la marina argentina intenta secuestrarlo, por lo que parte al exilio en España y luego en Francia. En este último país filma y estrena La mirada de los otros (1980). De 1985 es la multipremiada y recordada Tangos… El exilio de Gardel y de 1988 Sur, merecedora también de premios de importancia. En 1991 es víctima de un nuevo atentado que demora la finalización de su film El Viaje, que recién concluye y muestra en 1992. De 1998 es La Nube, que fue premiada en Venecia y en La Habana. Más recientemente, Pino volvió a preocuparnos al deleitarnos (¡vaya contradicción!) con Memoria del saqueo (2004), La dignidad de los nadies (2005); Argentina latente (2007), La próxima estación (2008), La tierra sublevada: oro impuro (2009). Prepara actualmente La tierra sublevada: oro negro, cuyo estreno está previsto para marzo o abril de 2010. Fuentes: Varias.

Soler, Miguel Estanislao. (Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 1783San Isidro, Buenos Aires-, Argentina, 1849) Fue un militar y político argentino, que luchó en las guerras de independencia y las guerras civiles argentinas, gobernador de la Banda Oriental y de la Provincia de Buenos Aires. Militar desde muy joven, participó en la lucha contra las invasiones inglesas y en la represión de la fracasada revolución de Martín de Álzaga. Apoyó también la Revolución de Mayo de 1810. Enviado como jefe del Regimiento de Pardos y Morenos a la Banda Oriental en 1811, triunfó en dos pequeñas batallas en Soriano y El Colla. Luchó a las órdenes de José Artigas en la batalla de San José, y luego sirvió durante tres años en el Sitio de Montevideo, con una actuación decisiva en la victoria de Cerrito, siendo ascendido al grado de coronel. Formó parte del ejército que tomó la ciudad en mayo de 1814. En agosto de ese año fue nombrado gobernador de la Banda Oriental, sucediendo en el cargo a Nicolás Rodríguez Peña. Pero la mayor parte de esta provincia estaba en poder de los federales de Artigas. Desde la capital envió varias expediciones para acabar con ellos, que fracasaron definitivamente con la batalla de Guayabos en enero de 1815. Por orden del nuevo director, Alvear evacuó la ciudad, llevándose todas las armas, dinero y cualquier cosa de valor que encontró. Alvear ofreció la independencia de la Banda Oriental, pero Artigas la rechazó, ya que no era eso lo que él y los orientales buscaban, sino la autonomía de su provincia dentro de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Soler se trasladó con todo su ejército a Buenos Aires, donde fue nombrado comandante de armas del interior de la provincia de Buenos Aires. Tras el motín de Fontezuelas, usó esas fuerzas para exigir la renuncia de Alvear al gobierno. Se unió a Manuel Dorrego, Manuel Moreno y otros en la formación de un grupo autonomista en la provincia de Buenos Aires, exigiendo el gobierno autónomo de la misma (algo parecido a lo que había logrado Artigas). Pero el director Juan Martín de Pueyrredón le quitó protagonismo enviándolo a Mendoza. Se incorporó al Ejército de los Andes que estaba formando el general José de San Martín. Éste lo ascendió en julio de 1816 al grado de general. Como jefe de vanguardia, participó del cruce de la Cordillera de los Andes, un día adelante del propio San Martín, que cruzó por el mismo camino. Dirigió las batallas de Las Coimas y Putaendo. Tuvo una actuación destacada en la victoria de Chacabuco. Molesto por la actitud del general Bernardo O’Higgins en esa batalla, lo acusó de haber puesto en peligro la victoria con su carga apresurada. Esa acusación llevó a un entredicho que tomó estado público y terminó con su separación del ejército y su regreso a Buenos Aires. Se mantuvo en la oposición sin mando de tropas hasta que, en 1819, el Director José Rondeau le dio nuevamente el mando del ejército de campaña, con sede en la villa de Luján. Al llegar la noticia de la derrota directorial en la batalla de Cepeda, exigió al cabildo de Buenos Aires que asumiera el mando en la provincia, disolviendo el Congreso y expulsando del mando a Rondeau. Eso provocó la caída del Directorio y la autonomía de la provincia de Buenos Aires. Pero también trajo la anarquía a esa y casi todas las demás provincias. Durante el gobierno de Manuel de Sarratea siguió siendo el comandante de campaña. Una cláusula secreta del Tratado del Pilar, firmado con los federales, obligaba al gobernador a entregarles armamento. Cuando el gobernador comenzó a cumplir ese punto del acuerdo, el 6 de marzo Soler y los militares con mando de tropa lo derrocaron, juzgando que la provincia quedaba indefensa. Asumió el mando el general Juan Ramón Balcarce, pero no se pudo sostener sino unos pocos días. Ante las amenazas de los caudillos federales, el mismo Soler depuso a Balcarce y llamó de nuevo a Sarratea. En mayo renunció Sarratea, mientras el más completo desorden reinaban en la provincia; asumió el gobierno Ildefonso Ramos Mexía, pero no tenía poder alguno. El 16 de junio, el cabildo de Luján y el ejército nombraron gobernador a Soler. Ramos Mejía renunció el día 20, y recién el 23, la legislatura provincial reconoció como gobernador a Soler. En ese momento estaba de regreso el gobernador de la provincia de Santa Fe, Estanislao López, que invadía para obligar al gobierno porteño a cumplir el Tratado del Pilar. Soler lo enfrentó el 28 de junio en la batalla de Cañada de la Cruz, llevando como segundos a Domingo French y Manuel Pagola. Fue derrotado, e incluso French cayó preso. Mientras Soler huía a Montevideo, el coronel Pagola ocupó brevemente el centro de la capital; la tranquilidad llegaría recién cuatro meses después. Regresó a Buenos Aires en 1822 y al año siguiente fue nombrado inspector general del ejército. Fue el jefe de estado del ejército que hizo la campaña contra el Imperio del Brasil, destacándose como un eficaz organizador; comandó el 3er cuerpo del ejército, que incluía toda la infantería y la artillería. En la batalla de Ituzaingó fue el encargado de distribuir las divisiones en el campo de batalla, con independencia de las órdenes del general Alvear, contribuyendo poderosamente a la victoria. Regresó a Buenos Aires en 1828 y fue nombrado embajador ante el gobierno de Bolivia. Pero el golpe militar de Juan Lavalle, que terminó con la muerte de Dorrego, lo hizo regresar a Buenos Aires; allí fue miembro del consejo consultivo del general golpista, y después del de su sucesor, Juan José Viamonte. En 1830, el gobernador Juan Manuel de Rosas lo nombró comandante de las fuerzas urbanas de la capital. Fue un firme partidario de Rosas, pero la sangrienta represión del año 1840 lo indujo a trasladarse a Montevideo. Regresó al año siguiente, aunque no volvió a ejercer cargo alguno. Murió en septiembre de 1849 en San Isidro, Provincia de Buenos Aires. Sus restos mortales descansan en el Cementerio de la Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires. Fuente: Wikipedia.com.

Solís y Rivadeneyra, Antonio D. Nació en Alcalá de Henares en 1610 y murió en Madrid en 1686. Fue un escritor español, notable historiador, poeta y dramaturgo de la escuela de Calderón. Estudió en Alcalá y Salamanca Retórica, Filossofía, Cánones, Ciencias Morales y políticas. Escribió su primera comedia denominada Amor y obligación, cuando sólo contaba con diecisiete años. Siguió el magisterio de Pedro Calderón de la Barca y presentó artificiales escenas de amor como éste, pero con cierta inclinación satírica y costumbrista ajena a su modelo y mediante un lenguaje mayormente llano. Además de  una muy buena cantidad de obras de teatro, escribió poesía de estilo gongorina, tanto sagrada como profana, y cartas. Tradujo y adaptó junto con Calderón Il pastore Fido de Giovanni Guarini. Como historiador debe merecida fama a su Historia de la conquista de México, población y progresos de la América septentrional, conocida con el nombre de Nueva España (1684). El estilo literario en que está compuesto es primoroso por su elegancia y claridad; presagia el equilibrio neoclásico, por lo que los autores del siglo XVIII tuvieron esta obra en gran estima. Se conservan testimonios de que el autor castigó y pulió repetidamente el texto de esta obra y no en vano se constituyó en un modelo de prosa para el siglo siguiente. Por otra parte, el autor le confirió un gran aliento poético y logró conjugar al mismo tiempo una gran elevación artística con un gran rigor histórico. Fue secretario del Conde de Oropesa, virrey de Navarra y de Portugal; fue Oficial de la Secretaría de Estado, y a la muerte de Antonio de León Pinelo fue nombrado Cronista Mayor de Indias y escribió por encargo real su Historia de la Conquista de México en 1684, inspirándose en relatos previos de Cortes, López de Gómara y Bernal Díaz del Castillo. Esta es una lectura amena, que narra los hechos de una manera ágil, intercalando descripciones de los capitanes conquistadores así como de las costumbres y ritos de los nativos, a diferencia de otros cronistas que dedican capítulos independientes para estos temas. La narración es, no obstante, artificiosa y erudita, debido en parta a que el autor nunca estuvo en América, a diferencia de los cronistas anteriores. Solís fue capellán de la Congregación de Nuestra Señora del Destierro. En 1667 se ordenó sacerdote, retirándose a la vida contemplativa. Fuente: Wikipedia.

Soto, Domingo de.  (Segovia, 1949 – Salamanca, 1570) Fraile dominico, teólogo, profesor de teología en la Universidad de Salamanca, confesor de Carlos I de España. Siguió la orientación de Santo Tomás de Aquino y comentó varios libros de física y lógica aristotélica. En 1545 Carlos V lo envió al Concilio de Trento como teólogo imperial ante la imposibilidad de que fuera Francisco de Vitoria (también dominico) y luego lo designó su confesor. De Soto declinó ser obispo de Segovia. Entre sus numerosas obras de teología, derecho, filosofía y lógica, destacan De iustitia et iure (1557) y Ad Sanctum Concilium Tridentinum de natura et gratia libri tres. Participó en los debates en torno a la disputa abierta entre Sepúlveda y Las Casas por la cuestión indígena, llamada de los justos títulos o polétima de los naturales, formando parte de la comisión de teólogos que se reunió en Valladolid entre 1550-1551 (Junta de Valladolid). Posteriormente sucedió a Melchor Cano en su cátedra de la Universidad de Salamanca. Se le considera como uno de los integrantes de la Escuela de Salamanca. Domingo de Soto fue el primero en establecer que un cuerpo en caída libre sufre una aceleración constante, siendo éste un descubrimiento clave en física, y base esencial para el posterior estudio de la gravedad por Galileo y Newton. Fuente: Wikipedia.

