Memoria del enemigo 15

Si VVEE se muestran tan celosos por dar libertad al pueblo paraguayo, ¿por qué no empiezan por dar libertad a los infelices negros del Brasil, que componen la mayor parte de la población y gimen en el más duro y espantoso cautiverio para enriquecer y estar en la ociosidad a algunos de cientos de grandes del Imperio?

Fragmento de un texto de Estigarribia, jefe militar paraguayo,

defensor de Uruguayana

 

La guerra y la esclavitud

 

 

A los ¨libertadores¨ brasileños no les preocupaba la esclavitud del Brasil. Por el contrario: se valían de la guerra para aumentar el número de sus esclavos con los prisioneros paraguayos. Esta afirmación está confesada por el mismo Mitre que escribió al vicepresidente Marcos Paz el 4 de octubre de 1865:

Nuestro lote de prisioneros en Uruguayana fue de poco más de 1400. Extañará a Ud el número, que debiera ser más; pero la razón es que por parte de la caballería brasileña hubo en el día de la rendición tal robo de prisioneros, que por lo menos arrebataron 800 o 1000 de ellos, lo que muestra a usted el desorden de esa tropa, la falta de energía de sus jefes y la corrupción de su gente, pues los robaron para esclavos; hasta hoy mismo andan robando y comprando prisioneros del otro lado (…) El comandante Guimaraes, jefe de una brigada brasileña, escandalizado de este tráfico indigno, me decía el otro día que en las calles de Uruguayana tenía que andar diciendo que no era paraguayo para que no lo robase…

Prisionero paraguayo que cayese en poder de los brasileños iba a trabajar en los cafetales con la marca de hierro de la esclavitud. Reconozcamos que no tenía mejor suerte si tocaba a jefes uruguayos y aun a algunos argentinos, pues éstos le cambiaban el uniforme y lo ponían a pelear contra su misma patria. He transcripto las palabras del coronel oriental León de Pelleja, lamentando repartir sus prisioneros de guerra paraguayos con el general argentino Paunero ¨para aumentar su batallones¨. Tampoco al general argentino Garmendia le gustó ese proceder: ¨Hay algo de bárbaro y deprimente en este acto inaudito de castigar a uno a que haga fuego contra su bandera: es un hecho sin ejemplo¨.

¿Podía Mitre hacer otra cosa? Si no hubiera consentido la incorporación de los prisioneros paraguayos a los contingentes argentinos y orientales, raleados por la deserción, su actitud habría contrastado indiscretamente con la de sus aliados brasileños que los tomaban para esclavos. Si la presencia del emperador lo obligaba a consentir –como general en jefe- la tremenda barbarie de apropiarse de los prisioneros como esclavos, por lo menos debería ponerse a su nivel haciendo de los suyos combatientes forzados. Sin perjuicio de desahogarse su conciencia en sus cartas privadas.

No nos escandalicemos mucho con la conducta de los brasileños hacia sus prisioneros uruguayos. En Uruguayana no hicimos esclavos como en Caseros, donde Urquiza se llevó a Entre Ríos (¿no los habrá vendido después a Brasil?) a 700 prisioneros de color, que eran hombres libres, para enseñarles lo que era la libertad conseguida contra la tiranía el 3 de febrero de 1852.

Volviendo a los atropellos cometidos en Uruguayana, fueron tantos y tales que Solano López, no obstante el estado de guerra, protestó con energía contra ¨la inhumana crueldad¨ de reducir a esclavos a los paraguayos o incorporarlos por fuerza a los ejércitos enemigos de su patria. Mitre como siempre negó; negó con vehemencia y con retóricas protestas de pudor ofendido.

Lejos de obligar a los prisioneros a ingresar violentamente a las filas del ejército aliado –dice a López en nota del 25 de noviembre de 1865- o de tratárselos con rigor, han sido tratados todos ellos no solamente con humanidad, sino con benevolencia, habiendo sido muchos de ellos puestos en completa libertad…

 

Rosa, José María: La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas. Fragmento del capítulo 32: Mitre y la conducción militar. Buenos Aires, Hispamérica, 1985.

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