¡Una espada sin cabeza!
La crítica histórica ha comparado a Juan Galo Lavalle con el jinete sin cabeza...
(…) Esa misma tarde se reunieron en la capilla de San Roque buen número de vecinos conocidos de Buenos Aires y de partidarios de la revolución ((del 1º de diciembre de 1828)). Ninguna de las muchas revoluciones que se sucedieron en Buenos Aires desde el año de 1810, si se exceptúa la del 8 de octubre de 1812, habíanse operado por los auspicios del ejército ((*)).
(…) Participo al gobierno delegado que el coronel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden al frente de los regimientos que componen esta división. La historia dirá si el coronel Dorrego ha debido o no morir… su muerte es el sacrificio mayor que puedo hacer en obsequio del pueblo de Buenos Aires enlutado por él ((**)).
(…) Uno de esos días se presentaba en el fuerte el vencedor de Ituzaingó: -¿Qué piensa usted de la situación? le pregunta el general Lavalle. –Pienso que es insostenible, tal como está hoy. –Es que yo no soy el hombre de 1815, exclama furioso y dándole la espalda Lavalle, mientras Alvear se retiraba preguntándose por qué lo habría llamado para insultarle. Otro día se paseaba apresuradamente en el salón del fuerte, cuando entró Rivadavia acompañado del doctor Agüero. Conversando de la actualidad, preguntóle Rivadavia qué género de relaciones entablaría con las provincias. –Las provincias, exclamó Lavalle, dando fuertemente con el pie en el suelo: a las provincias las voy a meter dentro de un zapato con 500 coraceros… – Vámonos, señor don Julián, dijo por lo bajo Rivadavia: este hombre está loco. Tal fue la única participación que tuvo Rivadavia en la revolución de diciembre de 1828 ((***)).
(…) Ya está visto que la República es una merienda de negros, que en nuestro país no puede ser. He entrado en el proyecto de establecer una monarquía: he dado los pasos y tendremos por soberano un príncipe de las primeras dinastías de Europa ((****)). Esto lo contó después don Bernabé de Escalada al general Iriarte y a mí, añadiendo ser la primera vez que lo decía. Así se explica por qué la Francia hizo tantos gastos cuando el bloqueo francés para pasar a Lavalle con su ejército a esta banda del Paraná.
((Y por algo era que el bien llamado espada sin cabeza incurrió en los dislates que la historia más veraz le atribuye…)) Mi amigo, D Frutos ha cohonestado sus grandes extravíos con estos sucesos; así es que como amigo le manifiesto mi opinión de suspender toda hostilidad contra él. En la comunicación reservada que él le dirige a López manifiesta que luego que sus servicios no sean necesarios en la presente guerra, desea ser destinado en operaciones hacia el Paraguay, lo que es un vasto campo, y deja a V expedito para la organización de esa provincia. Nuevos motivos me obligan a indicarle que si fuese posible destine al general Lavalle a obrar sobre el Río Grande por la manguera, o en otro punto distante de ese ejército, y sobre todo viva persuadido que obra de mala fe (¡sic!) ((*****)).
((*)) Sin embargo, mientras la de 1812 no constituyó a ninguno de los militares sublevados contra los triunviros como gobernante, la revolución de 1828 proclamó gobernador a su jefe militar: Juan Galo Lavalle.
((**)) Nota del autor: Todos los detalles contenidos en este párrafo son fidedignos y están acordes con lo que acerca de este fusilamiento refiere el general Lamadrid, testigo presencial en sus Memorias, Tomo I, páginas 388 t. 391.
((***)) Nota del autor del post: Por supuesto, después de haber sido el más ferviente inspirador de la revolución del 1º de diciembre.
((****)) Quien hace tan temeraria advertencia es el propio Juan Galo Lavalle; el texto pertenece a una carta de Manuel Escalada a Juan Manuel de Rosas.
((*****)) Texto reservado correspondiente a la carta que Manuel Dorrego dirigió a Juan Antonio Lavalleja, comandante en jefe del ejército, en fecha 3 de junio de 1828.
Saldías, Adolfo: Historia de la Confederación Argentina. Tomo II: La Guerra y la Política Constitucional. Buenos Aires, Orientación Cultural Editores SA, 1958.
De Fierro 