Soulé Tonelli, Héctor Pedro. Puede consultarse al respecto  el breve retrato publicado en http://diasporasur.wordpress.com. Asimismo, el poeta puntaltense inédito hasta el día de hoy pese a la insistencia de algunos entre quienes me incluyo, fue sumado a la Antología de Poesía Religiosa Argentina de Roque Raúl Aragón, y comentada su obra nada menos que por www.cervantesvirtual.com. De su autoría sólo es posible obtener (fuera del circuito de  librerías comerciales) Convergencia, en colaboración con Sergio Soler (1987). Fuentes: Propias.

Staden, Hans. Fue un soldado y marinero alemán (15251579). En su famosa autobiografía cuenta las penurias que padeció al ser secuestrado por una tribu antropofágica en el Nuevo Mundo. Nació en Homberg, se embarcó hacia Brasil en 1547, y en 1549 realizó un segundo viaje, llegando a San Vicente, una de las dos capitanías existentes en esa colonia. Era siempre contratado como artillero. Fue hecho prisionero por los Tupinambá cuando defendía el Fuerte San Felipe. Convivió con los indios durante 9 meses y medio, y luego, el navío francés “Catherine de Vetteville”, lo llevó de vuelta a Alemania.  A su regreso a Europa, Hans Staden escribió un libro cuyo título es Warhaftige Historia und beschreibung eyner landtschafft der Wilnen Nacketen Grimmigen Menschfresser Leuthen in der Newenwelt America y fue editado en 1557 en Marburg. En castellano se lo tradujo  como: Verdadera historia y descripción de un país de salvajes desnudos, feroces y caníbales, situado en el Nuevo Mundo, América. El libro está dividido en dos partes: La primera, relata la experiencia de cautiverio a la cual estuvo sometido por los indios tupinambás en Brasil, en aquel entonces, colonia portuguesa. La segunda, es una especie de “tratado” donde describe aspectos característicos de aquella tribu. Según Staden, el objetivo principal de su obra es agradecer y loar a su Dios por haberle guardado la vida. Sin embargo, destaca el aspecto morboso del canibalismo y la brutalidad de los nativos, tópico que suscitaba extrema curiosidad para los europeos que conocían las tierras lejanas sólo por libros. La obra fue un éxito de ventas y las compañías editoriales de su época publicaron distintas versiones, todas con su firma. Se quitaron o agregaron detalles a fin de despertar la curiosidad. (Otros títulos son Hans Staden: la historia real de su cautiverio, Viajes y Cautiverio). Describe las características naturales de la tierra y las costumbres de los indígenas que en ellas habitaban, convirtiéndose en el primer estudio importante sobre América portuguesa. Es uno de los primeros relatos europeos que dan cuenta del canibalismo en el Nuevo Mundo. Tuvo verdadero impacto social en la población de entonces, muy proclive a las historias asombrosas sobre otras tierras. Grabados, donde se exageraba y se reinterpretaba las vivencias de Staden, fueron adornando los volúmenes (como los de los franceses Jean Baptiste Debret y Theodore de Bry), cambiando así la visión de América como un “paraíso terrenal”.

Tafur, Pero. Nacido y muerto en Córdoba (circa 1410- circa 1487), fue un viajero y escritor castellano. Bajo el reinado de Juan II de Castilla realizó un largo viaje por tres continentes (1436-1439), deseoso de conocer mundo y vivir aventuras, según el mismo cuenta. En el trayecto participó en batallas, peregrino a los santos lugares y llevó a cabo labores diplomáticas. Quince años más tarde (1453-1454) escribió un libro titulado Andanzas e viajes de Pero Tafur por diversas partes del mundo avidos (inédito hasta 1784), uno de los pocos ejemplos de libros de viajes medievales conocidos en España, junto al de Ruy González de Clavijo. De esta obra, la historiografía ha destacado fundamentalmente el valor documental de su descripción de la ciudad de Roma, así como los detalles de su encuentro con el viajero italiano Niccolo Da Conti. Fuente: Wikipedia.

Tasman, Abel Janszoon.  (Lutjegast, provincia de Groninga, 160310 de octubre de 1659), fue un marino, explorador y comerciante holandés, famoso por los viajes realizados entre 1642 y 1644 al servicio de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (Vereenigde Oostindische Compagnie, conocida por sus siglas VOC). La suya fue la primera expedición europea conocida que llegó a la isla de Van Diemen (hoy conocida como Tasmania) y a Nueva Zelanda, y que avistó las islas Fiji en 1643. Tasman, su piloto, Visscher, y Gilsemans, su sobrecargo, cartografiaron partes importantes de las costas de Australia, Nueva Zelanda y de varias de las islas del Pacífico. Su trabajo era investigar el territorio conocido como Nueva Holanda, hoy Australia, de la que los holandeses habían descubierto la costa oeste y debía determinar si la zona pertenecía a la Terra Australis. La VOC esperaba que Tasman pudiera localizar un nuevo e inexplorado continente con fines comerciales, o al menos, encontrar un estrecho a través de Nueva Guinea que eles condujerá al Pacífico. Tasman no consiguió ninguno de esos objetivos, aunque geográficamente, sus expediciones han sido de las más fructíferas de la historia. Fuente: Wikipedia.

Todd, José María. (Salta, Argentina, 1809 – íd., 1894) Militar y político argentino, gobernador de la provincia de Salta. Era hijo de un boticario de ascendencia noble, de origen escocés, y se enroló como oficial en el ejército que formaba su tío el gobernador Arenales para la última campaña al Alto Perú. Después pasó, a órdenes del entonces coronel Paz, al ejército que participaría en la guerra del Brasil. Participó en la batalla de Ituzaingó, en la que fue gravemente herido, se dijo que por la torpeza del general Alvear, al ordenarle a su regimiento atacar una posición imposible. Se casó con María Tomasa de la Trinidad de Toledo y Pimentel, matrona salteña de antigua estirpe y linaje, con descendencia directa en la nobleza española, con el gran Duque de Alba, Fernando Alvarez de Toledo y Pimentel. Tuvieron un hijo, José Maria Todd de Toledo y Pimentel, que se casó con Emilia Gurruchaga y de Silva ( nieta de Pedro Antonio de Gurruchaga y Alzaga ) de muy antigua familia del norte argentino. Regresó en 1829 a Buenos Aires, y formó en las fuerzas del general Juan Lavalle, cuando éste derrocó al gobernador Manuel Dorrego. Hizo la campaña contra los federales de Buenos Aires en 1829. Después de la caída de Lavalle se empleó en una tienda. Volvió a Salta en 1832 y se dedicó al comercio. Tuvo una destacada figuración en la Coalición del Norte, en que se le reconoció el grado de coronel. Luchó a órdenes de Lavalle en su campaña de La Rioja y en la batalla de Famaillá. Se exilió después de la derrota y muerte de su jefe, como muchos otros oficiales vencidos. En 1845 pasó a la provincia de Corrientes y se unió al ejército del general Paz; pero tras el fracaso de la revolución de éste contra el gobernador Madariaga, se exilió en Brasil. Se trasladó más tarde a Bolivia, donde permaneció hasta 1856, año en que volvió a Salta. Formó de inmediato en el partido federal, al que pertenecían los ex gobernadores Manuel Solá y Miguel Otero, ambos ex miembros de la Coalición del Norte. Fue presidente de la legislatura provincial y gobernador interino. En agosto de 1861, fue electo gobernador en reemplazo del unitario Anselmo Rojo. Al enterarse de las victorias obtenidas por Antonino Taboada y José María del Campo, unitarios de Santiago del Estero y Tucumán, se preparó para defenderse de la inminente invasión. Se hizo dar los poderes que la constitución reserva al presidente de la Nación, e impuso el estado de sitio. Al salir a campaña contra los unitarios, colocó el bastón del mando en manos de la imagen del Señor de los Milagros, en la Catedral de Salta. Para ridiculizarlo, sus opositores dijeron que había nombrado gobernador a la imagen sagrada. Suprimió los partidos políticos, autorizando sólo el de la Constitución, que por supuesto identificaba con su propio partido, y dirigió algunas operaciones contra la invasión unitaria. No se dio por enterado de que la Confederación Argentina había desaparecido por la batalla de Pavón, y se negó a ser desplazado. Tal vez creyó en las ofertas de paz de los unitarios porteños… que en dos meses desplazaron a ocho gobernadores. Como los liberales locales se fueron poniendo nerviosos, y amenazaron con pedir a Taboada que los invadiera, huyó a Jujuy en marzo de 1862. Los unitarios — es decir, los miembros del Club Libertad — ocuparon la casa de gobierno, armados de fusiles, y reemplazaron a todo el personal civil. En una elección limitada, unos 300 miembros de su partido eligieron para gobernador a Anselmo Rojo, en nombre de todo el pueblo de la provincia. Tras un corto exilio, volvió a dedicarse al comercio, y fue dejado relativamente en paz, aunque varias veces fue acusado, e incluso arrestado, por orden de los Uriburu. Murió en Salta en julio de 1894. Fuente: Wikipedia.com.

