Memoria del enemigo 8

El despojo del 2 de enero de 1833

Moneda de curso legal en nuestras islas Malvinas

Pendiente todavía la cuestión entre el gobierno de Buenos Aires y el agente norteamericano ((*)), el almirante Baker, comandante de la estación naval inglesa en el Brasil, mandó la corbeta de guerra Clío a las islas Malvinas para ejercer allí los antiguos e incontestables derechos que corresponden a SM, y obrar en aquel paraje como en una posesión que pertenece a la Gran Bretaña, según se avanzaba a decir Lord Palmerston, en su nota de abril de 1833. El día 2 de enero de este año se presentó en Puerto Luis de Soledad de Malvinas dicha corbeta al mando de J J Oslow, quien declaró en esa misma tarde al comandante de la goleta de guerra Sarandí, que venía a tomar posesión de las Malvinas como pertenecientes a la corona de Su Majestad Británica; que tenía orden de izar en esa isla la bandera inglesa dentro de veinticuatro horas, y que en consecuencia le intimaba que en este término se abatiese la bandera argentina y evacuasen dicha isla la guarnición y los súbditos de la República. El comandante de la Sarandí rehusó obedecer tal demanda y protestó contra la flagrante violación de los derechos de la República, prohibiendo por el contrario a los habitantes de tierra que bajasen la bandera argentina. Pero en la mañana siguiente el comandante de la Clío efectuó un desembarco en la isla y la débil guarnición tuvo que ceder a la fuerza. Esta volvió a Buenos Aires y los ingleses clavaron un palo a cierta distancia de la casa de la comandancia, izaron la bandera inglesas, y se retiraron dejando allí un hombre, como si esto pudiera constituir un acto de posesión, en seguida del escandaloso abuso de la fuerza perpetrado, y en presencia de derechos acabadamente reconocidos por la misma nación que las usurpaba a mano armada.

Inmediatamente de tener noticias de este desalojo injustificado, el gobierno de Buenos Aires pidió satisfacción al encargado de negocios de SMB. Este con una audacia sólo comparable a la temeridad del atentado, respondió que no había recibido instrucciones de su corte para hacer comunicación alguna al gobierno de Buenos Aires sobre aquel asunto, mientras que el mismo Lord Palmerston declaraba con desenfado análogo al ministro argentino en Londres que las instrucciones (para el procedimiento en Malvinas) habían sido comunicadas por el Almirante Baker a la legación de SMB en Buenos Aires.

Con tal motivo, don Manuel Moreno, en su calidad de ministro plenipotenciario de las Provincias Unidas del Río de la Plata, dirigió al gobierno de SMB la famosa Protesta y memoria, sobre el procedimiento de éste, que se arrogaba la soberanía y posesión de Malvinas despojando por la fuerza a las Provincias Unidas. Esta protesta fue contestada por Lord Palmerston con inexactitudes manifiestas, y hasta con reticencias impropias, como quiera que resaltasen a la simple vista de los mismos documentos y tratados firmados por los ministros de SMB y que obligaban a reconocer y a respetar los derechos de la República Argentina a las Malvinas, aún suponiendo que ésta no tuviera derechos originarios y anteriores a dichas islas. El ministro argentino, por su parte, puso de relieve las dichas inexactitudes y reticencias, mostrando cómo la respuesta de Lord Palmerston no se contraía a la única cuestión de derecho en el asunto, sobre quien haya sido y no ha podido dejar de ser, el soberano y legítimo poseedor de las islas Malvinas; precisamentre por esta cuestión debía definirse, no por la antigüedad de las pretensiones a esas islas, sino por la estimación legal de los justos títulos de soberanía de las Provincias Unidas a las mismas islas.

((*)) Por las consecuencias del escandaloso acto cometido por la estadounidense Lexington.

Saldías, Adolfo: Historia de la Confederación Argentina. Tomo II: La Guerra y la Política Constitucional. Buenos Aires, Orientación Cultural Editores SA, 1958

Leave a comment