Ulloa, Francisco de. Marino y explorador español del siglo XVI, que tuvo bajo su mando la primerea expedición enviada por el Gobernador de Chile, don Pedro de Valdivia, desde la Capitanía General de Chile, para explorar los mares del sur del país, incluido el estrecho de Magallanes. Sin certidumbre sobre nacimiento y muerte, se sabe que Ulloa arribó a Chile en 1548, formando parte de las tropas de refuerzo enviadas desde Perú por Valdivia. Los primeros cronistas de la conquista dicen que Ulloa era natural de Cáceres, en Extremadura,  que años atrás había servido en la Nueva España, por lo que presumiblemente sería el mismo que por orden de Herán Cortés, entre 1539 y 1540 recorrió el golfo de California. Como quedara dicho antes, en 1552, Valdivia decidió enviar una expedición marítima a explorar la costa del país y el estrecho de Magallanes. Para ello, equipó dos naves de cincuenta toneles cada una y las puso bajo el mando de Ulloa. La expedición zarpó del actual puerto de Valdivia a fines de octubre de 1553. Una de las naves iba al mando del propio Ulloa y la otra bajo el mando del piloto Francisco Cortés Ojea, a su vez cosmógrafo de la expedición. Navegaron la costa occidental de Chiloé y del archipiélago de Los Chonos, entrando a diversas bahías y ensenadas, tales como el golfo Coronados, la isla Guafo y la boca del Guafo. El 28 de noviembre recalaron en una caleta de la península de Taitao, a la que denomiaron Puerto San Esteban, y continuaron navegando hasta el cabo bautizado San Andrés, donde Ulloa desembarcó con una partida, aunque debieron reembarcar rápidamente porque fueron recibidos con una lluvia de piedras por los indígenas habitantes del lugar. Ulloa daba a los lugares explorados, el nombre del santo que la Iglesia celebraba el día de cada descubrimiento. Esta práctica, seguida casi invariablemente en estas exploraciones por españoles y portugueses, permitió a los estudiosos reconstruir los itinerarios con base en los santorales. Las naves continuaron explorando a lo largo de la costa occidental del archipiélago Campana hasta la latitud 50° sur. En Bahía Salvación entraron al estrecho de la Concepción (Canal Concepción, del siglo XX), pero fueron detenidos por vientos contrarios, por lo que tuvieron que volverse, y el 5 de enero de 1554 fondearon en una bahía a la que bautizaron como San Simeón o San Francisco. Desde allí continuaron hacia el sur recorriendo las islas y canales occidentales del Archipiélago de Hanover, y finalmente ingresaron al estrecho de Magallanes, internándose en él unas noventa millas. Debido a lo avanzado de la estación y a la falta de víveres, Ulloa determinó regresar al norte, para lo que los favorecieron los vientos del sur que les acompañaron. Fondearon en Puerto de Valdivia a mediados de febrero de 1554. Lamentablemente, el regreso de la expedición de Ulloa coincidió con la muerte de Pedro de Valdivia a manos de los guerreros mapuches liderados por Lautaro, lo que ocasionó un período de casi tres años de anarquía entre los conquistadores españoles, por lo que el resultado del viaje quedó en el olvido durante un lapso prolongado. Ulloa, primer explorador español en recorrer las costas del sur de Chile, demostró que era posible la navegación del Estrecho de Magallanes, en sentido opuesto al que anteriormente siguiera Hernando de Magallanes. Fuente: Wikipedia.

Urquiza, Justo José. Nació el 18 de octubre de 1801 en Talar de Arroyo Largo, Entre Ríos (hoy Arroyo Urquiza) y murió en su provincia el 11 de abril de 1870. Militar, terrateniente, político. Fue varias veces gobernador de su provincia y Presidente de la Confederación Argentina entre 1854 y 1860. Su padre, Joseph de Urquiza, era un inmigrante vasco que junto a su esposa Cándida García, habían llegado al país para dedicarse a las actividades rurales y se establecieron en Entre Ríos; aunque a la postre regresaron, luego de la Revolución de Mayo los padres de Urquiza emigraron a la Banda Oriental para continuar siendo fieles al Reino de España. En 1819, el joven Justo José se instaló en la pujante Concepción de Uruguay, dedicándose a la actividad rural y comercial, gestiones para las que contaba con dotes innatas. En 1820 ya había amasado una respetable fortuna; entonces se interesó por la política en un período especialmente turbulento de Entre Ríos y de la propia Buenos Aires. Su partido fue el Federal. Fue diputado por su provincia; luego comandante militar y civil de Concepción. En 1831 se refugió en Santa Fe bajo la protección de Estanislao López. Luego acompañó la campaña militar que llevó como gobernador de Entre Ríos a Pascual Echagüe, quien apoyó a Juan Manuel de Rosas. El entonces coronel Urquiza era comandante de toda la costa del río Uruguay, y a la vez poderosísimo hacendado que manejaba una poderosa red de clientelismo económico que terminó catapultándolo al poder político. Luego de cuatro mandatos, Echagüe fue derrotado por Paz y la legislatura provincial eligió gobernador a Urquiza, quien no abandonó el poder en su provincia hasta el día de su muerte, casi treinta años más tarde. Reconquistadas Paraná y Concepción y derrotado Paz, Urquiza se transformó en amo y señor de la situación. Unido a Oribe, apoyó la invasión a Uruguay la marcha sobre Montevideo, y a su vez invadió Corrientes colocando un gobernador federal. Con idas y venidas las luchas en Corrientes y Uruguay se mantuvieron durante mucho tiempo; los detractores de Urquiza han sostenido que el caudillo acostumbraba a asesinar a los prisioneros, algo que por ahora no ha sido fehacientemente demostrado.  Su gobierno fue paternalista, en el sentido de que gobernó sin consultar al pueblo, pero en beneficio de éste. Gobernaba desde Concepción del Uruguay o desde su campamento militar de Calá. En varios sentidos fue muy similar a Rosas y a otros caudillos de la época. Protegió a la ganadería, favoreció la instalación de saladeros de carne vacuna, hizo exigir la papeleta de conchabo a todos los peones rurales, mejoró los caminos y Mejoró los puertos, instaló molinos de agua, y ayudó al establecimiento de pequeñas industrias. Ejerció un poder de policía muy eficaz, pero muy cruel, ya que a la menor falta, los delincuentes eran sencillamente ejecutados. Ordenó llevar la contabilidad con una precisión desconocida hasta entonces. Impuso un control fiscal estricto, y una dedicación intensa a los funcionarios y empleados; redujo el gasto público sin descuidar las funciones del estado, e hizo publicar mes por mes los gastos e ingresos por la prensa. Su principal preocupación fue la educación; extendió las escuelas primarias que había fundado su antecesor y fundó nuevas escuelas secundarias, públicas y modernas. Urquiza convocó entonces a entrerrianos ilustres que vivían en el destierro, algunos de ellos unitarios, para que regresaran a su tierra. El ambiente que se respiraba en la provincia fue entonces mucho más libre que el de Buenos Aires u otras del interior. Ello llamó la atención de los emigrados y unitarios. Muchos, como Sarmiento y Paz comenzaron a pensar que Urquiza sería el elegido por la historia para convocar un congreso constituyente y derrocar a Rosas. Apresurando las acciones en Uruguay y sus contactos con financistas brasileros, el 1° de mayo de 1851 se anunció el Pronunciamiento de Urqioza. Éste era, en síntesis, el anuncio de la legislatura entrerriana por el se aceptaban las repetidas renuncias de Rosas a la gobernación de Buenos Aires y a seguir haciéndosse cargo de las relaciones exteriores. Reasumía también el manejo de la política exterior y de guerra de la provincia. Finalmente, se reemplazaba el ya familiar ¡Mueran los salvajes unitarios!, por la frase: ¡Mueran los enemigos de la organización nacional!  A fines de mayo se firmó un tratado entre Entre Ríos, el gobierno de Montevideo y el Imperio de Brasil, acordando una alianza para expulsar a Oribe, llamar a elecciones libres en todo el territorio uruguayo y enfrentar juntos a Rosas, si éste declaraba la guerra a una de las partes, lo que se daba por descontado. Se reunió entonces el llamado Ejército Grande, formado por tropas entrerrianas, correntinas, emigrados unitarios, soldados argentinos del sitio, unidades coloradas del ejército uruguayo y tropas del Imperio. Con estas fuerzas Urquiza derrotó al gobernador santafecino Echagüe, y se puso en camino hacia Buenos Aires. El 3 de febrero de 1852 se encontraron los 24 mil hombres de Urquiza con los 23 mil de Rosas en la batalla de Caseros. Fue la batalla más grande que jamás se haya dado en América del Sur. Urquiza detentó el poder porteño por escaso lapso ya que la revolución del 11 de setiembre encumbró a los unitarios porteños que no se incorporaron al Congreso, y supuso la segregación de Buenos Aires del resto del país por siete largos años. Paraná fue la capital de la Confederación Argentina y el 1° de mayo de 1854 asumió Urquiza su presidencia. Transcurrida la guerra del Paraguay, Urquiza logró ser elegido gobernador por un nuevo período. Se alzó entonces López Jordán, y el caudillo fue asesinado en el Palacio San José el 11 de abril de 1870. El asesinato de Urquiza contó con amplio apoyo popular entre los entrerrianos. Esto se debió a las actitudes asumidas por Urquiza: la retirada de la batalla de Pavón, su neutralidad frente al bombardeo de Paysandú, su participación en la guerra contra el Paraguay, las maniobras para evitar la elección de López Jordán y la entrega de la recaudación de impuestos en manos de un particular. Fuentes: Varias.

Urrutia, Matilde. ¨Esta mujer, menuda, hermosa, de manos pausadas, voz suave y cabellera exuberante, constituyó la musa esencial del poeta chileno. A ella le dedicó muchos versos a partir de su encuentro en México, cuando estaba desterrado; entre otros, Los versos del capitán, que publicara Paolo Ricci por primera vez en Nápoles, en 1952, en forma anónima para no revelar su progenitura y no desnudar la intimidad de su nacimiento, como sostiene más tarde el propio Neruda. El poeta estaba casado en esa época con Delia del Carril. Moralidades absurdas no pudieron con el amor. Su propio partido, el comunista, trató de mediar en el asunto. Cosa insólita. Su pasión fue más fuerte. La tierra y la vida nos reunieron. Aunque esto no interesa a nadie, somos felices. Dividimos nuestro tiempo común en largas -permanencias en la solitaria costa de Chile y esta casa, La Chascona, dirá Neruda. La Chascona, la casa ubicada en el cerro de San Cristóbal, en Santiago de Chile, adquirió ese nombre por el apelativo que Pablo decidió para Matilde, que en mapuche significa cabellera desordenada y caprichosa. Constituyó el nido de amor de los amantes: Pablo y Matilde. Se transformó más tarde en una bella casa, hermosamente alhajada con objetos primorosos que Neruda llevaba a Chile luego de su peregrinar por el mundo. En un salón, que más que eso parece un jardín colgante, destaca un cuadro, pintado por el mexicano Diego Ribera en homenaje a Matilde (se cuenta que el pintor estaba prendado de la musa chilena). Es un cuadro curioso: allí está ella con su caprichosa cabellera, de perfil y de frente. En el costado izquierdo de su cabeza, el perfil de Pablo disimulado en ella. Una verdadera simbiosis de amor. Más tarde, el 23 de septiembre de 1973, a pocos días del golpe militar que derrocó al presidente constitucional de Chile, Salvador Allende, este salón y el resto de la casa estaban convertidos en un lodazal. Manos siniestras desviaron un canal que corría por el cerro e inundaron La Chascona. Quebraron los cristales de los ventanales, acuchillaron cuadros y pinturas, destrozaron libros y cuanto objeto primoroso encontraron a su paso. Muchos objetos valiosos desaparecieron. Aquel día, Matilde y unos pocos amigos procuraron limpiar un poco la morada del poeta para velarlo. Tuvieron que sacar el estiércol y miasmas que los esbirros habían dejado en el salón principal. El ataúd de Neruda estaba ese triste día en medio de una vorágine. Parecía como si se hubiera descargado la más terrible tempestad sobre esta bella casa. Y allí estaba Matilde, menuda, con sus manos un poco crispadas y con el más grande dolor de una mujer sobre la tierra. Y ella, que nunca había sido militante de ningún partido, ni del comunista, como se suele afirmar sin base, se transformó en la más irreductible combatiente de Chile en contra de la dictadura. Y muchas razones tenía: Neruda había apresurado su muerte por el gran impacto que le produjeron el golpe militar y sus terribles consecuencias. La muerte de Allende, heroica y trágica, les había impresionado hasta el infinito. Un sobrino de Matilde pasó a engrosar la lista de desaparecidos. Su casa de Isla Negra, la de mayor rango poético, fue confiscada por la dictadura militar, puesto que Neruda la había legado a su partido y a los trabajadores. Sólo se permitió a Matilde estar allí en calidad de cuidadora, sin poder coger un solo objeto de su propia casa. Se le sometió a una vigilancia permanente, aunque discreta. Los libros de Neruda desaparecieron del mercado y de las exigencias bibliográficas de los estudiantes, aunque su nombre no figuraba en la censura oficial, como aconteció en Argentina, donde Videla sí lo eliminó de los programas de estudio. Sus memorias Confieso que he vivido no pudieron ser distribuidas en Chile oportunamente, pues trabas aduaneras y de todo tipo así lo determinaban. Muchas veces, la policía secreta seguía sus pasos a la Biblioteca Nacional, donde trabajábamos en la recopilación de material para los dos últimos libros de Neruda, Para nacer he nacido y El río invisible. Nos fotografiaban en la calle con mucha discreción. Nunca faltaba un patriota que se acercaba a nosotros, anónimo, y nos decía: La DINA las ha fotografiado. Nunca nos percatábamos. Fue uno de esos días que Matilde no me permitió acompañarla a hacer una gestión, como me dijo. Yo me quedé en los subterráneos de la biblioteca junto a la poesía de Neruda de principios de siglo. Luego marché a mi casa. Por la radio me enteré, como tantas veces, de que Matilde había sido alevosamente arrastrada a un carro policial y detenida por haberse encadenado junto a otras mujeres parientes de desaparecidos en las rejas del Congreso Nacional, hoy clausurado, por defender los derechos humanos. Se recibieron en Chile protestas de todo el mundo por el arbitrio para con esta mujer y las otras. Con ella, que había sido embajadora cultural junto con Neruda en Francia y en tantas partes. La recuerdo con su paso menudo y mano generosa recorriendo las poblaciones marginales de Santiago, donde se organizaban todas las semanas homenajes a Neruda en humildes galpones o iglesias. La juventud, las mujeres, y los niños eran favorecidos por su aporte. Mantenía correspondencia y contacto con los más importantes escritores del mundo, de quienes era amiga personal: García Márquez, Rafael Alberti, Günther Grass, Darío Puccini, Luis Rosales, etcétera. Yo cumplía esta misión como su colaboradora inmediata con placer y alegría. Ella firmaba las cartas con letra firme y menuda: Matilde Neruda. Los trazos se asemejaban a la letra de Pablo. Los escritores y políticos demócratas del mundo estaban atentos a la dinámica social de Chile, y particularmente se fijaban en las actividades en defensa de la libertad de esta menuda y valerosa mujer, invitada especial en cenáculos culturales del universo. Tenía en mente desde hacía mucho formar una fundación con el nombre de Neruda y establecer becas para los estudiantes. Su mayor empeño era recuperar la casa de Isla Negra para cumplir con el testamento de Neruda (Canto general): Compañeros, enterradme en Isla Negra, / frente al mar que conozco. No lo pudo lograr. En cambio, cada año, para el aniversario del nacimiento de Pablo, el 12 de julio, y el 23 de septiembre, día de su partida, el cementerio y el humilde nicho 44 transformaban su silencio en romería. De todas partes venía gente a testimoniar su admiración por el poeta y su obra. Y esos días la policía tenía más trabajo que nunca, pues cargaba contra los manifestantes, que a los gritos de Neruda, el pueblo te saluda sumaban otros por Allende y la libertad. Y en el medio, siempre, como una temblorosa flor, llena de dignidad, estaba Matilde Urrutia. Se ponía de escudo entre la furibunda policía y los jóvenes. Los poetas jóvenes de Chile la han convertido en su propia musa. Matilde Urrutia no escribió jamás un verso, sólo cantaba. Pero ha sido una de las excelsas animadoras de tertulias literarias. De voz pausada, con un ligero acento internacional, ha brindado una palabra de aliento a los contertulios y a los sufrientes, llena de sabiduría y fortaleza. No escribió jamás un poema, pero su vida fue un poema. Como tantas otras mujeres chilenas, luchó por la vida, el amor y la libertad. Fuente: Textual de Ruth González Vergara, ex secretaria privada de Pablo Neruda y de Matilde Urrutia. –Madrid, El País.com-.

Utraillán. Regente en el cacicazgo de los manzaneros, luego de la muerte de Chokorí y hasta tanto Shaiweque tuviese edad para gobernar. A su vez, vinculado con los Linares, o indios mansos de San Javier (Viedma), atento a que el mismo Shaiweque habría sido criado por dicha familia. Fuente: El linaje de los Yanquetruz.

Vaca de Castro, Cristóbal. Nació en Izagre, León en 1492 y murió en Valladolid en 1566, este licenciado en leyes y magistrado español que fuese enviado al Perú para resolver las diferencias entre pizarristas y almagristas. Al arribar al Perú, tuvo que encargarse de reprimir la rebelión de Diego de Almagro el Mozo y ejercer el gobiernos entre los años 1542 y 1544. Había estudiado Derecho en la Universidad de Valladolid, graduándose de Licenciado. Muy joven, entró como criado al servicio de Juan García de Loaysa, quien llegó a ser Presidente del Consejo de Indias y Arzobispo de Sevilla, creciendo bajo su sombra. En 1537 fue nombrado Oidor de la Real Audiencia y Cancillería de Valladolid. Fue señor de Siete Iglesias y de los lugares de Izagre y de Santa María de Loreto. Contrajo matrimonio con María de Quiñonez, con quien tuvo ocho hijos. A petición de Loaysa, el Emperador Carlos I de España se fijó en Vaca de Castro para enviarlo como juez pesquisidor al Perú con el fin de investigar las causas de la guerra civil que se vivía en esos territorios desde varios años atrás por la muerte de Diego de Pizarro y otros muchos desórdenes entre los conquistadores, como la contienda entre Sebastián de Benalcázar y Pascual de Andagoya en la Nueva Granada. Se le concedió también facultades para reemplazar al marqués-gobernador Francisco Pizarro, en caso de su fallecimiento o cualquier otro accidente; así también, se le encargó la visita de las fortalezas de la isla de La Española y de San Juan, y la reforma de la Audiencia de Panamá, asumiendo su Presidencia (real provisión del 9 de setiembre de 1540). Para darle mayor categoría, el emperador lo invistió con el Hábito de la Orden de Santiago y lo incorporó al Real y Supremo Consejo de Castilla. Zarpó de San Lúcar de Barrameda el 5 de noviembre de 1540, con una escuadra de 17 navíos, y tras penosísima travesía perturbada por tormentas, que le impidieron tocar San Juan, arribó a Santo Domingo el 30 de diciembre del mismo año. En enero del siguiente pasó a Nombre de Dios y el 24 de febrero llegó a Panamá, cuya Audiencia organizó conforme a la de Valladolid. El 19 de marzo de 1541 zarpó hacia el Perú pero, al encontrarse con un fuerte temporal, se vio obligado a recalar en Buenaventura. Prosiguió por tierra hasta Cali, adonde llegó fatigadísimo y enfermo. No obstante, se dirigió a Popayán donde medió en la disputa entre Sebastián de Belalcázar y Pascual de Andagoya. En Popayán tuvo conocimiento del asesinato de Francisco Pizarro y de la elección de Diego de Almagro el Mozo como gobernador (junio de 1541). Prosiguió el camino al Perú y se detuvo en Quito. Pasó luego a Portoviejo, Piura, Trujillo, Huaylas y Huaura, donde se unió con las fuerzas del mariscal Alonso de Alvarado y del capitán Pedro Álvarez Holguín. El 7 de agosto de 1542 entró solemnemente a Lima, donde continuó los preparativos para salir a dar batalla a los almagristas, que se habían replegado a la sierra. Luego se trasladó a Jauja, donde quedaron concentrados todos los soldados leales al Rey, que sumaban unos 700 hombres. Ante todos ellos, Vaca de Castro se proclamó Gobernador del Perú y Capitán General del Ejército Realista. Enseguida marchó al sur, hacia Huamanga, para evitar que esta población cayera bajo el dominio de Almagro El Mozo, quien venía desde el Cuzco con una fuerza de 500 soldados y una poderosa artillería. Tras un inútil intercambio de cartas con el caudillo rebelde, que no condujo a nada, se situó para esperarlo en el llano de Chupas, hacia el sur de Huamanga. Allí lo venció en cruenta batalla (16 de setiembre de 1542). Prosiguió hacia Cuzco en persecución del joven caudillo. Apresado Almagro El Mozo, el gobernador procedió a instaurarle proceso sumario y dispuso que fuera degollado. Tras vencer a los almagristas, Vaca de Castro dictó varias providencias para premiar la lealtad de los victoriosos y dejar organizado el gobierno de la Ciudad Imperial. En 1543 envió a Diego de Rojas con 200 hombres al Río de la Plata, y como resultado de esta expedición se descubrió Tucumán. Fracasando ampliamente en su intento de hacer cumplir las Nuevas Leyes de 1542, y habiendo provocado una verdadera revolución entre los encomenderos del Perú, en setiembre de 1543 volvió a Lima para esperar al virrey del Perú Blasco Núñez Vela, a quien hizo cesión del mando (15 de mayo de de 1544). Alertado sobre una presunta conspiración de Vaca de Castro en su contra, el Virrey lo tomó prisionero y lo confinó en la Casa Real, imponiéndole una fianza de 100.000 castellanos, pero temeroso de la reacción de sus partidarios, dispuso que se le trasladase a un barquichuelo anclado en la rada del Callao. Allí se encontraba cuando se produjo la rebelión de Gonzalo Pizarro, que se extendió a Lima. Vaca de Castro convenció a la tripulación en su favor y tomó rumbo a Panamá, desde donde retornó a la península. Llegó a Valladolid el 23 de junio de 1545 y por acuerdo del Consejo de Indias fue apresado y sometido a juicio bajo la acusación de enriquecimiento ilícito. Resultó perjudicado por los informes remitidos por Blasco Núñez Vela y por una carta enviada a su mujer, con los tesoros y el dinero acumulados durante su gestión, en la que le recomendaba ocultar todo porque mientras menos vieren el rey y sus privados más mercedes me harán… En su estudio Cervantes y el Perú, Porras Barrenechea analiza esta correspondencia y traza un paralelo con las cartas de Sancho Panza a su mujer, en momentos en que era Gobernador de la ínsula Barataria, concluyendo la evidente influencia que dichos textos ejercieron sobre Miguel de Cervantes. Diez años permaneció recluido, pero a la postre logró su plena absolución. El rey Felipe II le concedió una plaza en el Consejo de Castilla (8 de octubre de 1556) y ordenó el pago de las cantidades que se le debían desde el 20 de mayo de 1545. Al retirarse en 1562 de la función pública, buscó un refugio en el Convento de San Agustín. Falleció poco tiempo después. Fuente: Wikipedia.

Vacca, Roberto. Nació en Buenos Aires en 1942. Periodista, historiador, realizador y productor televisivo, ha hecho periodismo cultural, político, policial y turístico en diarios y revistas, cine, radios y televisión: La Argentina Secreta, Décadas, Escuela y Vida, El Eco Lógico… Fundó la revista Historias de la Argentina y dirigió la Enciclopedia Visual Argentina. Ganó seis premios Martín Fierro, dos premios Konex, dos estatuillas Santa Clara de Asís, un premio Fund TV a su trayectoria y numerosas distinciones tanto en el país como en el exterior. Fuentes: Varias.

 

Vargas Vila, José María. Colombiano (1860-1933), fue un escritor, poeta y pensador antiimperialista, anarquista, iconoclasta, con el que se sintieron identificados muchos indoamericanos durante la primera mitad del siglo XX. Ello porque se caracterizó por defender toda causa y personaje que favoreciera la libertad y la justicia de los pueblos, especialmente los latinoamericanos. Y sin fijarse si compartían exactamente su misma forma de pensar. Era consciente de su debilidad: mi pasión por la libertad ha devorado mi vida, escribió. En su juventud alternó el oficio de maestro, con su participación en las guerras civiles como soldado de las tropas liberales radicales de Santos Acosta y Daniel Hernández. Tras la derrota liberal en 1885 se refugió en Los Llanos y luego marchó al exilio a Venezuela. Por su actitud crítica, el Presidente de Colombia, Rafael Núñez, puso precio a su cabeza. En 1887, en Caracas, fundó y dirigió la revista Eco Andino y en 1888, con Diógenes Arrieta y Juan de Dios Uribe, fundó la revista Los Refractarios. Conminado por el gobierno del presidente venezolano Raimundo Andueza Palacio a dejar Venezuela, viajó a Nueva York en 1891 y trabajó en la redacción del periódico El Progreso. En esa ciudad, trabó amistad con el escritor e independentista cubano José Martí. Luego fundó la Revista Ilustrada Hispanoamérica, en la que publicó varios cuentos. En 1898 fue nombrado por el Presidente de Ecuador, Eloy Alfaro, como ministro plenipotenciario de Ecuador en Roma, recordándose su negativa a arrodillarse ante el papa León XIII, mientras afirmaba: no doblo la rodilla ante ningún mortal. A causa de la publicación de su novela Ibis en 1900, fue excomulgado por el Vaticano y recibió la noticia con regocijo. En 1902 fundó en Nueva York la revista Némesis, desde la cual se criticaba al gobierno colombiano de Rafael Reyes y a otras dictaduras latinoamericana, así como a las imposiciones del gobierno estadounidense, como la usurpación del canál de Panamá y la  Enmienda Platt. En 1903 publicó en esa revista Ante los Bárbaros, tras lo cual el gobierno de Washington lo obligó a dejar Estados Unidos.  El 1904, el presidente nicaraguense José Santos Zelaya designó a Vargas Vila como representante diplomático en España, junto con el también poeta Rubén Darío. Los dos fueron integrantes de la Comisión de Límites con Honduras ante el rey de España, quien era entonces mediador en el contencioso. Pero esta labor duró poco tiempo pues el colombiano pronto regresó a la edición de sus libros y luego de breves estancias en París y Madrid se asentó en Barcelona, donde inició, por acuerdo con la Editorial Sopena, la publicación de sus obras completas. Rubén Darío le dedicó un par de poemas: Cleopompo y Heliodemo y Propósito primaveral. Durante su estancia en España, donde vivió hasta su fallecimiento, realizó varias giras por varios países de América Latina, alcanzando gran popularidad. Fuentes: Wikipedia y otras.

Vázquez de Ayllón, Lucas.  Nacido en Toledo en 1475 y muerto en Virginia (actual Estados Unidos de Norteamérica), el 18 de octubre de 1526, fue un militar, oidor y explorador español. Viajó a Santo Domingo en 1502, donde fue nombrado juez. En 1520, la Audiencia Real de Santo Domingo lo envió a Cuba para hacer desistir a Diego Velázquez del envío de la expedición de Pánfilo de Narváez, pero sus intentos fueron infructuosos, por lo que se dirigió a Santiago de Cuba para alcanzar a Narváez. Al no lograr convencerlo, y como tenía barco de su propiedad, viajó a México tras él, donde trató sin éxito de negociar un acuerdo entre Hernán Cortés y el propio Pánfilo de Narváez. En 1522 mandó una expedición al oeste, comandada por Francisco Gordillo, que desembarcó en el cabo Fear, en la actual Carolina del Norte. En 1523, y con autorización del emperador Carlos I de España, organizó una expedición para buscar el pasaje norte a las Islas de las Especias, explorando la costa oriental del actual Estados Unidos (estados de Virginia y Carolina del Norte). En 1526, tras recibir del emperador Carlos derechos sobre las tierras descubiertas, organizó una expedición de 600 personas para colonizar la costa del actual estado de Virginia, donde fundó San Miguel de Guadalupe, primera colonia europea en Norteamérica. La colonia habría estado localizada cerca de la actual bahía de Chesapeake, que Vázquez de Ayllón llamó ¨bahía de Santa María¨, no demasiado lejos de la actual Jamestown. Ayllón traía esclavos negros para trabajar las tierras (esta fue la primera oportunidad en que los africanos llegaron a Norteamérica). Aprovechando las disputas políticas entre los colonizadores, los esclavos se levantaron y huyeron al interior, donde probablemente se mezclaron con los nativos americanos. Al no encontrar indios locales con los que realizar trueque de alimentos, luego de tres meses, Vázquez de Ayllón levantó el asentamiento y puso rumbo hacia el Sur, hacia La Española. De los 600 hombres sólo retornaron 150, que dijeron que habían sufrido carencias, hambre, enfermedades y ataques de los indígenas locales, y declararon que Vázquez de Ayllón había fallecido en brazos de un fraile dominico. Fuente: Wikipedia.

Vázquez de Coronado, Francisco. (Salamanca, España, 1510Ciudad de México, 22 de septiembre de 1554), fue un conquistador español. Viajó por Nuevo México y otras partes de los actuales Estados Unidos entre 1540 y 1542. Llegó al virreinato de la Nueva España acompañando al primer virrey Don Antonio de Mendoza. Vázquez de Coronado se distinguió por su habilidad para pacifícar a los nativos y así en 1538 fue nombrado gobernador de la Audiencia de la Nueva Galicia en sustitución del primer gobernador de la provincia, Nuño de Guzmán. En calidad de gobernador apoyó a Fray Marcos de Niza al explorar el norte de México en misión que le había conferido el virrey Antonio de Mendoza. En 1528 naufragó en las costas de Florida la expedición encabezada por Pánfilo de Narváez. De ella hubo cuatro sobrevivientes, que atravesaron a pie y durante ocho años el suroeste de los Estados Unidos y norte de México hasta llegar a Culiacán Sinaloa, lugar en donde encontraron una villa española. De esa expedición, Álvar Núñez Cabeza de Vaca escribió una narración titulada Naufragios. En ella describe sus aventuras y las de sus tres compañeros: Alonso del Castillo, Andrés Dorantes de Carranza y un esclavo llamado Esteban (Estebanico). Este último fue el primer hombre nacido en África que puso pie en lo que hoy son los Estados Unidos de América. Estebanico era moro de la etnia bereber y nació en Azamor (Azzemour), en la costa atlántica del continente africano. Con esos antecedentes fue enviado el fraile Marcos de Niza en un viaje exploratorio; éste regresó hablando de las riquezas de siete ciudades de oro llamadas Cíbola, de las cuales había oído hablar en su viaje. Esto despertó el interés de Coronado, que decidió partir en busca de esa mítica ciudad. La expedición se puso en marcha en 1540. Estaba compuesta por 340 españoles y cientos de indios aliados, amén ganado vacuno. Además de la expedición que partió por tierra desde Compostela, Nayarit, en aquellos días capital de la provincia llamada reino de la Nueva Galicia, se hicieron acompañar por navíos que les seguían por mar al mando de Fernando de Alarcón y otra expedición más pequeña por tierra organizada por García López de Cárdenas. Partió pues la expedición mayor mandada por Vázquez de Coronado tomando rumbo al norte por la costa occidental de México hasta Culiacán, Sinaloa. Desde allí una fuerza más pequeña, al mando de Tristán de Luna y Arellano, continuó aún más al norte y tomó los pueblos de los Zuñi en julio de 1540, pueblos que les habían dicho ser las siete ciudades doradas de Cíbola. Los dos grupos de Coronado se volvieron a reunir y pasaron el invierno en Tiguex, cerca de la ciudad de Santa Fe, Nuevo México, a orillas del Río Grande o Río Bravo para los mexicanos. La expedición fue atacada varias veces por los nativos, pero las fuerzas de Vázquez de Coronado las repelieron con éxito. En la primavera de 1540 la expedición se internó hasta el cañón de Palo Duro, Texas, en busca de oro; allí dejó Coronado la mayor parte de sus hombres y continuó a caballo con treinta expedicionarios en búsqueda de otro mito, la ciudad de Quivira, supuestamente llena de riquezas. Durante la expedición había encontrado un indio, al que llamó «el turco», que le habló de Quivira, un rico país al noroeste. Decidió ir en busca de Quivira, tomando al «turco» como guía. Atravesó la pradera y prosiguió su marcha hacia el norte. Sin embargo, Coronado descubrió que el «turco» lo estaba engañando, o al menos eso creyó y lo hizo ejecutar. Otros guías lo condujeron hacia Quivira, y encontró un pequeño pueblo cerca del actual Lindsborg, Kansas. La desilusión se repitió: Los indios Quivira, después conocidos como Wichita, no disponían de ninguna riqueza; su poblado era de cabañas con techo de paja y ni siquiera tenían joyas de oro. Coronado volvió a Tiguex, donde lo esperaba el grueso de sus tropas. Allí pasó otro invierno. En 1542 regresó a México por la misma ruta que había utilizado. Sólo cien de sus hombres volvieron con él. Aunque la expedición fue un fracaso, continuó como Gobernador de Nueva Galicia hasta 1544. Después se retiró a la Ciudad de México, donde murió en 1554. En su viaje, García López de Cárdenas (miembro de su expedición) descubrió el Cañón del Colorado, y reunió valiosa información sobre el suroeste norteamericano. Su sobrino Juan Vázquez de Coronado (1523-1565) llevó a cabo la conquista de Costa Rica y se distinguió por sus procederes humanitarios. Felipe II le concedió en 1565 el título hereditario de Adelantado de Costa Rica, que ostentaron sus descendientes hasta 1823. Fuente: Wikipedia.

Vega, Carlos. Poeta y musicólogo nacido el 14 de abril de 1898 en Cañuelas. Siendo muy joven abandonó su ciudad natal. Para sus vecinos era el loco Vega, un guitarrero, hombre bohemio y amante del arte, del que se burlaban cuando se paraba sobre el banco de la plaza para recitar sus poemas. Desde muy temprana edad tuvo dos vocaciones: la poesía y la música, aunque optó finalmente por esta última. Sus actividades en ese ámbito se iniciaron en febrero de 1927, cuando fue nombrado adscripto ad honorem en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia. A instancias de Vega, en 1931 se creó allí el Gabinete de Musicología Indígena, y en ese mismo año el maestro realizó su primer viaje de investigación a Jujuy. En el curso de su vida, Vega realizó numerosos viajes  por el interior y por otros países latinoamericanos como Chile, Perú, Bolivia y Paraguay con la finalidad de estudiar a fondo las características de la música autóctona, sus ritmos e instrumentos. Con los documentos obtenidos por él se inició un archivo sonoro y fonográfico y una colección de instrumentos musicales. En 1944 el Gabinete creado por Vega se constituyó en el Instituto de Musicología Nativa (decreto del Presidente Farrell Nº 32456/44). En 1948 se separó del Museo con el nombre de Instituto de Musicología (decreto del Presidente Perón Nº 20.082/ 48), continuando la dirección a cargo de su fundador. Se dedicó al estudio del folclore argentino y americano. Vega es autor de los volúmenes de versos Hombre y campo; del de cuentos titulado Agua y de los ensayos La música de un códice colonial del siglo XVI (1931), Bailes tradicionales argentinos, Danzas y canciones argentinas (1936), Canciones y danzas criollas (1941), La música popular argentina (1944), Panorama de la música popular argentina (1944), Música sudamericana (1946), Los instrumentos musicales aborígenes y criollos de Argentina (1946), El Himno Nacional Argentino (1960), El canto de los trovadores en una historia integral de la música (1963) y Las canciones folklóricas argentinas (1963), entre otros. En 1971 se rebautizó a la institución fundada por Vega como Instituto Nacional de Musicología y desde 1973, como homenaje al distinguido investigador fallecido el 10 de febrero de 1966, el Secretario de Cultura Dr Arturo López Peña, por Resolución 75/ 73, lo denominó Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega. Fuentes: Varias.

Vera, Pedro de.  Comandante castellano que participó en la conquista de Canarias. Según la tradición oral, recogida por autores diversos, fue el propio Pedro de Vera quien en 1481, en batalla en la región de Arucas, clavó su lanza al caudillo canario Doramas por la espalda, tras haber derrotado éste a un caballero castellano en lugar singular, ordenando luego la exhibición de la cabeza cercenada del caudillo en el recién fundado fuerte militar, germen de lo que hoy es la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Tras culminarse la conquista de Gran Canaria, el 29 de abril de 1483, desembarcó en 1488 en la ya sometida isla de La Gomera para sofocar la rebelión de Hautacuperche, guerrero que encabezó la llamada Rebelión de los Gomeros de 1488, así como para vengar la muerte de Hernán Peraza. Sometió la rebelión y esclavizó a los guerreros supervivientes. Fue el abuelo de Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Fuente: Wikipedia.

Vértiz y Salcedo, Juan José de. (Mérida de Yucatán, actual México, 1719Madrid, España, 1799) Fue un político colonial español nacido en Nueva España, que ejerció el cargo de Virrey del Río de la Plata. Fue el único Virrey del Río de la Plata nacido en América. Criollo, hijo de un importante político peninsular, estudió en España y se formó como militar, interviniendo en varias campañas españolas, como las de Italia y Francia. Antes de ser virrey desempeñó el cargo de gobernador de Buenos Aires, tanto bajo la administración del Virreinato del Perú como del Virreinato del Río de la Plata, teniendo como prioridad el echar a los portugueses de la Banda Oriental, con éxitos nulos. Asumió el cargo de virrey en 1778, y realizó una obra de gobierno muy vasta, desarrollando la economía regional, colonizando tierras deshabitadas, instalando intendencias por todo el virreinato y preparando el camino para que fuera fundada la Real Audiencia de Buenos Aires. En tarea social intentó agrupar a todos los artesanos en diferentes gremios, imitando el sistema vigente en Europa. Durante su gobierno se censó por primera vez la ciudad, que en aquél entonces contaba con alrededor de 37.000 habitantes. También se creó el primer teatro de la ciudad, La Ranchería. Tuvo un importante papel en la represión de la sublevación de Túpac Amaru II, aplastada en 1781. En 1784 pidió regresar a España, dejó el virreinato y se lo entregó a Nicolás del Campo. Murió en España en 1799. Fuente: Wikipedia.

Viedma, Francisco de. Francisco de Viedma (o Biedma) y Narváez, nació en Jaén, España, el 11 de julio de 1737 y murió en Cochabamba, actual Bolivia, el 28 de junio de 1809. Marino español que exploró la costa patagónica argentina, fue gobernador de Santa Cruz de la Sierra e intendente de Cochabamba. Formó parte de la expedición organizada por el virrey Juan José Vértiz y dirigida por Juan de la Piedra, cuya finalidad era la construcción de fuertes y colonias en el sector de las costas patagónicas. En el Golfo de San José, De la Piedra estableció una guarnición que dejó al mando de Viedma, quien se encargó de la construcción de un poblado, llamado Fuerte de San José. Entre el 22 y 23 de abril de 1779, Viedma ordenó la construcción de un fuerte en el margen derecho del río Negro, al que dio por nombre Mercedes de Patagones. La crecida y desborde del río en junio de ese año, provocó el traslado del fuerte, aunque no del pueblo surgido a su alrededor, a la margen izquierda, donde el terreno era más elevado; el nuevo fuerte se llamó Carmen de Patagones. Así, surgieron en la desembocadura del río Negro dos poblaciones con nombres parecidos. El 21 de octubre de 1878, el primer gobernador de la Patagonia, Álvaro Barros, determinó que Mercedes pasara a llamarse Viedma, en memoria del marino español. Viedma también llevó a cabo otras expediciones, destacando la realizada a la bahía de San Julián, en la costa de Santa Cruz. Con la información obtenida en este viaje redactó su informe, Descripción de la costa meridional del sur, llamada vulgarmente patagónica. Fuentes: Calfucurá. La conquista de las pampas; Wikipedia y otras.

 

Villarino, Basilio. (1741-1785) Fue marino, colonizador y explorador español, piloto de la Real Armada Española. Nació en la ciudad gallega de La Coruña, llegando al Río de la Plata en 1773, como piloto asistente de la fragata Perpetua, comandada por el capitán Bustillos. Su extenso periplo por la Patagonia argentina comenzó en 1778, con la exploración de las costas y los cursos fluviales de la región, como los ríos Colorado, Negro, Deseado y Limay, entre otros. En 1779 formó parte de la expedición de Francisco de Viedma, quien fundó Carmen de Patagones, y en 1782 recorrió las márgenes de los ríos Collón Curá y Negro, hasta la confluencia de éste con el Limay y el Neuquén. Luego del descubrimiento de la isla Choele Choel en 1783, renunció a seguir adelante con su viaje de exploración a causa del hostigamiento de los indígenas. Cuando, en enero de 1785, formaba parte de la expedición a la sierra de la Ventana, dirigida por Juan de la Piedra, fue muerto por los indios del Cacique Negro. Las impresiones que recogió Villarino en el curso de las exploraciones en que participó quedaron plasmadas en un diario (Diario de la navegación que vá a hacer D. Basilio Villarino, segundo piloto de la Real Armada, con las dos embarcaciones de su mando, el bergantín “Nuestra Señora de Cármen y Animas”, y la chalupa “San Francisco de Asis”, desde el Rio Negro, á reconocer la costa, la bahia de Todos los Santos, Islas del Buen Suceso y demas adyacentes, buscar el desague del Rio Colorado, y penetrar su entrada, de órden del Comisario Superintente de estos establecimientos, el Sr. D. Francisco de Viedma). Fuentes: Varias.

 

Vitoria, Francisco de. El Padre Francisco de Vitoria, fue un sacerdote dominico, destacado por la defensa de la dignidad humana en particular aplicada a los aborígenes americanos. Nació en Burgos en 1483 y falleció en Salamanca en 1546. Había ingresado en la orden de los dominicos en 1504, después de recibir una adecuada formación humanística desde niño. La dignidad y los problemas morales de la condición humana fue el eje en torno al que se desarrolló su obra. Fue epecialmente influyente por sus aportaciones jurídicas, aunque también tuvieron repercusión sus estudios teológicos y sobre aspectos morales de la economía. No escribió personalmente la totalidad de sus obras, sino que nos han llegado recogidas por sus alumnos o por secretarios a partir de sus lecciones y relecciones (repeticiones que resumían al final del curso las lecciones del año). Sus enseñanzas y métodos pedagógicos dieron su fruto en forma de numerosos teólogos, juristas y universitarios a los que bien enseñó directamente o bien se vieron influidos por sus teorías (Melchor Cano, Domingo Báñez, Domingo de Soto, Francisco Suárez, etc), integrándose en la llamada Escuela de Salamanca. Fue enviado a París, donde estudió artes y teología. Regresó a España en 1523 como profesor de teología en el colegio de San Gregorio de Valladolid, hasta que en 1526 obtuvo la cátedra de teología de Salamanca. Introdujo la Summa Theologiae de Tomás de Aquino como el libro de texto básico en teología. Puesto que en aquel entonces Salamanca era  una de las universidades más prestigiosas de España y Europa, el tomismo fue pronto adoptado por otras. Dijo el Padre Vitoria: Si los bienes se poseyeran en común serían los hombres malvados e incluso los avaros y ladrones quienes más se beneficiarían. Sacarían más y pondrían menos en el granero de la comunidad. Fue el inspirador de la Escuela de Salamanca, una variante muy influyente de la escolástica que, entre otras cosas, teorizó abundantemente sobre la economía desde un punto de vista moral. La doctrina católica de su tiempo tenía el afán de lucro de los comercianrtes por pecado, y los comerciantes se dirigieron a él para solventar sus dudas pues, o dejaban el comercio, o se condenaban, lo que le indujo a tratar temas económicos. Esta escuela también desarrolló la teoría cuantitativa del dinero, utilizada para explicar la alta inflación del siglo XVI. Se preocupó por los derechos de los indios. Su obra De indis recogió las relecciones en las que expresa su postura ante el conocimiento de diversos excesos cometidos en las tierras conquistadas en América. En ella afirmó que los indios no son seres inferiores, sino que poseen los mismos derechos que cualquier ser humano y son dueños de sus tierras y bienes. Este es el inicio del Derecho de Gentes. Muy respetado por su valía intelectual (fue consultado por Carlos I) sus ideas y las de Las Casas fueron escuchadas en las Cortes y en 1542 se promulgaron las Leyes Nuevas de Indias, que ponían a los indios bajo la protección directa de la Corona. Después de su muerte, el propio las Casas y varios de sus discípulos (Cano, Soto, Carranza) protagonizaron la Junta de Valladolid (1550) donde se utilizaron contra Juan Ginés de Sepúlveda los argumentos de Vitoria sobre cuáles eran justos títulos para la conquista de América y cuales injustos, en la llamada polémica de los naturales. Fue uno de los principales teóricos del concepto de guerra justa. En De iure belli analiza los límites del uso de la fuerza para dirimir las disputas entre pueblos. Es lícito hacer la guerra, pero la única causa justa para comenzarla es responder proporcionadamente a una injuria. Por tanto no es lícita la guerra simplemente por diferencias de religión o para aumentar el territorio. Estableció, en De potestate civili, las bases teóricas del derecho internacional moderno, del cual es considerado el fundador junto con Hugo Grocio. Fue uno de los primeros en proponer la idea de una comunidad de todos los pueblos fundada en el derecho natural, y no basar las relaciones internacionales simplemente en el uso de la fuerza. Mientras que Nicolás Maquiavelo consideraba al Estado como un conjunto moralmente autónomo (y que, por tanto, no podía ser juzgado según normas externas), en Vitoria nos encontramos con que su actuación en el mundo tiene límites morales. Vitoria fue calificado con razón como precursor de la idea de las Naciones Unidas. Por último, fue el fundador de una escuela de importantes teólogos, principalmente dominicos, que tuvieron una importancia decisiva en el Concilio de Trento. Fuentes: Wikipedia y varias.

 

Williams, Alberto. (Buenos Aires, 1862 – idem 1952) Uno de los más grandes músicos nacionales. Hijo de Jorge Williams  y Adela Alcorta Palacios, provenía de una familia con orientación musical, ya que su abuelo Amancio Alcorta, originario de Santiago del Estero, había sido músico. Alberto comenzó su entrenamiento en la escuela de música de Buenos Aires y a la temprana edad de siete años se presentó al público en concierto organizado por su maestro, Bernasconi. Rápidamente apareció su primera composición impresa, y pensionado por el gobierno para estudiar en París, ingresó en el conservatorio de dicha ciudad estudiando bajo la guía de grandes profesores. Fue alumno de piano de Georges Mathias, y estudió composición con Durand, Godard, Bériot, además de recibir clases de César Franck. En 1889 retornó a Argentina y comenzó a estudiar profundamente las formas, las melodías y los ritmos del folclore argentino. Al regresar a Buenos Aires, fundó y dirigió el Conservatorio de Música de Buenos Aires desde 1893 hasta 1941, y tuvo discípulos que pronto se distinguieron como intérpretes de valía. En el terreno de la didáctica, realizó una valiosa obra de difusión para la enseñanza del piano. Como compositor se destacó en el género sinfónico, y por sus páginas para canto y piano, de fluida inspiración, utilizando la temática folclórica en obras de elaborada factura. El rancho abandonado, Milongas y muchas piezas más, lo ubican entre los primeros compositores que supieron valorar nuestro rico folclore argentino. Fue miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes y vicepresidente de la Comisión Nacional de Cultura. Es autor de escritos acerca de estética musical, así como de varias obras didácticas: Teoría de la música; Teoría de la armonía y Problemas de solfeo. Suyas son asimismo las poesías que sirven de texto a sus canciones, y que se publicaron con el título de Versos Líricos. Inspirado por las canciones y danzas populares de su patria, el maestro concibió la idea de crear una música genuinamente argentina, tendencia que inició con la obra para piano El rancho abandonado. Sus composiciones se extiendieron hasta 136 trabajos, incluídas nueve sinfonías. Su etapa creativa puede dividirse en tres períodos: hasta 1890 sus trabajos estaban altamente influidos por los modelos europeos; de 1890 a 1910 se asiste a un resurgimiento del lenguaje musical argentino en sus trabajos, incluida la mayor parte de su música de cámara; y finalmente, con su segunda sinfonía, en 1910, se abre una etapa internacional de reconocimiento creativo entre sus contemporáneos. Sus seguidores lo hicieron merecedor del título honorífico de Padre de la música argentina. Fuente: Wikipedia.

Yanquetruz, el viejo. Lonko mapuche huilliche (o tehuelche septentrional para otros), que en 1818 se estableció entre los ranqueles del sur de Córdoba, Santa Fe, San Luis y La Pampa. Se lo llamó Yanquetruz el fuerte y tomó el mando de los ranqueluches a la muerte de Carripilún, ocupando entonces el campamento de Leuvucó. Era descendiente de Llanquitur, que en las últimas décadas del siglo XVIII luchó en el sur de Mendoza contra Amigorena. La mujer de Yanquetruz era Carú Luán y su hijo, bravo como él, Pichún. El 3 de diciembre de 1820, junto al pichi rey José Miguel Carrera, atacó Salto destruyéndolo por completo, cautivando mujeres y asesinando a los hombres. También maloneó contra Rojas, Lobos y Chascomús. En 1831, asociado con los voroganos Cañuiquir, Rondeau, Canuillán y Mellín, sitió Río Cuarto y arrió gran cantidad de cabezas de ganado. Estas acciones derivaron en la ruptura con Rosas y en la favorable recepción del unitario aindiado Manuel Baigorria que se refugió en las tolderías junto a buen número de sus partidarios. Durante la campaña rosista al río Colorado, Yanquetruz batió a Ruiz Huidobro causando su retirada.  En 1834 fuerzas de San Luis y Buenos Aires al mando de Pantaleón Argañaraz, derrotaron a Yanquetruz, asesinando a los caciques Colipay, Pulcay, Pichul, Carrané, Pallán y Cutiño. Yanquetruz murió en 1836 y fue sucedido por Painé Nürü. Fuente: Wikipedia  y otras. //.. Yanquetruz (5) de Casamiquela, padre de Cheuqueta o Yanquetruz (4) fue el cacique mayor de los ranqueles en las primeras décadas del siglo XIX, célebre por sus malones a la frontera Norte y por su oposición a las fuerzas del Centro y Oeste de la expedición Rosas. También citado por cronistas de la época como Llanquetruz o Chanquetrox, y cuyo nombre en castellano fuera ¡notablemente!: José María Yanquetruz. Habría sido chileno, emigrando a nuestro país hacia 1818 junto a cien de los suyos, sucediendo por su notable capacidad de guerra al jefe ranquel muerto sin descendencia Cari Agel (máscara verde). Habría fallecido hacia 1835, luego de la expedición de Rosas, cuando decidió retirarse hacia la cordillera. Fuente: El linaje de los Yanquetruz.

Yanquetruz, José María. O José María Bulnes Yanquetruz, heredó el nombre del sucesor de Carripilún al frente de los ranqueles, aunque fue el jefe visible de la parcialidad tehuelche septentrional, pariente y aliado de los Catriel en tiempos siguientes a la caída de Rosas. Véase en especial El Linaje de los Yanquetruz, de Rodolfo Magín Casamiquela, Textos ameghinianos – Biblioteca de la Fundación Ameghino, Trelew, 2007. Tomó predicamento como aliado de Calfucurá y vencedor en la sangrienta batalla de San Antonio de Iraola (setiembre 1855), donde fue vencido y muerto Nicolás Otamendi. Fue asesinado en circunstancias confusas en Bahía Blanca, donde había concurrido a negociar condiciones de paz; su muerte determinó que Calfucurá lanzara un asolador malón contra la Fortaleza Protectora Argentina. Fuente: Wikipedia y otras //.. O Llanquetrrú, según la notación de Harrington; es Yanquetruz (2) para la sinopsis elaborada por Casamiquela en la fuente que declaramos. Presumiblemente nacido hacia 1835. Padre de Juan Yanquetruz. Conforme Vignati, comúnmente llamado Yemüll; este investigador lo conoció en 1915 cuando murió su madre Máshall (María Pil, manzanera) y lo describe como tuerto, fornido, que usaba barba, y su estatura no debía exceder los 1,60 m. El autor citado no sabe cómo ni cuándo perdió su ojo, defecto que pretendía disimular con media antiparra (sic!). Murió borracho por haberse quedado dormidos a la intemperie bajo una helada.  Junto a él estaba su hermano Wikaleu (Faquico León, apelativo este último debido a su físico importante típico de tehuelche septentrional), que sobrevivió por ser más joven y fuerte. Fuente: El linaje de los Yanquetruz.

Yanquetruz, Juan. Entrevistado por primera vez por Rodolfo Casamiquela en 1953, esa vez en compañía de Tomás Harrington. Considerado punta visible del hilo por el primero de ellos. Decía carecer de nombre indígena propio; era poblador de Blan Cumtre, paraje al sureste de Gastre (Centro-Norte del Chubut). Ese primer encuentro fue en pleno campo, al pie de la piedra pintada de Blan Pilquín. Casamiquela volvió a visitarlo en 1972, cuando el hombre había cumplido sus 82 años. Era entonces el último cacique tehuelche septentrional o Yanquetruz (1). Fuente: El linaje de los Yanquetruz.

Yanketruz o iankü-trur (churrete caído).  Sindicado pehuenche y ubicado en el siglo XVIII río Salado arriba, sería Yanketruz (6) de Casamiquela, y padre de Yanketruz (5) el viejo, o el jefe ranquel. Habría heredado en 1787 el cacicazgo en el sur de la provincia de Buenos Aires, a la muerte del cacique Negro, o Chanül, Chanel, Chanal o Chanil, quien puede haber sido su padre, tío o hermano mayor. Fuente: El linaje de los Yanquetruz.

Yañez Pinzón, Vicente. Nació en Palos de la Frontera, Huelva, aproximadamente en 1462, falleciendo en apariencia en Triana, en 1514. Fue navegante y explorador español, codescubridor de América y primer navegante europeo que llegó al actual Brasil. Navegó junto con Cirstóbal Colón en su primer viaje al Nuevo Mundo en 1492, como capitán de la carabela La Niña. Descubrió las cosatas de Brasil en enero de 1500, tres meses antes de la llegada de Pedro Álvarez Cabral. Se constató su posterior presencia en América, probablemente para cumplir con sus obligaciones como Capitán General y Gobernador de Puerto Rico, la isla que había descubierto su hermano Martín Alonso Pinzón durante el primer viaje de 1492. Desde la primavera de 1505 se lo encontró en España, concretamente en la Junta de Navegantes de Toro, en la que, por una capitulación fechada el 24 de abril se lo nombró capitán y corregidor de la isla de San Juan, o Puerto Rico. También participó como experto convocado por la Corona en la Junta de Naveganes de Burgos de 1508, para retomar de nuevo el tema de la búsqueda de un paso hacia las islas de las Especias. En su último viaje a América Central, recorrió las costas de Darién, Veragua y Paria, actuales Venezuela, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Al no encontrar el paso buscado, rodeó la península de Yucatán y se adentró en el golfo de México, protagonizando uno de los primeros contactos con la civilización azteca. Fuente: Wikipedia.

Yrigoyen, Hipólito. (Buenos Aires, 12 de julio de 1853/ Ídem, 3 de julio de 1933). Político argentino, dos veces presidente del país (1916-1922 y 1928-1930) y figura relevante de la Unión Cívica Radical. Fue el primer presidente de la historia argentina, elegido por sufragio universal masculino y secreto. Llamado en realidad Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Irigoyen, fue el tercer hijo de Martín Irigoyen y de Marcelina Alem (hermana de Leandro N Alem). Según las investigaciones de Roberto Etchepareborda, el apellido original del caudillo –a diferencia del de Bernardo de Irigoyen- era Hirigoyen, que significa Ciudad de lo alto. En el país vasco-francés la h se aspira como en inglés, mientras que en el país vasco-español no se pronuncia, por lo que el apellido Hirigoyen probablemente tuvo su origen en Francia, mientras que sus variantes Yrigoyen e Irigoyen lo tuvieron en España. El dirigente radical utilizaba Yrigoyen e Irigoyen indistintamente. El uso de Yrigoyen fue una utilización política de la cuarta década del siglo XX. Gabriel del Mazo, dirigente de FORJA, recomendaba usar el Yrigoyen en contraposición del Irigoyen que utilizaban los sectores que respondían a Marcelo T de Alvear. En 1965, tras la investigación de Etchepareborda, la Academia Nacional de la Historia se pronunció por nombrar a Yrigoyen con la y inicial. A los efectos del presente trabajo, digamos que hacia 1889, cuando Yrigoyen se mudó a su propia casa frente a la Plaza de los dos Congresos, entabló una profunda amistad con dos amigos de su hermano, y que tendrían mucho que ver con los cambios institucionales que llevarían a Hipólito Yrigoyen a la Presidencia: Carlos Pellegrini y Roque Sáenz Peña. Fuentes: Félix Luna (¨Yrigoyen¨, Hispamérica, Buenos Aires, 1985) y Gabriel Del Mazo – Roberto Etchepareborda (¨La segunda presidencia de Yrigoyen¨, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1984). Véase también Instituto Nacional Yrigoyeneano: www.yrigoyen.gov.ar. Fuentes: las mencionadas.

Yrurtia, Rogelio. (Buenos Aires, 6 de diciembre de 1879ibídem, 4 de marzo de 1950 en Buenos Aires) Fue uno de los más destacados escultores argentinos.  A los 19 años ingresó a la Escuela de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes y en el año 1918 estudió en el taller de Lucio Correa Morales. En 1899, debido a sus notables dotes de artesano, ganó una beca y al año siguiente se radicó en Italia y París, donde asistió a la Academia Jullien y fue un asiduo asistente al taller del escultor Jules Félix Coutan. Gracias a esta influencia y a sus nuevos contactos europeos expuso en el Salón de la Societé National des Artistes Francaises en el año 1903, y obtuvo al año siguiente el Gran Premio de Honor en la afamada Exposición Universal en la ciudad Saint Louis de Norteamérica. En el año 1905 realizó su primera muestra individual en Buenos Aires y dos años más tarde ganó el concurso para la realización de un monumento a Dorrego. Además, la Municipalidad de Buenos Aires le encargó el Canto al Trabajo. También en Argentina, en 1909 ganó el Segundo Premio en el Concurso Internacional Centenario de la Revolución de Mayo. Vuelto a España ganó el Gran Premio de Honor en 1911 en la Exposición Internacional de Arte de Barcelona. En 1916 regresó a Argentina para realizar el Monumento-mausoleo a Rivadavia. Participó en el X Salón Nacional de Bellas Artes de 1920 y al año siguiente regresó a Buenos Aires. Concurrió al Salón Círculo de Bellas Artes (1925). Carlos Delcasse le encargó Justicia para su propio sepulcro en el año 1936. Concurrió al Salón Municipal de Rosario en el año 1937 y al año siguiente fue miembro fundador de la Academia Nacional de Bellas Artes. Falleció en Buenos Aires el 4 de marzo de 1950 a los 71 años de edad. Fuente: Wikipedia.

Zorita, Alonso de. (Córdoba, 1512? – Granada, 1585?) Escritor y burócrata español. Estudió Derecho en Salamanca y luego ejerció como jurista en Granada. En 1547 fue nombrado oidor de la Audiencia de Santo Domingo. Zorita dio entonces muestras de poseer un carácter codicioso y un vivo ingenio, como se constata en la obtención de anticipos y exenciones fiscales para él y su mujer. Tras intentar tomar residencia en Nueva Granada al también oidor Miguel Díaz de Armendáriz, Zorita regresó en 1552 a Santo Domingo, burlado y pobre. En 1553 se desplazó a Guatemala y desde 1556 formó parte de la audiencia de México. La Nueva España se hallaba entonces dividida entre un sector del clero radical en su defensa de los indígenas y la burocracia real de una parte, y los colonos y encomenderos encabezados por Martín Cortés, el mestizo, que encabezó una revuelta poco después, de otra. Zorita se comportó con una peculiar ambigüedad, promoviendo una colonización pacífica de tipo lascasiano, respetuosa de los indígenas. Se retiró en 1565 a España, donde se dedicó a escribir obras como la Summa de los tributos, las leyes y ordenanzas de las Indias del Mar Océano y la famosa Relación de las cosas notables de la Nueva España, que sólo vería la luz impresa a mediados del siglo XIX. En esta obra Zurita muestra su apoyo a la defensa lascasiana de los indígenas y deja entrever su simpatía por las utopías políticas y religiosas indigenistas de los franciscanos. Fuente: www.biografiasyvidas.com.

Zorrilla de San Martín del Pozo, Juan. Escritor, periodista, docente y diplomático uruguayo nacido y muerto en Montevideo (1855-1931). Era hijo del español Juan Manuel Zorrilla de San Martín y de la uruguaya Alejandrina del Pozo y Aragón, familia católica. Su madre falleció cuando el poeta tenía apenas un año y medio de vida. Fue criado con cariño y dedicación por su tía Juliana del Pozo y Aragón, esposa de Martín García de Zúñiga. Junto a su hermano Alejandro, en 1865 fue llevado por su padre a cursar sus estudios en el Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe, Argentina. Entre 1867 y 1872 estudió en el Colegio de los Padres Bayoneses, en Montevideo, lugar en el que comenzó sus estudios universitarios. Se recibió de bachiller en Santa Fe en 1872. Entre 1874 y 1877 estudió en el Colegio de los Hermanos Jesuitas de Santiago de Chile hasta completar sus estudios como Licenciado en Letras y Ciencias Políticas. En ese período colaboró en la redacción de La Estrella de Chile y publicó Notas de un Himno. En Chile recibió la influencia de las lecturas romáticas de José Zorrilla, José de Espronceda y sobre todo de Gustavo Adolfo Bécquer. En primeras nupcias se casó con Elvira Blanco Sienra, con quien tuvo seis hijos. A pocos años de la muerte de ésta, contrajo enlace con su hermana, Concepción Sienra, quien le dio diez hijos. Hoy su descendencia alcanza casi las 800 personas. Ejerció como Juez Letrado Departamental de Montevideo; fue electo diputado por Montevideo (1888-1891); fue un activista católico y promovió la creación de la Unión Cívica del Uruguay; fundó el diario El Bien Público; ocupó las representaciones diplomáticas frente a España, Francia y El Vaticano. También ocupó diversas cátedras en la Universidad de la República, como Literatura, Derecho Internacional Público y Teoría del Arte. El 18 de agosto de 1935, su casa fue declarada museo por el Parlamento uruguayo, a través de la Ley 9595. Entre sus obras se citan sus poemas:  Notas de un himno (1877); La leyenda patria (1879); Tabaré (1888); La epopeya de Artigas (1910). También sus rimas y leyendas: El ángel de los charrúas; Imposible; Odio y amor; Siemprevivas; Tú y yo; Himno al árbol; Vestales. Fue también ensayista; como tal publicó: Discurso de La Rábida (1892); Resonancia del camino (1896); Huerto cerrado (1900); Conferencias y discursos (1905); Detalles de la Historia Rioplatense (1917); El sermón de la paz (1924); El libro de Ruth (1928); Ituzaingó; Artigas; Decadencia; Renacimiento. Fuente: Wikipedia.

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